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—Vamos, Namjoon, ¡ya quiero llegar! —dijo Jin con un puchero, mirando de reojo al hombre que sostenía el volante con seguridad. 

—Espera, amor, ya casi llegamos. —respondió Namjoon con una sonrisa cálida. Sentía una libertad renovada al poder hablarle con tanto cariño sin temor a nada. Después de tanto tiempo de secretos y miedos, finalmente había decidido que esta vez haría las cosas bien. Aunque el destino le había jugado malas pasadas antes, estaba decidido a no perder a SeokJin nuevamente. 

—¡Ahora sí te ves atractivo!—exclamó SeokJin después de analizar su atuendo de arriba hacia abajo.

—Gracias, Jinie. ¿Acaso no me veía bien antes? —respondió Namjoon con una sonrisa divertida. 

—Siempre te ves atractivo, Nammie, pero… te falta un poco de estilo. —le dijo con tono juguetón, arqueando una ceja mientras lo analizaba. 

—¿Estilo? ¿Eso piensas? 

—Sí, si me dejaras elegir tu ropa más seguido, podrías aprender un par de cosas, Nammie. —Jin le guiñó un ojo con picardía. 

—A veces eres cruel, Jinnie. —Namjoon fingió un puchero, lo que provocó una carcajada en su compañero. 

—Aww… El señor macho haciendo un puchero, ¡Me encanta!

—Ja, ja, ja. Eso no fue un puchero…—negó, pues no se iba a permitir verse tierno.

—Sí, claro—se burló SeokJin.

—Ey, yo no soy tierno. Él tierno aquí eres tú, mira nada más esas mejillas…—dijo NamJoon, al mismo tiempo que jugueteaba con pellizcar las mejillas de su novio.

—¡NamJoon noooo!—exclamó SeokJin, al mismo tiempo que luchaba por evitar los pellizcos de NamJoon hacia sus mejillas—. Si chocas te golpearé, ¡Oíste!—le advirtió con voz seria, a lo que el mencionado entendió y dejo de juguetear para después dirigir toda su atención hacia el camino.

Un silencio reinó en el interior del automóvil hasta que SeokJin volvió a hacer su pregunta.

—¿Ya vamos a llegar?

NamJoon soltó una risita ante la inquietud de su novio. "Justo como un pequeño", pensó.

—¿Por qué tanta prisa?—le respondió con una pregunta.

—Voy a ayudarle a Jungko6ok con los arreglos. 

—Vaya, así que es eso…—se dijo a si mismo con gracia—Mi prometido, siempre decorando todo… —comentó al tiempo que mostraba sus hoyuelos, los cuales SeokJin no pudo evitar acariciar con ternura. 

—Amo tus hoyuelos, Nammie. 

—Y yo a ti, mi hermoso prometido mundialmente reconocido. —Namjoon se inclinó para besarlo suavemente cosa que Jin correspondió con igual ternura, como si en ese momento no existiera nada más que ellos dos. 

Después de unos minutos más, NamJoon se encargó de estacionar el automóvil frente a la casa del matrimonio Kim, quienes cumplían cinco años de aniversario y estaban más que emocionados de compartir ese día con sus amigos más cercanos.

—¡¿Trajiste el regalo verdad, NamJoon?!—cuestionó SeokJin con preocupación de que su prometido lo hubiera olvidado en casa, justo como había sucedido hace un año.

—Si, Jinnie, lo traje—respondió. Para después entregárselo y ofrecerle su mano, las cuales se entrelazaron y solo así emprendieron camino hacia la entrada de la casa.

La puerta de la casa se abrió después de unos segundos de tocar el timbre. Un pelinegro de sonrisa cuadrada los recibió con gran entusiasmo en cuanto los vio parados en la entrada.

—¡Jinnie! ¡Namjoon! ¡Llegaron! —exclamó Taehyung, acercándose para abrazarlos.

—¡Hola, Taetae!—saludó SeokJin con entusiasmo, abrazando al joven anfitrión. 

Una vez que el esposo de Taehyung llegó hasta ellos, el pelinegro le rodeó la cintura con un brazo posesivo pero lleno de amor.

—Kookie, ya llegaron SeokJin y NamJoon Hyung…

—¡Hyungs! Bienvenidos. —Jungkook los saludó con entusiasmo, luciendo feliz al lado de su pareja. 

—Felicidades por sus cinco años juntos. ¡Es impresionante! —dijo Namjoon con sinceridad, abrazando a la pareja con cariño. 

—S-sí, muchas felicidades por ser una pareja tan… unida —suspiró Jin inconscientemente, sin embargo a pesar de querer sonar feliz por la pareja frente a él, su tono melancólico no pasó desapercibido para Namjoon. 

—¿Te pasa algo, hyung? —preguntó Taehyung, frunciendo el ceño. 

—Es completamente increíble, chicos. Espero que sigan juntos muchos años más. —Jin forzó una sonrisa, pero Namjoon conocía demasiado bien esa expresión. 

—Muchas gracias, Hyung. Así será… En pocos meses viajaremos a Italia solo nosotros dos.

—Algo como una luna de miel…—agregó JungKook con emoción.

—¡Eso es genial!—les respondió SeokJin con alegría.

Estaba consciente que no sentía envidia por ellos, pues se veían tan lindos juntos que lo menos que sentía cada que los veía era envidia. Por el contrario, sentía tristeza de su relación con NamJoon, pues a pesar de estar "bien", no solían ser una pareja muy unida… y eso le dolía tanto, le dolía mucho no poder casarse con el amor de su vida debido a la resistencia que este ponía al dar aquel gran paso.

—Lo es. Pero cuéntenos, ¿Cuándo es su boda? Esperamos estar aquí para ese entonces.

NamJoon estaba por tomar la palabra, sin embargo SeokJin se adelantó.

—Claro. No se preocupen por eso, la fecha para la boda sigue igual de inconclusa y no tenemos una fecha. Ni siquiera sabemos si… nos vamos a casar…

—SeokJin, ¿Qué dices?—habló NamJoon, confundido al igual que el matrimonio.

—Lo siento…—dijo, para después caminar hasta el segundo piso, justo donde se encontraba el baño.

No quería ser un mal educado con los anfitriones al tener ese tipo de comportamientos, sin embargo, no quería que vieran sus lágrimas…

—A-ah una disculpa…—dijo NamJoon, para después ir detrás de su prometido.—SeokJinnie, amor, ¿Todo bien? —le preguntó Namjoon del otro lado de la puerta.

Sin embargo, SeokJin no contestó, alarmando a NamJoon.

—Jinnie, amor, ¿Qué sucede? ¿Acaso dije algo que te hizo sentir mal? ¿Te sientes mal? Podemos regresar a casa si tú quieres…—después de decir eso, la puerta del baño se abrió, dejando ver a un castaño con los ojos hinchados y su nariz roja. La primera reacción de NamJoon fue abrazarlo de inmediato.

—No, estoy bien. Es sólo que me sentí un poco mal…

—¿Por qué dijiste eso? ¿Qué acaso ya no quieres casarte conmigo, Jinnie?—le preguntó NamJoon, su voz se quebró a media oración ante el temor de que SeokJin afirmara aquello.

—No es eso NamJoon… s-son muchas cosas…—admitió, al mismo tiempo que se alejaba de sus brazos.

—¿De qué hablas?—frunció su ceño, extrañado.

—Después de las infidelidades y el hecho de que pospones la boda me hace pensar que tú eres el que no quiere casarse conmigo…—admitió. Desviando su mirada al sentir nuevamente como sus ojos se nublaban debido a las lágrimas.

—No pienses eso, por favor. Yo muero por casarme contigo… Había estado retrasando la fecha porque… había, —suspiró, pues no quería revelar la sorpresa que había preparado el día de ayer para su prometido, sin embargo, no quería perderlo y prefería arruinar la sorpresa a perderlo de nuevo…—planeado que nuestra boda sea en París…

—¿Qué?—pronunció incrédulo.

—Lo qué escuchas ¡Nos casaremos en París!—repitió NamJoon, esta vez con tanto entusiasmo.

—¿E-estás hablando en serio?—inquirió al borde del llanto. Pues si se trataba de una broma no podría soportarlo.

—Sí. ¡Estoy hablando enserio!—exclamó con entusiasmo.

SeokJin se alegró tanto que con emoción brinco directo a los brazos de su prometido, enrollando sus piernas al rededor de su cintura. NamJoon de inmediato lo atrapó y después comenzó a dar vueltas con emoción. Luego de eso, sus labios se unieron con fervor, borrando todo rastro de aquel agrio momento que habían vivido momentos atrás.

—Te amo, Nammie…

—Y yo a ti, mi SeokJinnie…

Con un último beso, NamJoon lo bajó, para después tomarlo de su cintura de manera posesiva.

—Hay que regresar. Prometiste ayudarle a Kook con los adornos, ¿Recuerdas?—le susurró al oído, logrando derretir a SeokJin con aquel tono de voz tan varonil que había empleado.

Definitivamente amaba a NamJoon en todas sus facetas…

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—Amor, enseguida vengo.

—¿A dónde vas?—le preguntó SeokJin.

—Al baño, pero vuelvo en seguida.

—Te acompaño…—se ofreció, sin embargo, NamJoon se negó pues no tardaría

—No te preocupes, enseguida vuelvo—le dio un casto beso sobre la frente, para después salir del comedor, (dónde se estaba llevando a cabo la cena).

Aquella era un cena de "adultos", donde se organizaban juegos de mesa y se convivía vino después de la cena. Para NamJoon ese tipo de fiestas eran muy cómodas, pues ya no sentía la necesidad de tomar hasta emborracharse y de bailar música hecha solamente con sintetizadores.

Si bien, aún no había bebido tanto, el alcohol había comenzado a hacer efecto sobre su sistema y comenzaba a darle pequeños mareos.

—¿Ya borracho? Pero si la fiesta acaba de comenzar…

Un encuentro inesperado lo tomó por sorpresa justo cuando estaba saliendo del baño.

—Suga… —murmuró su nombre con voz neutra, sin intenciones de conversar con esa persona.

Después de todo lo que había pasado, no lo quería ver ni en pintura. Ya que al verlo, le recordaba todas esas veces que había engañado y traicionado el amor de su prometido…

—NamJoon. —el tono de Suga también era seca, pero por alguna razón buscaba crear una conversación con NamJoon a pesar de que este se mostraba distante.

Si bien, antes de marcharse, NamJoon se detuvo a lado de Suga, para después dirigirse hacia él.

—Si SeokJin llega a preguntar, tú y yo…

—¿Realmente me crees capaz de hablar?—le preguntó incrédulo—. Realmente creí que me conocías, NamJoon.

—No te confundas, Suga. Lo nuestro nunca fue algo romántico—respondió con ferocidad.

—Pues eso no me quedó muy claro después de esa vez que me dijiste que sentías algo especial por mí…—gruñó el contrario, encarandolo.

—En ningún momento te dije que te amaba, lo único que llegue a decir que te quería de manera especial. ¡Cómo un hermano!—exclamó con molestia.

Se encontraban frente a frente, la sien de ambos latía con irritabilidad ante la situación en la que se encontraban.

Sus rostros se encontraban a tan sólo centímetros de distancia. Sin embargo, ante aquella tensión Suga no controló aquel impulso e impactó sus labios contra los de NamJoon, para después aferrarse al cuello de la camisa de este.

NamJoon quiso alejarse, realmente quiso, pero no pudo y terminó correspondiendo ante aquel bajo instinto que juro eliminar por el bien de su relación.

Sin embargo, lo que ninguno sabía era que alguien más los estaba observando desde las sombras, alguien dispuesto a usar lo que acababa de ver para desatar el caos…

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