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xv. marcada.



"Regalo de cumpleaños totalmente de mi agrado, gracias vida."

No había pasado una buena noche. A pesar de haberse acostado antes de medianoche, se sentía cansada y le molestaba la cabeza, como si millones de pesadillas la hubiera atormentado en la oscuridad y luego simplemente con un obliviate las hubiera olvidado.

Cuando en la mañana de aquel veinte de enero sus párpados empezaron a separarse, un fuerte ardor atacó la zona trasera de su cuello como si un brasero hubiera sido puesto allí. Se sentó en la cama apoyando su espalda en la pared y buscó a tientas la zona que le molestaba bajo la nuca. Dejó escapar un chillido de dolor en cuanto sus dedos rozaron piel quemada. Asustada, quitó la mano de inmediato pensando en si seguiría durmiendo y aquel sería un mal sueño.

Madeleine y Dominique, al mismo tiempo, daban señales de vida con un sinfín de bostezos. La pelirroja fue la primera en abrir los ojos y destapar la colcha, antes de posar sus ojos en la menor de los Devaulx y asustarse.

—Mierda, Olive, ¿has pasado mala noche? —se preocupó al ver cómo unas marcadas ojeras se veían bajo sus ojos.

—Algo así, ¿ustedes durmieron bien? Joder, me duele todo, como si hubiera luchado en una batalla campal y sobrevivido. —quitó las colchas sobre su cuerpo y se levantó con lentitud dirigiéndose hacia las camas de sus amigas.

—Sí, he pasado un poco de calor solamente. ¿Qué tienes?

—¿Pueden verme el cuello? Me arde muchísimo.

Se dio vuelta, dándoles la espalda a las chicas y tomó su cabello en una coleta rápida dejando al descubierto la piel en su cuello. De inmediato, como reflejo, sus compañeras dejaron en escapar un sonido de terror. Madeleine se puso en pie deprisa para observar mejor la zona, mientras Dominique rebuscaba entre su mesa de noche algo en concreto.

—Es... estoy segura que es el mismo pájaro que está en el diario. —murmuró Leine confundida, no quería tocar la zona por temor a hacerle daño a la peliazul—. Parece un tatuaje recién hecho, pero con un brasero. ¿No recuerdas nada de anoche, Olive? Parece magia negra, no me fío.

—¡Acá está! Déjame tomarle una fotografía para que puedas verlo. —Nique hizo lo que había dicho y esperaron unos segundos a que la foto se revelara.

Una vez estuvo lista, la peliazul se asustó. Era exacto como Maddie había dicho: era un augurey, y estaba en la misma posición que el del diario.

Los bordes del que parecía un tatuaje, estaban rojos y algo chamuscados, realmente era como si le hubieran puesto un brasero y dejado la marca de un pájaro. ¿Pero como había llegado allí? ¿Quién se lo había puesto? No recordaba nada de anoche, lo último que mantenía en su memoria era haberse aseado y deseado una buena noche a sus amigas, de ahí se durmió y nada más. Aunque la sensación de un reciente obliviate seguía presente en su cabeza.

Un pensamiento la inundó de pronto y la asustó aún más, pero no le dio más cabida al ver los rostros de preocupación de las chicas.

—Bajemos a desayunar.

Murmuró sonriéndoles levemente, tomó su uniforme y se encaminó al baño para encerrarse allí y poder asearse rápido.

En silencio, las tres estaban bajando al gran comedor unos veinte minutos después.



Las lechuzas ingresaron como normalmente lo hacían cada día. Olive no esperaba correspondencia nunca, pero aquel día las esperanzas de tener un pequeño presente habían aparecido. Se había sentado en el comedor con algo de molestias, los chicos no quisieron preguntar nada acerca de las muecas de dolor y las ojeras que, a pesar de que había puesto algo de maquillaje en ellas, seguían notándose a clara vista.

Mientras se servía una gran taza de café para poder tener energías en el día, el águila parda de sus padres hizo acto de presencia en la mesa de Gryffindor dejando en sus manos una carta con el sello de los Devaulx. Suspiró preparándose a lo que vendría dentro.

Artemis,
supongo que ya te has enterado lo que ha sucedido, estoy haciendo todo lo posible por revertirlo e impedir que lleven a tu madre a aquel lúgubre lugar. No molestes a tu hermano con insensateces, si los de ministerio logran lo que quieren, él se convertirá en el hombre de familia y no tendrá tiempo para tus estupideces.

Espero un excelente comportamiento de tu parte, te envío un par de galeones por tu cumpleaños.

Se despide, tu madre.
Mary Devaulx.

Por supuesto, seré una niña buena, madre. —lanzó la carta lejos de su vista sin molestarse en abrir el paquete con el dinero que le enviaron.

No tenía ni idea de lo que hablaba su progenitora en cuanto a lo de su padre, pero no podía estar más interesada. Perdieron su atención en cuanto mencionaron a su hermano, nuevamente poniéndolo sobre un pedestal.

James, curioso como siempre, atraído por el comportamiento de la chica, se tomó el atrevimiento de leer la carta con rapidez, pasando de la confusión, a la rabia y a la emoción como sentimiento final.

—¡Estás de cumpleaños, bonita!

Aquel comentario llamó la atención de todos a su alrededor, sus compañeras de habitación se observaron con los ojos abiertos, mientras el resto de los chicos hacía preguntas en busca de confirmación.

—¿Es cierto, Live? —preguntó Frank acercando su rostro desde el otro lado de la mesa.

—Uh, gracias, Sirius. Lo único que no quería era hacer un escándalo. —cerró sus ojos masajeándose la sien tratando de bajar el dolor de cabeza y cuello.

—¡Tenemos que celebrar! Feliz cumpleaños, bonita. —el susodicho, que estaba a su lado, se acercó y besó su mejilla, provocando que la peliazul abriera sus ojos y sonriera divertida, antes de percatarse que la gran mayoría del lugar la observaba a ella y su hermano.

—¿Acaso todos saben que hoy cumplo un año más?

—Oh no, Olive. —la temblorosa voz de Dominique se dejó escuchar—. Mira esto, lo siento.

Le tendió una copia de la edición del día de El Profeta, en donde se podía ver en primera plana una imagen en movimiento de Reginald Devaulx siendo escoltado por gente del ministerio.

Confundida y desesperada por entender que había sucedido, comenzó a leer la noticia, entendiendo de apoco las palabras de su madre.

DESCONTROL EN EL MINISTERIO
Nerviosismo en la comunidad mágica por nuevos descubrimientos de mortífagos.

A pesar de que la guerra terminó hace más de dos décadas, nuestra comunidad ha sido consciente de que aún siguen entre nosotros seguidores de la magia oscura dispuestos a invocar una nueva masacre contra los inocentes.

Este día ha sido el turno de Reginald Devaulx, jefe del departamento de misterios, quien fue capturado y encerrado en Azkaban esta mañana. El miércoles pasado llegó una carta anónima a nuestra ministra de magia de alguien declarando ser testigo de las confabulaciones de Devaulx contra el Ministerio gracias a su lealtad a la magia oscura y a, el derrotado, Lord Voldemort.

Se inició en secreto una ardua búsqueda que confirmara las sospechas en contra del conocido hombre, además de la ayuda de el inefable Theodore Nott, hijo de mortifagos, quien fue partidario del bando de Harry Potter durante la batalla de Hogwarts del año 1998. El señor Nott hace unos meses había requerido la realización de un juicio en contra de su jefe, sin embargo el ministerio anuló cada petición debido a la falta de pruebas; la llegada de la carta fue el punto culmine de la espera, para que finalmente se iniciara un proceso de búsqueda de pruebas concretas.

Reginald Devaulx y su familia estuvieron bajo observación por días, se hizo un catastro completo en su mansión y lograron obtenerse objetos incrustados con magia oscura, cartas emitidas por antiguos mortífagos ya convictos y más pruebas que se han decidido dejar en anonimato para no preocupar más a la comunidad mágica.

El día del juicio, testigos hicieron acto de presencia para atestiguar en contra del aludido, lo que concluyó en su envío inmediato a la prisión de Azkaban.

Sus abogados y familia están en búsqueda de un trato con el ministerio para que pueda realizarse un nuevo juicio o, por lo menos, para evitar la pena de muerte. Mientras tanto Reginald Devaulx continuará sus días rodeado de dementores.

Se incluye en las páginas 45-46 una entrevista exclusiva a Theodore Nott, quien trabajó por cerca de cinco años en conjunto con Devaulx.

Olive se dirigió de inmediato a las páginas señaladas y leyó con rapidez la entrevista al padre de Zander.

En sí, el señor Nott mencionaba el comportamiento sospechoso de Reginald en cuanto a temas de trabajo (del cual no se habló mucho debido al secretismo que debía mantenerse en el departamento de misterios), su afán por los artefactos de magia oscura y las sospechas de que fuera un posible antiguo seguidor de Lord Voldemort. El resto de la entrevista era en relación a la presentación de pruebas y la llegada de la carta con emisor anónimo.

Como pie de pagina se mencionaban las sospechas sobre el anonimato de quien envió la carta, las cuales apuntaban fielmente al mismo señor Nott, pero a juicio de Olive no tenía caso pensar en eso en aquellos momentos.

—Mi padre está en Azkaban. —musitó en voz baja—. Ha sido arrestado esta mañana.

Su cuerpo y mente actuaban de manera extraña. Por un lado, se sentía angustiada por su progenitor, al imaginarlo en un lugar tan aterrador lleno de dementores, pero por otro lado estaba aliviada. Aliviada porque finalmente el mundo conociera las aficiones de su padre, del líder a quien seguía y que pagara por la gran cantidad de maldiciones imperdonables que su varita había lanzado en el pasado.

Llevó su mano a la parte trasera de su cuello con dolor, de súbito la marca del augurey había comenzado a arder, provocando que el dolor le recorriera por toda la cabeza. La vista se le nubló de improviso hasta quedar a oscuras, y lo siguiente que sintió fue sentir su cuerpo pesado y caer.

No se sentía despierta, pero sus ojos pedían abrir, por lo que lo hizo y solo vio niebla oscura. Escuchaba gritos, y voces que recitaban algo, le recordó a la vez que escuchó cánticos en el sótano de su casa.

Con desesperación, movió la cabeza buscando algo más a través de la niebla, y topó con una imagen. Las lápidas y el ambiente lúgubre la hizo darse cuenta que era un cementerio. Las lápidas de cemento estaban rodeadas de césped y vegetación que no parecía haberse cortado en años, a excepción de una zona en donde había un pequeño mausoleo en un claro, sin pastos ni arbustos.

La escena cambió, al rededor de la tumba, habían personas, una docena quizás. Todas irreconocibles, llevaban túnicas oscuras con unas máscaras extrañas que les tapaban el rostro. Cada uno de ellos, desde la posición en al que se encontraban, mantenían su cabeza fija en el mausoleo, sus manos, de igual manera, se elevaban hacia el cielo en un ángulo obtuso hacia la tumba del centro, en donde sobre ésta se alzaba un cáliz.

Un sonido la hizo darse cuenta que no era una simple imagen, sino que realmente estaba viendo algo en movimiento.

Parecía un cántico, al principio creyó que era en un idioma desconocido, casi como un lenguaje élfico, pero luego recordó la vez que, como un pequeño ratón, se infiltró en las plantas bajas de su hogar, inmiscuyéndose por los sótanos hasta llegar al que siempre le indicaban que no entrara. Olive podía jurar que, a pesar de los años que habían pasado de aquel acontecimiento, aún recordaba el ritmo con el que recitaban las palabras. Si bien, cuando era pequeña no pudo escuchar muy bien lo que decían, esta vez le fue más claro y pudo darse cuenta que no era una canción ni poesía, sino que recitaban una palabra, una y otra vez.

Cuando reconoció aquella palabra, se encogió de miedo.

Artemis, Artemis, Artemis.

Después de eso, todo volvió a irse a negro.








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