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De viejos y nuevos comienzos


Cuando Kyle hace un recuento de su relación con Marco, le queda claro que es una relación poco convencional. Y no solo lo es porque él es un héroe enmascarado que pelea contra el crimen y Marco es algo así como un agente del caos que leyó alguna vez una monografía sobre culturas prehispánicas. Hoy día su relación era una de respeto y amor, pero no siempre había sido así.

Le gustaría decir que la primera vez que vio a Marco había sido especial y que supo desde ese momento que sería alguien importante para él. La realidad fue que llegó a donde el moreno había hecho explotar un par de estatuas y los civiles ya se habían empezado a dispersar por temor. Había llegado más que listo para pelear, en su ciudad no había cabida para criminales locos.

Fue inesperado que el villano le sonriera con alegría y le dijera que estaba ahí para seducirlo y llenarlo de placer. Pensó que era simplemente una táctica de distracción y empezó a pelear con él. Bueno él peleó y Marco aprovechó para coquetear y tocarlo varias veces. Al final ese día el moreno se había ido riendo alegremente sin que lo pudiera atrapar pero sin más desastres. Solo le tomo un poco de investigación ver que venía de San Fransokyo y que el Kitsune lo había mandado a volar de manera literal.

Esperó en balde que no fuera a darle muchos problemas porque dicen que la esperanza muere al último.

Por varias semanas se enfrentó constantemente al Nahual sin poder evitar pensar que era mucho más problema que la mafia y que sus coqueteos eran solo una broma. Se dio cuenta que iba en serio la vez que se había empezado a desvestir en medio de enero en lo alto de un edificio para ponerse de nuevo su traje gritando por el frío. La risa que le causó le ganó un empujón enojado del mexicano. Esa vez había visto que el Nahual estaba en gran forma y si no hubiera sido responsable de la explosión de varios hidrantes de agua lo hubiera considerado con más seriedad.

Cuando Marco entró a trabajar como bartender a su restaurante le tomó 5 minutos darse cuenta que era el mismo sujeto. Era más claro que el agua. El moreno le intentó coquetear en el trabajo para probarle a los meseros que era irresistible, pero el chino solo lo rechazó para después dejarle la tarea de trapear el piso antes de cerrar. Se había ganado un poco de odio ese día pero la cara de Marco al rechazarlo había valido la pena.

Así siguieron por meses, con Marco coqueteandole como Lobo Plateado mientras él asiático lo rechazaba con y sin la máscara. Pero poco a poco al Nahual se le fueron acabando los piropos y empezó a llenar los silencios hablando de todo lo que le pasaba por la mente. Era inmensamente irritante pero Kyle se había empezado a acostumbrar y al menos así no tenía que preocuparse de que estuviera haciendo alguna travesura mientras oyera su voz cercana.

Una noche Kyle había estado en la azotea del edificio Rainer tratando de detectar crímenes con su sistema de audio vigilancia mientras el mexicano hablaba sin parar. Ni amenazas de golpearlo con fuerza lo habían parado y ya estaba desesperado.

-Callate o lárgate -le espetó ya molesto.

-Oblígame -le contestó de forma retadora.

El asiático hizo lo único que se le ocurrió.

Lo tomó con fuerza por los hombros para jalarlo hacia un beso pasional lleno de lengua y mordidas que hizo que les dolieran los labios. Lo azotó contra una de las paredes de la entrada de la azotea mientras él Nahual enterraba sus manos en el cabello del asiático. La situación escaló rápidamente con ambos peleando por descubrir partes del cuerpo del otro y usando tanto sus manos como sus bocas para causarse cuanto placer pudieran. El encuentro terminó con los dos colapsando contra una de las paredes después de llegar a sus respectivos orgasmos.

Después de eso Kyle decidió rentar un pequeño cuarto bajo un nombre falso en un edificio lejano a su departamento y al restaurante para asegurarse de que no pudiera ser rastreado a él. Era fácil meterse por la ventana a las altas horas de la noche. Era un pequeño lugar equipado con una cama y un baño en donde pudieran hacer lo que quisieran, siempre con las máscaras (y en su caso parte de su capucha) puestas para proteger sus identidades. Al principio Kyle no buscaba realmente una relación, solo una forma de liberar estrés. Con el mexicano encontró un arreglo que les funcionaba a los dos. El sexo era bueno, muy bueno. Tener a Marco sobre él montandolo mientras gemía sonoramente era un verdadero placer de ver, escuchar y sentir.

Y probablemente todo hubiera seguido como una relación de puro sexo si no hubiera sido porque también veía al mexicano en su trabajo diurno. Así descubrió que era una persona devastadoramente encantadora, guapo, juguetón y extrañamente siempre dispuesto a ayudar a la gente cercana si estaba a su alcance. Rápidamente se dió cuenta que si bien hacía una cantidad estúpida de desastres, nunca había un elemento malicioso detrás de sus acciones. Poco a poco y sin darse cuenta empezó a sentir un aprecio real por el mexicano. No impidió que lo siguiera molestando y asignándole la limpieza del restaurante, pero lo apreciaba.

Todo cambió el día que vio como uno de los clientes del bar no solo le regresaba los coqueteos tan practicados a Marco, si no que se ponía al tú por tú con él. No podía oírlos pero el chico le sonreía coquetamente mientras se acercaba cada vez más al mexicano. Marco parecía encantado de que alguien le llevara el juego con tanta naturalidad y su lenguaje corporal decía claramente que estaba abierto a una invitación. Su sonrisa mostraba el coqueto hoyuelo que tanto conocía y acercaba peligrosamente su cara a la del otro hombre. Cuando el sujeto le pasó un papel, Kyle supo que le había dado su número. Al chef se le revolvió el estómago.

Tenían una cita preestablecida en la Torre Rainer para después irse al cuarto que había rentado, pero ese día dudo seriamente en ir. Era probable que Marco hubiera decidido no aparecerse y en su lugar llamar al chico del bar para divertirse con él esa noche. Alguien a quien pudiera decirle su nombre real, alguien que pudiera ver sin máscara y que no pasará parte de su tiempo molestandolo nada más para verlo rabiar. Se sentiría muy estúpido de estar esperándolo a las altas horas de la noche si estaba con alguien más. No tenían nada formal que dijera que no podía irse con otra gente ni que le asegurara que no podían desaparecer fácilmente de la vida del otro. Pero aun así se puso su traje, su máscara y esperó con el corazón atorado en la garganta.

Ver a Marco llegar con el mismo entusiasmo de siempre lo dejó volver a respirar. Lo besó con pasión antes de ir hacia el cuarto. Ya en el lugar hizo algo que no había intentado con el mexicano. Marco parecía amar estar en control cuando tenían sexo y él se había dejado porque el mexicano era ridículamente bueno para ello. Pero ese día él quería tomar el control.

En lugar de dejar que Marco se colocara arriba como era su costumbre, él fue quien empujo al mexicano hacia la cama donde cayó con un sonido de sorpresa. Le fue quitando la ropa poco a poco, pasando su boca por la piel que iba descubriendo de una manera lenta y tortuosa que sacó un quejido por parte del moreno. Lo siguió provocando con caricias y mordidas que fueron sacando gemidos cada vez más fuertes de la boca del moreno. Se aseguró de pasar sus manos por ese punto en la espalda canela que le sacaba escalofríos. Le besó y mordió el cuello de la forma que sabía que le gustaba.

Fue bajando lentamente hacia el miembro del bartender dejando besos por sus abdomen e ingles. Lo metió a su boca para empezar a chuparlo enérgicamente, pasando su lengua por toda su extensión repetidas veces. Sintió como las manos del moreno se aferraron a su cabello con fuerza. Sabía perfectamente el ritmo que prendía al otro, que trucos usar con su lengua para sacarle gemidos.

Una vez convencido de que tenía a Marco completamente a su merced sacó el lubricante del buró junto con un condón.

-Déjame a mí -pidió Marco con algo de desesperación al estar desacostumbrado a tomar un rol sumiso. No recordaba la última vez que había dejado que otra persona se encargará de prepararlo y lo incomodaba mucho.

-Tranquilo, solo es algo nuevo -lo tranquilizó mientras metía y sacaba sus dedos con cuidado, asegurándose de que que estuviera listo para que no sintiera dolor.- No tienes nada que temer.

-Yo...- aun a través de la máscara podía ver cierta preocupación en sus ojos ámbar.

-Confía en mí un poco, ¿esta bien? Te prometo que si algo no te gusta solo tienes que decirlo y páramos -le dijo con una voz tranquilizadora.

Eso pareció ser suficiente para Marco, quien se relajó para dejar que el Lobo Plateado hiciera con él lo que quisiera. Kyle fue entrando poco a poco de manera tortuosa pero inmensamente placentera para el moreno. Empezó con estocadas cortas y gentiles para dejarlo acostumbrarse a la invasión a su cuerpo mientras el mexicano suspiraba quedamente.

Conforme fue sintiendo menos resistencia empezó a embestir cada vez más duro, enterrándose entre sus piernas. El chino puso las piernas del mexicano sobre sus hombros para encontrar el ángulo que creía que sería bueno para...

-¡AAAAAAH! ¡AAA-AHHH! -Marco estrujó las sábanas entre sus manos de tal forma que Kyle supo que había logrado su cometido.- ¡Vuelve a hacer eso! ¡No se como chingados lo tocaste pero mas te vale que lo vuelvas a hacer!

-Que exigente eres -dijo con una sonrisa de autosatisfacción mientras daba otra estocada que sacó un gemido sonoro de la boca del moreno-. Te ves muy bien debajo de mi.

-¡Ahh!-- ¡Uhhh! --Yo me-e veo bieeeen siempre -respondió intentando recuperar un poco del control que había perdido-. No tiene que ver contigo.

-No lo sé, te ves ¡aaah! muuuy bien gimiendo por miiii -pasó sus manos por su pecho para subir hacia su brazos y aprovechas para restringir sus muñecas sobre su cabeza-. ¿Te gusta todo lo que te estoy dando?

-¡Ahhh! Es una pregunta estúpida -Marco no le quería dar la satisfacción de saber que lo estaba volviendo loco de placer, pero no podía negar que le gustaba esta faceta dominante del Lobo-. Claro ¡Ah! ¡Aaahhh! Que me gusta.

-¿Cuánto te gusta? -dio una estocada que sabía que daba directamente con su próstata, sintiendo como su cuerpo temblaba.

-¡MUCHO! ¡AAAH! ¡ME ENCANTAS! -gimió dejándose llevar por todo lo que estaba sintiendo. Nadie se había preocupado por su placer de tal manera y estar a la merced del Lobo no hacia mas que excitarlo aun más. Sus pupilas se habían expandido al punto que el ámbar de sus ojos casi no se veía mientras su cuerpo se cubría de sudor.

Kyle sonrió de manera de depredadora por los gritos de Marco. Siguió embistiendo con fuerza mientras bajaba su boca hacia el cuello moreno. Le fue dejando marcas por todo el cuello, luego la clavícula y los hombros hasta que se aseguró de que quedará completamente marcado.

El orgasmo del mexicano lo golpeó de golpe, pasando como un temblor por todo su cuerpo desde la punta de sus dedos del pie hasta sus ojos que rodaron hacia atrás. Se dejó llevar por la ola de placer hasta caer rendido. Sintió como el héroe siguió entrando y saliendo de él un poco más, hasta que se vino dentro del condón con un fuerte quejido.

Se quedaron completamente rendidos envueltos en el cuerpo del otro, aspirando su olor y calor por unos segundos.

Finalmente Kyle salió de Marco para quitarse el condón y lanzarlo al bote que había cerca. Se dio unos segundos para recuperarse antes de empezar a limpiarse. Sintió la cabeza del mexicano caer sobre su hombro y volteó a verlo con curiosidad.

-Me gusta tu faceta dominante, lobito -le dijo con una sonrisa satisfecha-. Es bueno saber que debajo de todo tu control hay todo un animal.

Kyle lo vió con las cejas arqueadas por el extraño cumplido para empezar a pararse.

-Si quieres quédate la noche y yo me iré -le dijo sobre su hombro desde el baño, pensando en que seguro estaría cansado-. Puedes salir en la mañana sin problemas.

-Eres todo un caballero -respondió Marco acurrucadondose un poco en sí mismo mientras se le empezaban a cerrar los ojos.

Esa noche Kyle durmió en su cama con la satisfacción de saber que podía hacer que el mexicano gritara como fiera mientras el mexicano sonreía por la forma en que el Lobo lo había tratado.

Al día siguiente en el trabajo vio como Marco llegó cojeando con algo de incomodidad y usando una bufanda a pesar de que no estaba haciendo frío. Una idea traviesa se formó en su mente.

-De la Cruz. Ven acá -lo llamó con la voz que utilizaba para regañar a los meseros-. Sabes que no puedes modificar el uniforme, quítate la bufanda.

Marco lo miró con molestia para luego quitarse la prenda lentamente. A la luz del día podía ver que tal vez se le había pasado la mano un poco. En el momento solo había querido marcarlo para dificultar aunque fuera un poquito que se acostara con alguien más. Se había llenado de un sentimiento de posesividad y protección que en esos momentos no había querido analizar. Lo que no esperaba era que el mexicano pareciera que había sido atacado por una aspiradora.

-¿Que demonios te pasó? -preguntó alzando las cejas con fingida sorpresa.

-Nada -contestó desviando la mirada.

-No me digas que no es nada, también andas caminando raro -se le ocurrió que era una buena idea molestarlo un poco para sacarle algo de información-. Contesta la pregunta.

-Pues cogí y ya, no es nada del otro perro mundo -le contestó irritado cruzándose de brazos como un niño petulante.

-¿Pues a cuantos te cogiste para que te dejaran así? -tendió el anzuelo de su trampa.

-SOLO FUE CON UNA PERSONA, NO MAMES -le gritó Marco enrojecido. El sabia que tenia reputación de ser un promiscuo descarado pero aun asi le chocaba que asumieran cosas de él-. Es sobre calidad, no cantidad. Es algo que alguien tan frígido como tu no entendería.

Kyle rodó los ojos con desdén, aunque por dentro se estaba muriendo de la risa. Si tan solo Marco supiera que el "frígido" había sido el que lo había hecho gemir y gritar la noche anterior.

-Te has vuelto inmensamente predecible, enano -dijo con un gesto de impaciencia-. A nadie le interesa tu vida sexual.

-A todo mundo le interesa, porque es épica -regresó con arrogancia-. Sobre todo cuando tengo un pinche semental que me coge como los putos dioses.

Kyle casi se atraganta. Tosió levemente para ocultarlo.

-Bueno, no importa. Ve a que una de las chicas te presté maquillaje o algo, no puedes atender clientes viendote asi.

Resultó que varias de las meseras al parecer eran mágicas o algo así ya que con algo de base y polvo lograron ocultar todos los chupetones en el cuello del moreno sin mayores problemas. Lo que nadie le pudo quitar fue la forma en que estaba caminando. Tampoco le pudieron quitar a Kyle la pequeña sonrisa de satisfacción que se asentó en su cara.

Fue así como la relación de ambos pasó a tener una nueva dimensión. El chef descubriría esto mucho después pero fue por ese tiempo que Marco empezó a darse cuenta que el Lobo Plateado no solo era una aventura. El mexicano sabía que le gustaba el héroe pero fue por ese tiempo que se empezó a enamorar de él. Sin querer había caído por el sujeto de ademán frío que usaba sus noches para proteger a los inocentes de la ciudad bajo las medidas que fueran necesarias. La pasión con la que peleaba contra el crimen lo asombraba y lo atraía como pocas cosas en su vida. Las mariposas que sentía en el estómago solo de verlo le confirmaron que lo que sentía por él se había transmutado de atracción a ...amor.

Decidió guardarlo para sí mismo cuánto tiempo pudiera, con el temor de que quien él consideraba su lobito no le correspondiera. Después de todo era un villano bastante caótico, no estaba seguro que la moralidad gris del Lobo llegarás más allá de tener sexo con él.

Por su lado Kyle tardó más tiempo en procesar sus sentimientos. No era alguien muy efusivo ni con grandes necesidades emocionales. Estaba acostumbrado a tener pocos amigos y nunca se había enamorado de nadie. En su mente los celos que se asentaban en su pecho cuando alguien coqueteaba seriamente con Marco y las cogidas posesivas y pasionales que le daba cuando esto pasaba eran más que nada un tema de...¿competencia? ¿no querer perder a su algo con beneficios? Por el momento no lo racionalizó bien ni quiso buscarle más.

En otra ocasión que fue memorable antes de revelar sus identidad y empezar en forma su relación, fue la única vez que Kyle regresó los coqueteos de Marco como juego y terminó en una situación...peculiar.

Había sido una noche muy lenta en el restaurante, al punto que el dueño había mandado a casi todos a casa. Pero como era un desgraciado decidió que Kyle y Marco se quedarán por si alguien llegaba. Kyle solo quería largarse a dormir un rato antes de salir a patrullar, mientras que Marco estaba desesperado de estar encerrado sin nada que hacer.

-Kyyyyyle -lo llamó el mexicano desde la barra donde estaba acostado dramáticamente-. Ya vamonoooos. Nadie va a perras llegar.

-Todavía nos tenemos que quedar otra hora -le dijo encogiéndose en hombros.

-Pero no hay nada que hacer. Hace demasiado frío afuera para que alguien salga a la calle y ya es bien tarde -golpeó sus manos contra la barra a modo de berrinche-. Si nos vamos ahorramos luz y yo no moriré de aburrimiento.

-No voy a arriesgarme con el dueño por tu berrinche, De la Cruz.

-Al menos entretenme un ratito -se quejó con un puchero que lo hacía verse un poco ridículo pero Kyle no podía negar que era endemoniadamente sexy-. Cuéntame algo.

-No.

-Ándale. Cuéntame no se...de tu primera vez -pidió coquetamente-. Con quién fue, donde, como estuvo.

-No.

-Andale, prometo no burlarme de ti si fue malo o vergonzoso.

-Ya te dije que no -lo vio con irritación, sobre todo sabiendo que era probable que lo viera en la noche patrullando.

-Bueno, entonces dime qué es lo que te gusta en una persona -se bajó de la barra con toda la intención de seguir su interrogatorio con tal de entretenerse-. ¿Te gustan hombres o mujeres? ¿O los dos? ¿Rubios, morenos o no te importa? ¿Prefieres altos o bajitos?

-No te voy a contestar eso -por supuesto que no le iba a decir que le gustaban morenos, chaparritos, mexicanos e irritantes-. No es de tu incumbencia.

-Mmm que aburrido eres. Es una pena -le reprochó acercándose un poco más a donde estaba recargado contra una pared-. No eres feo y sabes cocinar, seguro hay quienes les gustas. Deberías acostarte con alguien para que se te quite lo aguafiestas.

-Soy un gran partido y lo sabes, enano -regresó el chef con altanería-. Pero tengo estándares.

-Uy, el Dragón de las Cacerolas tiene estándares -lo llamó por el apodo que todos le decían a sus espaldas pero que el mexicano usaba para joderlo-. Seguro es algo raro como que sepan cuando la carne esta lista sin ver y conocer las mil especias que tienes por ahí.

-De hecho no. No tiene nada que ver con la comida -aceptó Kyle ya cansado de desviar la conversación-. Tiene que ver con la personalidad, con la forma de ser de la persona.

-Ohh vamos avanzando -sonrió con triunfo al haber-. Te podemos encontrar a alguien que te guste. Solo dime que estás buscando. ¿Callado y serio como tu? ¿Extrovertido? ¿Tímido e inocente?

-No necesito ayuda para conseguir a alguien que me guste -levantó la ceja con incredulidad.

-Vamos, yo te ayudo a lo que quieras -le insistió-. Todo con tal de que no seas un amargado.

-Que no, ya déjame en paz.

-Bueno en lo que encuentras a alguien yo te puedo distraer ahorita -le dijo con el mismo coqueteo que utilizaba siempre-. ¿Quieres sentir la pasión de un guerrero azteca?

*Nota: Marco es más chicano que los burritos y solo se leyó una monografía toda meca de la cultura mesoamericana y por lo tanto no sabe que son mexicas.

-Como si pudieras contra mí -le regresó con facilidad para detenerse por su error. Ooops, se había acostumbrado a regresar un poco las provocaciones del Nahual y se le había salido sin querer. Bueno, ya que lo había hecho más le valía jugar bien sus cartas-. Mi gente sobrevivió miles de invasiones e inventó la pólvora. Si algo somos es creativos y duraderos.

-Pero fuimos los mexicanos fuimos los que le pusimos el color para los fuegos artificiales -respondió sorprendido. Llevaba meses lanzando insinuaciones que solo le ganaban negativas o miradas asesinas y no se esperaba que Kyle le siguiera el juego. Se le acercó un poquito más-. ¿Quieres que te haga ver fuegos artificiales, dragoncito?

-Yo sería el que te haría verlos -contestó con seguridad aunque por dentro pensó que ya estaba cruzando una línea. No tenía la intención de fajar ni cogerse a Marco sin máscara sabiendo que seguramente lo reconocería. Tendría que ser muy idiota para intentar hacer eso. Pero no se iba a dejar ganar, no señor-. No podrías conmigo.

-¿Quieres apostar? -Marco preguntó con una seguridad que no sentía. No tenía ninguna exclusividad con el Lobo Plateado pero tampoco quería acostarse con nadie más. Pero estaba seguro que Kyle solo estaba molestando y que no le iba a cumplir nada-. Acércate y inténtalo.

Kyle se acercó contra todo instinto en su cuerpo que le decía que era una mala idea. Marco levantó su brazo lentamente para ponerlo en la cadera del chef, quien se tensó por el tacto. Después subió su otra mano hacia la cara del asiático, acercando un poco más. Ambos querían echarse para atrás pero eran demasiado necios.

Kyle fue el que se alejó de Marco saltando como si lo hubieran quemado. Ningún estúpido desafió valía el riesgo de revelar su identidad. Ni tal vez perder al mexicano que lo volvía loco.

-Ya te puedes ir -le dijo tomando distancia y retrocediendo hacia la cocina-. Yo cierro.

Marco se fue con la satisfacción de haber ganado el juego. Kyle se fue con la certeza de que había algo más ahí que lo que había querido ver. 

Después de esa vez Marco se había encargado de decirle a todo el personal del restaurante que Kyle estaba urgido de ayuda para acostarse con alguien para que se le quitara lo amargado. A los meseros en particular les hacía mucha gracia pero a todos dentro de la cocina les causaba horror siquiera pensar en reírse de los comentarios de Marco.

-Les digo que solo es cuestión de llevar al Dragón a un bar para que se ligue a alguien y con eso ya va a dejar de ser tan castrante -les insistía a los meseros a la hora del cierre-. Con un poco de mi ayuda cae cualquiera.

-Estas asumiendo que accedería a ir a un bar contigo en primer lugar -le contestó John-. Lo solíamos invitar a salir con nosotros pero nos ha rechazado tantas veces que ya preferimos ni mencionarlo.

-Solo es cuestión de convencerlo -movió su mavo en un gesto despreocupado-. Seguro hasta el necesita divertirse de vez en cuando.

-Tal vez si vamos todos no podrá resistir la presión social -comentó Alex.

-A huevo, vamos a preguntarle todos.

-No.

-Vamos, nunca sales con nosotros -se quejó Marco haciendo berrinche, sobre todo porque los demás se habían rajado a la mera hora-. Es malo para nuestro ambiente de trabajo.

-En teoría soy su jefe y estaría mal que saliera a beber con ustedes -contestó cruzando los brazos con seriedad-. Es poco profesional.

-Andaleeee, no te estoy pidiendo que te emborraches como universitaria en Spring Break -el mexicano puso un puchero que se le hizo estúpidamente adorable a Kyle-. Sal con nosotros para relajarte y dejes de ser tan amargado.

-No me vas a convencer insultándome ¿sabes? -se dio la vuelta para seguir acomodando sus utensilios en la cocina.

-Vamos, ¿cuándo fue la última vez que saliste a divertirte? -le preguntó insistiendo más-. ¿O saliste a ligar?

Kyle consideró para sus adentros si sus encuentros con Marco podían ser consideradas como salidas a divertirse o ligar. Probablemente no en un sentido tradicional. No es que no le gustará salir a tomar, simplemente no le interesaba tanto como su trabajo de héroe.

-Kyle, seamos sinceros. Eres un adicto al trabajo de lo peor. Necesitas aunque salir aunque sea de vez en cuando para que no te de un pinche infarto.

-Agh está bien -aceptó el chef lanzando los brazos al aire con molestia-. Iré con ustedes, pero voy a tomar poco y me voy a ir después de dos horas.

-Siiiii -el mexicano levantó los brazos en señal de victoria y dio un pequeño salto-. Y te voy a enseñar a ligar.

-No necesito ayuda.

-Ohhh, vaya que la necesitas -dijo sacándole la lengua-. Con esos modos seguro no pescas ni un resfriado.

Resultó ser que el condenado de Kyle no necesitaba de nada de ayuda para obtener atención de hombres y mujeres. Todos y cada uno de los meseros (Marco incluido) sabían a un nivel intelectual que el chef era un hombre bastante apuesto pero cuando se la pasaba gritándote o regañandote día tras día lo dejaban de notar. Pero ese no era el caso para la clientela del bar a donde fueron que recibió el regalo de ver al asiático usando su chamarra de piel negra y sus jeans entubados.

Tanto hombres como mujeres le cayeron encima, le invitaban tragos y le coqueteaban de maneras sutiles al principio que se fueron volviendo más descaradas conforme fue pasando el tiempo. Kyle simplemente se los aceptaba con amabilidad y ocasionalmente les daba pequeños movimientos con la cabeza o minúsculas sonrisas.

Marco y sus demás acompañantes estaban que no se lo podían creer. El mexicano en particular estaba asombrado de que le fuera tan fácil regresar los coqueteos y lo atractivas que eran las personas que se le estaban aventando. No es que a él no le estuvieran tirando los perros ni que se hubiera vuelto invisible, solo no daba crédito a lo aparentemente bueno que era el chef amargado para ligar.

En particular le llamó la atención cuando una chica lo sacó a bailar y Kyle no solo accedió si no que bailó con bastante destreza. Podía ver que estaban platicando al susurrarse cosas en el oído del otro y la manera en que la muchacha lanzaba su cabeza para atrás le indicaba que estaba riendo.

WTF. Kyle no era chistoso, era un sujeto gruñón sin sentido del humor al que solo le interesaba trabajar en el restaurante y hacer su vida miserable. No había nada en este mundo que pudiera decir el chef que hiciera reír a esa chica tanto. Pero se iba a tener que dejar de preocupar de eso para empezar a rechazar a sus respectivos ligues. Él en realidad no había ido a buscar nada más que un momento de esparcimiento y no tenía interés en nadie de ahí. Le era muy fiel a su Lobito aun si no sabía donde estaba en estos momentos.

El mexicano suspiro. A veces deseaba con todas sus fuerzas quitarse la máscara para presentarse como era realmente para poder tener algo más formal y real con el Lobo que le había robado el corazón. Pero dudaba que la idea le fuera a gustar al héroe y no se iba a arriesgar a perderlo.

Mientras Marco tenía su pequeña crisis existencial, Kyle se la había estado contándole a la chica con la que bailaba que le gustaba muchísimo el moreno y que le gustaría confundirlo porque pensaba que no podía ligar solo. A la chica se le hizo muy divertida la idea y se había estado riendo de las anécdotas que Kyle le contaba de las ocurrencias de Marco.

El mexicano no tenía porque saber eso.

Cuando pasaron dos horas exactamente de que habían llegado, el chef se separó de la chica para darle las gracias y decirle adiós. La bella mujer le guiñó el ojo y le dio un pequeño papel con su número. Kyle ya se dirigía a la puerta cuando vio a Marco rechazar a su último ligue.

-Ya me voy -le dijo en la barra.

-¿No te vas a ir a divertir con la señorita? -le preguntó el mexicano confundido.

-Yo dije que solo me iba a quedar dos horas y ya pasó ese tiempo.

-Ah, ya veo -le contestó algo taciturno. Se había quedado pensando en su Lobo y el alcohol que había consumido le había dado un bajón enorme en su ánimo.

-¿Se van a quedar mucho tiempo? -preguntó como no queriendo la cosa-. Recuerden que mañana tienen que trabajar.

Ambos vieron que el resto de los meseros estaban tomando y bailando alegremente, pero ninguno presentaba señales de estar perdiendo el control.

-Creo que ellos se van a quedar -comentó el mexicano viendo como que se estaban divirtiendo-. Pero creo que yo ya me voy.

-Te llevo -las palabras salieron de la boca de Kyle antes de que pudiera pararlas. Lo había dicho en automático aunque no podía negar que a pesar de lo mucho que se quejaba de él, le gustaría pasar un tiempo con el moreno.

-No, gracias -no se sentía con ganas de lidiar con la personalidad agria del chino.

-Vamos, aunque sea te acerco a tu casa -insistió Kyle.

Marco lo consideró unos segundos. No tenía ganas de andar buscando transporte público y en la moto que manejaba el chef había pocas posibilidades de hablar.

-Esta bien, gracias.

Salieron a donde había dejado estacionada su motocicleta el chino, quien le dio a Marco el casco extra que solía cargar por sí lo necesitaba. El moreno le dio su dirección e indicaciones generales de como llegar.

El paseo en la moto fue relativamente tranquilo por fuera pero por dentro cada uno de ellos venía pensando en su tumulto interno. Marco venía pensando en su Lobito y lo mucho que quería estar con él, sin máscaras ni identidades secretas. Preferiría estar yendo a su lado en lugar de venir en la moto del baboso de Kyle. El chef por su parte estaba extremadamente consciente del calor del cuerpo de Marco contra el suyo y no pudo evitar desear poder pasear así con él del diario en lugar de andar saltando por los distintos techos de la ciudad a escondidas.

Por fin habían llegado al departamento del Marco, quien se bajó y le agradeció el aventón.

Con el cabello arrebolado por el casco, la luz de la luna y con una mirada melancólica en su rostro a Kyle le pareció la persona mas hermosa del mundo. Deseo poder quitarse el casco para depositar un beso en sus labios. El pensamiento lo detuvo e hizo que su corazón resonará en sus oídos. El no pensaba ese tipo de cosas de nadie. No era poético ni sobre preocupado por las cosas hermosas. Pero Marco había despertado sin querer algo dentro de él. Se sonrojó al darse cuenta que entre tanta cogida, chistes malos, pláticas y demás se había enamorado de él.

-Oye Dragón de las Cacerolas, agarra tu casco -lo interrumpió el moreno sosteniéndolo-. Se me va a caer el brazo de sostenerlo.

Ah claro, en la vida real no podía simplemente espetarle a este hombre que sentía algo por él. Tenía una identidad secreta en la cual pensar. Aparte no creía que sus sentimientos fueran bienvenidos, sobre todo porque sus burlas y órdenes en el restaurante le habían ganado el desdén del mexicano.

Tomó el casco y se bajó de la moto para guardarlo. Por instinto le re acomodó el cabello al mexicano para que no estuviera tan despeinado. El moreno lo vio extrañado por el gesto cariñoso.

-Perdón, es que parecías perro despeinado -soltó intentando justificarse.

-Culero, yo no te digo nada de tu mata toda desgreñada -le contestó.

-Bueno, nos vemos mañana -se despidió acelerando para irse corriendo a pensar qué demonios iba a hacer con esta revelación.

Algunos meses después se enteraría que Marco sentía lo mismo por él y empezarían la mejor relación que había tenido en toda su vida. Con sus altos y bajos, pero siempre sabiendo que se amaban el uno al otro.

Era así como se encontraba ahora en su fiesta del compromiso con el hombre que en unos meses se volvería su esposo.

-¿En qué piensas, cariño? -le preguntó Marco acercándose a él-. No puedes andar de huraño en nuestra fiesta de compromiso.

-En ti -confesó Kyle tomando su mano para depositar un beso en ella-. En nosotros.

-Bueno puedes seguir pensando en nosotros por acá, a mi lado -le contestó con una sonrisa jalándolo hacia los invitados.

-¿A tu lado? -inquirió como si realmente se lo estuviera preguntando-. Así voy a donde sea. 



Hola! Antier (?) terminé el fic del Kitsune y me acordé que también tenia planes para hacerle otro capítulo a este fic Markyle.  Fui a mis borradores  y me lleve una gran sorpresa de que tenia el capítulo casi terminado y solo le hacían falta unos detalles.  Así que así se los traigo. Y de manera oficial no tengo ningún fic pendiente que le deba una especie de fin. Espero sacar pronto otro que tengo planeado, así que esperen eso en algún punto.

Gracias por leer!

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