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𝐃𝐚𝐲 𝐕𝐈: 𝒟𝒶𝓉𝑒

La autora proyecta muchos dramas de su vida diaria en este OS. *inserte mucha terminología técnica*

Pido perdón.

El primer empleo profesional (o intento de uno) de Hinata Shouyo resultó ser en un estudio de arquitectura. Más específicamente en el estudio de arquitectura más atolondrado de la ciudad.

Pero eso iba bien con él dado que Shouyo tampoco era tan profesional que digamos; nada que un par de cursos de modelado 3D, AutoCAD, mucho carisma, algo de suerte y tener a Yachi como entrevistadora no solucionasen. El resto solo se trató de aprender el oficio.

Sin embargo, los demás miembros de ese grupo de inadaptados no eran mucho mejores (descartando a Kuroo y Akaashi, claro está). Quitando puntuales excepciones  el estudio parecía haber nacido en cualquier cochera de los suburbios y sus fundadores eran varios tipos desempleados sin rumbo fijo en la vida.

Sorprendentemente les fue bien.

En su primer día de trabajo (y todos los días después de este), Kuroo le explicó que todos funcionaban como un cuerpo: Bokuto y Akaashi hacían instalaciones de cualquier índole incluso si debían romper calles para lograrlo, Tsukishima y Yachi se encargaban de tratar con los viejos de billetera abultada que contrataban sus servicios e intentaban obtener el mayor provecho posible en los presupuestos, Kenma era el dibujante estrella que podía pasar cuarenta horas de corrido dibujando planos que después Kuroo se encargaría de renderizar y publicitar; y luego estaba él: el ayudante de logística.

Y por logística se referían a arreglos en planos de última hora, correr llevando a distintos puntos de la cuidad para su validación, el seguimiento extenuante de todos y cada uno de los trámites y su etapa de avance, además de lo último pero no menos importante: pelear con los verificadores.

La vida de Shouyo sería mucho más simple si los bastardos no existiesen.

O más puntualmente si su verificador asignado, Miya A., decidiese buscarse un campo y plantarse una vida.

Pero como nada en esta vida es tan fácil, justamente son los expedientes que comparte con el tal Miya A. (porque también está el agradable verificador Miya O.) los que permanecen estancados injustamente durante meses.

¿Cuál era su maldito problema?

La gota que terminó por revalsar el vaso fue cuando una mañana como cualquier otra ingresó a la oficina, sorbió un poco de su café de Starbucks, encendió su computadora y se encontró con que tres de sus expedientes habían sido archivados sin previo aviso.

Tomó un par de almohadillas anti estrés del escritorio de Akaashi a su lado y ante la mirada atenta de sus compañeros pegó un portazo al salir furioso rumbo a ver al desgraciado de Miya A. en persona.

Las oficinas gubernamentales de gestión de obra pública y privada no eran muy distintas a cualquier otra oficina abandonada por la mano de dios (o en este caso, del Estado). El aire acondicionado estaba estropeado desde la prehistoria, el sistema de verificación online seguía siendo la misma basura que cuando comenzó a trabajar y lo único de arquitectónico que poseía el sitio es que sus empleados estaban escuchando a Britney Spears.

En cada lugar en donde se escuche alguna canción de Britney hay un arquitecto cerca. Esa es la regla universal.

Esperó en la recepción cerca de quince minutos hasta que el sujeto que estaba antes que él se fue rabiando luego de que su obra fuese clausurada por el Inspector de Seguridad e Higiene.

Shouyo sonrió divertido; Sakusa: 1, Competencia; 0.

La calidad de la obra privada había mejorado muchísimo desde que Sakusa había ingresado como inspector para azotar a cualquiera que quisiese pasarse de listo.

Pero el mayor secreto del estudio era que el mismísimo Sakusa había comenzado trabajando en el mismo estudio que él y ahora era un infiltrado que se encargaba de quitar del camino a la competencia deshonesta una multa a la vez.

En la oficina tenían un rinconcito con su foto, un casco de obra blanco y alcohol en gel. Casi un altar.

Shouyo se arrimó al escritorio principal tarareando 'I Wanna Go' y con la mejor sonrisa altanera que pudo esbozar pidió indicaciones al recepcionista para ubicar a Miya A.

El recepcionista, Oikawa Tooru, era un viejo conocido de Kuroo quien era un ente completamente neutral. Si quería, podía hacer que trámites que tardaban meses en concluirse estuviesen listos esa misma mañana, así como también podía revocar la matrícula profesional de cualquier persona en la ciudad con solo un chasquido de dedos.

El Gran Rey era alguien de temer. Pero eso sólamente era si tenía ganas de actuar, normalmente prefería ver el mundo arder desde atrás del mostrador de recepción mientras distintos profesionales entraban y salían furiosos del edificio sin saber que era él quien movía los hilos.

A Kuroo casi se le va el alma del cuerpo cuando Tsukishima confesó haberse acostado con él un par de veces sin tener idea quién era en realidad.

Si Oikawa sabía que Kei era parte de su equipo de trabajo, nunca comentó nada al respecto ni hizo nada que pudiese complicar su trabajo.

Agradecidos con el de arriba y con la talentosa lengua del rubio.

Deslizó disimuladamente un Frapuccino de Ultrafrutilla tamaño Venti en el escritorio de vidrio según las instrucciones de Kuroo y el castaño sonrió complacido antes de indicarle en qué dirección seguir.

Como era de esperarse del Gran Rey, ya estaba al tanto de todo el escándalo y no dudaba que tuviese ganas de ver cómo Shouyo apaleaba hasta la muerte al Miya bastardo con las tres carpetas de expedientes que acababa de descartar luego de que hubiese trabajado en ellas con sangre, sudor y lágrimas durante meses.

Los ascensores de empleados no eran lo más moderno que había, en realidad no eran para nada modernos y era diez mil millones de veces más seguro ascender por las escaleras, pero decidió que por ese día estaba bien tomar uno para llegar a la tercer planta.

Mala idea. Cuando llegó a la tercer planta estaba seguro de que su presión había descendido tanto como para decir que se había quedado frente al escritorio de recepción.

Se sirvió un café con leche de la máquina expendedora en el pasillo y le echó la suficiente azucar como para generar caries. Sonrió luego de que el primer sorbo le supiera perfecto y prosiguió camino hasta la puerta con la placa que indicaba que se trataba de la oficina de verificadores.

Golpeó un par de veces y esperó a que le indicasen que ingresara. Dentro, para variar, estaban escuchando a Ariana Grande.

Shouyo arrugó la nariz; ningún verificador que se respete escucha Ariana Grande, eso solo lo hacen los ingenieros.

Pero al parecer alguien leyó su mente y cambió la canción a una de Lady Gaga insultando al rubio que presumiblemente había estado escogiendo la música hasta el momento.

Shouyo relajó su nariz aún fruncida; eso estaba mejor.

Con un rápido choque de puños saludó a Suna, el actual novio de Yachi, asintió con la cabeza hacia al agradable Kita, y luego se dirigió a los escritorios del fondo en donde yacían perfectamente acomodadas las tres carpetas por las que había venido en primer lugar.

—¿Miya A.? —preguntó con la expresión más normal posible.

—El mismo ¿Qué se te ofrece? —El rubio con mal gusto musical (¿Por qué no le sorprendía? Se giró para mirarlo con una sonrisa irritantemente seductora.

Bien, maldita sea, admitía que el desgraciado era apuesto ¡Pero eso no quitaba que fuese un idiota!

Pero dos podían jugar ese juego.

—Oh, nada en especial... —Shouyo giró el vaso de café en su mano como haciéndose el distraído pero exagerando a propósito—. Solo estaría necesitando liberar estos expedientes de aquí... —Levantó las cejas, abrió un poquito más los ojos, batió sus pestañas e hizo un pequeño puchero con sus labios—. Yo supongo que no debe ser un gran problema para tí ¿Verdad?

¡Claro que no es un problema! ¡Solo debe dar el visto bueno y me voy!

—Sabés que me encantaría ayudarte, cariño, pero me temo que no puedo hacer eso... —Miya se recostó en su silla y le miró intensamente. Cualquier parecido entre él y un zorro eran pura coincidencia.

—¿Por qué? —Shouyo frunció el ceño levemente.

El rubio suspiró y pasó los dedos sobre una de las carpetas verdes sobre su escritorio y luego tomó una nota adhesiva que había dentro de una de estas—. Según esto —explicó—, faltan los achivos antecedentes de estos tres expedientes.

—¿Hablas de los archivos antecedente que envié aquí el día que ingresé estos expedientes a verificación? —a estas alturas Shouyo ya ni se molestaba en ocultar su irritación.

—Los mismos. —La sonrisa del verificador se ensanchó.

—¡¿Los perdieron?! —Estampó la mano con fuerza sobre el escritorio y se inclinó sobre este para mirar con furia a Miya.

—No exactamente, solo se deben de haber traspapelado en algún momento, pero si quieres que estos expedientes salgan de aquí lo mejor que puedes hacer es conseguir sus antecedentes nuevamente... —El rubio, con una sonrisa divertida, también acercó su rostro al del pelinaranja en señal de desafío—. O bien puedes salir conmigo y veré que puedo hacer por tí —susurró.

Hinata le sostuvo la mirada por al menos un minuto en completo silencio y luego suspiró.

Bien, busca los antecedentes, Miya. —Entonces procedió a volcar su vaso de café sobre la cabellera rubia del shockeado verificador—. Te veré mañana por la mañana, no faltes.

Tomó la nota adhesiva sobre las carpetas, arrojó un beso volador en su dirección y salió victorioso de la oficina de verificadores encontrándose con Oikawa y Sakusa quienes le dedicaron silenciosos aplausos.

Quizás se lleve un buen regaño de Kuroo y quizás de ahora en más deba venir a pelear con Miya cada vez que uno de sus expedientes caigan en sus manos, pero lo que acababa de pasar había sido una pequeña victoria personal.

Su celular vibró cuando Yachi reenvió la foto de un Miya A. todo empapado de café —seguramente tomada por Suna— y sonrió satisfecho.

Observó la nota adhesiva con la lista de antecedentes que supuestamente estaban perdidos y se llevó una sorpresa cuando lo único que había ahí escrito era el nombre completo de Miya y su número de celular.

Los antecedentes nunca estuvieron perdidos.

Excelente jugada, Miya, pero te mentí; no iremos a una cita, iremos a que valides todos mis malditos expedientes de una vez.

Hinata subió al ascensor, tomó su celular y agendó el número de Atsumu.

Abrió su Spotify y salió del edificio al ritmo de Dua Lipa; después de todo, él solo era el encargado de logística.

Bienvenidos a la (no tan) glamurosa vida de un empleado en un estudio de arquitectura.

La única diferencia es que mis verificadores no son ni bellos ni buena onda, maldita sea.

Debo confirmar que esto nació con la simple idea de Sakusa como Técnico Inspector en Seguridad e Higiene, no hay nada más hot que eso.

También les confirmo que los gustos musicales acá mencionados son basados en hechos reales.

No lo digo yo, lo dice la ciencia jaja

Por si se lo preguntaban: Sakusa escucha BlackPink.

Ushijima es agrimensor y escucha Benee uwu

Escribí tres historias distintas para hoy (iniciando con esta) pero ninguna me convenció del todo así que terminé publicando lo que tenía planeado desde el inicio.

Hace aproximadamente un año que trabajo en un estudio de arquitectura y mi trabajo consiste en ser una mezcla entre Kenma, Yachi y Hinata, sepan disculpar que me emocione con los tecnicismos ;;;;

Nos vemos mañana!

Besitos <3

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