4 | aftermath
Las cosas se habían vuelto más complejas y tensas en el grupo de amigos de Timothée y eso lo involucraba a él demasiado. Eran sus mejores amigos después de todo, su otra familia elegida. Por supuesto que las cosas que les sucedieran a todos ellos le afectarían a él de alguna u otra forma. Incluso si sus padres creían que no tenía sentido, que él tenía su propia vida y sus propios problemas como para estar mortificándose por la miseria de los demás.
Por un lado, estaba el imbécil de Scorpius Malfoy con sus problemas para lidiar con sus conflictivos sentimientos por Deter Zabini. Oh, pobre de ella, atormentada por el chico que alguna vez fue su mejor amigo durante su infancia.
── Supéralo ── dijo un día cuando estaban todos sus amigos reunidos en la sala común de Slytherin. Tim se sentía frustrado, consumido por la culpa que corría en sus venas como el agua de un manantial ──. No mereces a una chica como Deter.
Afilado, justo como Timothée. Eran las palabras más sencillas, pero las más reales. Scorpius no era un buen chico, o sí, pero había arruinado tantas cosas desde la muerte de su madre que nada serviría para enmendar el haberse cagado en la amistad que alguna vez Deter le ofreció.
── Debo hallar una forma de solucionarlo.
── No, no debes porque la aburriste, se cansó.
Y no era la única que se había agotado en el último tiempo.
Albus también se sintió desconsolado y comenzó a cohibirse estando hasta con sus amigos y con sus hermanos o sus miles ─ en su exageración ─ de primos.
¿La causa? Timothée sabia exactamente qué o quién era.
Kaila Malfoy, la hermana melliza y metamorfomaga de Scorpius de quién Albus estaba enamorado. El chico se había esforzado en ser su amigo por años, su amigo y nada más, pero recientemente había tenido la pésima idea de regalarle flores, rosas más que nada.
── ¿No crees que es absurdo? ── Timothée era un poco brusco, en especial cuando de sus amigos y seres queridos se trataba. ──. No le van a gustar, te apuesto diez galeones de oro.
Y Albus seguía sin pagárselos.
Kaila había quemado todas y cada una de las flores, desde girasoles hasta rosas que el anónimo, que en realidad era Albus Potter, le había regalado. La gran mayoría frente a sus ojos.
── Te lo dije, Kaila no iba a apreciar ese gesto porque está traumatizada y si se entera que fuiste tú, créeme Al, te odiara ── estaban en Cabeza de Puerco un sábado, disfrutando el fin de los exámenes.
── Ella no me odiaría, somos... ella es mi amiga.
── No, no lo es, solo es la hermana desquiciada de Scorps ── murmuró, antes de tomarse de un trago una cerveza de mantequilla.
Y ni hablar de Yorhan Ambroise y su fijación por la hermana dos años menor de James y Albus. Claro que Lily era preciosa, era un encanto y era la más sanita de su familia en cuanto a... a muchas cosas, pero Yorhan se negaba a admitir que estaba atraído hacia ella porque era demasiado pequeña para él, aunque fuese un año mayor que ella, estaba seguro de que seguía siendo mal visto.
Y era una terrible idea que la gente lo supiera o peor, que ella o sus dos hermanos tuvieran conocimiento.
── ¿Acaso crees que James o Al no lo saben, ridículo? Todos sabemos que a ella la miras como si fuera el atardecer perfecto, como si no hubiera cosa más perfecta que su sonrisa o su cabello todo rojo y feo.
── ¿Estás hablando de Lily o de tu Rose? ── los ojos del chico estaban cerrados mientras yacía recostado en la hierba en un sitio escondido en Hogsmeade que habían hallado ellos cinco hacia más de un año.
── ¿Mi... mi qué? ── Timothée se trabó con sus palabras y no logró seguir burlándose de su amigo.
── Negarlo no hará que desaparezca.
¿Cuál de todos se encontraba en la peor de las situaciones? Porque ni siquiera James estaba tan arruinado, al menos él y Dorothea eran amigos y se agradaban el uno con el otro, pero ¿Timothée y Rose Weasley? Eso era otro cuento.
Uno que él odiaba.
── Ya te dije que mi nombre no va en ese orden ── la chica de a poco ya comenzaba a agotarse de corregirlo una y otra vez. No es que Nott fuese el único que decía su nombre en el orden equivocado, pero era quien lo hacía siempre a propósito solo para molestarla y burlarse de ella.
Siempre lo corregía y él insistía en poner por delante el apellido incorrecto.
── ¿Y crees que acaso te presto atención? ── su voz quieta, casi como si ella no lo estuviera afectando porque sus palabras y actitud externa decía una cosa, pero el latido acelerado de su corazón y el cómo sentía la sangre correr por sus venas hacia todo su cuerpo decía otra cosa.
Él estaba sintiendo todo lo contrario de lo que trataba de demostrar en el exterior.
La luz tenue del pasillo a mitad de una tarde de invierno era todo lo que necesitaban para ponerse a discutir, discutir hasta que sus amigos se dieran cuenta y vinieran a separarlos. También ellos estaban cansados de su interminable tira y afloja.
── Bueno, sé que soy un poquito irresistible, amor ── se burló Rose, aunque esas eran palabras que usaría su prima y se sintió tan impropio de ella, tan... ajena.
── ¿Cómo me acabas de llamar, niñita insufrible? ── la voz le tembló, pero la ira y el desconcierto era palpable en él.
── No es la gran cosa, no le tomes importancia.
── Claro que no es la gran cosa, Weasley ── la mano de Timothée se alzó para acallarla antes de que pudiese corregirlo otra vez ──. Tú no eres la gran cosa, eso es lo que pasa. Eres un dolor de trasero y no puedo tomarme en serio tus palabras o las cosas que haces, te lo juro.
Estaba siendo cruel por serlo, para herirla de alguna forma y alejarla lo más posible de él, pero su voz tenía un tinte de duda, de arrepentimiento no reconocido y le dolía a Tim también.
── ¿Qué fue lo que te hice para que me odiaras tanto? ── Timothée borró su sonrisa sardónica, esa mueca orgullosa y arrogante que ni siquiera parecía la curva de una alegre y brillante sonrisa.
Porque no lo era.
── Es que ni eso hago, Weasley, los sentimientos por ti son igual que los nargles ── el chico se cernió sobre ella, casi cubriéndola ──. Inexistentes. Ya va siendo hora de que entiendas de que no eres nada para mí, de que a nadie le importas.
El sonido de una bofetada resonó, pero no hubo testigos más que las antorchas llameantes del pasillo.
── Eres un bastardo ── escupió la pelirroja encolerizada, pero su voz traicionó el dolor y cómo de a poco, las lágrimas se desbordaban y prefirió irse antes que darle a Timothée la satisfacción de haberla herido.
De haberla afectado hasta hacerla llorar.
── Genial, ahora todos van a irse contra mí, estupendo ── se quejó, pero se fue por el otro camino, hastiado.
Al final, Deter y Albus no eran los únicos agotados.
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