Aullándole a la luna
— ¿Y me citaste aquí para...?
El ambiente en la cafetería se llenó de ruido, tanto de las personas trabajando como de los otros clientes, el aroma inconfundible de café recién hecho se esparcía por el local, al igual que un aroma a pan. Yoko miraba a su amiga mientras tranza círculos en la superficie de su sangre mientras Enid miraba a través de la ventana, para después ver a su mejor amiga con una sonrisa.
— ¿Qué no puedo reunirme con mi mejor amiga? —cuestiona, haciéndose la desentendida.
—No creí que lo querías después de echarme de tu casa a escobazos —dice en un tono dramático—. Después de que te llevé a comer las mejores alitas del mundo —y se limpia una lágrima falsa.
Enid hizo todo lo posible por no lanzarse al otro lado de la mesa y estrangularla. Todavía resiente que tuvieran que haber quemado su sillón favorito porque Yoko vomitó en él y dejó manchas de salsa imposibles de quitar, aunado al hecho que Wednesday hizo limpieza profunda en la casa, usando salvia para espantar las energías residuales; sobraba decir que Yoko estaba prohibida a venir en una larga temporada. Respiró hondo, calmándose y le dio un trago a su bubble tea, masticando una de las burbujas de tapioca.
—Necesito tu ayuda —dijo, rompiendo el silencio, su voz cargada de nerviosismo.
—Suéltalo sin pena —responde Yoko de forma relajada, pero de inmediato se pone rígida, levantándose las gafas por un instante para verle—. No me digas... —respira profundo, mirándola con intensidad, como si lo hubiera descubierto haciendo una trastada—. Estás embarazada.
— ¿Qué? ¡No! —exclama, su tono volviendo agudo por un momento—. Aún no... —murmura.
—Oh, lástima, ya estaba pensando en el nombre del bebé si fuera una niña —se recuesta de la silla—. Se llamaría Lucia Fernanda y de cariño la llamaríamos Lucifer.
—Oh por la Luna, cállate y no me des ideas —toma una pausa y habla por fin del asunto principal—. Quiero pedirle a Wednesday que se case conmigo.
Silencio por breves instantes, hasta que Yoko lo rompe con una sonora carcajada.
—Ah... ¡Al fin! —grita, inclinándose hacia adelante con interés—. Enhorabuena, creí que seguirían en unión libre por el resto de la vida —recibió a cambio una mirada austera de Enid—. Digo, viven juntas, tienen trabajos estables, y estoy segura que si le dices a Addams para adoptar a un gato, ella aceptará.
Tiene un punto.
—En fin, ¿qué tienes pensado, loba? —se deja caer en la silla, luciendo aún más relajada que antes—. ¿Llevarla un mausoleo... Comprarle venenos... O hacerle un amarre?
Ante eso, Enid sacó su teléfono y abrió el bloc de notas, donde había anotado sus pensamientos e ideas de propuesta.
—Pensé en algunas opciones —dice—. La primera idea era llevarla al cementerio de Jericó, donde tuvimos nuestra segunda cita y proponerle matrimonio bajo la luna azul.
Yoko asintió, visualizando la escena en su mente—. Definitivamente tiene el ambiente, pero supongo que no te decidiste por esa —ella asiente en respuesta, a lo que Yoko se acomodó sus gafas—. ¿Cuál es tu siguiente idea?
Enid deslizó el dedo por la pantalla del teléfono y se lo enseñó a Yoko, mostrando ahora un dibujo esquemático de una cena a la luz de las velas.
—Otra opción es prepararle una cena con sus comidas favoritas en la Mansión Addams, como ella hizo por mí una vez en nuestro aniversario —deslizó para mostrar fotos de las comidas; Yoko se decidía si sentirse asqueada o preguntar "¿qué rayos?" a Enid—. Durante la cena, podría esconder el anillo en el postre y sorprenderla —explicó, sus ojos brillando con anticipación. Yoko sonrió, la idea sonaba bonita—. Ella se ahogaría con el anillo, yo le haría la maniobra heimlich para sacarlo y... ¡ta-dá! Una propuesta al borde de la muerte.
Yoko hizo una mueca ante el comentario final—. Ibas tan bien... Pero, bueno, lo Addams se te contagió —Enid se alzó de hombros, sonriendo—. ¿Y tu última opción es...?
—Bueno... quería hacer algo en mi forma de lobo, pero no sé si pueda —dice timorata. Yoko temió lo que pudiera ser—. He aprendido a controlar mejor al lobo, ¡pero a veces no quiere hacer caso! La última luna llena estuve persiguiendo mi propia cola —hace un puchero.
—Pero, ¿qué tienes en mente que es tan complicado? —cuestiona, arrugando las cejas.
—Cuando Wednesday y yo fuimos como novias oficiales a su casa, ella me llevó a conocer su cementerio, me mostró su mausoleo y cómo vamos a ser sepultadas juntas —relata, soñadora—. Tienen, además, un pantano y un bosque alrededor de la mansión y ¡en nuestra primera noche talló nuestras iniciales en uno de los árboles y cito: "nuestra marca es indeleble"! —continua—. Quiero hacer algo así para nuestro siguiente gran paso.
Yoko la miró como si estuviera loca.
—A ver si entendí, ¿quieres proponerle matrimonio tallando un arbol con tus garras mientras estás transformada? —Enid asintió efusivamente—. Sí. Ya eres una Addams, nomás te falta el apellido.
Enid suspiró, encantada.
—Como los locos que llevan un cuchillo a su primera cita —murmuró la vampira—. ¿Los de tu especie no cazan algo grande para sus parejas o algo así? —pregunta, antes de beber un sorbo de su sangre.
—Sí, pero eso lo quiero hacer en nuestra luna de miel, voy a...
—Mejor guárdate los detalles de eso, no quiero traumarme esta noche sobre el sexo fetichista que hacen Addams y tú —interrumpe. Enid estuvo a punto de replicarle por todos esos años que Yoko le contó de sus andadas con Divina—. ¿Por qué no le preguntas a su familia? —pero interrumpe con otra pregunta.
—Porque quiero que esto sea nuestro, no que se parezca a algo que ha hecho su familia... o sus padres —contiene el escalofrío.
Yoko se tomó un momento para procesar las opciones, barajeando las posibilidades.
—Bueno, lo primero tardará mucho, ¿cuándo es la próxima luna azul? —Enid se queda callada, sin saber qué responder—. Lo segundo, sí, a ella le encantará, pero tendrías que hablar con la familia y blah, blah, blah... Querrán involucrarse y te aseguro que ya tienen una apuesta armada para ver quien propone primero —prosigue—. Lo más seguro es la tercera. Solo tienes que ingeniártelas para convencerla de ir a casa de sus padres y, por ende, ir a ese bosque.
Enid piensa fríamente cómo va a realizarlo. Requerirá un par de meses para perfeccionarlo, para hacer que esa será la primera tarea del lobo apenas salga de su jaula de huesos y piel. Asiente para sí misma, convencida de su idea.
—Además, con lo rara qué es, por supuesto que va a amar ver tus garras —se burla, señalando la manicura de Enid, donde una de sus uñas está pintada de color negro—. Ambas son un par extraño, pero así las quiero.
Enid guarda su teléfono, dándole otro trago a su bubble tea.
— ¿Cuándo le vas a proponer? —le pregunta, su voz sonando curiosa.
—23 de noviembre, es luna llena.
—Y seguro no harán nada raro en ese bosque después de que le propongas —se ríe Yoko a carcajadas, pero Enid no respondió—. No harán nada raro en ese bosque, ¿verdad?
Una sonrisa peligrosa se formó en los labios de Enid—. No prometo nada.
Wednesday Addams será su esposa, ni la muerte las podrá separar.
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Convencer a Wednesday costó bastante, su amada novia (y futura esposa) no cedía ante nada, siquiera con los ojitos de cachorro de Enid; su excusa fue que ya habían visitado a sus padres hace menos de un mes, justo el límite que había establecido... Nada que Enid, con un relajante masaje en sus hombros adoloridos, su té de hojas de belladona y acariciarle el cabello con sus garras no pudieran hacerle cambiar de opinión. Y la promesa de acompañarla en su próxima investigación personal.
Arribaron al hogar de los Addams cerca de la tarde, Morticia lucía apenas sorprendida de verlas (como si ya tuviera el presentimiento de que vendrían), Gómez -por otro lado- corrió hacia Wednesday y ciñó en un apretado y constrictivo abrazo, exclamando cuánto había extrañado a su pequeña trampa mortal. Pugsley no estaba en la mansión, hace un tiempo que habían empezado un curso de montañismo y vendría después de diciembre , y la abuela Addams, como siempre, en centrada en sus pociones, teniendo bastantes encargos.
Enid no quería pensar en lo que hacían Gómez y Morticia a solas.
Se excusaron cerca de las siete, teniendo en cuenta el día que era. El bosque se cernía ante ellas como una entidad viva (y muy posiblemente lo esté), sus ramas retorcidas y nudosas formaban figuras sombrías, en algunos troncos podían verse caras afligidas, rostros de terror. Pequeños fuegos fatuos se iluminaban al caminar por la vieja senda, la luz de la luna llena se filtraba a duras penas entre los troncos antiguos, el aire estaba cargado de un olor húmedo y terroso, con un leve toque de lo inefable, Cada paso que daban, el crujido de las hojas secas bajo sus pies resonaba como un susurro de bienvenida.
En el suelo, las raíces sobresalían como garras, a medida que se adentraban más, la niebla se hizo más densa, envolviendo todo en un manto blanco y frío. De pronto, Wednesday se detuvo en seco, mirando al árbol más grande del claro, su madera húmeda pero bien preservada, las viejas "W + E" todavía talladas en ella.
— ¿Me has traído a revivir nuestras memorias, il mio angelo? —cuestiona con cierta nostalgia en su voz—. ¿Todavía recuerdas este dí...?
Las nubes se despejaron, la luna llena se alzaba alta en el cielo, su luz plateada bañando el claro del bosque. Las palabras de Wednesday son cortadas por el sonido claro de huesos astillándose, de ropa rompiéndose y un aullido sonoro. Eso explicaba por qué su amada Enid había decidido vestir sus ropas menos exuberantes, en cambio, vistió ropa modesta y reemplazable. Piel delicada convirtiéndose en pelaje áspero, una boca humana formándose en un hocico de lobo y ojos que, aunque con un brillo de inteligencia, todavía eran más animal que persona.
Su monstruo. Su bestia. Su gran amor.
La loba corre hacia ella, atajándola en un opresivo abrazo, una lengua áspera y húmeda lamiéndole la mejilla en un gesto cariñoso. Sus brazos se aferrando al cuello de su amada, una risa pequeña escapándose de su pecho, abriéndose paso desde su corazón negro.
—Tranquila, tranquila —le dice, el cariño, ese que rara vez muestra, se adueña de su voz, enrarece sus sentidos—. También te extrañé.
La loba se separa pronto de ella. Se pone en dos patas, de pie frente al árbol tallado, su hocico abierto como si estuviera riéndose. Wednesday observa a la loba con una intensidad gélida, sus ojos oscuros reflejando la luz pálida de la luna como pozos insondables.
Con sus garras afiladas, empezó a tallar cuidadosamente. El silencio se hizo presente, roto solo por el raspado de las garras sobre la madera, cada movimiento era preciso y delicada, contrario a su apariencia feroz. A medida que trabajaba, su respiración se volvió más pausada, su concentración total en la tarea: la imagen de un tosco corazón se fue delineando, sus líneas curvas, su forma características.
—Un corazón tallado con tus letales garras, querida, es lo más romántico que he visto —contempla Wednesday, un tenue rosa espolvoreado en sus mejillas.
Quizás Yoko tenía algo de razón, pero se guardaría eso para más tarde. El trabajo de Enid no estaba terminado. El corazón fue completado, sin embargo, con la uña de su dedo meñique empezó a tallar palabras en el interior del corazón.
¿Te
Wednesday da un paso hacia el frente.
casas
Sabe el rumbo de la pregunta, cada trazo cargado de una mezcla de nerviosismo y devoción.
conmigo?
Cuando Enid terminó, se giró para enfrentarla, retrocediendo para que Wednesday viera su obra, sus ojos lobunos brillantes a la espera, la mira como si estuviera pensando: "¿es un sí o un no?"
Wednesday, con su habitual compostura, se acercó al árbol, extiende una mano, su dedo índice detalla las letras talladas en la madera. Su mirada se suavizó por un instante, una rara sonrisa curvó sus labios y sus ojos oscuros reflejaron una emoción apenas contenida.
—Sí, Enid. Sí, acepto —tomó la cabeza de la loba entre sus manos, junta sus frentes—, no puedo imaginar a nadie más con quien compartir la eterna muerte, Enid Addams.
Enid Addams.
El corazón de Enid latió con fuerza, derribando a Wednesday al suelo terroso, entre la hojarasca muerta, cerniéndose sobre ella, mirándola como una loca.
Lo siguiente que se escuchó resonar en el bosque de los Addams fue el aullido de una loba enamorada, seguido del ruido entrecortado de la voz de Wednesday Addams.
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