Lisa volteó a ver a Jennie con el ceño fruncido y un puchero. Kim lo notó, así que decidió preguntar.

—¿Qué pasa?

—¿De verdad quieres a mi mamá de suegra? ¿No es broma?

Jennie queda en silencio un momento procesando su pregunta, sonríe y toma su mentón haciendo que la tailandesa la mirase a los ojos con las mejillas rojas. Sin más rodeos, juntó sus labios en un beso lento y corto, algo efímero, pero que de igual forma tenía significado.

—¿Eso responde tus preguntas? —cuestiona, rozando sus narices.

La menor asiente pasando sus brazos por su cuello.

—Lo hace, pero no muy bien. ¿Podrías repetirlo para ver si lo entiendo?

Jen sonríe coqueta, tomando con posesividad la nuca de Lisa para dejarla lo más cerca posible, hasta que sus narices rozaran y sus respiraciones se mezclaran.

—De acuerdo.

Y unió sus labios otra vez.

Pero esta vez duró más tiempo, fue un beso desesperado y lleno de cariño. La lengua de la mayor se hizo presenté, delineando los esponjosos labios de Lisa, pidiendo permiso para explorar su cavidad, ella cedió, y sus lenguas se enredaron entre sí a la par que mordían y chupaban sus labios con ahínco, dejándolas totalmente rojos e hinchados una vez que se separaron por falta de aire.

Jennie sonríe, delineando el labio inferior de Lisa con su pulgar.

—¿Ya entendiste bien? —pregunta una vez su respiración se reguló.

—Lo hago —contesta, por fin observándola a los ojos.

—¿Eso significa que somos algo? —Jennie acaricia su mejilla.

—No lo sé. ¿Quieres? —enarca una ceja divertida, sacándole una risita a la castaña.

—Claro que sí. ¿Tú?

—Si no lo quisiera te hubiese apartado de una y te hubiese demandado.

—De acuerdo, linda —asiente, pensando si eso hubiese pasado—. Espera, ¿ya lo has hecho?

La menor asiente despreocupado.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Idiotas que se creen la gran cosa —dice, encogiéndose de hombros.

Jennie asiente comprendiendo y prefiere cambiar de tema.

Así se la pasaron por un par de horas más,
hasta que Lisa tuvo que volver a su casa ya que su madre la había llamado.

—Llegamos —musita, observando a la menor una vez paró el auto.

—Ujum.

Ella se acerca hasta Kim, dejando un casto beso en la comisura de sus labios.

—Nos vemos luego, Jen —le sonríe.

Bajó del auto rodeándolo hasta estar del otro lado de la acera, se encaminó hasta la puerta sacando su llave para abrirla, cuando estuvo a punto de entrar, el grito de Jennie la distrajo.

—¡Lisa!

—¿Si? —grita de igual manera, para que la escuchara.

—¡Cuídate, te quiero, tarada pero bonita! —grita, sonriendo. Le encanta insultar alagando a la vez.

Lisa sonríe levemente.

—¡Igual tú, gata! —dicho eso, se adentra a su casa.

Jennie sonríe una última vez, encendiendo su auto para marcharse de ahí con una inmensa sensación de felicidad latiente en su pecho.