Capítulo Final
En eso, volvimos a escuchar ruidos en la parte superior del motel.
–¿Escuchaste eso? –dije.
–Claro –afirmó agarrándose de la chaqueta que llevaba puesta–. Si parece que arriba se está librando una batalla...
Pero yo no me refería tanto al alboroto, sino a la voz. De nuevo retumbaba en mis oídos. No dije nada más, estaba visto que sólo yo la escuchaba.
Traté de acallarla. No podía permitir que de nuevo me dominará. Así que ambos subimos corriendo la escalera en dirección a las habitaciones. Estuve a punto de ceder al influjo de aquella voz que me pedía que hiciera algo horrible en contra de mi asistente: "Matala, matala" repetía una y otra vez, atendiendo mis sentidos.
–¡No! –grité tratantando de controlar un cúmulo de sensaciones oscuras que emergía de mi interior.
Mixhit me miró con unos ojos llenos de miedo.
Ya para entonces, los ruidos se habían vuelto más escalofriantes.
–¿Qué te pasa? ¿Qué sucede contigo? –replicó al ver que me abalanzaba sobre ella sin poder evitarlo.
De inmediato, metió su mano en el bolsillo de su pantalón y sacó un objeto reluciente. Me encontraba encima de la pobre tratando de estrangularla.
–Detengáse –suplicó casi ahogada.
Luego, sentir un intenso calor ardiente en la frente que me aturdió, provocándome un fuerte espasmo. La había soltado. Ella me miraba sorprendida. Me gritaba, pero no podía oír su voz, me parecía tan distante.
A los pocos segundos de aquello, todavía confundido. Me levanté del suelo. Me aproximé a abrir la puerta, pero Mixhit se atravesó en mi camino. Me dijo que confiara y luego me entregó en la mano, un extraño crucifijo de bronce, al parecer, bastante antiguo. Se apartó sin decir nada más para que siguiera con lo que iba hacer. No sé porqué, pero estaba seguro que Oliver Gatonegro tenía que ver con aquella extraña reliquia que empuñaba en mi temblorosa mano. Así que, de nuevo, confíe.
Antes de abrir el picaporte, me encomendé al creador. Me hice la señal de la cruz en la frente y arroje el crucifijo dentro de la habitación. No abrí los ojos. No vi nada, sabía que lo que había ahí adentro era algo terrorífico que mis ojos no soportarían presenciar.
Así que cerré la puerta con todas mis fuerzas. Finalmente se escucharon una serie de lamentos agónicos, maldiciones de todo tipo hasta que se escuchó una especie de explosión quedando todo el lugar en el más sombrío silencio.
La puerta roja de la habitación desapareció antes nuestros asombrados ojos, de inmediatos bajamos los escalones a toda prisa. Al final, en la recepción, nos esperaban, Alucard y Licaón visiblemente complacidos.
–Sabía que lo lograrían –expresó Alucard.
–Yo en cambio, tuve mis dudas –refirió Lucaón.
–Son ustedes unos hij... –me tragué mis palabrotas. No valía la pena y me dolía la cabeza a morir.
Me dirigí a ellos molesto, aunque creo que más aterrorizado que nunca en mi vida.
–Veamos Caballeros, ¿Qué fue todo esto qué acaba de ocurrirnos? Estoy seguro ahora que no hay tales desapariciones, salvo las propiciadas por ustedes en este motel de muerte.
–Muy cierto, aunque no del todo –afirmó Lucaón–. Este negocio es lucrativo para la comunidad y por supuesto, a su vez poder saciar nuestros propios intereses de sangre sin derramar la inocente. Puede llamarlo una labor social y estaremos complacidos. Al igual que su labor en cuanto a la limpiar su ciudad de la delincuencia literaria ¿no le parece, detective?
–De manera que... –intervino Mixhit–, ustedes sabían a quien le habían comprado este establecimiento.
–Por supuesto –habló de nuevo Alucard–. En realidad era un negocio de tres socios, pero Morgania, la nefasta; esa espeluznante bruja que logró someterlo en su embrujo y del cual pudo salir bien librado, por suerte para ustedes. No se conformaba con los huéspedes del hotel, sino que quería llevar acabo toda su maldad y extenderla hasta los incautos pobladores de "Ainavlisnart" y eso no podíamos permitiserlo. Sin embargo, al tratar de deshacer el contrato que nos unía, nos encontramos imposibilitados de acercarnos a ella. Resultó que la maléfica criatura había realizado un hechizo de protección que nos impedía poder destrozarla nosotros mismo y también estaba la maldita habitación del averno que desaparecía cada vez que intentábamos asesinarla. Así que no tuvimos otra opción que ponernos en contacto con un viejo conocido y...
–No me diga –interrumpí–. De casualidad ese viejo amigo es Oliver Gatonegro ¿Él les recomendó mis servicios?
Alucard y Licaón asintieron a la vez.
–Lo sabía, muchacho del demonio. Aunque no este de cuerpo presente, siempre tiene sus manos metidas en mis asuntos – volviendo la mirada a mí asistente continué–: Me imagino que el crucifijo te lo dio, él ¿no es así? Al igual que el resto de la información.
Imitando a los otros dos, afirmo con la cabeza con una leve sonrisa de picardía.
–¡Vaya, nochecita! –suspiré al fin aliviado–. Y bendito sea Dios por el crucifijo ese. Por poco te despacho al otro lado. Lo siento.
Ella me clavó la mirada, mientras pasaba la mano por su delicado cuello, todavía morado de la presión que había ejercido en el.
–Ya es hora de irse, detective –propuso el chupasangre–. Le recuerdo que si permanece aquí más tiempo. Ambos quedarán atrapados en el limbo.
–¿Y qué pasará con mis honorarios? –pregunté preocupado–. Además de las vacaciones pagadas que me ofrecieron.
–Tranquilo, mi estimado, amigo –trató de apaciguar el lobo, mi eminente decepción–. En cuanto podamos restablecer de nuevo nuestro negocio. Le haremos llegar sus honorarios con intereses y en relación a la vacaciones ofrecidas. Mi amigo el conde, tiene su castillo en Transilvania a su disposición, solo que de momento no podremos costear los boletos de avión. Pero en lo que se haga efectiva su paga. Nos avisa, por medio de Oliver y haremos los trámites para su estadía. No queda más que darles las gracias a ambos. Adiós.
Salimos del motel justo a tiempo, para subirnos al auto, arrancar rápidamente en el momento que este siniestro establecimiento desaparecía del lugar. Mixhit se acomodó en el asiento de atrás en clara posición de dormir todo el viaje. Era lo menos que podía hacer, dejarla descansar después de semejante susto. Me dispuse al volante, pensando en mi mala suerte con los clientes, aunque confiaba en esta ocasión en la palabra dada. Esta vez el camino estaba despejado y con un resplandeciente sol sirviéndonos de acompañante.
De repente, Mixhit me sorprendió, al sentirla colocándose detrás de mí.
–Oiga jefe, hay algo que aún no comprendo.
–¿Qué será? –dije con la vista en el camino.
–¿Porqué no había habitación número 4 en el motel?
–¡Hmmm! Era eso, he leído en alguna ocasión que en la cultura asiática ese número es sinónimo de muerte. Algo parecido a nuestra cultura occidental en cuanto a la superstición que hay en relación al número 13 ¿satisfecha?
–Algo... –dijo–. ¿Será entonces, detective, que aquella bruja era de descendencia asiática?
–¿Quién sabe? –inquirí–. Ya duermete de una vez.
Pero me llevé una terrible sorpresa al voltear a verla y descubrí que estaba profundamente dormida. Una horripilante carcajada se dejó escuchar mientras me decía:
–¡Hasta pronto mi querido, Augusto! Muy pronto nos volveremos a encontrar.
Metí el pie en el acelerador y me perdí en el horizonte con los cabellos de punta.
****
Al cabo de un mes, revise mi cuenta bancaria y en efecto, al fin tenia dinero disponible. "Creo que mejor me dedicaré de ahora en adelante a trabajar para las criaturas de la noche. Por lo menos y pese al mal rato vivido, son cumplidos en cuanto al pago", meditaba complacido, en tanto que abría la puerta de la oficina para sorprender a mi estimada asistente u darle la buena noticia, pero para variar, había retomado la mala costumbre de pintarse las uñas en el horario de trabajo ¿será que está criatura es un caso sin cura? Así que obviando la causa perdida y el nuevo cambio de look de su cabello de fuego. Me le acerqué emocionado para decirle:
–Levanta el trasero del asiento y prepara tu equipaje... ¡Nos vamos de vacaciones a Transilvania!
Palabras: 1327
Nota de autor:
Me complace presentar este nuevo capítulo de Augusto Librón. Espero sea de su agrado y dejen sus impresiones. Las críticas serán recibidas en pro de mejorar la historia.
Atte.
Cristy Love
Venezuela 05/09/2018
Día de mi cumpleaños...
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