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Nena Consentida (KNJ)


Un regalo especial para mi nena especial.

Doyeon era una niña consentida. A medida que crecía sus padres cumplieron cada capricho. Sus ropas y juguetes siempre eran los mejores, sus colegios los más exclusivos y sus cumpleaños los más extravagantes.

Así que no era un secreto para nadie que esta estaba acostumbrada a un nivel de vida bastante consentido, por lo que no cualquier hombre podía permitirse siquiera el atrevimiento de mirarla.

Esta estudiaba comunicación social en la universidad más prestigiosa del país, cual el día en curso era un total caos. Pues Kim Namjoon el magnate número uno del país se presentaría como parte del circulo de egresados para dar una conferencia a los estudiantes cursantes.

La conferencia inició y las estudiantes se encontraban en un mar de sensaciones, pues el hombre era atractivo. Mucho.

Tenía unos 40 años cuales le permitían verse como la combinación perfecta entre madurez y atractivo. Aquel traje a la medida, aquel corte de pelo y peinado serio y profesional, aquella sonrisa pícara y aquella forma de hablar que podía encantar a cualquiera.

Cuando llevó la vista al frente para hacer contacto visual con su público encontró a una hermosa joven, cabellos largos y bien cuidados, labios con un delicado rosa natural y ropa cara de diseñador pero nada extravagante, dejándola parecer una muñeca de belleza natural.

Sus ojos se encontraron entonces este no pudo evitar buscarla con la mirada a mediada que los minutos pasaban.

-Jeon- se dirigió a su asistente personal apenas bajó del podio.

-Su nombre y número, lo sé- el alto negó mientras caminaba, mordió su labio levemente.

-Nombre, número, dirección, carrera, clases, pasatiempos- enumeró y el otro acató su orden.

Apenas había pasado una media hora de aquella conferencia cuando un hermoso ramo de rosas con 36 rojas y 72 blancas fue llevado hasta su aula.

La sorpresa de muchos se hizo notar, más aún cuando alcanzaron a ver la tarjeta que esta leía.

"Se ve hermosa hoy mi Diosa adorada"

Y con esa frase su cortejo inició.

Doyeon había llegado a casa en medio de rizas y felicidad, tuvo que bajar el capó de su auto para dejar descansar el enorme ramo, no esperó que al llegar encontraría su casa repleta de más de estas.

Literalmente repleta.

Se lanzó sobre la cama. Ella sabía quien las había enviado, pues esa mirada intensa del alto no fue pasada por alto para ella. Se dejaría consentir y demostrar lo merecedor que era de ella.

Al día siguiente al apenas despertar encontró otro ramo de rosas junto con una cajita, al abrirla había encontrado un hermoso perrito. Los regalos no pararon desde ahí.

Cada día, siempre más de uno.

Pero él nunca se presentaba o los entregaba por sí mismo, solo las notas. Le gustaba ser consentida pero quería ser consentida personalmente. Hacían 3 meses era cortejada por él y solo lo había visto aquella vez.

Él día de su cumpleaños recibió un enorme arreglo, un coche nuevo y un anillo de diamantes, Él anillo de diamantes, una invitación a cenar pidiéndole que lleve puesto él anillo pues sería una cena de presentación como su pareja.

Aquello en lugar de agradarle le molestó.

Sabía quien era el y como actuaba, le encantaba dejarse ver con hermosas modelos pero aquellas "relaciones" no duraban más de 15 días luego de estas verse con un anillo en su dedo. Como si apenas este lograra aquel cometido se aburriera, y así era. Como si aquello fuera un prueba de que tanto aquel hecho de saberse la prometida del magnate las haría delirar con su fortuna. Y de él probarse que pudo tenerlas en tiempo récord.

Pero Dayeon no era así, le encantaban los lujos porque la hacían sentir adorada, idolatrada, no por el costo. Así que a ella la molestó el hecho de que aquello no era televisado y que no había sido entregado personalmente por él en un lujoso restaurante en un país exótico.

¿Que se creía? No era un especie de trofeo. Le gustaba ser adulada y consentida, no exhibida. De resaltar se encargaba su belleza, no quería pedestales, eso es de mal gusto.

Así que dejó todo en su departamento. Porque si, este le había regalado uno a tan solo un mes de su cortejo, amueblado y lujoso, con empleada incluida.

Era el perfecto Suggar, pero ella quería más. Siempre iba a querer más. Más lujos, más joyas, más atención, más regalos.

Salió a desayunar con sus amigas, almorzó con sus padres y salió de compras. Cuando llegó a casa se tentó a ir, pero no lo hizo.

En cambio se dio un baño de espuma, suavizó su piel tersa y decidió probarse lo que había comprado para ella. Eran piezas en lencería de una marca de lujo, bastante exclusiva. Había apagado el celular por lo que cuando escuchó el sonido de la puerta de su departamento ser abierto se asustó.

Era pasada la hora en que se suponía el chofer del magnate la recogería y solo su empleada tenía la contraseña de la puerta pero esta ya estaba dormida ¿no?

Al salir a la sala luego de envolverse en una bata encontró al magnate sentado en el sofá, llevaba un traje perfectamente planchado pero su corbata se encontraba abierta sobre su pecho. -Señora Song, la esperan abajo. La llevarán a casa, puede regresar mañana sobre las 2- dijo mirando a la empleada, la joven no se había movido o pronunciado palabra. -Ven- la llamó cuando la señora salió.

Cuando la chica dio dos pasos este se puso de pie haciéndole estremecer, el olor a caro Wiskhy llegó a ella y deseó probarlo desde sus labios. Aquel hombre era una tentación, aún más para ella.

-¿Me esperabas?- inquirió cuando alcanzó a ver bajo la bata, aquel fino encaje lo tentó demasiado. -¿Por qué desobedeces?

-Yo no...

-¿Querías un poco de atención?- dijo repasando su dedo por la abertura de la bata hasta que esta dejó de presionar. -¿Serás buena nena? Inclínate.- esta no se movió, estaba abrumada por la excitación. El hombre se posicionó tras ella con delicadeza, deslizó la bata de sus hombros dejándola con solo aquel delgado encaje. Era tan fino en la parte de atrás de no tendría siquiera que hacerlo a un lado, podría fácilmente rodearlo.

Las manos del alto tomaron sus muñecas con delicadeza y las posó sobre el respaldo de sofá.

-Vine a castigarte- dijo contra su oído -¿Como me esperas en estás fachas y arruinas mis planes?- dejó una sutil lamida en su lóbulo. Admiró ese lindo cuerpo en esa posición, aquella humedad entre sus piernas y aquella respiración acelerada por el. Para el. -Comprarás todos los conjuntos- dijo ronroneante, -Ninguna es digna de llevar tal perfección, solo tu.- dijo coqueto mientras dejaba descansar una black card sobre la mesa frente a la joven. -No te muevas- dijo para luego arrodillarse frente a ella y aspirar su olor a excitación. Y entonces la probó.

Sus piernas se abrieron por reflejo y su trasero se restregó contra su boca. Aquello se sentía de maravilla. Cuando sus piernas temblaron con tanto ímpetu que solo su orgasmo las haría detener, este paró lo que hacía para erguirse tras ella. -¿Por qué no fuiste? ¿Que otra cosa quieres?

-Todo- dijo entrecortadamente cuando sintió aquel miembro duro pasearse y empaparse con sus pliegues.

-El presidente estaba ahí- dijo y golpeó duro su palma contra su trasero. Luego acarició -El Secretario de Estado- volvió a golpear en el lado contrario y repitió la caricia. -Mis socios petroleros- golpeó nuevamente. Y está gimió, duro. -¿Te gusta? Ohh gatita pervertida.- jugó con las tiras de su lencería tentándose a romperla. Y lo hizo, y gruñó cuando sus manos se empaparon. -Sabes porque no me permitía verte.- dijo -Porque no podía verte sin follarte sobre la primera superficie.

-Hazlo- pidió con temblores.

-¿No es muy pronto?- preguntó, pues era virgen. El lo sabía, sabía incluso quien fue su primer beso. Él creía que debía esforzarse durante más tiempo para aquello, para obtener tan delicioso regalo. Y aquello le encantaba, mucho. Negó -¿Por que...

-No eran dignos- dijo frotándose contra lo duro de el para obtener alivio.

-¿Yo lo soy?

-Lo eres- más bien gemía -Namjoon.

-¿Si preciosa? ¿Quieres esto?- preguntó presionando su punta contra su entrada, y aquella asintió en medio del gemido que le sacó cuando presionó más duro y comenzó a entrar en ella. -Caliente y apretado.- halagó entre gruñidos  -Ahh, mira como aprietas Nena.

Los movimientos del alto no se hicieron esperar, tomó una de sus piernas, sus pechos y cuello y se movía duro dentro de ella haciéndola llegar a la locura de gemidos y jadeos que tanto deseaba escuchar.

La hizo venir tan duro que cuando eso pasó no se creyó capaz de soportarlo más y con solo tres embestidas más acabó llenándola tan fuerte que lo hizo jadear.

...

-¿Por qué esta molesta mi nena?- ambos estaban duchados y bajo las sábanas mientras este enviaba correos desde su teléfono.

-No seré tu prometida trofeo- dijo pues aquello le había molestado. -Ni aceptaré anillos enviados por correspondencia. Si quieres verme con el debes ponerlo tu en mi dedo,  con flores y aplausos- demandó

-Claro- dijo de manera despreocupada

-Y debes visitarme. Mucho

-¿Mucho? ¿Que tanto?- una de sus manos se ocupó de acariciarla.

-Todas las noches, y quedarte.

-¿Y mis viajes de negocios?

-Vas a llevarme- dijo segura. Aquello lo hizo reír.

-Ponte sobre tus rodillas- demandó con el teléfono en la oreja. -Jeon- dijo mientras se posicionaba frente a ella -Cancela mis compromisos de la mañana- la chica hizo un gesto con molestia -Y los de la tarde- aquello la hizo sonreír. Tomó sus labios para hacerla abrir la boca pero desvió su mirada para ver ambos reflejos en el espejo tras esta, goteaba. -Se buena y mételo en tu boca.- dijo apenas lanzó el teléfono contra el suelo.

-Se bueno y consiénteme

-La futura señora Kim es una Nena consentida. Mi nena consentida- y aquello era un hecho.












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