Anidamiento Navideño
Una de las cosas que más le gustan a Marco es ver a Kyle mientras duerme. Normalmente es un hombre bastante estoico y frío, pero al dormir parece bajar su guardia. Su rostro se vuelve mucho más vulnerable, dejando que el ceño fruncido desaparezca y la línea de su boca se suaviza.
En alguna ocasión Kyle le dijo que no le gustaba dormir con gente cerca porque lo hacía sentirse desprotegido, consecuencia de haber crecido en un orfanato donde el abuso era relativamente común. Después de confesarle esto se había dado la vuelta en la cama para dormir al lado de Marco. Sabía que era su forma de demostrarle cariño, de hacerlo sentir especial.
El mexicano pudo haberse quedado toda la noche viéndolo dormir.
El problema es que tiene la mirada muy pesada. Kyle entre abrió lo ojos para ver a su pareja observando con una pregunta pintada en el rostro.
-¿Qué quieres? -preguntó molesto por haber sido despertado.
-Bueno yo, te quería preguntar algo un poquito importante -contestó el moreno con un poco de nervios, lo cual llamó la atención del mayor.
-Pues pregunta para que pueda volverme a dormir.
-Quería saber si vamos a trabajar en Navidad -sacó con algo de prisa.
-Ah, los meseros te mandaron a preguntar porque me tienen miedo ¿cierto? -sonrió de lado. Le divertía el pavor que le tenían los demás trabajadores del restaurante, al punto de mandar a la única persona que no se encogía cuando lo fulminaba con la mirada.
-Nooooo, ¿cómo crees? -el mitad chino solo encarcó la ceja-. Bueno, sí. Quieren saber para poder hacer planes con sus familias.
-Diles que no se preocupen, este año no vamos a trabajar -dijo acurrucándose contra Marco para intentar volver a dormir.
-¿Y eso? -preguntó intrigado. El dueño del restaurante normalmente se rehusaba a cerrarlo si podía evitarlo.
-Se pierde mucho dinero, la mayoría de la gente come en sus casas y los que no prefieren ir a restaurantes chinos -explicó con la paciencia que le quedaba-. Ya lo hemos intentado y nada más se pierde dinero porque hay que pagar sueldos triples.
-Que bueno que podremos descansar -empezó a acariciar los cabellos del otro para ayudarlo a dormir- ¿Tienes planes para ese día?
El corazón de Kyle se saltó un latido.
-No tengo familia con quien pasarla, si eso es lo que preguntas -dijo mientras enterraba su cara en el pecho de Marco- ¿Tú irás a pasarla con la tuya?
-Viven muy lejos y no tengo dinero -contestó con un tono despreocupado. Kyle no tenía porque saber que podría juntar ese dinero sin tanto problema pero que quería pasarla con él. Ni tenía que saber la ilusión que sentía o lo mucho que amaba la Navidad. Aún no al menos-. Pensé que podríamos pasarla juntos.
-Está bien por mí. Pero ya duérmete -dijo Kyle antes de quedarse dormido con una leve sonrisa jugando en sus labios.
Por supuesto que el asiático se arrepintió de su felicidad prematura tres días después, cuando Marco llegó a su departamento con una caja llena de adornos navideños y un árbol de Navidad que dudaba que fuera a pasar por la puerta.
-No.
-¡Pero ya va a ser Navidad! -protestó Marco por tercera vez- ¡Necesitas un árbol!
-No necesito nada, ni siquiera soy religioso -aseveró Kyle frunciendo el ceño y cruzando los brazos..
-No te estoy pidiendo que pongas un nacimiento, sólo un árbol y unas decoraciones para que el departamento se vea festivo -insistió pasando del lado de Kyle para dejar todo en la sala-. No te cuesta nada, ni me tienes que ayudar.
-Mejor ponlo en tu departamento -dijo a pesar de que estaba moviendo los muebles para hacer espacio para el árbol.
-Mi departamento está decorado desde hace un buen -contestó sacando las luces, las esferas y demás decoraciones-. Además asumo que pasaremos la Navidad aquí y me rehusó a que no tengamos decoraciones.
-Claro que la vamos a pasar aquí -dijo Kyle rodando los ojos mientras colocaba el árbol sobre la cruceta-. Me rehusó a cocinar en tu cocina, es demasiado pequeña y yo no puedo trabajar así.
-Entonces voy a decorar como se me dé la gana y te va a gustar -Marco empezó a desenredar las series de luces navideñas- ¿Planeas salir a patrullar hoy?
-Sabes que los asaltos suben mucho en esta época del año -dijo encogiéndose en hombros. Esperaba que Marco le hiciera un poco de drama porque a pesar de que decía que no tenía que ayudar, ambos sabían que iba a acabar colgando todo lo que tuviera que estar en lo alto porque su mexicano era chaparro.
-Supuse que dirías eso -el latino bajo la mirada con algo de decepción.
-Pero puedo ayudarte con las luces un rato antes de salir -dijo sentándose al lado del mexicano para empezar a deshacer los nudos. Ahí va el pendejo a hacer lo que no quería, todo porque no quería que su novio se pusiera triste.
-Gracias, Lobito -el mexicano depositó un beso en su mejilla antes de seguir con su labor.
Unos minutos después Kyle saldría a patrullar la ciudad para proteger a las personas de que les robaran su bono de fin de año. Esa noche detuvo un total de 58 robos. Los asaltantes nunca supieron porque tenía brillo y muérdago pegados a su capa.
Con el mes de diciembre recién iniciado tanto Marco como Kyle tuvieron una revelación muy importante: no tenían ni la más mínima idea de que regalarle al otro para Navidad. El mexicano llevaba dos horas escribiendo ideas que no le estaban sirviendo de nada. Su lista se veía así:
Regalo de Navidad para Kyle
Yo desnudo. Descartado porque ya lo tenía todo el año.
Unos cuchillos. Ya tenía un chingo y Marco no sabía ni madres de esas cosas.
Un suéter. La verdad se le veía mucho mejor su chamarra de piel y dudaba que se lo fuera a poner.
Las cabezas de todos los criminales de la ciudad. En teoría podría hacerlo pero sería una masacre y seguro Kyle se iba a enojar
Y hasta ahí se había quedado con sus ideas. Era difícil comprarle algo a una persona que más que nada era práctica y que prefería vivir un estilo de vida muy minimalista. Sabía que Kyle le agradecería cualquier regalo, pero quería darle algo que le demostrara lo importante que era para él. Se dirigió hacia el centro comercial más cercano, al menos para ver si lograba obtener una idea más creativa que una tarjeta de regalo de Starbucks.
Del otro lado de la ciudad Kyle pensó rápidamente en que podría ser un buen regalo para Marco. Decidió que iba a comprar unas esposas para restringirlo y pasar horas en la cama con él. Era un puto genio.
Aunque el restaurante en que trabajaban iba a estar cerrado durante Navidad, solía estar lleno durante toda la temporada de fiestas. La gente llegaba a gastar su bono, demostrar generosidad y a convivir con sus seres queridos. El lugar en sí era bastante elegante, con una decoración discreta y de buen gusto. Se dividía entre el fino comedor y el bar.
A pesar de que trabajaban en el mismo lugar, era raro que el héroe y el villano interactuaron durante las horas de servicio. Normalmente Kyle se encontraba en la cocina como el chef principal lidiando con las órdenes, mientras que Marco se encargaba del bar con su típico coqueteo. El japonés solo salía de la cocina si se pedía un servicio especial en que podían verlo preparar ciertos platillos. No le gustaba dar ese tipo de shows pero pagaba muy bien y era común que la gente los pidiera durante estos tiempos.
Salió con su estación de cocina móvil para comenzar a cocinar. Una mesa de 8 personas había pedido este espectáculo y sabía que le convenía hacerlo lo mejor posible. Además durante esta época las propinas solían subir y eso le convenía a todo el restaurante. Empezó a preparar todo con la eficacia y eficiencia que lo caracterizaba. Mientras trabajaba, ya fuera cocinando o peleando contra el crimen, no había nada que lo pudiera distraer. Bueno ...tal vez no algo pero si alguien.
Desde esta posición en el restaurante tenía una línea de vista semi directa hacia la barra del bar. Podía ver a Marco atendiendo clientes con sus típicos movimientos dramáticos a la hora de preparar tragos. Traía el traje con chaleco que era el uniforme de los barmans, pero por las festividades había cambiado su corbata negra a una verde bosque. Se veía devastadoramente guapo, sobre todo con esa sonrisa pícara que siempre tenía cuando estaba atendiendo. No era de a gratis que el bar haya subido tanto en ventas desde que el latino había llegado.
Siguió preparando la comida con cuidado, dándose el gusto de ver a su pareja de vez en cuando. La mesa de comensales parecía estar fascinada con su presentación a pesar de que en general Kyle se limitaba a movimientos eficientes en lugar de extravagantes. Le aplaudieron varias veces y lo felicitaron por su gran trabajo. Normalmente no era susceptible a los halagos, pero no podía negar que estaba orgulloso de su trabajo.
Por fin estaba llegando a la parte final del servicio, haciendo crepas flameadas como postre. Era un platillo que le gustaba mucho preparar y que le quedaba muy bien con facilidad. Sintió como el resto de los clientes se había detenido para ver como terminaba su preparación con un sentido de orgullo y satisfacción.
Aprovechó que estaba terminando de servir para voltear a ver al bar, para saber si Marco lo había visto. En su lugar lo encontró riendo alegremente con una de las chicas sentadas en la barra. El latino era un buen barman, no solo por su presentación o su habilidad para crear un espectáculo a partir del trago más sencillo, si no también por su capacidad de agradar y coquetear con cualquier persona.
Normalmente a Kyle no le molestaba en lo más mínimo. Era parte del trabajo y debía decir que el latino era muy bueno en ello. Confiaba plenamente en Marco, en que lo quería y en su compromiso con su relación. Tampoco es que pensara que lo iba a dejar por esa chica. Conocía muy bien al latino y sabía que era bueno para coquetear sin importancia pero era muy raro cuando alguien le interesaba de verdad.
Aun así le intrigaba qué podía tener tan interesante esa chica para mantener tan entretenido a Marco. Tal vez solo... le dolía un poquito que su presentación, que había logrado cautivar a todo el restaurante, no había sido suficiente para distraer a Marco de su papel de bartender seductor.
Cuando llegó a su departamento encontró a Marco colgando más luces, porque el cabrón había prometido que serían unas cuantas decoraciones y prosiguió a hacer que su sala pareciera una Navidad en drogas.
-¡Cariño! Que bueno que llegaste -dijo el latino dándose la vuelta, mostrando el suéter navideño más feo que había visto en su vida- ¿Podrías poner la estrella en el árbol? Al fin encontré una que me gusta pero no la puedo poner.
Kyle no podía creer que se haya encelado aunque fuera un poquito por este idiota. Por que eso era, un idiota que había invadido su departamento con tantas luces que su cuenta de electricidad iba a estar por las nubes. Podía tener toda la pinta de un seductor (y lo era, digo había empezado a coger con él cuando aún no se conocían bien) pero era un verdadero idiota. Y en serio ese suéter era horrible, alguien por favor dígale ¿por qué demonios se había preocupado de que este sujeto no estuviera tan interesado en él?
Pero aun así puso la estrella en la punta del árbol.
-Por cierto -le dijo Marco abrazándolo-. Fue genial como preparaste esa comida en el restaurante. Toda la gente en la barra estaba embobada viéndote.
Kyle se sonrojó. Un poquito.
-¿Me viste? -preguntó desviando la mirada para un lado.
-Claro que sí. Es imposible no verte cuando trabajas.
Kyle solo lo tomó entre sus brazos para besarlo apasionadamente antes de llevarlo al cuarto. Y si fue un poco más posesivo, un poco más brusco y un poco más duro de lo que era normalmente, bueno nadie podía culparlo.
El superhéroe debió saber que en esta época en que hay tantos asaltos, también había mucha gente desesperada. Padres que acababan de perder sus empleos cuando tenían que comprar regalos para sus hijos, gente con muchas deudas, personas que solo querían poder pasar la temporada navideña sin morir de hambre. La desesperación es inmensamente peligrosa, hace que la gente tome riesgos estúpidos.
Fue así como acabo con una gran herida en la cabeza causada después de frustrar un asalto. El sujeto había estado en medio de quitarle su dinero a una chica, su ademán nervioso y la forma inexperta en la que tenía agarrado el cuchillo delataba que nunca había hecho esto.
Para Kyle fue sencillo desarmarlo e incapacitarlo mientras la muchacha huía. Se le hizo fácil darse la vuelta para asegurarse que nada le pasara a la chica, por lo que no se dio cuenta cuando el asaltante tomó una botella para estrellarla contra el lado de su cabeza. Eso le dio tiempo para huir y dejar a Kyle lo suficientemente herido para acortar su patrullaje e ir a casa para atenderse.
En su departamento se encontró con Marco esperándolo dormido en la sala. El ruido que hizo para entrar fue suficiente para despertarlo e ir inmediatamente en su auxilio.
-¡¿Qué te pasó?! ¡¿Quién te hizo esto?! -su tono de voz delataba algo de histeria y miedo por la sangre que manchaba la capa. Ayudó al asiático a llegar al baño para poder limpiar su herida y ver que no necesitará atención médica. Siempre era difícil explicar en urgencias como se había lastimado sin que sospecharan.
-Fue un simple asaltante -contestó intentando calmarlo mientras se empezaba a limpiar la herida-. Lo subestimé y me pegó con una botella. La capa tomó la mayor parte del impacto, no te preocupes.
-¿¡Qué no me preocupe?! -gritó resistiendo el impulso de agitarlo, no le quería causar una contusión- ¡Estás sangrando!
-Se ve más aparatoso de lo que es.
-No me importa -espetó el latino empezando a tomar los vendoletes para cerrar las pequeñas heridas que se le habían formado en su cara- ¿Por qué no me llamaste para que fuera por ti?
-No cargo el teléfono cuando salgo, tú lo sabes.
-Deberías tener uno desechable si no quieres que te rastreen -insistió con preocupación-. Aunque sea para que sepa si estás herido.
-Perdón por preocuparte -el tono de Kyle revelaba un arrepentimiento real, por lo que Marco decidió dejar de regañarlo. El susto que le había metido fue horrible, pero más que nada había sido el temor de que le hubiera pasado algo realmente grave.
-Ten más cuidado -le dijo abrazándolo-. No sé qué haría si algo te pasará.
En ese instante ambos tuvieron una buena idea de que darle al otro por Navidad. Aparte de lo de las esposas porque esa idea seguía siendo genial.
El 24 de diciembre Kyle se la pasó preparando la cena desde la mañana. Marco le había contado de la cena navideña que hacían en su casa cuando era pequeño y se había dado a la tarea de recrearla con su talento de chef y una gran ayuda de Google. La mesa tambien le habia quedado muy bonita. Era raro ver su departamento tan festivo, nunca había festejado la Navidad con entusiasmo. Marco había llegado a llenar su vida de color, caos y dolores de cabeza; y no lo cambiaría por nada del mundo.
El mexicano entró por su cuenta al departamento, donde encontró al chef poniendo los últimos detalles de la noche.
-¿Qu-qué es todo esto? -preguntó como si dudara de sus ojos. Todas las decoraciones estaban prendidas, con el detalle agregado de que había una gran cena puesta de manera elegante sobre la mesa del comedor.
-Una cena tradicional mexicana navideña -contestó levantando la ceja como si fuera estúpido por no darse cuenta.
-Pero ¿cómo? ¿por qué? -se llevó la mano a la cara para contener su incredulidad. Sabía que Kyle era un gran cocinero, pero él esperaba una cena más americana y sencilla.
-Dijiste que extrañabas la cena de tu infancia -contestó encogiéndose en hombros-. No fue tan difícil.
-Pero...¿preparaste romeritos? -no podía creer lo que estaba viendo.
-Debo admitir que esos me costaron más trabajo de lo que pensé -admitió con un poco de renuencia-. No debería ser tan difícil preparar unas hierbas.
-Kyle, tú -se volteó a verlo con los ojos vidriosos y una gran sonrisa-. Tú sí me amas.
Kyle carraspeó con incomodidad. Ya le había dicho más de una vez lo que sentía por él, pero siempre se le había dificultado hablar de sus sentimientos. Era más fácil para él demostrar con acciones que con palabras. Pero tal vez era una de esas ocasiones en que tenía que esforzarse y salir de su zona de confort.
-Pensé que te había quedado claro -dijo haciendo el esfuerzo por verlo a los ojos.
-No, pero tú -se acercó a abrazarlo tan fuerte que Kyle creyó que le iba a romper una costilla-. Tú preparaste una comida que normalmente toma a 4 personas preparar. Que ni sabes si te va a gustar. Por mí.
-Soy un buen chef -dijo con un poco de prepotencia-. Seguro me va a gustar.
-Nunca nadie había hecho algo tan lindo por mí -confesó con sinceridad-. A lo más que habían llegado era ir ellos por los condones o pagarme el taxi a casa.
El corazón de Kyle se estrujó en su pecho.
-Que idiotas -le dió un beso para re asegurarle lo mucho que lo quería-. Ven vamos a cenar.
La cena había quedado deliciosa, porque Kyle era un maldito dios en la cocina. Una vez que tuvieron el estómago lleno fueron hacia la sala para intercambiar regalos. La caja que entregó el latino estaba extremadamente decorada, tan extravagante como él. Adentro había una serie de cuentas similares a las de Marco en su traje de Nahual que podían servir como bombas o veneno.
-No son iguales a las mías -explicó rápidamente-. Estas funcionan como sedantes o somníferos dependiendo del color. Las rojas atontan a las personas y las grises las ponen a dormir por completo. Sé que no te gusta lo destructivas que son mis bombas.
-Marco, no era necesario...
-Sí lo es -lo interrumpió con intensidad-. Quiero que estés protegido cuando sales. No siempre puedo estar contigo pero al menos así tendrás algo mío que te proteja. Si se te acaban te hago otras, solo dime un poco antes para hacerlas.
La mirada de ternura y el beso que le plantó Kyle fue suficiente agradecimiento.
-Este es tu regalo -dijo el asiático entregándole una pequeña cajita envuelta en un solo color.
Dentro de la caja se encontraba un collar con un pequeño dije de luna llena. Era precioso, delicado y absolutamente perfecto. El mexicano no tardó en colgarselo del cuello.
-Es parte de una pareja -se arremangó el suéter para mostrarle el brazalete que hacía juego con el collar-. Funcionan como unos pequeños comunicadores y GPS. Si alguno de los dos presiona el suyo se prenden. Si yo te necesito o tú a mí, podremos saberlo sin problemas.
-Pensé que no cargabas el celular por que creías que era peligroso que se te pudiera localizar.
-Confío en ti -le aseguró tomándole la mano-. Sé que no dejarías que cayera en las manos equivocadas.
Eso fue suficiente para que Marco se abalanzara sobre él para besarlo apasionadamente. Sus manos se enterraron en el cabello su pareja mientras sentía cómo lo tomaba por la cadera para acercarlo más. Kyle sintió como las piernas del mexicano lo rodeaban. Fue metiendo sus manos debajo del sueter (este no tan horrible) para empezar a tocar la piel que lo volvía loco.
Por su parte Marco empezó dejar besos y mordidas sobre el cuello de su pareja de la forma que sabía que sacarían suspiros y quejidos de su boca. Poco a poco fueron perdiendo la ropa, empezando por los suéteres y playeras que salieron volando y tiraron uno de los adornos que había puesto Marco.
-Oops -dijo al ver el desastre que se había hecho.
La mirada que compartieron dejó en claro que lidiarían con esto después de que terminarán con lo que estaban haciendo.
No pasó mucho tiempo para que terminaran completamente desnudos. Kyle fue dejando besos y mordidas sobre la piel canela de su novio, sacando pequeños suspiros y poniéndole la piel de gallina. Se veía hermoso iluminado por las luces navideñas del árbol, con el cabello todo revuelto y los labios hinchados por sus besos.
Lo tomó en su boca rápidamente, pasando su lengua por la punta para luego subir y bajar por toda su longitud. Repitió el movimiento varias veces al ritmo que sabía que que le gustaba al latino. Su recompensa fueron los eróticos sonidos que salían de los labios del otro.
-Maldición, Kyle -gimió Marco-. Me encantas.
El asiático acarició sus caderas para dejarle saber que lo había oído, siguiendo con su labor de darle todo el placer que pudiera. Supo cuando estaba muy cerca por la forma en que el mexicano empezó a jalar de su cabello de manera desesperada. Se separó de él para sacar la botella de lubricante que tenían en la sala para las veces en que ya no podían ni siquiera llegar al cuarto. Vertió mucho sobre sus dedos para empezar a introducirlo a la entrada de su pareja uno por uno, siempre teniendo cuidado de no lastimarlo.
-Vamos, vamos -pidió el moreno con impaciencia, ya le urgía tenerlo dentro.
-Eres demasiado impaciente -le dijo sacándole un gemido tocando su próstata-. No tenemos prisa.
-No es prisa -dijo con reclamo-. Solo te quiero ya.
-Desesperado -contestó Kyle besando su cuello mientras metía y sacaba sus dedos lentamente.
-Maldito -levantó la cadera para intentar aumentar un poco más el contacto.
-Idiota -dijo sacando sus dedos para empezar a alinearse con la entrada de su pareja. Entró poco a poco, deleitándose de lo cálido y apretado que era su novio.
Se tomó un segundo para dejar que se acostumbrara para luego empezar a embestir contra él en estocadas profundas. Marco subió su cadera de nuevo, facilitando la entrada y que empezara a tocar directamente su próstata. El sonido del golpe de la piel se mezcló con los quejidos y gemidos que salían de las bocas de ambos.
El mexicano había aprendido con Kyle a dejarse llevar por el chef, permitiendo que lo llevara al placer como él quisiera. Había tomado algo de tiempo que cediera el control al asiático, pero poco a poco se había puesto cómodo con la idea de ceder el control durante el sexo. Sabía que con su pareja no tenía que preocuparse de que su placer quedará en segundo plano, siempre procuraba por él.
Pero hoy quería volver a tomar las riendas, para demostrarle en serio cuánto lo amaba. La confianza que le tenía lo había conmovido, lo había hecho sentir tan amado y querido.
Se incorporó con cuidado, empujando a su pareja para recostarlo en el sillón y quedar encima. Kyle aprovechó para pasar sus manos por su cadera y cintura mientras Marco subía y bajaba sobre él. El mexicano aprovechó para unir sus labios en un beso apasionado, mordiéndole los labios y dejando que jugarán sus lenguas.
Siguieron así por varios minutos, tocándose y acariciándose hasta donde podían. Kyle fue sintiendo como se le iba acumulando calor en su vientre pero por la forma en que se movía su pareja sabía que faltaba poco también. Se acomodo para darle estocadas más fuertes que sabía que lo llevarían al orgasmo. Cuando llegó lo estrujo con tanta fuerza y con un gemido tan erótico que lo único que pudo hacer fue dejar que su propio placer lo sobrecogiera.
Terminaron sudados, cansados y muy felices abrazándose en el sillón.
-Esta es la mejor navidad que he tenido -le dijo Marco dándole un beso.
-Que bueno que te gustó -acarició su cabello con cariño, recordando algo de repente-. Por cierto, te tengo un segundo regalo.
-Ohh, ¿qué es? -preguntó con curiosidad.
-Unas esposas para usar en la cama.
-TE AMO.
Hola! Les traje un pequeño regalo navideño de mi parte y de @Nagisa_Plisetsky . Se que he andado mega desaparecida pero me comió viva el trabajo y la enfermedad. Se preguntaran porque no le hicimos un especial navideño al Kitsune y es simplemente porque varios capítulos ya están escritos (mas no editados) y no quería meterme con su cronología. En su lugar quise mejor hacer un fic de los Lobos todos ñoños y sexosos. Espero que les haya gustado.
Le hicieron cosas bonitas a este fic ❤️ Aquí las dejo.
De Sarita que me honra.
De Axu que le quedan genial las chicas.
Este me mató 😂 les juro que no fue a propósito que publicará después de Cempasuchitl pero al menos así hubo un curita a la herida de bala que salió ahí.
Feliz navidad! Y prospero año nuevo!
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