En instante le puse un freno al levantar mi mano frente a su rostro, pues ya me veía  atropellado por tantas palabras sin sentido para mí en aquel momento. Además  aún desconocía el motivo de su visita.

—Deténgase un momento señorita. —le sugerí educadamente para así poder confirmar ante ella mi identidad—. Efectivamente soy Augusto Librón para servirle.

Desvíe la mirada hacía mi secretaria y le pedí que le consiguiera un vaso con agua para calmar un poco sus nervios. Segundos después y dos sorbo de agua volvió todo idóneo para dialogar. Así que libros a la obra, procedí a indagar que asuntos la había traído hasta mi agencia, ya que ni siquiera sabía dicho su nombre.

—¡Disculpe mi entrada! —titubeó sonrojada lo que acentuó más los hoyitos que adornaban sus mejillas.

—¡Que pena con usted y la señorita! —dijo, aunque a mi mente vino "señorita Mixhit, ni en mi sueños " en eso ella prosiguió.

—Mi nombre es Atenea Medina, viuda de Letrado —aclaró, posando sus manos sobre las mías por cierto, parecían que eran de terciopelo—. Estoy realmente desesperada. Usted representa mi última esperanza.

Superadas las primeras impresiones. La hermosa dama siguió con lo que la había traído hasta la agencia tan intempestivamente. Según su versión de la historia nos contó: Que fue la esposa de quien fuera en vida uno de los custodios de mayor renombre en Ciudad Intelectron, una de las ciudades más hermosas de la literatura y donde se encuentran las colecciones más importantes del mundo literario. Al morir de repente, su esposo, ya habían pasado siete meses, esto trajo como efecto inmediato que los libros que estaban a su cargo fuesen entregados a otro custodio. Sin embargo, al parecer —nunca doy nada por cierto hasta comprobar los hechos—, dejó expreso como última voluntad que su joven esposa fuese la nueva custodia de una colección en particular, increíblemente esta era la Colección de Cuentos de los Hermanos Grimm ¿El motivo? Pues que estos preciados ejemplares  siempre habían sido protegido por miembros de la familia Letrado durante muchas generaciones y quería que continuase así el legado de linaje ancestral.  Aunque ella no era descendiente directa, era la única que por afinidad llevaba el apellido, convirtiéndose en el último miembro vivo del apellido Letrado. 

Siempre creí que los hermanitos Grimm fueron los mejores recopiladores.