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Noona Montana (MYG)


Lamento haber tardando tanto 🙁 Gracias por pedir preciosa 💜

La noche estaba oscura y tenebrosa, las gotas de agua caían por torrentes y era obvio que pasaría.

¿A quién se le ocurre salir en moto en una noche como esa? La respuesta es fácil.

A un loco

Min Yoongi, el corredor de carreras clandestinas más conocido de la ciudad. Acabó con el tobillo fracturado cual necesitó operación, una nada agradable para él, con reposo cual no llevó y ahora moría de dolor.

Para el así era, sentía que el tobillo se le desgarraba y al no notar mejoría con las pastillas que el mismo se auto recetó, decidió ir a emergencias.

La noche la pasó en emergencias, y acabó con un tratamiento médico de inyecciones cual debía llevar una vez al día por toda una semana.

El día uno lo atendió una hermosa mujer, piel clara y ojos expresivos, esta pensó que el pálido y tatuado corredor era un delicioso bocado, y este que la mujer cual apenas parecía algo mayor que el le sería de diversión.

Así que, para el día siguiente se apareció a las inyecciones en el horario en que esta laboraba nuevamente.

Solo que lo hizo con una sorpresita para ella. -Pantalones abajo- el pálido sonrió ladino, se deshizo del botón y dejó caer el pantalón frente a la vista de la mayor, solo un poco. Para tentarla.

Esta contuvo la respiración y apretó la nada alrededor de su vagina. Con solo ver la perfecta V que dejaba al descubierto el hombre, cual descaradamente no llevaba ropa interior, esta ardía de deseo.

Le indicó recostarse y deseó hacerlo bajo su cuerpo, ambos estaban en un apartado de solo cortinas con otros pacientes, doctores y enfermeras, por lo que, solos, lo que se dice, solos, no estaban.

Limpió el lugar y pinchó sin este siquiera inmutarse. -Listo- este se irguió, se acercó a la mayor cual guardaba lo usado.

-Gracias noona- ronroneó con coquetería en su oído y salió del apartado dejándola descolócala y caliente.

...

Los días pasaron, los coqueteos habían pasado a ser toqueteos en aquel apartado, pues un día de esos, el pálido "casualmente" dejó ir su mano a la pierna de la enfermera, luego de eso, vio como bandera verde tocarla. El día anterior había mordido su pezon por sobre su uniforme antes de irse, dejándole una caliente imagen en su cabeza y la ropa húmeda en el lugar antes mencionado.

Así que este día, siendo el último en el que usarían esos juegos y toqueteos esta decidió ser más osada.

Se colocó unas bragas y sostén blancos bajo su falda una camisa también blancos, era obvio que se notarían y eso quería.

Eran pasadas de las 10 de la noche y sabía que era la hora justa en la que el corredor iría a colocarse su última inyección, no tuvo que esperar mucho cuando el pálido entró a emergencia, llevaba su casco en una mano y en la otra la inyección.

La enfermera lo siguió al apartado libre, cerró las cortinas y se sintió algo cohibida al este no mostrar el coqueteo que acostumbra, por lo general para este punto sus manos traviesas habían hecho estragos en ella.

Más bien lo notaba tenso y molesto.

-Baja tu pantalón- trató de no sonar desilusionada por su actitud, este lo hizo en silencio. -Recuéstate- obedeció

-¿A que hora comenzó tu turno noona?- preguntó antes de que esta se acercarse con la aguja

-3- dijo esta sin más, pues su actitud le había afectado

-Um- solo eso escuchó y prosiguió con su trabajo. -Desde las tres le andas enseñando el culo al hospital entonces. ¿O acaso te cambiaste antes de que llegara?- el pálido tatuado se había movido y ahora estaba sentado en la camilla y esta acomodaba de espaldas. Su silencio lo hizo hervir.

Tomó el cuello de la mujer y estampó sus labios agresivamente con los ajenos haciéndola impactar contra la mesa que tenía detrás.

-Tenía pensado cogerte en el cuartito de depósito. El de la entrada- dijo tomando su falda para halarla hacia arriba y rompiendo su encaje. -Pero ya que te gusta el exhibicionismo voy a cogerte como a las perras.

La mujer no escuchaba como debía, pues mientras este hablaba sus dedos se abrían paso en su interior encontrando la calidez y humedad que deseaba que lo abrazara.

Entró en ella en ese mismo lugar, ambos de pie, este sostenía su trasero para hacerla montarlo a la vez que su cadera se acercaba a la ajena para alcanzar más profundo en su interior.

Gimió sin poder evitarlo, y es que ¿como no lo haría?

Tenía a ese fuerte y demandante hombre hablándole sucio, maldiciendo cuando los roces se hacían más ricos y empujando en su interior como si se le fuera la vida en ello.

Los botones de su uniforme volaron, su cuello fue marcado con posición y sus nalgas amasadas con tantas ganas que las marcas sólo necesitarían unos minutos para aparecer.

-¡Ohh Noona!- había salido de ella y girado para entrar desde atrás, pero las vistas le encantaban.

Decidió arrodillarse y comérsela completa desde esa posición haciéndola acabar en su boca en segundos, ardía y estaba mas que estimulada, por lo que cuando este entró en ella nuevamente no logró callarse y volvió a gritar por lo alto.

Para ese punto ni siquiera recordaba que estaba en su trabajo y rodeada de personas, que solo unas cortinas la cubrían.

El golpeteo era aún más intenso, aún mas rico y rudo, la tomó del cuello y giró su rostro para hacerla mirarlo cuando la sintió apretarlo tan ricamente que deseó venirse con ella. Pero no lo hizo.

Cuando esta logró recordar cómo respirar, entonces la hizo arrodillar y se vertió sobre esas hermosas tetas cubiertas por solo una fracción de tela en encaje.

Sonrió ladino, acomodó su pantalón y se acercó a ella de manera burlona, esta aún yacía en el suelo, sin fuerzas.

Tomó sus mejillas y las apretó para luego pasear su lengua cual animal y volver a reír. -Adiós Noona Montana- dijo leyendo el gafete con su apellido en el suelo.





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