Capítulo 2
🌙 Aullidos de Amor 🌙
Capítulo 2
— Vaya torrencial el de anoche.
Naruto asintió mientras masticaba una tostada de pan integral y luego le daba un sorbo a su enorme taza de leche con chocolate. Puede que le gustará mucho lo dulce, pero no era algo de que preocuparse con su físico y la forma en que no engordaba.
— Aún tengo el olor a barro en mis fosas nasales — gruñó mientras terminaba de masticar con la boca abierta.
Konohamaru hizo una mueca al verlo.
— Jefe, ¿Es necesario que vea todo eso, en tu boca? Parece que estás comiendo barro.
Naruto sonrió de lado mientras le daba otro mordisco a su pan integral y sacaba la lengua con migas mojadas y juntas. Konohamaru hizo otra mueca de asco mientras también se tapaba la naríz.
— Eres un puerco— se quejó
Naruto sonrió mientras se llevaba su taza a la boca y le daba otro sorbo a su leche caliente. Suspiró luego de tragar y miró la oficina vacía.
No le extrana que los chicos no hayan ido hacia allí, no había trabajo en los próximos días y no porque no quisieran. Eso era lo malo de vivir en un pueblo pequeño, no había mucho trabajo en invierno, generalmente trabajaban más en el verano y primavera, cuando las lluvias no eran fuertes y los dejaban trabajar a la intemperie. En invierno y otoño tenían alguna que otra verja que arreglar, tal vez alguna gotera o pórtico, pero nada importante y grande.
Dió una mirada a Konohamaru, el muchacho era nuevo con ellos, pero ya estaba en la edad para trabajar. Había tenido su iniciación a los 15 y, Naruto, al ser el alfa de la manada decidió tenerlo cerca. No era normal que a esa edad se despertarán los instintos de su raza, pero él muchacho parecía especial. En el caso de Naruto, había sido a la corta edad de nueve años, y él ya tenía 35. Aparte de Kakashi, era el más grande del grupo, y el más dominante. Puede que fuera alegre y algo bromista, pero cuando era algo de la manada, Naruto era demasiado agresivo.
Hacia sólo unos diez años se habían mudado al pueblo de Konoha, dejando su antigua manada atrás, y estaban manteniendo muy bien todo el asunto de ser hombres lobo en secreto. Al principio, los habitantes los habían visto de manera algo sospechosa. Pero pronto, con el carácter carismático de Naruto, se habían ganado amigos y, lo más importante, clientes. El pueblo era alejado, tal vez hasta aburrido, pero a Naruto le gustaba. Puede que extrañará follar más seguido, pero procuraba no sumergirse en relaciones largas, ya que no sabía si en algún momento se iría de allí de manera precipitada.
Y luego estaban las épocas de celo, donde todos ellos se juntaban a una manada vecina que tenía hembras para pasar una buena temporada. Naruto las odiaba, y sabía que su temporada estaba llegando en pocas semanas. No le gustaba sentir que no tenía el control en su cuerpo, ni tampoco la forma en que la última vez la hembra había intentado quedar embarazada de él. Naruto no quería tener una familia, por lo menos no en un tiempo pronto, ya que tenía a sus amigos y le gustaba la libertad que le daba ser el nuevo alfa de una nueva manada.
Naruto levantó sus largas piernas y las apoyó en el escritorio y volvió a tomar un poco más de su leche.
—¿Hay algo para hoy?— preguntó Konohamaru sin separar la mirada de su celular.
Naruto miró la pizarra de tareas, aunque sabía la respuesta de antemano.
— Nada—, suspiró con cansancio.
—¿No necesita ninguna reparación la habitación de huéspedes que terminaste?
— Lo termine la semana pasada, niño— gruñó con cansancio—. ¿Que maldita reparación necesitaría?
— Que sé yo—, se quejó Konohamaru por su tono de pocos amigos—. Siempre estás rompiendo algo.
— Cierra el hocico, cachorro insolente— gruñó él.
— Ya no soy un cachorro—, gruñó el otro.
Naruto bufó.
—¿Cuánto cumplirás la semana próxima?— preguntó algo perdido con la edad.
— 27— gruñó Konohamaru mirándolo mal.
Naruto alzó una ceja, para él, el chico seguía teniendo 20. De repente, sonrió con sorna.
— Ya es hora de que empieces a follar—, se burló.
Konohamaru lo miró con el ceño fruncido.
—No soy virgen— se quejó.
— Aún no has entrado en celo. Eres virgen.
—¡Cierra lo boca!— gritó ofendido el niño.
Naruto se mantuvo tranquilo, sabía que él muchacho no lo estaba desafiando.
— Oblígame—, gruñó bajo.
—¡Ya verás! Tendré una perra esta temporada.
Naruto sonrió al ver su rostro bronceado más oscuro, sabía que había dado en una parte sensible de todo macho cambiaforma. Él abrió la boca para contestar, pero un suave carraspeo llamó la atención de ambos.
Naruto bajó las piernas del escritorio cuando se dió cuenta que alguien había entrado en la oficina sin que ninguno de los dos se diera cuenta. Eso hizo que su ceño se frunciera. Pero apenas vio a la persona se dió cuenta el porqué. Una de sus cejas se alzó al ver una muchacha joven, llena de barro, de cabeza a los pies, parada en medio de su oficina.
—Buenos días— dijo con una voz llena de dulzura—. La puerta decía que estaba abierto— dijo señalando a la puerta de la oficina.
Naruto no contestó, ni siquiera se movió mientras abría sus fosas nasales, intentando tener algún olor de la chica, pero sólo podía sentir fango y humedad. Él no la conocía, jamás la había visto y eso lo hizo sentirse un poco reacio.
—Yo..— la chica dió un paso hacia adelante y luego se detuvo—. Lo siento por mi apariencia. A penas he llegado hoy a la cabaña que está a las afueras, el terreno de Otsusuki. ¿No sé si lo conoce?
La mujer lo miraba a él, pero desvío su mirada hacia Konohamaru cuando no recibió una respuesta. Naruto miró al muchacho de reojo y lo cazó con la boca levemente abierta, mirando abiertamente los pechos marcados por el barro en su hermosa y arruinada blusa color claro. Naruto gruñó bajo y lo pateó por abajo del escritorio, luego se levantó y sonrió a la mujer.
— Lo siento, señora. Nos tomo desprevenidos. Por favor, pase y cuéntenos¿Qué podemos hacer por usted?
La muchacha sonrió con las mejillas algo sonrojadas, pero se mantuvo en su lugar.
—Lo siento, ni siquiera he dicho mí nombre ¿no?. Soy Hinata Hyūga, la nieta del señor Himura Otsusuki, el anciano de las afueras de Konoha. ¿Lo conoció usted, señor...?
Naruto volvió a sonreír y al ver que ella no se movía, lo hizo él. Rodeó el escritorio y alargó su mano para estrechar la pequeña y fría mano de la mujer.
— Naruto Uzumaki. Es un placer señora Hyūga.
— Señorita—, le aclaró ella con una sonrisa.
Naruto sonrió más sin poder evitarlo, ahora que estaba más cerca podía sentir un olor a vainilla delicioso. También notó que la chica no era tan joven como había creído en un principio, pero seguía siendo fresca. Su boca se llenó de la saliva y tuvo que tragarla con disimulo, la chica tenía curvas que le gustaría mordisquear.
Tuvo que obligarse a soltarla y tardo unos segundos de más recordar de lo que estaban hablando.
— Si, conocí al señor Otsusuki. Lamento su pérdida.
Hinata sonrió con algo de tristeza.
— Él murió hace tiempo, pero gracias.
— Lo sé, a veces cazabamos juntos— dijo Naruto asintiendo y ocultando sus manos en los bolsillos de su vaquero. Más cuando el impulso loco de querer limpiar el barro de su cabello, nació de la nada.
Los hermosos ojos de luna de Hinata se abrieron con sorpresa.
—¿De verdad?— preguntó ella. Naruto asintió—. No lo sabía—, murmuró con el ceño fruncido—. Buelo jamás lo mencionó.
— Bueno,fue hace tiempo—, aclaró el con una sonrisa amigable.
Hinata volvió a sonreír, aunque él se dió cuenta que no llegaba a sus hermosos y únicos ojos.
— Ah. Bueno, mejor entonces. He venido desde la ciudad para remodelar la casa. Ha estado abandonada por mucho tiempo y creo que ha sufrido vandalismo, ya que la puerta principal estaba abierta.
Naruto frunció el ceño al escuchar esa información.
—¿Está usted bien? ¿Fue atacada?— se preocupó, dando un paso más cerca y oliendo de forma disimulada para ver si captaba olor a sangre. Pero lo único que sintió fue fango.
Hinata rió en voz baja.
—Bueno, se puede decir que sí. Pero por el terreno—. Ella rió un poco más al ver la expresión confundida del rubio—. Fui emboscada por el barro, y he perdido—, aclaró abriendo los brazos y mostrando toda su ropa sucia.
Naruto sonrió, disfrutando del humor de la muchacha. Tenía una chispa que le decía que no era de pueblo, pero tampoco de ciudad. Tal vez una mezcla extraña de ambas.
— Me alegra ver que por lo menos ha salido de una pieza—, dijo él con humor.
Hinata rió un poco más, parecía estar más relajada de cuando había entrado.
— Oh, yo también. Casi pierdo mí par favorito de botas en ese batalla— dijo señalando las botas marrones llenas de barro—. El asunto es, que necesito muchísima ayuda y me dijeron que son excelentes en su trabajo, señor Uzumaki.
Naruto no pudo evitar inflar el pecho, ellos lo eran. Habían trabajado duro para tener la fama que tenían.
— Así es, señorita Hyūga. Usted a llegado a excelentes manos. Podemos ayudarla en lo que sea que necesite.
Naruto extendió su mano, tomando la de Hinata y haciendo que diera un paso más cerca a su escritorio. Corrió una de las sillas y la ayudo a sentarse, aunque ella se resistió un poco.
—Oh, no. Ensu...
— No se preocupe por eso, señorita Hyūga—, le cortó—. Siéntese, por favor y cuénteme qué quiere hacer. Konohamaru prepara café, ¿o prefiere una taza de leche con chocolate caliente?— le preguntó mientras lograba sentarla.
—Umm. Café está bien—, respondió con una sonrisa y un asentamiento.
Naruto le sonrió mientras se movía y se sentaba en su silla de nuevo. Él miró a Konohamaru cuando esté no se movió y no pudo evitar gruñir bajo para el cachorro. Konohamaru se despabiló, y saltó de su silla para sonreír a Hinata y moverse hacia la parte trasera de la oficina. La muchacha había estado viendo al cachorro, pero volvió su mirada a Naruto cuando esté se marchó.
—Muy bien, señorita Hyūga. Soy todo suyo.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro