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xi. encerrona.



"Misión cupido: con mucha probabilidad de éxito a futuro."

—Necesito que lleves a Fred a las mazmorras, al pasillo de pociones después del almuerzo.

Olive tomó la muñeca de Frank al verlo ingresar al Gran Comedor, impidiendo que completara su objetivo de entrar y almorzar. Lo arrinconó junto a la entrada con una sonrisa que no indicaba nada bueno, lo cual interesó al merodeador.

—¿Quieres tener una cita con Canuto? Live, sabes que el corazón de ese tonto pertenece a otra persona... —Longbottom posó ambas manos en los hombros de la muchacha ladeando la cabeza, casi con lastima.

—Merlín, no seas asqueroso. —Devaulx negó fuertemente su cabeza sacando la lengua no pudiendo imaginarse al pelirrojo y a ella en una misma oración romántica—. Queremos encerrarlo con Madie en un armario de escobas para que puedan, uh, conocerse.

El pecho del chico se agrando y luego dejó salir el aire por las fosas nasales, totalmente aliviado de que su pensamiento no fuera realidad. No quería ni podía imaginarse que su más reciente amiga y, quizá una de las más cercanas, estuviera con el corazón roto.

—Para que hagan cochinadas, entiendo. —enarcó una ceja recuperando la compostura y le dio su aprobación levantando el pulgar—. Estoy a favor, tío George y tía Angelina siempre me preguntan a mi y James cuando Freddie estará con Mad, están próximos a perder la esperanza.

—¡No tanto contacto! Pero sí, se nota a lenguas que ambos se gustan mucho y no hacen nada para cambiar su estado de soltería. —continuo la chica, viendo como quedaban ellos solos a las afueras del comedor—. Será mejor que entremos para que no sospechen nada extraño, ¿nos vemos después en el lugar acordado entonces?

Con un asentimiento de cabeza, Frank le dio su palabra y ambos se dirigieron a su puesto habitual en la mesa de Gryffindor. Olive le dio un guiño a Dominique (ya se les estaba haciendo costumbre guiñarse de tal manera casi coqueta, lo que las divertía y exasperaba a Mad.), dándole a entender que el plan estaba listo para ser efectuado. Almorzaron lo más normal posible, aunque en los cuerpos de Longbottom, Devaulx y Nique había un sentimiento de exaltación y emoción por lo que pasaría en unos minutos.

—¿Encontraron algo que pueda servirte, Live? Olvidé preguntarles en la mañana. —habló Fred luego de tragar un pedazo de pollo a la naranja

—Tomé prestados un par de libros con algunos abecedarios rúnicos que espero me sirvan, pero hasta el momento no hay mucho más. —se encogió de hombros algo quitándole un poco de peso al tema—. En la noche me pondré a revisarlos con más profundidad, si descifro algo les diré.

Recibió un asentimiento y sonrisa del chico Weasley antes de que prosiguiera comiendo su adorado pollo. Sus primos habían dicho que heredó de su tío Ron el ferviente amor por la comida, ambos eran siempre los primeros en sentarse en cada cena familiar que tenían, por lo que el resto debía apresurarse a agarrar comida o ellos podrían proveerse con todo.

Olive les creía. En cada desayuno, almuerzo y cena que estaba cerca de Fred Weasley podía notar lo desesperado que comía, como si hace meses no lo hiciera.

Unos minutos después la directora McGonaggal dio por terminado el almuerzo, una vez que los platos se veían más vacíos que llenos y los hizo desaparecer. De a poco los alumnos fueron saliendo del comedor para hacer los deberes, descansar o cumplir un castigo. Devaulx le dio una mirada cómplice a Frank antes de girarse a Madeleine y tomarla del brazo.

—Maddie, ¿me acompañas a la sala común de Slytherin? Tengo que hablar algo con mi hermano.

—Claro, dejame terminar el zumo.

—¡Yo también voy! —gritó Nique agarrando el otro brazo de la rubia, haciéndola botar la copa de jugo y levantándola del asiento.

—Merlín, tanta emoción me da diabetes.

Olive pestañeó algo confusa con la oración sin saber el significado de la última palabra, pero supuso que sería un significado muggle y por el mismo hecho no le sonaba de nada.

Salieron las tres a tropezones, bajo las exclamaciones de la rubia en contra de la pelirroja por haber derramado su zumo de mora. La Weasley le siguió el juego, casi ignorándola, sabiendo que lo más probable es que cuando descubriera lo que planeaban hacer estaría mucho más molesta que por un simple jugo púrpura.

—Esperen un momento... ¿por qué hablarías con Altair cuando se odian, Devaulx? ¿Qué están tramando?

Madeleine cayó en la cuenta de que algo extraño sucedía con sus amigas, quienes se miraron sin saber que decir, pero notaron que habían llegado a su destino y sonrieron con maldad.

—Solo tratamos de ayudarte, Leine querida. —respondió la castaña antes de abrir el armario de escobas y ver cómo Dominique tomaba, nuevamente, el brazo de Madeleine y la metía al armario. Entre las protestas de la rubia, Olive cerró la puerta en sus narices y rió divertida.

—Tu príncipe azul llegará pronto a hacerte compañía.

Se apoyaron ambas sobre el armario impidiendo que la chica pudiera salir mientras reían al escuchar los gritos de la mayor de los Burrough reclamarles con fiereza. Entre una de las cuantas veces que la chica las llamaba "pésimas amigas", vieron doblar la esquina a Frank con Fred y dieron inicio a la segunda parte del plan. Con un rápido hechizo silenciador, apagaron los gritos de Maddie y se giraron a los muchachos.

—¡Primo querido! Ayúdanos, hay un escarbato dentro de este armario, creemos que está atrapado.

Dominique usó el cariño de familia para engatusar a Fred para así acercarlo al armario y atraparlo. Los chicos se dieron una mirada de extrañeza (Frank le mostró el pulgar a Olive después de eso asegurándole que todo iba excelente) y se acercaron.

—¿Cómo llegó un escarbato a ese armario de escobas?

—Bueno, ¿acaso nos ves cara de magizoologas? Solo te decimos lo que sabemos y pedimos tu ayuda.

Fred enarcó una ceja al detectar el sarcasmo en su prima, pero le fue imposible no probar sus cualidades de héroe, por lo que se acercó al armario y abrió la puerta. Al ver a Maddie se sorprendió, pero con un fuerte empujón Frank, Olive y Nique lo metieron y cerraron nuevamente. Al abrir la puerta el hechizo silenciador se había desactivado, por lo que se escucharon los quejidos ambos atrapados.

—¡Sáquennos de aquí!

—Volveremos en un par de horas, tórtolos. Si no se han dado por lo menos un beso, los volveremos a encerrar.

Y con aquella ultima frase, Devaulx volvió a conjurar el silencio antes de que el trío empezara a caminar rumbo al patio para disfrutar del grandioso plan. Esperaban con gusto las alas de cupido en sus espaldas.

—¿Creen que funcione? Ambos son bastante tozudos. —expresó Frank con curiosidad una vez estuvieron sentados bajo la sombra de un árbol.

—Eso esperamos. Ya estamos en sexto año, el próximo será el último que estemos todos juntos, no deberían desaprovechar el tiempo. —Dominique hizo una mueca de tristeza al mencionar el poco tiempo que les quedaba en Hogwarts—. Dicen que es aquí donde se conoce al amor de nuestra vida, me aterra pensar que no hay nadie pensando en mi.

La peliazul, al detectar algo de pena en la voz de su amiga, la abrazó por los hombros tratando de reconfortarla.

—No digas eso, Dom, eres hermosa. Estoy segura que muchos chicos y chicas andan babeando por ti, pero son muy tímidos para hacértelo saber. Podrías tener a cualquier persona comiendo de tu mano.

—Olive tiene razón, te conozco hace muchísimo y sé que eres una increíble persona, quizás aún no conozcas a la persona con la que pasarás el resto de tu vida, pero nos tienes a nosotros, siempre estaremos junto a ti. —Frank sujetó su mano dándole un leve apretón, antes de continuar—. Además eres aún muy joven, todos lo somos, tenemos mucha vida llena de aventuras esperándonos.

—¡Lunático! —un energético James apareció de la nada haciendo sobresaltar al trío—. Hey, ¿qué pasa con esos rostros tan decaídos? ¿todo bien, Nique?

Dominique le dio un manotazo en el hombro al azabache, formando un puchero con sus labios.

—Frank y Olive me decían cosas bonitas y tu solo lo arruinas, cabeza de nido.

James enarcó una ceja confundido con lo que sucedía, no queriendo inmiscuirse mucho. Al ver como su amigo y la peliazul compartían una mirada divertida, vio prudente cambiar el tema.

—¿Donde están Madeleine y Canuto? ¿Qué hicieron? —la segunda pregunta la profirió con una voz intrigada y temerosa al ver como en el trío se formaban sonrisas de maldad, Dominique rápidamente olvidando su momento de reflexión.

—Están en un armario de escobas compartiendo besitos. —respondió simple Olive, moviéndose un poco hacia la pelirroja para dejarle espacio a James bajo la sombra del árbol, y que no le llegaran los rayos del sol al rostro.

—¿No es un lugar muy pequeño e incómodo para practicar la procreación?

Olive y Dominique se miraron con una ceja alzada, divertidas por sus palabras.

—¿Tu como sabes que puede ser incomodo? Olvídalo, solo esperamos que hablen de sus sentimientos y uno que otro beso. Somos muy jóvenes para ser tíos. —la pelirroja volvió a darle otro golpe en el hombro.

—¡Me dejarás sin brazo si sigues así!

Los cuatro se quedaron refrescándose en el patio. Llegaba una delicada y fresca brisa en sus rostros, lo que movía levemente sus cabellos. Olive terminó acostada con su rostro en las piernas de Dominique, quien se apoyó sobre su primo y Frank se mantenía a su costado con la espalda en el tronco del gran árbol.

Le encantaban los momentos así a la peliazul. Disfrutar de la calma y el silencio de la naturaleza junto a sus amigos, llenaba su cuerpo de tranquilidad. Culpaba bastante a sus padres de haberla enviado a Beauxbatons en primer año, le hubiera encantado haber conocido a los chicos hace unos años, pero al mismo tiempo pensaba en el destino, quizás éste tenía definido que los conociera este año y no antes.

—Deberíamos sacarlos, pronto oscurecerá.

La voz de Frank la sacó de sus pensamientos, dándose cuenta que había dormitado unos cuantos minutos. Levantó su cabeza y sonrió viendo cómo la pelirroja y James se habían dormido.

—Cualquiera que los viera pensaría que son tranquilos, ¿no? —el par que estaba despierto rió por lo bajo y comenzó a despertar a los dormilones.

Una vez los cuatro estuvieron recompuestos, se apresuraron a caminar hacia el castillo y dirigirse a las mazmorras para liberar a los cautivos. Llegaron al armario y conjuraron el contra hechizo del silencio, sin embargo se quedaron extrañados al no escuchar nada.

—¿Maddie? ¿Fred? ¿Siguen ahí?

Dominique abrió la puerta y una molesta Madeleine salió, caminando de prisa lejos de allí. La peliazul le dio una mirada a la pelirroja, antes de correr tras Burrows con preocupación. Tomó su mano para hacerle notar que estaba allí, temía que la rubia estuviera molesta con sus compañeras de cuarto, pero al ver cómo ésta le sonreía levemente e ingresaba a la sala común, sus pensamientos se nublaron.

Subieron a la habitación de las tres un minuto antes de que Nique llegara despavorida.

—Maddie, ¿qué sucede? ¿nos excedimos? —preguntó Olive acariciando su mano mientras le daba una mirada de cautela a la pelirroja, se notaba que quería gritarle a la rubia y pedirle explicaciones rápidas.

—Los chicos son estúpidos.

—Dime algo que no sepa. —Olive rió suavemente—. ¿Qué sucedió en el armario?

La tensión que se sentía en el dormitorio de a poco fue disminuyendo, antes de dar paso a sentimientos confusos y molestos hacia cierto pelirrojo de su edad.

—Entonces, ¿solo te dijo que cree que le gustas, pero aún no está seguro de estar en una relación contigo?

Nique se sentó en el suelo, a los pies de la cama de Maddie, y suspiró.

—Hasta los fantasmas pueden darse cuenta que le gustas, ¡le encantas!

—Es cierto, pero fue lindo de su parte que fuera sincero, ¿saben? Él debe estar completamente seguro de sus sentimientos, y sentirse cómodo para empezar una relación. Quizá está asustado, como dijeron, conoce a Maddie hace más de cinco años y siempre han sido amigos, creo que teme arruinar la amistad. —reflexionó Olive tratando de eliminar cualquier rencor que le tengan a Fred, no sabían realmente lo que pasaba en su mente, no podían juzgar antes de conocer todos los hechos.

—Live tiene razón, no quiero preocuparme con algo así, reaccioné mal, pero de primera me sentía molesta. —Madeleine se recostó en la cama y jugueteó con una almohada—. Olvidémonos de esto, no quiero que hayan comodidades entre nosotros.

Les sonrió mostrando toda su dentadura, lo que rápidamente subió el ánimo de sus amigas. Con las últimas palabras, dieron fin a la conversación y al día, se saltaron la cena, y fueron a dormir, deseándole buenas noches a la rubia con un beso en su frente.

Se sentían algo culpables por haberlos forzado, pero ahora conocían bien los sentimientos de ambos. Esperaban que encontraran un buen destino juntos, y si no es así, que siguiera siendo bonito con otras personas.



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