Después de un agradable rato de charla con Taerae, Gunwook decidió dar un paso más allá.

Con una sonrisa coqueta, Gunwook comentó:

—Oye, Taerae, ¿me podrías dar tu número?

Taerae, asumiendo que era para asuntos relacionados con su nueva vida como compañeros de vivienda, asintió con naturalidad. —Claro, Gunwook, aquí está. Será útil para coordinarnos con las reglas de la casa.

Gunwook, con un brillo travieso en los ojos, aceptó el número. —Sí, eso también, pero admito que principalmente quería tenerlo para hablar contigo.

Taerae, sorprendido por la inesperada revelación, soltó una risa tímida. —Ah, pensé se trataba sobre lo de ser roomies. ¿Así que solo para hablar?

Gunwook asintió con un guiño coqueto. —Bueno, también podrías llamarme para hacerte compañía en tu habitación.

Antes de que pudieran recuperarse de su repentina vergüenza, el celular de Taerae sonó con insistencia. Su rostro mostró una expresión de urgencia al revisar el mensaje.

—Mi clase está a punto de comenzar. Lo siento, Gunwook, tengo que irme ya —se disculpó Taerae, poniéndose de pie apresuradamente.

Gunwook intentó ocultar su decepción detrás de una sonrisa comprensiva. —No te preocupes, Taerae. Nos vemos en casa. Buena suerte en tu clase.

Taerae le lanzó una sonrisa apresurada con el sonrojo aún cubriendo su rostro mientras se despedía y corría hacia la puerta de la cafetería. La brevedad del encuentro dejó a ambos con una mezcla de emociones, pero la promesa de un "nos vemos en casa" quedó suspendida en el aire, creando un anhelo sutil entre ellos.