Capitulo XIV: Frente a frente (II/III)
Séptima lunación del año 304 de la Era de Lys. Frontera oeste de Augsvert, muy cerca del pilar del Oeste.
II
Soriana
Cuando Aren se marchó me quité el vestido y me puse una túnica oscura de un material más cómodo y resistente, trencé mi cabello y sujeté la espada a mi cinto.
Era un poco irónico que desde que Assa aldregui llegó a mí había tratado de deshacerme de ella, pero en aquel instante agradecí tenerla conmigo. El medallón que le había quitado a la estatua del dios Erin colgaba de mi cuello. No tenía idea de que podía significar, sin embargo, me sentía más segura teniéndolo cerca, así como el talego con las lágrimas de la reina Nayla.
En este último sí tenía depositada mi fe.
Aren tenía razón, yo no estaba lista para hacerle frente a Dormund y no solo por la herida en mi pecho que todavía no sanaba del todo, sino porque cada vez que usaba magia me debilitaba. Hubiese querido que ser la reencarnación del príncipe Alberic se acompañara de conocimientos en magia antigua, fuerza o poder inigualable. Algo me decía que estaba empleando mal la magia del libro.
Antiguamente, Morkes y Lys habían sido uno solo: Erin. ¿Acaso no era lógico pensar que también la magia había sido una antes de dividirse en negra y blanca? Yo no lograba fusionarlas, únicamente la negra dominaba mi poder y también me estaba acabando.
Claro, cabía la posibilidad de que estuviera equivocada, de que la magia de Lys y Morkes fuesen definitivamente opuestas e incapaces de unirse; de que luego de la caída de los alferis como protectores de la magia de Erin; esta se hubiera escindido sin remedio. Si ese era el caso, era inútil de mi parte intentar hallar la salvación en la unión de las dos magias.
Por eso las lágrimas de Nayla eran mi esperanza última. En el momento en el que Morkes reclamara mi alma, esperaba poder usarlas y ganar un poco más de tiempo.
Cuando estaba lista para salir, tocaron a la puerta.
—Adelante —dije.
Moira, vestida con su armadura negra y la capa azul de la guardia real, entró. En sus manos cargaba una caja de plata bruñida. Reconocí el emblema en el frente: mariposas. Mi corazón empezó a latir con fuerza al imaginar lo que contenía.
—Alteza —La capitana, con los ojos brillantes como una noche estrellada, colocó una rodilla en el suelo y me extendió la caja—, os será útil, era de vuestra madre.
Estiré mi mano, pero antes de tocar el metal retraje los dedos, temerosa, tal si estuviera a punto de cometer un sacrilegio.
—No, no sé si deba —dije con voz trémula.
—Es vuestra. —Moira se levantó—. Sois su heredera, haced con ella lo que queráis, pero creo que debéis usarla. Fue hecha por el mismo herrero que forjó la Escarchada. El metal, aunque dúctil y liviano, es muy resistente.
Exhalé un gemido angustiado antes de tomar la caja. Encendí mi savje y acerqué la mano, de inmediato la caja se desarmó y ante mí aparecieron las partes de una resplandeciente armadura negra y dorada.
—De joven ella soñaba con pertenecer al ejército —explicó Moira con un tono soñador que nunca antes le había escuchado—, esta armadura fue forjada junto con su espada.
La capitana acarició el metal de la coraza con una sorpresiva ternura. Después carraspeó, levantó los ojos y me miró con su austeridad habitual. Lara Moira hizo una reverencia, se dio vuelta y salió de la habitación dejándome con una de las posesiones más valiosas de mi madre.
*****
Toqué la puerta de la habitación de Keysa, del otro lado su voz diáfana me autorizó a entrar.
—No voy a llorar. —Fue lo primero que me dijo cuando crucé el umbral—. Sé que volverás, ¿verdad?
Me acerqué a ella sonriendo. Decía que no lloraría, pero en sus mejillas doradas había huellas de lágrimas que ya se habían secado.
—Claro que sí, regresaré por ti y nos iremos a Doromir, ¿recuerdas?
—¿Lo prometes? —preguntó con voz temblorosa.
—Lo prometo.
Abrí los brazos y Keysa se arrojó a ellos, le acaricié el cabello conteniendo las lágrimas. Tampoco yo quería llorar.
—¿Tienes la pluma? —pregunté sin soltarla. Ella asintió—, no te separes nunca de ella, así podré encontrarte. Te quiero Keysa. Gracias por salvarme tantas veces de mí misma.
Keysa se separó de mi abrazo y me miró a los ojos, parecía buscar una verdad oculta en ellos.
—No me digas eso, siento que te despides de mí. No quiero que te despidas, Soriana.
—No lo hago tonta. Es solo que nunca te digo lo que siento y lo muy agradecida que estoy con los dioses por haberme cruzado en tu camino.
Ella sonrió. Su rostro fue, entonces, una parte de ternura, una de tristeza y otra de alegría.
—También te quiero —dijo ella con la breve sonrisa dibujada en los labios—. Regresa pronto, ¿sí?
—Antes de que se consuma una vela de Ormondú estaré de regreso.
Volvimos a estrecharnos con fuerza, la besé en la cabeza y en las mejillas. Podía contar con los dedos de una mano las personas que había querido durante mi vida. De todas ellas, tal vez a la que más le debía era a Keysa. Me prometí que volvería a verla.
*****
En los terrenos aledaños a la casa aguardaban decenas de hipogrifos y soldados, todos listos para la batalla. En ese momento el miedo en mi interior aumentó. Los pensamientos intrusivos de que comandaría a esos hombres y mujeres a una muerte segura cada vez eran más frecuentes, así como la irrupción de los recuerdos del día en que mi madre murió, cuando, con mi poder oscuro, maté a cientos de alferis y de nuestros propios soldados.
Hubiera deseado no tener a nadie a mi alrededor e ir sola al encuentro de Dormund, de ese modo la única que correría peligro sería yo.
—¡Que las flores de Lys desciendan sobre vuestra cabeza! —saludaron los soldados al únisono.
La sorpresa en el rostro de lara Moira al mirarme duró un instante, luego aparecieron una ligera sonrisa y una leve inclinación de cabeza. Imagine que le impactó verme vestir la armadura de mi madre.
La armadura era cómoda. Tal como ella había dicho, las partes de metal eran maleables y parecían adaptarse a la perfección a mi cuerpo, como si estuviesen hechas de cuero. Era muy diferente a la pesada armadura de los alferis que había usado en el combate contra Athelswitta.
Pensar en eso me hizo sentir avergonzada. En cierto modo, todos los soldados allí reunidos nos protegíamos con una fabulosa armadura que había sido creada por los antiguos alferis, usurpábamos su magia y sus conocimientos en la forja del metal. ¿Qué derecho teníamos a hacerlo? Les arrebatamos el conocimiento cuando nos apoderamos de su biblioteca. Queríamos evitar que reclamarán lo que era suyo desde antes y empleábamos para ello sus propios inventos y la herencia de su magia. ¡Cuánto descaro!
Era tanta la afrenta que habíamos cambiado la historia. Si en ese instante les hubiera dicho lo que yo sabía acerca del pasado, ¿me hubiesen creído?
El medallón del dios Erin en mi pecho era la prueba de que la misión de proteger esa magia antigua proveniente de los dioses les había sido encomendada a los alferis. Eso también lo torcimos los humanos. Habíamos hecho las cosas muy mal.
Me surgió una duda en ese momento ¿Cómo fue realmente la magia en la época de los alferis? ¿Sería posible que el príncipe Alberic no les hubiera enseñado todo a los humanos? ¿Qué de alguna forma encontrara una manera de continuar protegiéndola?
—Bonita armadura —Ivanara se encontraba junto a mí, di un respingo, pues no la había notado—. Espero que no haya sido forjada con sangre de alguna criatura mágica.
—¡Que las flores de Lys desciendan sobre vuestra cabeza, capitana! —la saludé sin hacer caso a su sarcasmo—. ¿Nos vamos?
—Estoy lista.
Aren aguardaba por mí sobre un hipogrifo de plumas grises, Se veía imponente usando una de las armaduras del ejército negro. Ivanara subió a otra montura junto a uno de sus subalternos. Moira, adelante, dio la orden y todas las bestias se elevaron. Imaginé cómo nos veíamos desde abajo: decenas de manchas oscuras contra el cielo gris, volando hacia una tormenta.
—Guíame, Soriana. ¿Hacia dónde debemos ir? —preguntó Aren desde adelante, con las riendas de cuero en las manos.
Antes había encantado una pluma con mi sangre, ella nos llevaría hasta Dormund. La saqué del talego en mi cintura, murmuré las palabras y la solté en el viento. Ese hechizo era un poco diferente al que solía usar con Keysa. De inmediato la pluma se transformó en un enorme cuervo hecho de sombra.
—Él te guiará —le susurré al oído.
Aren dirigió el hipogrifo en pos del ave.
Al principio volábamos junto con los soldados, pero antes de llegar al pilar del oeste, el cuervo tomó otro rumbo, poco a poco nos fuimos separando de Moira y el resto. El cielo se tornó oscuro cuando nos adentramos en la tempestad, parecía que se hubiera abierto en dos y una furia creciente descendiera desde él. Llovía a cántaros y cada tanto, varios rayos iluminaban los nubarrones grises. Era complicado seguir al cuervo de sombra debido al clima difícil, Aren hizo aparecer una gran luminaria azul, casi plateada, que nos alumbró el camino.
Poco tiempo después dejamos de ver a los soldados. Nos acercamos a los lindes del domo, debíamos cruzar para salir de Augsvert y buscar a Dormund del otro lado.
El domo de Augsvert tenía puertas en cada pilar, estas estaban custodiadas por un bastión que albergaba al menos dos docenas de soldados. En el pilar del oeste había una de esas torres fortificadas, era en esa parte del domo donde se encontraba la falla. Nosotros nos hallábamos al este del pilar y el cuervo de sombras se dirigía a un sitio en la barrera donde no existía puerta ni balaustre.
—¡Soriana! —gritó Aren. De frente teníamos el domo.
Así como existía un encantamiento para formar el Hjálmar gyilltir, existía otro que podía revertirlo y abrir la barrera. Conocía ambos hechizos desde niña, pues se suponía que cuando fuera reina una de mis funciones sería mantener funcionando el domo.
Levanté la mano diestra, encendí mi savje en su máximo nivel y con los dedos índice y medio extendidos dibujé la runa de sivril y susurré el encantamiento secreto que dotaría a esa runa del poder de abrir una brecha en ella
De inmediato, la runa flotó resplandeciente en el cielo frente a nosotros. Yo la guiaba y la mantenía con mi savje. Cuando estuvimos muy cerca la libere y esta se estrelló contra el domo, la abertura apareció entonces.
Primero cruzamos nosotros y luego lo hicieron Ivanara y su subalterno. Cuando ellos salieron al otro lado, empuñé la mano y la runa junto con la abertura desaparecieron.
Finalmente, estábamos fuera de Augsvert y pronto nos encontraríamos frente a Dormund.
El cuervo de sombra aleteó adelante y hacia el oeste. De nuevo nos pusimos en marcha, empapados por la tempestad. Poco tiempo después vislumbramos al ejército alferi del otro lado del pilar del oeste.
Había cientos de soldados sobre hipogrifos: cabello blanco, armaduras plateadas, lanzas cargadas con la energía de los rayos en las manos.
Cuando los alferis fueron expulsados de Augsvert perdieron el conocimiento de poder hacer runas, por lo tanto, su magia se volvió primitiva y ellos tuvieron que depender de las fuerzas de la naturaleza para potenciarla. Cada vez que el cielo era surcado por un relámpago, las lanzas de los alferis tomaban parte de esa energía, luego ellos las estrellaban contra el domo. Cientos de impactos resplandecían al tiempo que las lanzas golpeaba la barrera. En varios sitios eran visibles fracturas que se extendían por el domo de arriba abajo.
—¡Debemos buscar al Cuervo! —le grité a Ivanara, que volaba muy cerca de nosotros.
—¡Sois igual a ellos! —contestó la capitana sorprendida, señalando a los alferis adelante.
—¡Que no os vean!—le advertí sin prestar atención a su observación.
El cuervo de sombra voló un poco más adelante y entonces lo vi. Dormund se hallaba sobre una colina, protegido por una barrera de energía, tan roja como la mía.
****
#terror #panico#ozuna ja,ja,ja.
Tal vez no estemos tan cerca del final comoo creí. Saben, una de las cosas que mas me cuesta escribir son capitulos finales y batallas, y eso es justo en lo que estoy, ténganme paciencia.
Ah, antes de que se me olvide, porque algunos me han preguntado en redes. Augsvert y el resto de mis novelas continuarán en Wattpad. Continuaré con las actualizaciones de Augsvert aquí, pero próximos proyectos es muy posible que tengan otra casita. De todas formas de eso les iré informando, aunque no aquí en Wattpad, porque la plataforma se paniquea si uno menciona a sus competidores, ja, ja, ja. Ese tipo de anuncios los daré en redes.
Estoy pensando en crear un grupo de lectores donde pueda dar esos anuncios con libertad y sin espías. Lo malo es que no sé donde crearlo, no soporto mucho los grupos de WhatsApp y no estoy familiarizada con telegram. Me gustaría Discord pero sé que algunos se les complicaría, así que seguiré pensando en algo.
Besitos, nos leemos el otro domingo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro