Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8

(¡Hay demasiados! ¡Tengo que escapar!)

Sosteniendo mi rifle de asalto cerca, corro calle abajo, tratando de no mirar a la horda que me sigue.

(Tengo que encontrar la forma de regresar... ¡O, al menos, distraerlos para que mis amigos puedan escapar!)

Se está poniendo tan oscuro que se me hace muy difícil orientarme. S imposible regresar al supermercado así.

Todavía escucho los gemidos de los zombies que me siguen cuando entro en la zona industrial de la ciudad.

Corro por un estacionamiento y luego rodeo un almacén, buscando una forma de entrar.

(Estoy agotada... No puedo correr más. Necesito un lugar seguro. Un lugar que pueda defender.)

Busco una ventana por la que pueda trepar, pero el sonido de madera crujiendo bajo mis pies me sorprende.

— ¡AAH!

Sin darme cuenta, me había parado en la tapa de madera putrefacta de un pozo de agua...

La tapa se rompe y caigo en la gélida y sucia agua.

(¡Oh, Dios...! ¡No puedo morir aquí! ¡Tengo que salir de aquí!)

Intento trepar, pero las paredes del pozo están húmedas y resbaladizas.

(Todos los zombies deben haber oído mi caída... ¡Tengo que prepararme para luchar! ¿Dónde está mi rifle?)

Darme cuenta de que no tengo mi rifle me hiela la sangre más que el agua gélida. Lo busco, pero no tengo éxito.

Entonces... oigo que algo pesado cae al agua.

(No puedo ver nada... ¡No sé qué hacer!)

Me muevo con las manos apoyadas en las paredes, intentando encontrar un saliente por donde trepar.

— ¡Vamos...!

Ya no tengo tiempo. Justo cuando los chapoteos están detrás de mí, una mano aparece sobre mí y me levanta en el aire.

—Estabas atrapada, ¿Eh? Eres patética.

Me aparto l pelo mojado de la cara para verlo, pero Zero se mete de un salto al pozo antes de que pueda agradecerle.

— ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Pero!

Me arrastro hasta el borde del pozo y miro, con horror, como Zero acabada con un zombie tras otro sin ninguna dificultad.

(No puedo creerlo... Este chico es indestructible.)

Una vez que todos los zombies están muertos, Zero me mira y trepa fácilmente las paredes del pozo.

— ¿Cómo me encontraste?

—No te estaba buscando. Simplemente estaba siguiendo el olor de la presa.

—Gra... gracias...

—Ahórratelo. Es un fastidio que no estés en condiciones de pelear. Conozco un lugar seguro para escondernos.

Asiento y sigo a Zero.

Entramos en una casa abandonada con ventanas tapiadas. Me siento en el suelo mientras Zero asegura la puerta.

—Quédate aquí. Voy a revisar el resto de la casa.

Me quedo sola un momento. Pronto se vuelve difícil mantener los ojos abiertos.

Miro a mi alrededor, notando una chimenea vacía y un sofá cubierto por una manta vieja.

(Tendría que ayudarlo... ¡Bah! ¿A quién engaño? No me quedan fuerzas ni para mantenerme despierta.)

Zero regresa, limpia los cuchillos con su camiseta y se acerca a mí.

—Quítate la ropa.

— ¡¿Qué?!

—Estás mojada y helada. No te rescaté para que te mueras aquí de neumonía. Quítate la ropa. Ahora.

— ¡...Está bien!

Lo que dice tiene sentido, pero aun así me cubro en una frazada que hay sobre el sofá para desvestirme.

— ¿En serio? Eso no es necesario. Me da igual cómo te veas debajo del uniforme.

—Tal vez no, pero a mí sí. Si fueras un caballero, te darías la vuelta.

—No lo soy.

Y, con eso, Zero da por terminada la conversación.

Envuelta en la manta, me siento en el sofá. Zero se sienta en el suelo y apoya sus codos en sus rodillas.

(¿Por qué sigo temblando?)

Me pesan los párpados. Suspiro y dejo caer la cabeza. Un rato después, la mano de Zero sobre mi cabeza me despierta.

(Su mano se siente tan bien...)

—Esto no está bien.

Zero tira de la manta.

—Quítate esto.

— ¿Qué... qué estás haciendo? ¡Basta!

—No seas infantil. Estás helada. Voy a calentarte con mi cuerpo.

(¡¿Qué...?! ¡¿Qué hago?!)

Nerviosa, asiento. Zero toma la manta y la aparta, descubriendo todo mi cuerpo. Entonces, se quita la camiseta.

—Apártate un poco.

Zero se acuesta en el sofá y señala el espacio vacío junto a él.

Obedientemente, me acuesto dándole la espalda y él nos cubre a los dos con la manta.

(Es tan agradable...)

Mi cuerpo se aprieta instintivamente contra el suyo.

—Te estás moviendo demasiado. Quédate quieta.

—Lo intento. No estoy segura de que sea una buena idea, Zero.

—Tranquila.

Zero envuelve su mano alrededor de mi estómago de manera protectora.

No puedo evitar moverme. Esta vez, me giro para que estemos frente a frente. Estamos muy, muy cerca.

— ¿En serio no te produce nada que estemos tan cerca?

Zero cierra los ojos.

—No.

—Ya veo.

Trato de no mostrar mi decepción.

(Debe de estar mintiendo. Su repentino cambio de comportamiento no tiene sentido.)

—Aun así, no sueles hacer estas cosas. ¿Por qué me ayudas? ¿Por qué me proteges?

—Eres la primera persona que he conocido que confía en mí pero no confía en Weber. Eso me hace reír.

— ¿Entonces quieres que sobreviva porque te divierto?

—Exactamente. Mira, a veces también puedes ser inteligente.

Me quedo callada un rato, apoyando la cabeza en su pecho. Sus dedos acarician mi espalda, tranquilizándome.

—Los latidos de tu corazón se ralentizan. Puedo oírlos.

— ¿Sí? Si puedes oírlos... ¿Qué te dicen?

—Que pertenecen a una mujer muy molesta.

—Mmm... No estoy segura de que este corazón siga siendo mío. Ya no.

Zero abre un ojo, el de color carmesí, y siento que puede mirar a través de mi alma.

—Vete a dormir, mujer.

Intento darme la vuelta, pero Zero me detiene, sosteniéndome fuerte contra su cuerpo.

—Quédate. Lo prefiero así.

(No puedo soportar esto... ¡Me voy a volver loca!)

Me levanto un poco, lo suficiente para presionar mis labios contra los suyos.

Me devuelve el beso con pereza, terminando el beso con un ligero mordisco en mi labio inferior.

—Seductora. No puedes quedarte quieta, ¿Verdad?

—Bésame otra vez.

—No. Ya has tenido suficiente.

— ¿Por favor?

Me responde con un beso ligero que me deja con más ganas que antes.

— ¿Contenta? Ahora deja de hablar. Descansa.

—Está... está bien...

Una sensación de calor en la cara me despierta. Al abrir los ojos, veo que alguien la encendido la chimenea.

—No... eres Zero, ¿no?

El chico se da la vuelta y me sonríe. La luz del fuego se refleja en sus ojos.

—No. No soy él.

—Ah...

Todavía envuelta en la manta, me levanto y me siento junto a Weber.

—Puse tu ropa a secar.

—Gracias. No sé si estoy demasiado cansada o si comienzo a aceptarlo, pero... ¿Por qué estás aquí?

—No estoy seguro. Nunca sé cuándo va a pasar. Te vi temblar de frío, así que supe que tenía que encender el fuego.

Extiendo la mano para apartar el mechón de pelo que cubre su otro ojo, pero él me detiene.

—Por favor, no lo mires...

—Tengo que saber si es verdad.

—Yo... no quiero que me veas...

—No te haré daño, Weber. ¿Por favor?

—Yo... yo...

—Déjalo en paz.

Las palabras emergen de los labios de Weber, pero no es su voz la que escucho. Su mano se levanta y se echa el pelo hacia atrás.

—No puedo creerlo... ¡Es todo verdad!

—Te lo dije.

Levanto la mano, incrédula, y acaricio su mejilla. Zero pone sus manos sobre mis hombros y me atrae hacia él.

—Hueles a agua podrida.

Me echo a reír. Zero no puede evitar sonreír.

—Tú también, Zero. ¿Me dejas hablar un poco más con Weber?

—Es todo tuyo.

—Hmm.

— ¿Qué pasa Weber?

—Estaba aquí, ¿no? Me doy cuenta. Parecía divertido.

Suspiro de nuevo.

— ¿Cómo le explicaré esto a Jacob? Supongo que deben haber regresado, ¿Verdad? Deben pensar que estoy...

—Nos aseguraremos de que regreses. Zero cuidará de ti.

—Me infundes confianza. Regresaremos a salvo. Por supuesto que lo haremos.

(No quiero pensar en eso, pero... duele saber que mis amigos me han abandonado. Todos menos Zero... ¡Basta! ¡No hay nada que podrían haber hecho por mí!)

—Gracias por encender el fuego, Weber. Vamos a dormir un poco, ¿De acuerdo?

Cuando los rayos del sol que entran por las rendijas de las ventanas me despiertan, me encuentro sola.

(Mejor me visto...)

Doblo la manta, la pongo sobre el sofá y ordeno un poco el lugar, esperando que Zero o Weber aparezcan.

(¿Por qué me molesto? Aquí no vive nadie... Supongo que es una forma de expresar mi gratitud hacia este refugio.)

Zero entra en la habitación, interrumpiendo mis pensamientos.

—Toma.

Zero me arroja una bolsa con galletas. Le agradezco y le pregunto si quiere algunas, pero él sacude la cabeza.

Una vez que termino de comer, vuelve a hablar.

—Encontré a tus amigos. Por cómo gritan tu nombre, uno pensaría que tienen las balas infinitas.

— ¡¿Por qué no me lo dijiste antes?! ¡Tenemos que ir con ellos!

—Supuse que dirías algo así. Sígueme.

Zero me lleva de regreso al sitio donde me separé de mis amigos la noche anterior.

Tal como dijo, veo a Raven y Jacob, ambos armados hasta los dientes.

— ¡Jacob! ¡Raven!

— ¡¿Lucy?! ¡¿Dónde estás?!

— ¡Estamos aquí! Zero y yo...

Me doy la vuelta, pero en lugar de Zero, es Weber quien me sigue tímidamente.

—Digo, Weber y yo nos escondimos en una casa abandonada. ¡Han vuelto!

— ¿Dónde está Zero...?

—Está...a salvo. Me rescató.

(Técnicamente, esa es la verdad. Está a salvo, de lo contrario Weber no estaría aquí.)

Jacob mira a Weber por un momento y luego se vuelve hacia mí.

—Lo importante es que estés a salvo. Pensé... Pensamos que te habíamos perdido.

— ¡No te desharás de mí tan fácilmente!

Les sonrío a los dos, pero la expresión de sus ojos me hace sentir un poco culpable.

(Deben de haberse preocupado mucho...)

—Me alegra mucho verlos. Tenía miedo de no salir con vida.

—Jacob tuvo que rogarle al alcalde que lanzara una misión de rescate. No nos dejaba salir antes de la mañana.

—Bueno, una sabía decisión por su parte.

Trato de ignorar la sensación de abandono que me invade. A pesar de todo, no me hace sentir nada bien esa decisión.

(Todos somos prescindibles...)

Más tarde ese día, después de una ducha, me siento en la oficina de Jacob con una taza de té caliente en la mano.

—Entonces esos dos realmente son la misma persona, eh...

—Esto no me gusta. No creo que podamos confiar en él.

—Me salvó la vida, Raven. Se quedó conmigo y me protegió.

Raven baja la mirada y de inmediato me arrepiento de mis palabras. Se va antes de que pueda decir algo.

—Raven tenía que traer a los demás a salvo. Eran su responsabilidad.

—Lo sé... y estoy contenta de que lo haya hecho. No lo culpo.

Jacob rodea su escritorio y toma la taza de té de mi mano.

— ¿Jacob...?

Jacob toma mis manos y me abraza. Luego, me besa en la mejilla, la frente y, finalmente, los labios.

—Estaba tan preocupado por ti...

Un poco incómoda por la escasa distancia que nos separa, le doy un golpecito en el hombro.

—Estoy aquí. Estoy a salvo.

Jacob se aleja, repentinamente nervioso y algo sonrojado.

—Sí... ¡Es verdad! Lo siento. Ha sido una noche muy larga.

Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que la oficina está desordenada. Hay un jarrón destrozado en un rincón.

— ¿Qué pasó aquí?

—Como dije, no reaccioné muy bien a la noticia de que habías regresado con el grupo. No quiero perderte.

—Jacob, yo...

Knock Knock

(¡¿Por qué siempre nos pasa esto?!)

— ¿Quién es?

—Señor, lo necesitan en el centro de la ciudad. Hubo una pelea. Casi linchan a un hombre.

—Nunca un momento de descanso, ¿eh? ¿Vamos, Lucy?

—Lo sigo, mi comandante.

La comunidad está al borde del colapso.

¿Podrá Raven lidiar con la culpa que siente?

¿Podrá Lucy volver a su investigación?


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro