Prólogo
-Sabes que no llegarás a ningún lado, Tae.
Lo que realmente quería decirle era “sabes que no quieres llegar a ninguna parte, solo te estás dejando llevar, estás arruinándote”. Decirle a su amigo que se atreviera a mirar por encima de su dolor parecía le demasiado egoísta hace un tiempo atrás, pero después de verle en una situación como la de ayer, solamente le quedaba ser firme. Taehyung no estaba solo y se lo demostraría.
-Lo sé, no es necesario que me lo digas. Ni siquiera lo estoy intentando…
“Mentira” gritaban sus ojos, a pesar de que la postura segura y decidida característica de cualquier alfa resultada ser una trampa o un vendaje de las demás miradas que se complacían por la belleza del hombre y no al ser humano. Un alfa no podía permitirse llorar ni estar triste, un alfa no podía ser débil.
Pero, por excepción de la ocasión, Taehyung entendía lo que su amigo quería decirle con aquello. No era el momento, simplemente no era el jodido momento para andar en sentimentalismos o lamentarse por los continuos fracasos en su vida amorosa. Pero dolía…
Estaba seguro que dolería un poco menos, sería más llevadero, si la persona en la que tanto pensaba tuviera un rostro distinto en cada uno de aquellos recuerdos, pero era el mismo rostro atormentándole en cada imagen tan viva que le oprimía el pecho, lo dejaba sin aire y lo exiliaba a un suplicio interminable.
Sobre todo, sería un sentimiento que relegaría para las altas horas de madruga, en la comodidad de su cama y la compañía de un triste repertorio. Mas el objeto de su amor y dolor se encontraba asistiendo a la misma fiesta e iba del brazo de otro que no era él.
No los podía ver perfectamente desde el lugar donde se encontraba, pero el aroma que llevaba impregnado en la piel era imposible de no reconocer, incluso el aroma a ceniza que envolvía peligrosamente su esencia.
Lo está marcando como si fuera de su propiedad y él se está dejando.
-Deja de verlos, Tae. No dejes que juegue contigo- Sintió la mano de su amigo en el hombro, como un ancla de su barco ya a la deriva- Es injusto… Es injusto como te trata, como te condiciona y tú no puedes hacer nada. Mejor dicho, no quieres hacer nada.
Mordiéndose el labio inferior con más fuerza de la que debería, apartó por un momento la mirada para volver a posarla en la… pareja al otro lado del salón-Sabes que no puedo controlarlo. Me jode que parezca disfrutar haciéndome esto. Jimin, habíamos llegado a un acuerdo, estábamos avanzando. Y hemos vuelto a caer con la misma piedra.
-Si él te quisiera de verdad… Perdón, sí te quiere. Pero si te quisiera más de lo que quiere a su estúpido dinero-
-Él me quiere más- Se odio por no haber sonado tan seguro de aquello, de no parecerlo. Parecía contradictorio el afirmar aquello luego de ver una sonrisa radiante en Jungkook, sus bonitos ojos negros y brillosos, sus labios suaves y cálidos sabor a miel, su piel blanca y tersa que lo hacía ver como un ángel digno de ser admirado y amado, lo era; pero no parecía ser suficiente, su amor no lo llenaba tanto como a él si estaba ahí, en aquel lugar del brazo de un alfa ya conocido, y dejándose llevar por la arrogancia y vanidad de los demás. Ese era el Jungkook que conoció, pero no el que amaba.
Oh, pero no era la primera vez, ¿eso lo volvía un tonto?
-Él me quiere más, Jimin- Repitió, más como si trata de convencerse de aquello que sentirlo verdaderamente.
Su amigo rubio debió haberle respondido algo, pues escucho su voz cantarina en sus oídos, pero solo pudo concentrarse en los ojos al otro lado del salón que se conectaron con los suyos.
Y en ese momento Taehyung recordó como el amor le había quitado hasta la capacidad de formar palabras coherentes, de buscar explicaciones en situaciones inexplicables, de ir en contra de todos para poder ver más aquel cautivante ser que le había arrebatado hasta el alma.
Lo eres todo para mí.
Pero, en ese preciso momento, se sentía como la nada misma.
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