Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Inflexión

La ciudad de Nueva Seattle es el territorio del Lobo Plateado. Una ciudad como cualquier otra, con sus problemas de tráfico, largas jornadas de trabajo y vidas aceleradas. Hace cinco años era la segunda ciudad con más crímenes en todo el país, solo superada por Nueva York que estaba repleta de tantos psicópatas con trajes e historias de orígen trágicas que vivir ahí era una misión suicida. Sin embargo, hace algunos años había surgido un héroe solitario que se había encargado de resolver y prevenir crímenes uno por uno; volviendo la ciudad mucho más segura de lo que había sido.

Era hasta cierto punto un trabajo sin fin, siempre había nuevos criminales a los cuales perseguir como si fueran una hidra que hacía crecer otra cabeza cada vez que cortaba una. Pero mínimo ahora se podía caminar por la ciudad en las noches con relativa seguridad, sabiendo que el héroe estaría ahí para proteger a los inocentes. Es por esto que Kyle Takachiho se encontraba vigilando una de las zonas bajas de la ciudad, le había llegado la información de que hoy cambiaría de manos un gran cargamento de droga y tenía planes de evitar que llegaran a las calles.

Necesitaba deshacer esta organización para poder mandar un mensaje a otros narcotraficantes. Tal vez algo de brutalidad y cortar uno que otro dedo sería suficiente para que entendieran que esta ciudad ya no les pertenecía No iba a permitir que más personas murieran por su culpa.

Suspiró por el cansancio. Ser chef y superhéroe era agotador, pero no se quejaba. Al menos no habían surgido locos enmascarados como en otras ciudades. Bueno al menos no había hasta que llegó él...

–¡Querido! –escuchó la voz de la persona en que había estado pensando– ¡Ya llegue!

–¿De verdad? No me había dado cuenta –respondió con sarcasmo–. No es como si hubieras gritado ni nada.

–Awww no te enojes, corazón –le dijo el Nahual quitándose la parte inferior de su máscara para mostrar su puchero–. Te había estado buscando.

–Estoy trabajando –le dijo mientras regresaba su mirada a las bodegas que estaba vigilando–. Vete.

–No quiero –pasó sus brazos alrededor del cuello del otro y enterrando su rostro en su cuello–. Vine a buscarte, podrías al menos apreciarlo.

–Sabías que tengo trabajo esta noche. Todo el mundo criminal lo sabe –puso los ojos en blanco.– Que la policía no lo sepa es una estupidez, tienen pésimos informantes.

–Bueno si hicieran bien su trabajo no sería necesario que tu estuvieras vigilando ¿o si? –le recalcó el Nahual sin separarse del héroe.

–Supongo que tienes razón. Solo me asombra lo inútiles que son –gruñó por la frustración.– Al menos en otras ciudades lo intentan, aquí parecen policías de caricatura.

–No te estreses –le pidió el mexicano trazando círculos en su pecho.– La transacción no será hasta dentro de una media hora ¿por qué no descansas?

–Porque pueden llegar temprano y yo debo estar preparado –respondió como si fuera lo más obvio del mundo mientras intentaba poner un poco de distancia entre ellos.– No es como si los criminales se rijan por un horario fijo.

–Bueno, pero puedes dejar de ver esa puerta como poseso –reclamó pegando su boca a su oído–. No es como si no los fueras escuchar llegar.

-Tú solo quieres que te preste atención –lo acusó picandole una costilla sacándole una risita al otro.

–¿Qué puedo decir? Mis intenciones han sido demasiado transparentes –aceptó el villano pegando más su cuerpo al del Lobo.– Por algo vine.

–Ya te dije que estoy trabajando.

–Y yo ya te dije que aún no van a llegar y quiero que me hagas caso –empezó a depositar besos en el cuello del héroe a modo de reproche.

–Eso no te va a funcionar y lo sabes –le aseguró a pesar de que su ritmo cardíaco se había acelerado un poco.

–¿No? –preguntó divertido porque podía ver el sonrojo en la piel de su cuello– ¿Qué tal si hago esto? –prosiguió a darle una mordida en el cuello.

–N-no –dijo Kyle en un intento casi bien disimulado de mantener su estoicismo.

–Vaya, si que eres un hueso duro de roer –reconoció Marco riéndose– ¿Y qué tal si hago esto? –dijo antes de llevar su mano a su entrepierna.

–¡ESO SÍ NO! –le gritó empujándolo lejos de él–. Ya sabes que no te puedes meter conmigo así cuando estoy vigilando.

Marco solo le dirigió una mirada molesta desde el piso. No se iba a disculpar por nada, cuando él quería atención la pedía y si no se la daban se encargaba de que se la dieran.

–Eres un amargado –le recriminó el mexicano con los brazos cruzados–. A veces no sé ni porqué me gustas.

–Si no te gusto, puedes irte otra vez con el Kitsune –respondió fríamente dándole la espalda.

–Ash, nunca me vas a perdonar que haya ido con él antes ¿verdad? –le dijo desde el piso sentado con piernas cruzadas–. Ya te dije que fue porque estaba más cerca.

–Eres un mentiroso, solo veniste porque te amenazó de muerte –rió un poco divertido de como lo había mandado a volar literalmente–. Aparte el Kitsune está enamorado del oficial que lo persigue.

–Espera ¡¿QUÉ?¡ –se levantó para acercarse al Lobo para verlo de cerca– ¿Estás bromeando, verdad?

–No, es bastante obvio –se encogió en hombros mientras se burlaba–. Cualquier persona con algo de cerebro se daría cuenta.

–Con razón me rechazó –susurró algo enojado, nunca se le ocurrió que fuera ignorado por otro hombre–. Igual yo estoy más guapo.

–Si tú lo dices –respondió encogiéndose en hombros.

–Admite que soy más guapo –le exigió colgándose de su espalda–. Dilo. Dilo. Dilo. Dilo. Dilo.

–Eres más guapo –aceptó.

Marco abrió los ojos con sorpresa, no pensó que de verdad lo fuera a admitir.

–Awww, sí me quieres –le dio un beso en su mejilla–. Yo sabía que aprecias que le he bajado a mi destrucción por ti.

–Asaltaste un McDonald's la semana pasada –le recordó a pesar de que pasó sus brazos por las piernas del Nahual para ayudarlo a sostener su peso–. No sé si eso cuenta como bajarle a tu desastre.

–¡Pero no destruí casi nada! –le recordó con orgullo.

–Hiciste explotar la máquina de refrescos, imbécil –aún recordaba el desastre que había insistido en quedarse a limpiar porque se sentía responsable, como si no tuviera suficiente de eso en el restaurante–. Sigo sin entender porqué lo hiciste.

–Pues tenía hambre y no traía dinero. Se me hizo más fácil que pasar al banco –confesó Marco como si eso tuviera algo de sentido.

–Realmente eres un idiota –dijo Kyle con un suspiro y tocándose la frente–. Para colmo esa comida te va a matar.

–Ay, mi Lobito se preocupa por mí –dijo legítimamente conmovido, porque tiene el poder de escuchar lo que le conviene, al tiempo que se acurrucó contra la curvatura del cuello del otro.

–Ya te dije que no me gusta que me digas así –le recriminó a pesar de que giró su cara en dirección del otro.

–Pues no sabemos quienes somos como civiles, corazón –le recordó con reproche–. Así que seguirás siendo mi Lobito.

Se quedaron unos minutos así, presentando una escena muy chistosa. El Nahual trepado en la espalda del Lobo Plateado siendo muy cariñoso mientras el otro lo cargaba estoicamente. Después de un rato el mexicano se empezó a aburrir por lo que empezó a toquetear de manera descarada al superhéroe. Primero empezó inocentemente por sus brazos, para luego pasar a su pecho y abdomen mientras se restregaba con su espalda porque no conoce de la vergüenza ni la decencia. Kyle simplemente se deshizo del abrazo en que lo tenía para volverlo a tirar.

–Ya te dije que te estés quieto –le advirtió apuntando con el dedo, su tono de voz dejando saber que era en serio.

–Perdón, me excité –dijo sin pena alguna.

–Si sigues así te voy a amarrar a la cama –se volteó para seguir vigilando. Esperaba que esto acabará pronto para poder irse a descansar.

–Oye, eso sí me podría gustar –comentó alegremente.

–Pero te voy a dejar amarrado ahí mientras salgo a patrullar –le dijo con seriedad–. A ver si así me dejas trabajar en paz.

–Te aprovechas de lo mucho que me gustas –reprochó el Nahual con un puchero que podría parecer inocente si no fuera por el contexto de la conversación.

–-Claro ¿por qué crees que me acuesto contigo? –le dijo con un claro tono de broma para que no se fuera a enojar–. Así mínimo se que no estás causando destrozos.

–Eres un descarado y un grosero –le pegó en la pierna con algo de fuerza para que supiera que sí estaba molesto.

–Lo dice el hombre que literalmente llegó a mi ciudad, hizo explotar varias cosas y me recibió ofreciendo sexo –le recordó la forma en que se habían conocido.

–Bueno quería dejar en claro mis intenciones –se encogió en hombros con una sonrisa traviesa–. No se me da ser sútil.

–Eres muchas cosas. Sútil no es una de ellas –le reconoció en un tono que traicionaba una pequeña sonrisa–. Literal me recibiste quitándote la camisa para seducirme.

–Así te gusto, no te hagas –le recordó con una sonrisa burlona.

–Tal vez –rayos, este hombre siempre lograba que bajara un poco su guardia.

–Hoy vienes muy sincero –comentó acercándose con pasos seductores.

–No te acostumbres, mañana vuelvo a ser el mismo de siempre –le advirtió.

–¿Mañana? –preguntó intrigado el Nahual– ¿Y hoy?

La única respuesta del Lobo fue tomarlo por su mentón para depositar un beso en sus labios. Sus besos eran como él, llenos de pasión y determinación con un leve toque de peligro. Marco intentó profundizarlo cuando escucho el sonido de las ruedas sobre el pavimento. Se separaron con el Nahual viéndolo con un leve enojo antes de que el héroe le dirigiera una última mirada antes de irse.

De la Cruz se quedó observando a su ¿pareja? Mientras este se enfrentaba a los narcotraficantes. Siempre era un placer verlo en acción, se movía a grandes velocidades y era despiadado a la hora de pelear. A diferencia de otros héroes él no tenía problemas con ser brutal y su manejo de armas blancas era impecable. Vio la forma eficiente a la que se enfrentaba contra esos hombres y sonrió.

Llevaba ya unos minutos el enfrentamiento cuando notó que se acercaban otros hombres por detrás del héroe. Seguramente alguien había alcanzado a pedir refuerzos. Espero a que el Lobo se diera cuenta de que iban detrás de él pero parecía estar ocupado enfrentándose a un sujeto que era más hábil en el enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Apenas lo pensó antes de acercarse y lanzar una pequeña cuenta que funcionaba como una bomba contenida.

Kyle se volteo para ver a varios sujetos incapacitados por la explosión. Terminó de lidiar con el tipo que le había estado dando problemas. Lanzó una de las bengalas que siempre cargaba que indicaba a la policía donde estaban los criminales. Porque él podía hacer muchas cosas pero no arrestarlo ni procesarlos y estos eran pasos necesarios para que no volvieran a las calles. Cuando dirigió su mirada hacia el techo donde esperaba ver al Nahual ya no encontraba ahí, pero sabía dónde encontrarlo.

La azotea de la Torre Rainier había sido testigo de más de un momento importante de su ¿relación? Fue el primer lugar donde hablaron realmente, el lugar donde Kyle decidió que la mejor forma de callarlo sería besarlo hasta que le dolieran los labios, donde siempre se veían antes de retirarse a un cuarto que habían encontrado como lugar de sus encuentros sexuales. Era lógico que ahí lo encontraría.

En un completo revés de hace un par de horas el Lobo Plateado llegó para encontrar al Nahual sentado y dándole la espalda.

–¿Por qué hiciste eso? –preguntó con seriedad

–¿Hice qué? –se podía hacer tonto durante unos segundos más, lo que fuera para evitar esta conversación.

–Intervenir –aclaró para que no le diera más vueltas–. Habíamos quedado en que tú nunca te meterías con lo que yo hago.

–En mi defensa, eso lo pediste para que no ayudará a ningún criminal –intentó defenderse–. Y he cumplido, nunca he hecho nada para evitar que pelees contra el crimen.

–Yo sé –suspiró sentándose al lado del otro–. Pero sigo sin entender por qué me ayudaste. Tú y yo sabemos que no eres ningún héroe.

–No lo soy –concedió simplemente–. No lo hice para evitar que se trafique esa droga, eso no me importa.

–Entonces ... –Kyle no sabía ni cómo formular la pregunta que tenía.

–Ay bueno. Supongo que no tiene mucho caso mentirte –dijo con algo de derrota–. Lo hice porque pensé que te podrían hacer daño y no iba a permitirlo.

–Yo...

–Tú me importas –por fin se dio la vuelta para encararlo–. Me importas mucho. Cuando te digo apodos cariñosos y cosas melosas no son solo para molestarte. Bueno sí me gusta molestarte, pero no son solo por eso. Son sinceros.

–Interviniste porque realmente te importo –repitió como si no estuviera entendiendo–. Para ti esto no es solo sexo.

–Ey, es mucho sexo –intento aligerar la situación sin éxito–. Pero sí –aceptó con un susurro.

Marco se quería hacer lo más pequeño posible para desaparecer pero no se dejaría intimidar. Le dirigió una mirada desafiante, listo para lo que fuera. Si ya no quería verlo porque había desarrollado sentimientos lo iba a tomar de frente, sin esconderse.

Lo que no se esperaba es que el Lobo llevara una mano a su máscara dándose un golpe a sí mismo en la frente para luego soltar una carcajada.

–Me lo hubieras dicho antes –le reprochó con un suspiro–. Eres realmente un idiota, Marco.

–Oye, no soy ... –pausó procesando lo que acaba de decir– ¿CÓMO SABES MI NOMBRE? ¿Sabes quién soy?

–Obviamente –le contestó y por el tono supo que le había puesto los ojos en blanco–. Y si piensas un poco, tú también sabrás quien soy. Te daré una pista: me odias con la fuerza de mil soles.

Esa frase bastó para que toda la información se acomodará en la cabeza de Marco. La actitud fría y de sabelotodo. La maestría con la que dominaba cualquier cuchillo. La forma exquisita de su cuerpo.

–¿¡KYLE¡? –preguntó sin poder creérselo– ¿De verdad eres tú?

–Claro –respondió con superioridad quitándose la máscara–. Pensé que nunca te darías cuenta.

–Estoy tratando de procesar que me he estado acostando con el chef que es mi jefe y siempre me hace quedarme tarde a limpiar –le dijo con enojo.

–Bueno, yo tuve que asimilar que el bartender que se la pasa jodiéndome todo el día es el mismo hombre del que me enamoré –contestó con simpleza mientras empujaba la máscara del otro para poder verlo sin barreras.

–¿Tú? –quería confirmar que había escuchado bien–. Tú estás...

–Enamorado de ti –completó con sinceridad–. Muy a mi pesar.

–Porque soy un villano –dedujo con algo de tristeza.

–Porque eres un idiota –negó Kyle tomándole la mano–. Tal vez haya héroes que tendrían problema con estar con un villano, pero yo no soy uno de ellos. Me gustas así como eres. Excepto cuando eres demasiado idiota.

–Tú me gustas como eres también –se acercó para pasar sus brazos alrededor del torso del otro–. Aunque seas un gruñón y perfeccionista que insiste en que al piso le falta que se vuelva a trapear.

Kyle volvió a usar la táctica infalible de besar a Marco para que se callara. Fue un beso tronado, con dientes y lengua pero con un claro cariño por detrás. Cariño que ambos iban a negar en público hasta que estuvieran listos para enfrentar lo serios que eran sus sentimientos. Eso no impidió que el mexicano le mordiera el labio inferior ni que el héroe enterrara sus dedos en el cabello del otro.

En unos minutos se irían a continuar con esto a un lugar más privado, pero escogieron quedarse un tiempo en ese momento. Saber que eres correspondido por quien creías que no sentía nada por ti se siente como la mayor victoria de la vida.

–Oye –dijo Marco sacando a Kyle de su estado de relajación–. Tú eres el Lobo Plateado.

–Aha –ya podía ver que iba a decir algo estúpido.

–Y yo soy el Nahual inspirado en una transformación a lobo –siguió con un brillo en los ojos.

-Sí...

–¡Es como si fuéramos una manada! –terminó su pensamiento subiendo los brazos–. Estamos hechos el uno para el otro.

–Olvida todo lo que dije, quiero el divorcio.

–¡OYE!






Hola! Hoy viene este pequeño one shot de estos dos idiotas que son bien divertidos. Esto no va a ser una historia mas larga como El Kitsune y el Policía, es probable que se quede solo con este capitulo o le escriba un poco más si me queda la inspiración. Espero que les haya gustado. Dibujos como siempre de Nagisa. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro