Catorce (Final)
Cuando tenía trece aprendió a convencer. Podía venderle una sandía un hombre y convencerlo de que dentro estaba el sol. A los catorce llegó a un pequeño supermercado donde se enamoró por primera vez. Rina en ese entonces tenía veinte, pero era tan hermosa que a Ross no le importó su edad en absoluto. A los dieciséis averiguó dónde se encontraba viviendo su hermano Luka y con todo el valor que reunió en ese tiempo fue hacia él para saludarlo. Claro que luego terminó en él golpeándolo para que le dé un poco de dinero.
Ross siempre fue caracterizado por perder lo que quería, porque cuando se encariñó con su hermano entonces su madre lo obligó a irse. Ella le dio una maleta con el dinero suficiente para una semana y lo botó de la casa. Al próximo día, cuando volvió, ya nadie estaba en casa y había perdido el rastro de su hermano. Cuando se enamoró por completo de Rina y quiso confesarle sus sentimientos, entonces ella llegó con la gran noticia de que se casaría. Cuando se encariñó con su único amigo hasta ese momento, Drake, este lo apuñaló por la espalda vendiéndolo a su deudor.
Ahora no creía que fuese diferente, porque Nick estaba alejándose de él. La comunicación había cesado y ya ni siquiera se dirigían la mirada. Ross dudaba de que volvieran a lo mismo, él sabía que todo entre ambos se había quebrado y lo peor es que no encontraba el punto exacto en el que todo se fue a la basura. Tampoco podía dejar el orgullo para decirle sus preocupaciones, Ross asumía que Nick ya había dejado demasiado su orgullo para rogarle durante un tiempo que sea su pareja, era su turno, pero es que solo no podía hacerlo.
Esa mañana cuando Adam le llamó para que lo viera en las orillas del lago cerca de su territorio pensaba que el tiempo que tenía en el lugar se estaba agotando. Lo extraño era que el lobo gris no le dijo absolutamente nada, él solo se mantuvo callado viendo cómo el lago se llevaba las pequeñas ramas que los árboles dejaban a la deriva, Ross se mantuvo inquieto durante todo ese tiempo. Adam había vuelto a la normalidad hace poco, cuando vio a Luka con el cachorro entonces pareció volver en sí e intentar quitarle el cachorro a su pareja.
Adam ahora estaba tranquilo, sin embargo sus orejas a veces se movían una que otra vez, como si estuviese escuchando la respiración de su pareja. A pesar de estar lejos él lo seguiría cuidando. Y tal vez Ross este empezando a querer este tipo de relación, quizá tuvo la oportunidad de tenerlo pero esta se había extinguido cuando rechazó de varias maneras al lobo negro.
—Alma volvió —la voz de Kaspar acabó con su silencio, él lucía tan arrepentido de sí, que ya no se atrevía a levantar la mirada— hay problemas.
Y lo sabía, Adam sabía cuan importante era él para tener la venganza de los lobos negros.
—Necesitas pagar tu deuda para así poder volver a la ciudad —empezó Adam, antes de darse la vuelta y empezar a ir en la misma dirección de Kaspar— te daré lo que debas, vete de aquí en la mañana.
Con ello lo único que pudo ver Ross fue la espalda del alfa. Y lo aceptó, porque era lo correcto, porque solo había llevado miseria y problemas a la manada de su hermano. Debía irse y si es que el lobo gris pagaría sus deudas entonces lo dejaría y partiría. Por eso no dijo nada, se quedó en silencio y esperó a que la tarde tocara la copa de los árboles, entonces recién se atrevió a volver a la manada y seguir con la indiferencia de todo lo que había pasado.
Solo que Alma se metió en su camino, su cabello negro ondulado caía por sus hombros y sus largas pestañas se agitaban con sutileza. Tras él estaba su hermano, aquel que en su primer encuentro le sonrió como un tonto que acababa de ver a su súper héroe. Ambos lo observaban con cuidado.
Kaspar venía tras ellos, con la mirada en el piso y un suspiro pegado a sus labios. En sus brazos estaba el pequeño guepardo que Luka tenía entre su cuerpo durante tanto tiempo. Ross en ese momento escuchó los maullidos lastimeros de su hermano. Al levantar la vista un poco más pudo ver a Luka en su forma felina mientras era retenido por los fuertes brazos de Nick.
—Con esto la deuda que los lobos grises tienen con los lobos negros ha sido saldada —dijo ella mientras tomaba al pequeño guepardo entre sus manos y se lo llevaba.
—¿Por que? —Ross la detuvo del brazo, sin entender la razón en ello— ¿Por qué las mentiras y todo lo que has causado acá?
Ella lo miró durante un largo minuto y con una sonrisa en los labios pasó de él y siguió su camino. A cada paso que daba los maullidos de Luka eran más fuertes.
—¡Ross! —la voz de Kaspar hizo que vuelva la vista a su hermano que ahora era sujetado por tres— hay que tranquilizarlo —con su mirada apuntaba un pequeño maletín abierto del cual sobresalía una jeringa.
Sus ojos se dirigieron a Nick, el lobo negro lucía más perdido que él sin embargo, su mirada estaba roja por el llanto a aproximarse. Nick estaba sufriendo el mismo dolor que Adam ha de sentir en aquel instante.
Desde un punto alejado Luis miraba todo, el temblor en sus rodillas, como siempre, siendo cobarde ante la situación. Ross no tuvo más que pensar y entonces corrió hacia el guepardo y tomando la jeringa la presionó en una de sus patas, esperando que el efecto funcione.
Cuando Luka cayó dormido entonces Adam y Kaspar lo cargaron, llevándoselo. Dejándolo solo con Nick.
El ambiente tardó segundos en volverse tenso. Nick no se movió de su lugar y Ross tampoco, porque era necesario aclarar todo en aquel instante.
Cuando Nick se sentó en el piso, Ross lo imitó, ambos flexionando las piernas y dejando que sus brazos descansen en sus rodillas. Sus ojos pegados al cielo, ninguno tenía una buena razón para iniciar la conversación. Pronto la incomodidad lo invadió y el esfuerzo estaba sin valer la pena. Ross pensó que todo estaba perdido y quiso levantarse pero la mirada que Nick le dirigió hizo que temblara, que sus rodillas flaquearan y se quedase en su lugar. Aquella mirada completamente hundida en dolor hizo que quiera quedarse un poco más.
Una hora entera en la que solo disfrutaron estar a lado del otro, un tiempo valioso que pronto se acabaría.
—Cuando hay un conflicto entre las manadas —Nick empezó a explicar, un punto que no era relevante para ellos pero sí para la manada. Algo que ayudaría a romper el hielo— el más afectado es el hijo de ambas partes. Antes solían casar a los hijos de ambas manadas en conflicto para crear una paz. Una ofrenda, se podría decir.
—El cachorro no era hijo de Luka. —Ross sonrió— estoy seguro que estudie un poco de anatomía para saber que los hombre no pueden dar a luz.
—Estuvo en el momento equivocado.
Nick chasqueó la lengua y guardó silencio. Uno que duró más que el anterior.
Ross solo se quedó quieto esperando el momento indicado, queriendo ampliar el momento. Antes su mente estaba ocupada en una posible traición a Adam, quería solo darle su cabeza a Bill y así terminar su deuda pero prefería la opción de dejar que este pague sus deudas y a cambio él irse. Le agradaba hasta cierto punto la idea.
—Mañana me voy —anunció de pronto Ross, interesado por ver la actitud que tomaría el lobo negro, y lo que obtuvo hizo que perdiera el aire, la mirada desolada de Nick le hizo disculparse mentalmente con él— ¿quieres ir conmigo?
Porque tal vez esa era su opción, quizá fuera de aquella manada ambos puedan ser simplemente un poco más que amigos y continuar así, porque Ross en algún punto empezó a culpar a la manada por su mala suerte.
—Siempre vas a escoger el dinero antes que a mí —empezó Nick, esta vez su mano se atrevió a tomar la contraria y entrelazar sus dedos— de la misma manera en la que yo voy a escoger a la manada por sobre ti.
—¿Es algo de lobos?
—Es algo mío —Nick le debía bastante a Adam, le debía la vida y prometió estar a su lado y el de Luka por lo que restaba de vida, y no podía dejarlos en ese momento, no cuando estaban tan frágiles. Si había un ataque en ese instante entonces ambos morirían— me necesitan.
—¿Entonces?
—Entonces —Nick tragó duro, queriendo estabilizar la voz que estaba seguro saldría rota— espero que te vaya bien a donde sea que vayas.
—Lo mismo digo.
Ross se levantó, de un salto. Sus ojos podrían estar picándole por el llanto pero se mantendría fuerte hasta el final. Ambos iban a separarse mañana. Y quizá ese era su final, porque Ross estaba seguro que al igual que siempre, lo perdería. No le sorprendía en absoluto. No combinaban, al menos no en un para siempre. Por eso aceptó aquella despedida y decidió que mañana saldría a primera hora, antes de tener que despedirse. Saldría cuando todos sigan dormidos y evitaría a lo demás.
Cuando llegó a la habitación que compartía con Nick, decidió trancar la puerta, estaba seguro que el lobo negro no se atrevería a ir ahí, pero tampoco quería correr el riesgo. Con una silla trabó la perilla y se aseguró que esta sea útil. Quería estar solo ese momento, plantearse un futuro en el que la falta del lobo negro al que ya se había acostumbrado no sea tan dolorosa.
Cuando se disponía a dormir y se acercó a la pequeña cama que había visto toda aquella relación entonces decidió que lo mejor era dormir en el suelo, en su forma animal.
En la mesita de noche justo a lado de la cama estaba el sobre con dinero más que suficiente para pagar su deuda. A pesar de no haberle dicho a Adam la cantidad este le había dado lo necesario y un poco más para poder volver a la ciudad. Tal vez en aquel instante no entendía al alfa pero estaba seguro que en algún momento lo haría.
No tenía nada para empacar así que solo esperó a que el sueño vaya a recogerlo.
Aquella noche Nick fue al cuarto de Kaspar y quiso olvidar un poco lo que estaba sucediendo apoyando su cabeza en su amigo, tal como lo hacía hace años. Kaspar se quedó en silencio durante un largo tiempo mientras sus manos acariciaban los cabello de su amigo. Kaspar lo conocía muy bien como para saber que después de aquello su amigo ya no sería el mismo y eso lo atormentaría durante un largo periodo de tiempo.
—Lo siento —las disculpas quizá podían disminuir la culpa, Kaspar pensó aquello pero contrario a ello solo hizo que empeore— yo ayudé a Alma en todo lo que poco a poco te fue separando de Ross.
—¿Por qué? —Nick tenía la vista en la pared, sin una emoción en su rostro, sin siquiera un pensamiento en su cabeza, completamente perdido.
—Tú y Adam son todo lo que tengo. Hace poco Adam consiguió a Luka y yo no quería que lo mismo pasara contigo —-la primera vez que Kaspar estaba realmente siendo sincero con Nick y las palabras estaban tan cerradas a salir de su boca, él solo quería decirle sobre sus sentimientos, la forma en la que muchas veces quiso ir a besarle para callar los apodos tontos que le ponía. Solo que calló aquello, porque pensaba que era lo mejor para todos— tu amistad es importante para mí.
Nick se quedó quieto, a punto de dormirse por las caricias en su cabello. Sus ojos poco a poco cerrándose mientras el dolor era remplazado por el miedo. Nick no estaba seguro de si podría encontrar un amor de tal magnitud como él que tenía por Ross. Pensaba que ahí se acabaría todo, que quizá mañana cuando Ross se vaya este lo olvide de inmediato. Le temía más al olvido que a su partida.
Sin pensarlo de más se quedó dormido en las piernas de Kaspar mientras aceptaba lo que mañana ocurriría con la debida actitud, porque así no quiera. La vida de Ross no estaba en la manada, al menos no por el momento. Ross todavía no había vivido lo suficiente en libertad como para querer apresarlo en sus brazos durante lo que quedaba de sus vidas. Nick no iba a quitarle su vida.
A la mañana siguiente, cuando el sol estaba pronto a salir Ross abrió la puerta de su habitación y salió. Su mirada decidida hacia lo que le restaba de camino para llegar a la autopista donde seguramente Rina lo esperaba. Se apoyaría en ella hasta que el dolor pase.
Pronto abandonó la tierra de la manada y se adentró en el denso bosque donde los árboles estaban guardando todavía a animales dormidos. Fue el primero e levantarse y agradecía no tener que decirle adiós a nadie.
En su mano llevaba un sobre lleno de dinero, lo sujetaba con tanta fuerza que había rabia en su agarre, porque por aquello es que todo esto estaba sucediendo.
—Espero que te vaya bien.
Ross se detuvo abruptamente en cuanto escuchó aquella voz, sintiendo su corazón latir con tanta fuerza que parecía querer salir por su boca.
A varios pasos de él, Nick lo veía con el rostro neutro y las manos tras la espalda. El lobo negro parecía haber corrido hasta llegar ahí, hasta alcanzarlo e incluso con el sudor en la frente Ross pensó que se veía extremadamente apuesto aquella mañana, quizá por que esa era la última vez viéndolo.
—Gracias. —respondió Ross, sus manos ocultando el monto de dinero tras su espalda— también espero que te vaya bien a ti.
Nick lo observó un largo instante, su respiración agitada mientras sus ojos ignoraban la figura de la persona que tanto quería. No quería verlo a los ojos porque entonces estaba seguro que no lo soltaría.
Ross decidió que ya era momento de irse, que estaba lo suficiente frente a Nick como para que el dolor en su pecho se intensificara.
—Si en el futuro volvemos a vernos —dijo de repente Nick, asustando a Ross que se quedó quieto, escuchándolo— eso quiere decir que tal vez podamos volver a estar juntos.
En aquel momento Ross quiso ser un poco más ambicioso, quiso olvidar su orgullo solo por ese momento.
—No lo creo —Ross sonrió, la melancolía en el tono de su voz y una sonrisa contrastando— si nos volvemos a ver no voy a dejar que volvamos a separarnos. Si es que nos volvemos a ver— quiso ser más audaz— entonces ninguna otra cosa hará que me separe otra vez de ti.
—Hasta la próxima, Ross —Nick sonrió
—Hasta la próxima, Nick.
Y cuando el sol ya estaba tocando el suelo, ambos apartaron la vista del otro y separaron sus caminos.
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MAÑANA EL EPÍLOGO
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