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Pareja: Thomas Lightwood / Alastair Carstairs.
Fandom: Cazadores de Sombras; The Last Hours.
Spoilers: Chain Of Gold, Chain Of Iron.
Advertencias: contenido sexual explícito, celos.
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Thomas no se consideraba a sí mismo como una persona celosa. Bueno, no en exceso al menos.
Sabía controlar bastante bien su temperamento en cuanto a los celos, sobretodo si sabía que realmente no existían motivos para sentirse lleno de celos enfermizos que arruinaban su estado de ánimo.
Él sabía que Alastair Carstairs poseía una belleza inefable, porque no existían adjetivos adecuados, suficientes y correctos para describir su belleza hipnótica y única. Por lo mismo, solía atraer a muchos y muchas Cazadores de Sombras a su alrededor, que se acercaban con excusas tontas al chico y se veían atraídos hacia su presencia como las abejas se veían atraídas a la miel.
Alastair siempre parecía ser inconsciente al hecho de que la mayoría de las chicas y muchos chicos lo observaban y se sonrojaban suavemente en cuanto entraba a una habitación, pero Thomas estaba casi seguro de que era más consciente y menos inocente de lo que siempre parecía, porque Alastair tenía dos caras —y siempre las había tenido—: una el la que se mostraba al mundo con un perfil elaborado cuidadosamente y otro que solo mostraba con las personas cercanas a él como lo eran los miembros de su familia y el propio Thomas.
Alastair podía parecer muy inocente y cándido frente a los demás chicos y chicas, y muy duro e inflexible frente a todos los adultos, pero la realidad de su personalidad era otra completamente diferente y Thomas siempre había apreciado y admirado las dos facetas que él decidía mostrar, sabiendo que esas apariencias fueron forjadas a base de dolor y sufrimiento, y miedo a ser herido y juzgado.
En la privacidad de su habitación, cada palabra llena de veneno se convertía en una palabra dulce o jadeante, cada mirada llena de irritación y furia bien dirigida se convertía en una llena de afecto y respeto, y cada apariencia llena de inocencia o inflexibilidad se convertía en una salvaje y llena de deseo y amor, porque, tal como una moneda, Alastair poseía dos caras y las dos eran fascinantes de ver y apreciar.
Y, aunque Alastair nunca se había burlado de sus celos ante la atención que las chicas y chicos le daban, siempre le dejaba en claro que solo existía lugar para una persona en su corazón —que era él—. Pero siendo como era, Thomas también sabía que, en el fondo, su precioso novio disfrutaba de sus celos y la atención cuidadosa extra que él le mostraba cuando se sentía un poco desplazado y celoso.
A Thomas, por variadas razones, le molestaba asistir a fiestas en las que la gente se aglomeraba alrededor de Alastair y en las que no se les permitía disfrutar juntos.
—Es lamentable ver tu expresión. —Thomas se giró para ver a Matthew, quién tenía una copa de agua en las manos y observaba con evidente irritación a Alastair.
Las cosas entre ellos no estaban mal, pero tampoco bien, se iban solucionando poco a poco.
—¿Qué expresión? —Preguntó con inocencia mal fingida.
Matthew rodó los ojos y le hizo un gesto displicente.
—La de cachorro herido —dijo—. Ni Oscar es tan dramático cuando no lo dejo comer de mi comida.
Thomas fingió una expresión de indignación ante el hecho de ser comparado con Oscar Wilde —el perro de Matthew— pero supo que falló cuando Matthew le dio una mirada llena de diversión y burla.
—No estoy herido —le dijo.
Matthew arqueó una de sus cejas rubias y miró brevemente a Alastair —que estaba hablando con la nueva chica que el Instituto de Londres había acogido por su año de viaje— antes de volverse a él.
—Ya sabes —comenzó Matthew—, Carstairs y yo estamos en términos difíciles, pero, que Raziel me perdone por decir lo que voy a decir, él te quiere. Y es más gay que ninguna otra persona que he conocido.
Lo sé, quiso decirle Thomas.
Sus amigos no solían comprender que sus celos no eran porque creía que Alastair le sería infiel o se enamoraría de alguien más, sino que por la atención que éste tan social y libremente le prestaba a otras personas. Thomas sabía que era enfermo sentirse así, pero no podía evitarlo; aunque, por supuesto, respetaba la vida social de Alastair y también, de vez en cuando, se unía a él para conversar con otras personas mientras fingía que todo estaba bien (cuando sabía que nada estaba bien y sentía un deseo desconocido y feroz y hambriento crecer en lo profundo de sus entrañas).
En el fondo, no estaba bien de ningunas formas y combatir los celos abrumadores y sin sentido por la atención de Alastair se convertía en algo cada vez más agotador pero que, con mucho esfuerzo, estaba aprendiendo a disipar y manejar.
—Créeme —le dijo a Matthew— yo lo sé mejor que nadie.
Matthew captó su tono de insinuación y doble sentido, porque inmediatamente se puso verde y le dio una última mirada nauseabunda antes de marcharse.
Por suerte, Anna Lightwood llegó después de que Matthew se fuera y ambos se sumieron en una conversación entretenida sobre la fiesta que Magnus Bane —que actualmente estaba en Londres— dio la semana anterior.
Thomas logró no desviar sus ojos ni una sola vez de su conversación con su prima.
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En la noche, cuando Thomas y Alastair llegaron a su hogar, ambos se apresuraron a deshacerse de las ropas que cubrían su cuerpo mientras se besaban entre suspiros llenos de deseo y pasión.
Alastair estuvo silencioso de camino a casa, por lo que Thomas se vio completamente sorprendido cuando éste comenzó a susurrarle cosas sucias en cuanto ambos estuvieron en una posición cómoda y comprometedora sobre la cama.
—Estás más ruidoso de lo normal —le dijo a Alastair, con un tono lleno de deseo.
Alastair, aún acostado, alzó la barbilla y le dio una mirada llena de pasión y diversión mezcladas.
—Es porque te necesito —dijo con voz firme y altanera— y no estás haciendo nada para joderme como si no hubiera un mañana.
Una oleada de excitación lo golpeó en cuanto las palabras de Alastair terminaron de salir, y tuvo que luchar con todo su autocontrol para no tomar el cuerpo de su pareja de forma brusca y necesitada.
—¿Hay alguna razón en especial por la que estés tan necesitado? —Preguntó, con voz paciente mientras pasaba sus manos por los muslos de Alastair de manera tentativa.
Alastair siseó y se removió en la cama ante el contacto, mientras le daba una mirada llena de irritación.
—Tus ojos estuvieron muy ocupados ésta noche para notarlo, ¿no es así?
Thomas alzó una ceja ante el tono y la insinuación en las palabras de Alastair.
—¿Estás celoso?
—¿No lo estabas tú? —Rebatió Alastair, y era la primera vez que se atrevía a preguntar de forma directa.
Thomas sintió un sonrojo subirle por las mejillas y calentar su pecho.
—Lo estaba —admitió.
Alastair le dio una mirada llena de oscuridad y algo imposible de leer antes de suspirar y entrecerrar los ojos.
—Necesitaba que me rescataras de la mocosa esa que estaba conmigo —murmuró Alastair con desenfado—. Pero estabas ocupado. Y ahora te necesito.
Thomas se inclinó hacia adelante y presionó sus labios contra los de Alastair, quién lo besó con una pasión desbordante que los tuvo a ambos al borde la respiración.
—Ahora me tendrás.
Los ojos de Alastair brillaron ante su determinación; Thomas lo preparó de forma lenta y dura a la vez, sintiendo el interior de Alastair apretar sus dedos y escuchando sus gemidos lleno de satisfacción llenar la habitación como una lluvia avasalladora.
Ignoró todas las exigencias de Alastair de que lo tomara sin prepararlo bien porque no quería lastimarlo y casi podía apostar que después se iban a arrepentir los dos de no haberse tomado su tiempo para estar adecuados al cuerpo del otro.
Cuando por fin terminó y sus dedos se retiraron del calor apretado de su novio, permitió que éste lo besara un par de veces más mientras se deleitaba tocando los músculos tensos de su abdomen y de sus brazos bajo las yemas de sus dedos.
Unir su cuerpo con el de Alastair siempre era algo abrumador y placentero a la vez —incluso un poco cercano al dolor placentero que Thomas aún no era capaz de comprender— y esta vez no fue la excepción: Alastair se arqueó sobre la cama mientras sus manos se envolvían en su cabello y tiraban de él de forma dolorosa, y su agarre sobre su cintura se apretaba y lo empujaba más cerca del orgasmo.
—Muévete —exigió Alastair inmediatamente después de que estuvo completamente dentro de él.
—No.
—Muévete —volvió a decir con firmeza. Pero Thomas no estaba dispuesto a moverse en ese momento por dos razones; estaba demasiado cerca del orgasmo y temía lastimar a Alastair.
—No lo haré —respondió con un tono de firmeza mayor al de Alastair.
Alastair pareció rendirse y esperó impacientemente hasta que él estuvo listo para comenzar a moverse, cosa que Alastair le facilitó encontrando sus movimientos con su caderas con una coordinación precisa.
Para cuando ambos estuvieron acostumbrados al ritmo, los movimientos de Thomas —que eran suaves, precisos y profundos— hicieron que el cuerpo de Alastair se arqueara contra el suyo y que sus agarres contra su cuerpo se apretaran aún más.
A Thomas no le costó entender que Alastair quería que lo tomara de manera fuerte (como si no hubiera un mañana, en palabras de Alastair), pero se resistió lo máximo que pudo sintiendo que podía lastimarlo.
Alastair pareció irritarse ante su resistencia.
—Tom, mi querido —murmuró Alastair de manera ronca sobre oído, el cual mordió y provocó que el cuerpo de Thomas se estremeciera—. Jódeme como si no hubiera un mañana.
—Alastair —advirtió, con un tono de oscuridad en la voz.
—Hazlo —exigió de nuevo—. Hazlo o haré que te arrepientas de no hacerlo cada día de tu vida. Sé que quieres tomarme de manera ruda…
—Deberías dejar de hablar —le suplicó, sintiendo el deseo crecer de forma hambrienta en sus entrañas y entorpeciendo sus movimientos.
Alastair jadeó desde el fondo de su garganta cuando él perdió el control de uno de sus movimientos y lo golpeó con más fuerza de la que pretendía.
—… Quieres hacerlo desde hace tanto tiempo, mi Thomas —continúo Alastair, la lascivia llenando su voz—. Sé que quieres hacerlo cada vez que me ves hablando con alguien, sé que mueres por acercarte a mí y dejarle en claro a todos que soy tuyo, sé que te mueres por besarme y tomarme frente a ellos para que no se vuelvan a acercar a mi.
Thomas gruñó, sintiendo que el poco autocontrol que tenía se escapaba rápidamente de sus manos y se alejaba de su alcance. Alastair jadeó y gritó profundamente cuando sus movimientos se hicieron más fuertes, más rápidos y más duros que antes. El sonido de sus cuerpo encontrándose y de la cama gimiendo bajo sus cuerpos se acrecentó notablemente, tanto que lo único que pudo escuchar Thomas un par de segundos después fue el golpeteo de su cuerpo colisionando contra el de Alastair y el ruido sucio que hacían sus pieles al entrar en contacto.
Ni siquiera registró el dolor en su cabeza ante el agarre más fuerte que Alastair ejerció en su cabello debido al placer, tampoco registró de forma completa en que los tobillos de éste se engancharon aún más a sus caderas y presionaron contra sus glúteos, lo único que registró fue el calor y la quemadura haciéndose más profunda en su estómago y lo profundo que su cuerpo y el de Alastair se estaban uniendo; los gemidos de Alastair abrumaron sus sentidos por todo el placer que parecían contener.
A Thomas le encantaba ser la persona que desarmaba a Alastair Carstairs en la oscuridad de su habitación, y le encantaba aún más ser la razón por la que Alastair estaba gimiendo de manera obscena y placentera contra su cuello.
—¿Esto es lo que querías? —Preguntó, con un filo de enfado apasionado en la voz.
Alastair abrió los labios, dispuesto a hablar, pero se vio retenido cuando Thomas aumentó la fuerza en uno de sus movimientos y lo hizo gritar de forma ahogada, todas las palabras parecieron morir en el fondo de su garganta.
—Tú- joder —balbuceó Alastair, con voz temblorosa. Sus labios parecieron estar dispuestos a intentar formular una oración completa de nuevo pero Thomas no lo permitió: en medio de sus movimientos fuertes, de los golpeteos y el ardor de sus pieles chocando y del placer incrementado en los dos, tomó a Alastair en sus manos y lo tocó de manera firme. Cualquier cosa que Alastair pareció estar dispuesto a decir, se perdió en su mente y se entregó al placer deliberado y duro que Thomas le estaba proporcionando—. Sí, sí, sí.
Los ojos de Alastair se cerraron, sus labios se abrieron y sus agarres flaquearon cuando el placer lo sobrepasó, y cuando sus ojos volvieron a mirar los de Thomas, él pudo ver las perlas de lágrimas manchando sus pómulos y bajando por sus mejillas, hasta perderse en alguna parte baja entre su cuello y mandíbula.
Thomas, sintiéndose sediento y necesitado de tener más y más del cuerpo de Alastair, se inclinó hacia adelante y chupó y besó el pulso de Alastair con sus labios, sintiendo el golpeteo de su corazón a través de sus labios.
Alastair pareció intentar hablar de nuevo, pero sus palabras se ahogaron entre maldiciones a medio pronunciar.
Solo se necesitaron un par de movimientos más en los que Thomas jodió a Alastair como si no hubiera un mañana —sus embestidas llegando profundamente en Alastair de una manera en la que nunca habían llegado—, mientras éste sollozaba y dejaba que su cuerpo se rindiera al placer absoluto que estaba sintiendo.
El clímax de Alastair lo golpeó con fuerza y provocó que los gritos de su amante se tornaran rotos, mientras su orgasmo manchaba los pechos y vientres de ambos. Thomas lo jodió hasta que llegó a su propio orgasmo con un gemido ronco e, incluso, mientras llenaba el interior se su pareja lo siguió jodiendo.
Cuando sus movimientos se detuvieron, Alastair suspiró con un poco de pesadez y siguió sollozando mientras sus cuerpo el se estremecía con algunas réplicas del orgasmo.
Thomas se inclinó hacia adelante y, sintiéndose un poco preocupado y a la vez sabedor de que las lágrimas de Alastair provenían del placer, besó las mejillas y los párpados de Alastair —los cuales se cerraron—, provocando que sus labios se humedecieran con las gotas de sal.
—¿Estás bien? —Preguntó con voz suave.
—Sí —contestó Alastair, aún sin dejar de estremecerse—. Es solo… El placer es abrumador e intenso incluso ahora, y puedo sentirte tan profundamente dentro de mí que… no lo sé, me hace sentir completo y cálido de forma literal.
Thomas sonrió contra las mejillas que estaba besando, y tarareó un sonido de entendimiento.
Alastair tenía razón, el placer y la sensación de sus cuerpos presionados juntos hacía que se sintiera completo y cálido, y mejor de lo que nunca antes se sintió.
Después de varios minutos de permanecer aún con sus cuerpos unidos y los labios de Thomas besando cada parte del rostro se Alastair, Thomas intentó retirarse del cuerpo de su amante, quién gimió de manera quejumbrosa y lo retuvo con sus piernas para que permaneciera dentro de él.
—Tengo que limpiarte —le dijo como explicación, esperando que lo dejara retirarse.
—No —contestó Alastair—. Quiero sentirte dentro de mi hasta que me duerma. E incluso cuando despierte, voy a necesitar sentirte dentro de mi. Sé que tú quieres lo mismo.
El corazón de Thomas se aceleró ante la afirmación certera de su amante, porque por supuesto que quería abrazar y permanecer dentro del cuerpo de Alastair de manera eterna, pero eso no sería agradable para ninguno de los dos en unos cuantos minutos.
—Sabes muchas cosas de mí esta noche.
—Siempre he sabido todo de ti —corrigió Alastair—. Pero nunca tuve una razón para mencionarlas. Estaba dándote tu tiempo y espacio.
—¿Y no te parece… —comenzó Thomas con un poco de duda—, no lo sé, psicópata que me sienta así?
—Por supuesto que no —contestó Alastair rápidamente—. Y si lo fuera, no me importaría, porque conozco la sensación de querer toda la atención de una persona sobre ti nada más, aunque sea egoísta.
—Mmm —tarareó Thomas, evitando pensar en otras personas—. Nunca pareces querer toda mi atención.
—Que no parezca que la quiera no significa que no la quiera —aclaró Alastair—. Yo siempre quiero toda tu atención, pero sé que no es posible.
Thomas separó sus labios de el rostro de Alastair y esperó a que los ojos de éste se abrieran para que sus miradas pudieran encontrarse: la belleza de los ojos oscuros de Alastair siempre lo sorprendía y lo hacía sentir atraído. Hipnotizado hacia sus pupilas dilatados y el iris de un tono más claro que el negro.
—Siempre tienes mi atención completa —confesó—. Cada vez que entras a una habitación, o cuando te vas, o cuando estás conmigo mostrándome una parte de ti que nadie más tiene el placer de ver: tu siempre tienes mi atención.
—Y tú la mía —murmuró Alastair con una sonrisa en sus labios—. No importar con quién estoy o dónde estoy, siempre me encuentro pensando en ti y tratando de mirarte aunque sea de reojo porque no soporto no verte.
Thomas, sin poder evitarlo, se inclinó y besó los labios rojos de Alastair de forma suave, queriendo transmitirle a través de un beso todo lo que sus palabras le hicieron sentir.
Ninguno de los dos dijo nada más, pero se besaron y acariciaron sus cuerpos con movimientos lentos y apreciativos hasta que ambos se sintieron adormilados.
Alastair se durmió con su cuerpo cálido aún envuelto alrededor del de Thomas.
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