xviii. quaffle.
"¿Segura que tu madre no tiene una serpiente de mascota en casa?"
Los estudiantes desalojaron el castillo con emoción. Desde las torres podía verse una masa de gente con estandartes de colores, rostros con pintura simbólica y oírse la infinidad de gritos que desprendían los que marchaban al estadio de quidditch.
Aquel día de febrero se celebraría el esperado partido de Gryffindor contra Hufflepuff. Olive había sido consciente toda la semana de los nervios de sus amigos, los que eran parte del equipo de los leones.
Fred comía más de lo normal, James hablaba de tácticas cada que podía, asegurándose siempre de estar alejado de cualquier Hufflepuff chismoso, Lily implementaba distintos peinados cada día, y Frank lidiaba sus nervios queriendo hacer los deberes de todo su grupo de amigos.
—Tienes que comer —obligó Olive a Lily.
—Estoy ocupada.
—Te comes esta rebanada de pan con mermelada o le escribiré a tu madre.
Los ojos de la menor de los Potter disminuyeron su tamaño con recelo al escuchar la amenaza de Devaulx, no creyendo que fuera posible que lo hiciera. Sin embargo, al ver el rostro determinado de la peliazul, decidió escucharla y hacerle caso. Dejó el cabello de una de sus compañeras, la cual mantenía su boca en una mueca debido a lo tirante que había quedado su cabello, y se sentó como correspondía, para comer la tostada que se le ofrecía.
Maddie se encontraba en una situación bastante parecida al querer quitarle los pergaminos y libros a Frank, con la resistencia de Dominique quien estaba complacida por ver a alguien haciéndole sus deberes.
El día del partido, se habían asegurado de que todos los jugadores tuvieran un buen desayuno que les brindara energía suficiente para lograr el partido con éxito.
—Si ninguno de ustedes termina en la enfermería, me daré por satisfecha.
—¿Es común que haya heridos? —preguntó Devaulx hacia su pelirroja amiga al escuchar su comentario.
A su lado, James, quien bebía su segunda taza de café, asintió y apuntó a Fred.
—Canuto tiene poca paciencia, como deberás saber a esta altura del año. Por lo general cuando jugamos en contra de Slytherin siempre hay una pelea, sin embargo también ha ocurrido con tejones y águilas.
—Una vez mi padre le rompió el rostro al padre de Scorpius, al menos eso fue lo que me dijo —con un rostro orgulloso, el pelirrojo mostró el pulgar y continuó comiendo.
—El señor Malfoy era totalmente distinto a como es ahora. Desde que Albus y Scorpius son mejores amigos, la abuela Molly ha invitado a los Malfoy a cenas familiares —dijo Nique—. Al principio al tío Ron no le hizo nada de gracia... pero tía Hermione y tío Harry lograron hacerle ver que el señor Malfoy era una persona totalmente renovada, arrepentido de sus decisiones del pasado.
—Vaya, es una lástima. El profeta continúa publicando artículos relacionándolo a él y sus cercanos con la magia oscura. Cualquiera que no lo conozca de verdad como ustedes, podría creer rápidamente las palabras del periódico.
—Exacto, por eso preferimos leer el Quisquilloso, la revista del abuelo de Lorcan —murmuró Fred.
El rubio, al ser mencionado, levantó la cabeza de su libreta y sonrió asintiendo.
—El próximo mes publicaremos una nueva sección de cuidado de criaturas mágicas. Mi padre será el encargado oficial de ello.
—¡Eso es genial! Recuérdame hacerme suscriptora para poder recibirla todas las semanas.
Aun no desaparecía la comida de las mesas cuando se le indicó a los jugadores de ambos equipos que debían dirigirse al campo.
Las chicas junto con Lorcan decidieron ir con ellos, para poder desearles suerte una última vez antes del partido.
—¿Me darás un beso de buena suerte, bonita? —preguntó James a Olive una vez que debían dirigirse por lados contrarios.
—Ni en tus mejores sueños —bufó divertida, antes de golpear su hombro—. Éxito en el partido, James.
—¡Te dedicaré un punto!
Una vez comenzó el partido, rápidamente el equipo de Gryffindor anotó unas cuantas decenas de puntos mientras dejaban el espacio abierto a que Lily, la buscadora del equipo, consiguiera la snitch dorada. Los tejones pronto dejaron a relucir su espíritu competitivo y comenzaron a mostrar una actitud mordaz; sus bateadores lanzaban sin parar las bludgers en contra de Lily quien, con lo ágil que era, lograba evadir todas al mismo tiempo que sus ojos surcaban el campo buscando a la pequeña pelota.
El partido continuó de igual forma que la mayoría de los partidos del año, anotaban puntos de un lado a otro, el guardián de cada equipo no despegaba la mirada de la bola en ningún momento, al igual que los buscadores. Llevaban 80 contra 100, a favor de Gryffindor, cuando el partido llegó a su fin con un leve accidente.
El par de muchachos de Hufflepuff encargados de obstaculizar el camino de Lily y la snitch, no desistieron hasta que lograron darle con la bludger en uno de sus brazos y arrojarla por la fuerza del impacto lejos de la escoba. Por suerte, estaba a solo unos metros de la arena.
El estadio aguardó en silencio, a la espera de alguna reacción de la menor de los Potter. Había caído con algo de estruendo, pero como pudo se acostó de espalda, con la mirada fija en el cielo. De a poco, en su rostro se formó una mueca parecida a una sonrisa y levantó su brazo bueno, dejando a la vista la péquela pelota dorada con alas en su mano.
Quienes apoyaban a Gryffindor alzaron en gritos y aplausos, felices por el triunfo. Dominique y Lorcan se abrazaron con fuerza mientras Olive y Madeleine hacían lo mismo.
—¡Deberíamos bajar a ver cómo está Lily! Ha sido un golpe bastante feo —gritó la peliazul entre el griterío a su alrededor.
Madeleine negó mientras se separaba del abrazo. Apuntó hacia abajo con rostro de "te lo dije".
—¿Qué ocurre? Ah, la ira Weasley.
En la arena del estadio vieron cómo Fred bajaba de su escoba y se dirigía molesto hacia uno de los tejones golpeadores. Le gritó un par de cosas ofensivas y de inmediato fue detenido por Aileen y Julie, las golpeadoras de Gryffindor, que lo tiraron de las orejas.
—¡Eso, eso! Fred no vale la pena déjalo —gritó Lily desde el césped viendo cómo sus amigas se lo llevaban lejos de los problemas.
James, a su lado, suspiraba con aires de capitán y le indicaba que se levantara para poder llevarla a la enfermería a que le vieran el brazo. Subió la mirada hacia las tribunas buscando al resto de su grupo de amigos y sonrió en cuanto vio a las chicas y Lorcan observar a su hermana menor con rostros preocupados.
—Acompañemos a Lily a la enfermería, vamos.
Nique tiró del brazo de Lorcan y los cuatro descendieron las gradas en dirección a la salida del estadio. Por su parte, los jugadores caminaban con algo de cansancio hacia los vestidores para darse una ducha y desprenderse de todo el sudor en su cuerpo.
—¿Ves que siempre termina uno de ellos herido? En el partido anterior fue Marcus... me dijeron que fue bastante feo.
—Dom, no me recuerdes su rostro ensangrentado y sus dientes sueltos —murmuró Madeleine con un escalofrío.
Olive abrió los ojos con sorpresa al escuchar aquello. Estaban ingresando al castillo y prosiguieron su camino en dirección a la enfermería, camino que Devaulx ya conocía de memoria.
—Que horror, no me digas que le ha llegado una bludger al rostro.
—Siempre puede ser peor, dicen.
Scamander se encogió de hombros y las tres le dieron la razón, agradeciendo y pidiendo que nunca les pase algo parecido.
Con un sabor agrio en la boca, ingresó al salón de encantamientos, preparándose a cualquier humillación que su madre decidiera hacerle.
No estaba acostumbrada a ver a su madre en posición de maestra; cuando eran pequeños, ni Olive ni Altair necesitaron su ayuda para realizar alguna tarea o aprender un hechizo, ambos eran lo suficientemente autovalentes para solucionar sus problemas por ellos mismos. Además, Mary Devaulx tampoco se mostró alguna vez dispuesta a ayudarlos en algo, ni siquiera a Altair, quien era su favorito.
—Asiento.
Tenía una voz poderosa. Su presencia intimidaba, no solo por ser la esposa de un importante jefe de departamento en el ministerio (o antiguo jefe...), sino también por ser la madre del líder de la casa de las serpientes. Además, la noticia sobre los rumores que relacionaban a su familia con la magia oscura no ayudaba mucho en su reputación, ni tampoco el hecho de que esa clase los leones debían compartirla con los de Slytherin, quienes parecían admirarla.
Mary combinaba lo suficiente con el salón. Si bien el salón no se encontraba en las mazmorras, como el de pociones, la sola presencia oscura de la mujer lograba hacer un ambiente tenso y helado. En esa ocasión, vestía un vestido verde oscuro de gasa, junto con una túnica negra larga que cubría sus hombros y le llegaba bajo las rodillas. Un atuendo muy estereotipado entre las serpientes.
—En mi salón se aprenderá. No sé qué tan exigentes será el resto de sus profesores, pero yo me encargaré de hacerlos entender y perfeccionar sus encantamientos al revés y al derecho —observó con ojos de halcón, temerarios, a todos los estudiantes, deteniéndose unos segundos más en la zona donde se encontraban los de Gryffindor—. No aceptaré nada de charla, bromas ni nada parecido. Hablarán sólo cuando yo les de la palabra, ¿entendido?
Algunos compañeros de banco se dieron miradas cómplices.
—Entendido —respondieron en conjunto leones y serpientes.
—Perfecto. Veamos en que condición los dejó el profesor Flitwick.
Olive se acomodó en su puesto preparada para el listado de preguntas que haría su madre. Intentaría lo que fuera para no mostrarse cohibida bajo su presencia.
—¿Qué hechizo sirve como contraencantamiento para el hechizo de reversión?
El salón se mantuvo en silencio un par de segundos, mientras los estudiantes se observaban entre sí. Al instante, las manos de Frank, Olive, Lorcan y las de dos chicas de Slytherin se alzaron queriendo pedir la palabra para responder. La maestra paseó la mirada por los cinco, evitando estar más de un segundo sobre el rostro de su hija y asintió en dirección a una de las muchachas de la casa de las serpientes.
Respondió de manera correcta y dio paso a las siguientes preguntas.
—¿De qué color es la luz que emite el hechizo paralizador de piernas? ¿Cuál es su contramaleficio?
Las manos de los mismos estudiantes se alzaron queriendo responder. Mary hizo un movimiento que daba a entender que le daría la palabra a Lorcan, pero sonrió con sorna y se dirigió a la otra chica de Slytherin, aquella que no había respondido la pregunta anterior.
La situación se mantuvo así por lo menos unos diez minutos.
—¿Me parece a mi o tu madre tiene preferencia por las serpientes? —susurró Dominique hacia Devaulx, con sumo cuidado de no ser oída por la mayor del salón y ser merecedora de un castigo.
La peliazul observó como frente suyo Frank bajaba su mano con frustración al ser, nuevamente, ignorado por la maestra. Lorcan, al igual que ella, también se había rendido hace un par de preguntas. Apoyó una mano en el hombro de Scamander mientras asentía en dirección de la pelirroja.
La presencia de su madre en el castillo sería más que una tortura.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro