Capítulo 15: JungKook y JiMin
CAPÍTULO 15: JUNGKOOK Y JIMIN
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—Oye, bro, ¿me llevas a casa? —El guapo y alto moreno del salón comenzaba acercársele al pequeño teñido de rubio, quien comenzaba a guardar sus cosas lo más rápido que podía—. No quiero hablarle a mi papá para que venga por mí. Anoche tuvimos una larga charla sobre la iglesia y esas mierdas, ya sabes. Estoy cansado de sus sermones.
—¡Lo siento, Namu! —Se disculpó antes de que su amigo continuara. Estaba apenado por no ser de ayuda en esa ocasión, como en muchas otras, pero ya tenía un compromiso muy importante y sabía que, cuando pudiera mencionarlo, el chico lo entendería—. Estoy ocupado, pero puedes pedirle un aventón a HoSeok, ¿no? —Era de los pocos con vehículo en su círculo de amigos—. Solo dile a YoonGi que vaya contigo para pedirle el favor y acepte.
—Bueno... No soy muy cercano a él, pero haré lo que me dices. ¡Espero que funcione! —El joven suspiró. Había estado teniendo muchas pláticas con su familia acerca de la religión y de cómo le obligaban a seguirla cuando no era lo que quería realmente—. Gracias. Suerte en tu pendiente.
—¡Suerte con tu papá también, en caso de que no funcione la idea! —Se despidió en voz alta, haciéndole una seña con la mano desde el marco de la puerta antes de desaparecer rumbo a las escaleras. Necesitaba dirigirse al jardín.
Era la primera vez en mucho tiempo que podría hablar a solas con JungKook, pese a que se hubieran topado más de una vez en los pasillos del colegio y que le ayudara un par de ocasiones con sus ventas y conteos de mercancía. No habían tenido un momento realmente para ellos dos, lejos del resto de la gente y los ojos de los profesores que utilizaban cualquier acercamiento para regañarlos, como a cualquier otra posible parejita que surgía en las instalaciones.
"¿Debería de haber traído algo especial? ¿Una flor...? Su familia la habría visto y habrían hecho preguntas; ¿un chocolate...? Él vende muchos, de seguro que come algunos de vez en cuando; ¿leche de plátano...? Oh, JungKookie lucía muy adorable cuando le compraba un poco, ¿por qué no se me ocurrió antes?" Pensaba y pensaba cuando tomó asiento en el jardín bajo un viejo nogal. Era un lugar que no pertenecía a la escuela en sí, sino a la iglesia vecina que patrocinaba al colegio; así que casi nadie iba ahí después de clases y se había vuelto su lugar secreto cuando eran novios. "Oh, ¿y qué seremos ahora? Quiero estar con él..."
Park estaba nervioso. Las manos le sudaban, sus mejillas estaban rosadas y no dejaba de mover su pierna debido a la inquietud; parecía que el corazón se le saldría del pecho en algún momento, como si hubiera huido de un adulto para que no le regañara por haber hecho algo malo.
—¡Mimi! —La suave y áspera voz de su cita le hizo alzar la mirada del suelo y, por unos segundos, el latir de su corazón se calmó al saber que había llegado.
Oh, claro que había hecho algo mal: amar a alguien de la forma en la que lo hacía con Jeon JungKook. Eran tan jóvenes y tan inexpertos en la vida, pero algo en su interior siempre lo tiraba hacia el guapo azabache frente a él. ¿Eso le pasaba a todos los adolescentes? ¿Ellos eran la excepción? No lo sabía, solo sabía lo feliz que era a su lado y lo desesperante que resultaba la sensación de que siempre debían esconderse, pese a que hubiese tantos chicos entre sus amigos que vivían libremente su sexualidad. Era como si hicieran algo prohibido, ¡peor que Romeo y Julieta!
Apenas se puso de pie, los fuertes brazos del contrario lo habían envuelto por completo. Era lo perfectamente alto y fornido para ocultarlo bajo de su cuerpo. Su rostro acabó chocando contra el pecho trabajado del otro muchacho; era inevitable no percibir el ligero aroma de detergente en su ropa combinado con un tenue perfume.
No se hizo del rogar y también lo abrazó desde la cintura, habiendo echado de menos incluso al mínimo pliegue de su camisa escolar bajo sus manos.
JiMin nunca tuvo una mala vida: sus padres y hermano lo querían y apoyaban en todo, tenía un montón de amigos reales, era guapo y poseía un promedio escolar del cual no podía quejarse; pero estar con JungKook siempre lo transportaba a un lugar seguro y sabía que con un simple abrazo también lograba que el contrario se sintiera igual, incluso más calmado.
—Cuánto eché de menos abrazarte —admitió él, tan bajito que el castaño muy apenas lo oyó. Solo estaban enamorados, ¿por qué les hacían sentir como si realmente fuera lo peor? No querían esconderse.
—Te veías muy lindo hoy durante los honores —el cumplido le hizo soltar un pequeño quejido, avergonzado y encantado por escuchar eso de su parte. No necesitaba verlo a los ojos para saber que estaba sonriendo, lo conocía al derecho y al revés después de haber andado durante gran parte del primer año y tercer semestre—. No dejé de pensar en ti desde la llamada del viernes —JiMin rio, apartándose lo suficiente para verlo a los ojos.
—Eso es porque eres un pervertido.
—Me ayudaste con el estrés que sentía después de la tarea —se volvió a ganar una risa de su parte, la cual le provocó hacer lo mismo al notar los pequeños ojitos del rubio cerrársele. Le parecía lo más adorable que había visto en su vida.
—No pude evitarlo. Te pusiste muy cursi y sabes cuánto me gusta eso —justificó a su favor, aunque solo se ganó un bufido no del todo convencido por parte del otro—. ¿Qué?
—Tienes fetiches muy raros.
—¡A ti no parecen no molestarte!
—No lo hacen, nunca lo han hecho y nunca lo harán —prometió, dándole un suave golpecito en la nariz, un acercamiento que le robó el aliento por unos segundos al rubio y que acabó por enrojecerlo otra vez.
—Bien —susurró—. Entonces, ¿qué quieres hacer hoy? ¿Cuánto tiempo tienes?
—Relativamente poco para todo lo que quiero hacer contigo —pese a que lo dijo con honestidad, se ganó un suave golpe en el abdomen por parte del inquieto rubio entre sus brazos—. ¡Y el pervertido soy yo! No era en un contexto así...
—Ah...
—A menos que quieras...
—¡JungKook! —Reprochó, apartándose del abrazo—. Es en serio, ¿bien?
—Bien, bien —le sonrió, volviendo a acercarlo un poco para entrelazar sus manos—. He dicho que me quedaría un rato para grabar un proyecto de especialidad y que comería algo de "Los Encinos" —era una cafetería que estaba cruzando un par de calles. Muchos estudiantes iban ahí con sus amigos o parejas—; así que tenemos un par de horas para estar juntos... A menos que tengas algo que hacer. Lo entenderé.
—No, no —negó JiMin—. Sabes que mis clases de baile son de martes a jueves, así que tengo toda la tarde libre... Bueno, me encargaron tarea, pero a nadie le importa.
—Mimi...
—¡Es para el viernes! —Agregó al instante, poco antes de que el más alto le diera un sermón—. Lo prometo.
—Entonces tendremos una cita.
—¿No era esto lo que queríamos evitar? —Preguntó, pues estaban contradiciendo por completo su plan original de la mentira que le decían a todos—. Tú eres el que habla en pasado de lo que tenemos, pero también eres el primero en demostrar lo contrario.
JungKook suspiró, mirando a los ojos a su pequeño. Lucía tan vulnerable debido a la confusión, con las pupilas dilatadas y un brillo de preocupación asomándose en ellas. Odiaba haberlo metido en sus problemas familiares, en un mundo de intolerancia y desesperación, cuando era tan colorido y puro. Bien podía tener una relación con cualquier otro muchacho, uno que le diera el noviazgo que realmente se merecía. ¿Era un egoísta pese a que JiMin tampoco quería darse por vencido? ¿Eran tercos? ¿Hacían lo correcto? ¿Quizá lo incorrecto?
Quería gritar cuánto lo quería. Siempre tenía un nudo en la garganta por esconderse de su familia y estarles mintiendo todo el tiempo. No era por poner a su chico en primer lugar y antes que ellos, sino ponerse a sí mismo antes, lo que creía que estaba bien porque lo hacía feliz y no dañaba a nadie.
—No puedo estar lejos de ti —admitió en un murmuro, haciéndole tragar saliva al rubio al deducir que tendrían uno de esos momentos sentimentales—. Es decir, no sabiendo que es porque un pensamiento del siglo pasado nos está atormentando. ¿Por qué no puedo amarte públicamente? ¿Por qué mis padres no son como los tuyos? ¿Por qué sigues conmigo, si no puedo darte lo que mereces?
—Sé que quieres hacerlo —le calmó—, que lo harías si pudieras y que lo harás apenas puedas.
—Me siento muy impotente —confesó tras compartir una sonrisa triste—. También creo que soy egoísta por no dejarte ir; pero realmente no creo que sea un mal novio, es la situación familiar que tengo...
—Estás muy lejos de ser un mal novio —JiMin apretó su mano—; aunque me dieras cinco minutos en tu apretada agenda yo era feliz. Es mejor pasar un poco de tiempo a tu lado a no hacerlo.
—¿No es muy conformista eso?
—Ya te lo dije: sé que me darías más, si pudieras; entiendo que este momento tampoco es el correcto —acarició una mejilla del más alto con su mano desocupada y se acercó a depositar un beso sobre sus pequeños labios (tan suaves y rosados, como siempre). Algo se removió dentro de ellos, un tirón en sus corazones que les hacía saber cuánto se amaban—. Esperaré lo necesario para que podamos hacerlo público.
—Entonces lo haré mejor la próxima vez —prometió.
—¡Lo has hecho increíble hasta ahora! —Rio, ya que no podía pedirle nada más. Como novio, era el mejor chico que pudo haber deseado; solo tenían aquel inconveniente, pero tarde o temprano podrían librarse de él—. Desearía ser tan buen actor como TaeHyung para fingir que solo soy tu amigo frente a tus papás, pero acabaría enojándome si hacen un comentario estúpido.
—¡Sería una gran tentación tenerte en casa! —Bueno, al final de cuentas eran adolescentes y las hormonas en muchas ocasiones hacían de las suyas—. Cuando esto acabe, te pediré oficialmente ser mi novio... Otra vez.
—He sido yo la primera vez —le recordó, aunque comprendió la intención de sus palabras—. ¿Y... Qué somos ahora, si no somos novios?
—¿Los amigos se pueden besar? —Jeon le miró con pena tras guardar silencio unos segundos. Lo acababan de hacer fugazmente.
—No creo, JungKookie.
—Pero quiero besarte... —Era el muchacho más lindo haciendo pucheros y lo sabía. Se trataba de una de las principales debilidades de Park.
—Puedes hacerlo.
—¿Y tomarte de la mano cuando podamos?
—Cuando quieras —corrigió al instante.
—¿Aunque no seamos novios?
—Lo seremos.
—Mimi —le encantaba cómo le llamaba por su apodo con ese tono de voz, tan bajo y firme a la vez. Sentía su cálido aliento chocarle contra los labios, acelerándolo, como siempre—, te amo mucho.
—Y yo a ti, JungKookie.
—¿Mucho, mucho?
—Demasiado.
Bajo un viejo nogal, lleno de aves y ardillas, y el sol en su punto máximo de la tarde, ambos lobos aullaron tan claro que cualquiera pudiera haberlos sentido vibrar en sus pechos; pero, por el momento, ellos harían su propio mundo secreto, una manada en donde solo existían Jeon JungKook y Park JiMin. No todos estaban listos para escuchar su canción y hasta entonces solo cantarían para el otro, entre las sombras.
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