Capitulo 18
Una cita
Grace
Desperté, adolorida e incómoda, Luka estaba abrazándome y me rodeaba con sus piernas, mire la hora del reloj en su muñeca y maldije en voz baja, desde que dormía aquí me terminaba despertando temprano, odiaba eso, eran solo las seis de la mañana.
Empuje Luka, este se quejó en lo que parecía idioma alienígena y me volvió a abrazar rodeándome con sus piernas. Era un hombre demasiado grande y yo, pequeña, me cubría por completo.
—Si no me tomo la píldora en cinco minutos —hice una pausa para evitar reír, tome aire—, serás papá.
Se levantó rápidamente de la cama, aun con las marcas de la sábana en la mejilla y los ojos rojos.
—Vístete, ¿dónde tienes eso? —me tomo de las piernas y tiro de mí.
Comencé a reír como una loca, él se quedó quieto y una vez que entendió también empezó a reír. Se colocó entre mis piernas y se acostó encima abrazándome y dejando un montón de besos en mi cuello.
—Estoy segura de que la píldora no funciona así, no serás papá —aclare entre risas.
—¿Cómo se te ocurre jugar así? Aún no tengo las neuronas activadas —comenzó a besarme y a peinar mi cabello con sus dedos.
—¿Cómo se activan? —pregunte.
Él mostró una sonrisa pícara y presionó su erección mañanera contra mí —Aunque aún tenemos que hablar ¿Qué prefieres hacer primero?
Hablar o tener sexo mañanero con Luka, bien teníamos que solucionar este problema de una vez. Su rostro cambió al verme pensativa, se levantó de la cama y me arrastró con él.
—Déjame cuidarte y luego te contaré un poco —menciono llevándome a horcajadas al baño.
Entro conmigo en la ducha y me dejó bajo la cascada de agua caliente, masajeo mi cuerpo con ese olor a limón que tanto me gustaba, lo hizo con cuidado, no de una manera sexual y no sabía que se podía tocar el cuerpo de alguien más y que esto fuera cálido.
Beso, mi espalda desnuda y mi cuello, para luego concentrarse en mi cabello. Cerré los ojos cuando me masajeo hundiendo sus dedos en mis rizos. Una vez ambos estuvimos limpios, tomo una toalla para envolverse con ella y otra para mí.
—Yo lo hago —dijo secando mi cuerpo a toques con la toalla.
Me levanto del suelo y me subió en el lavado.
—Luka —lo llamé, él no me miró—. Oye morsa ¿Estás bien?
Se acercó para besar mi mejilla —Estoy bien.
No lo estaba, había algo que lo estaba matando por dentro y sabía qué tenía que ver con lo que me tenía que decir. Me sentía muy nerviosa, no quería dejarlo y temía que eso que tanto lo molestara fuera tan malo como para hacerme alejarme de él.
No sucedería, lo que fuera lo perdonaría o lo dejaría pasar. Su pasado no podía afectarme y no podía juzgarlo por eso.
Él comenzó a peinar mi cabello con mucho cuidado.
—Luka, lo que sea yo no te dejaré —aclare, solo porque necesitaba que él lo supiera.
Dejo el peine a un lado y suspiro —Grace es algo de mi pasado, de lo que no me siento orgulloso.
Lo tomé de sus mejillas y lo hice mirarme —Dime hasta donde puedas.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y simplemente de abrazo escondiendo su rostro en mi cuello, jamás había visto a un hombre llorar y mucho menos había imaginado verlo a él. Sentí sus lágrimas, humedecer mi cuello, lo tomé del mentón para que me mirara, él lo hizo con algo de vergüenza.
Besé sobre sus lágrimas —Yo te acepto así.
Asintió —La mujer del cuadro se llama Lucía, fue mi esposa por cinco años, hasta que murió.
Mi corazón se apretó, él aún la amaba y aún la extrañaba, no podía sentirme mal por eso.
—¿Hace cuánto? —pregunte.
—Hace un año —respondió—. Ella aceptó casarse conmigo porque le asegure que ella sería mi prioridad y mi mundo.
Hizo una pausa en la que parecía estar a punto de romperse.
—¿Lo fue? —pregunté.
Él negó con la cabeza de —Yo no la cuide y ni siquiera sabía que estaba muriendo y embarazada. Si tan solo hubiese estado más atento...
Lo abrace, él empezó a llorar, acaricie su espalda y besé su frente —Luka, tú no eres culpable.
—Si lo soy, Grace —afirmó y yo solo quería que entendiera que la enfermedad era algo que él no hubiese podido evitar—. Yo debí cuidarla y preferí huir de mi matrimonio refugiándome en el trabajo, ya la tenía, así que no me esforcé por hacerla feliz. Cuando supe que estaba enferma ya era tarde y ni siquiera me reconocía.
—Al menos estuviste con ella —intenté animarlo.
Él me miró con esa oscuridad que tanto amaba, solo que esta vez sus ojos estaban marchitos.
—No sé con quién estuve, pero no fue con ella —menciono—. Lucia era buena, cariñosa y una mujer inteligente, después se volvió agresiva y grosera, pensé que era su manera de castigarme, pero ella ya no estaba, no estaba consciente y cuando lo estaba ni ella misma entendía lo que le pasaba.
Él también había sufrido con la enfermedad de Lucia, se sentía mal y se culpaba por no haberla cuidado a ella y a su bebé. Cuando estuvo para ella ya era tarde, debió haber sido horrible ver a su esposa morir lentamente, verla a los ojos y no reconocer a esa persona porque la enfermedad estaba afectando su manera de ser, esa manera que lo había logrado conquistar.
—No fui un buen esposo, ni padre, ni hombre —finalizó.
No sabía que decir a todo esto, parecía que nada podría sacarlo de esa nube de tristeza y me odiaba por haberle hecho recordar ese momento.
—Aún quiero el cuadro —murmuré, tome su mano y besé sus nudillos—. Aún te quiero a ti.
Él me miró un poco más tranquilo, se acercó muy despacio y unió nuestros labios en un profundo beso, sentí la falta de aire y me separé de él jadeando, lo vi a los ojos y supe que me necesitaba.
—Todo está bien —confirmé volviendo a besarlo.
Él me levantó y me llevo de nuevo a la habitación. Me dejó sobre la cama y comenzó a besar mi cuello, mientras sus manos acariciaban todo mi cuerpo. Solté la toalla de su cadera y lo rodeé con mis piernas.
—Te quiero Grace —dijo contra mi mejilla antes de hundirse en mí.
Gemí y me arqueé para darle mayor acceso, esto era diferente a lo que habíamos hecho antes. Esto no era solo sexo.
—Te quiero Luka Caruso —dije cerrando mis ojos y disfrutando del momento.
Había tanto en el que no conocía y aun así sabía que nada me podría hacer dejarlo. Cualquier cosa de su pasado yo la perdonaría, porque yo estaba completamente fascinada con el hombre que me besaba y se movía lentamente encima de mí, que susurraba palabras bonitas mientras me había suya. Con el hombre que me enseñaba el sentido de la vida, la tristeza y la alegría.
Me contraje y recibí gustosa esos latidos en mi interior mientras decía su nombre entre gemidos una y otra vez. Él soltó un gruñido y se apretó contra mí, tomo mis labios y los beso con dulzura.
Se quedó sobre mí intentando calmarse. Cuando me miró a los ojos, supe que para él esto también había sido diferente.
—Pasa este día conmigo —pidió él.
Nos habíamos vuelto a duchar juntos para luego ir a casa, tal como la última vez se quedó cerca esperando por mí. Había otro problema en este momento.
—¡Me quiero morir! —grité en medio de mi búsqueda de algo para ponerme.
—¡¿Qué te pasa?! —me grito mamá entrando a mi habitación.
—No tengo nada que ponerme —me queje.
Ella alzó una ceja mirando el montón de ropa sobre la cama —Siempre pareces vagabundo ¿Por qué es diferente ahora?
—Voy a salir y me quiero ver bonita —mentí.
—Hija, no nací ayer, si tienes una cita dilo y ya —pidió ella. No sabía si era posible definir esto como cita—, pero te lo advierto Grace, tráelo a casa pronto.
Empecé a reír nerviosa, Luka ya había venido dos veces y a ellos les había agradado mucho. Claro que sí les dijera que me acuesto con mi profesor, ya esto dejaría de agradarles.
—¿Qué sucede? —pregunto papá.
—Tu hija tiene una cita y no sabe que ponerse —respondió mamá dando por hecho de que era una cita.
—Grace, si te invito a una cita, es porque está igual o más loco que tú —respondió papá—. No creo que tu ropa rara le afecte.
Dicho esto, ambos salieron de la habitación.
—¡Gracias por la ayuda! —les grité.
—¡De nada! —respondió mamá desde las escaleras.
Quizás papá tenía razón en algo. Elegí unos pantalones sueltos y rasgados, un top naranja y mis botas, deje mi cabello revuelto y me aplique solo brillo labial, así era yo. Salí de la casa y camine algunas calles hasta encontrar el coche de Luka. Entre en él sintiéndome muy nerviosa.
Él me miró y se acercó para besarme —Estás hermosa hoy.
—¿Ayer no? —me crucé de brazos.
Él me rodeó con su brazo —Siempre lo estás, pero hoy más.
—¿Dónde iremos? —pregunte.
—Tengo que hacer algunas compras y quiero que me acompañes, pero como no podemos debido a que en una ciudad tan pequeña como está saldríamos en los titulares te llevaré a mi ciudad.
—¿Tu ciudad? —pregunté, jamás había salido de aquí.
—Así es, está una hora y media, así que ponte cómoda —dijo él, concentrado en el camino
—¡Genial! —grité—. ¡Será divertido!
No lo fue una hora y media en el coche con Luka no era nada divertido. No hablaba y algunas veces me preocupaba por si estuviera respirando. El camino tampoco era la gran cosa, aunque al menos el mar era bonito.
Suspiré —¿Qué se supone que haces cuando no estoy contigo?
No había pensado en eso, pero la vida de Luka sin mí debía de ser muy aburrida.
—Leo y escribo —respondió él.
—Increíble —murmuré—. ¿Que haremos cuando lleguemos?
—Te lo dije, tengo que hacer unas compras —repitió.
—¡Luka mírame!
—¡Estoy conduciendo!
—¡Estoy aburrida! —me crucé de brazos en el asiento—. ¿Puedo conducir?
Me miró y se lo pensó por unos segundos —No puedes.
Me quedé dormida en poco tiempo, había descubierto que discutir con Luka me gastaba las energías, eso o el sexo algo agitado que tuvimos anoche, dormir aplastada, despertar temprano y luego más sexo.
—Ya llegamos —informo él, estacionando frente a una tienda.
—¡Muebles! —chillé—. Pudiste haberlos pedido por internet.
Entramos a la tienda que solo de poner un pie dentro ya olía a miles de dólares.
—Necesitamos los muebles del salón y los del comedor —menciono él caminando por la tienda.
—¿Cómo un sillón puede costar tanto? Es para poner el culo —murmuré.
—Es de diseño —explico él tomando mi mano y haciéndome caminar a su lado.
—Diseño mi trasero y se sienta en cualquier parte.
Él empezó a reír, me rodeo con el brazo y me atrajo para dejar un pequeño beso en mi nariz.
—Tú solo ayúdame a elegir...
No lo deje terminar, salí corriendo por la tienda hacia un sofá que me había encantado.
—¡Ah, es verde! —chillé abrazando el sofá—. ¡Cómpralo!
Él se acercó mirando al sofá con algo de desagrado —No voy a comprar un sofá verde.
—Buenos días ¿Desean algo? —pregunto una de las dependientas.
—Si mi esposo y yo estamos decorando, queremos llevar este sofá —le di unos golpes al mueble.
Vi las mejillas de Luka enrojecer, me miró a mí y luego al sofá —También necesitaremos un sillón.
Le había ganado. Durante dos horas lo que salió de su boca fueron puros «no» la dependienta nos seguía mientras elegíamos lo que queríamos.
Él había elegido un sillón color crema, los cojines del sofá del mismo color, aunque yo había logrado meter un par naranja. La mesa de centro, algo rústica, había sido mi elección y una alfombra clara, un tanto clásica que él había decidido llevarse, aceptará yo o no.
—¡Luka mira! —tomé un par de sartenes rosa.
—Tengo mi cocina bastante equipada —aclaro él.
Me acerqué y pase mis manos por su pecho, ya había ganado muchas guerras contra el de esta manera.
—No tienes un sartén rosa —me puse de puntillas y besé sus labios—. Nos la llevamos.
—¿Pagarás tu todo esto? —pregunto, rodeándome con sus brazos.
—Solo hay que ver tu ropa y tu coche para saber que puedes comprar veinte sartenes rosas ¿Eres mafioso?
Él empezó a reír —No lo soy.
Hice una mueca de decepción —Vale, eso significa que solo besé a un profesor, que aburrida mi vida.
—No solo fueron besos —murmuró él, beso mi mejilla mientras me abrazaba con fuerza.
—¡Luka Caruso! —grito alguien a nuestras espaldas.
Luka se giró para encontrarse a una mujer de unos cincuenta y tantos años, aspecto muy elegante, acompañada de lo que parecían guardaespaldas. No me soltó, hasta que ella me miró a mí con algo de confusión.
—¿Mamá que haces aquí? —pregunto el algo temeroso.
«¡¿Mamá?!»
Era un buen momento para morir, que digo, era el mejor momento para morirse. Luka me abrazaba y tenía a su madre frente a mí, quería salir gritando de esta tienda y no parar de correr hasta llegar a casa.
Me separé rápidamente de él. Él me tomó de la mano y de algún modo me oculto a medias detrás de su espalda.
—¿Quién es ella Luka? —pregunto la mujer.
«¡Dios, este es un buen momento para hacer un milagro!»
—Ella es mi...
—¿Señor Caruso, usted y su esposa desean algo más o podemos hacer el envío? —interrumpió la mujer que antes nos había atendido.
—¡¿Esposa!? —soltó la madre de Luka.
Luka me miró y yo a él, estábamos perdidos.
Minutos después nos encontrábamos en un elegante restaurante con la madre de Luka frente a nosotros, él volvió a tomar mi mano por debajo de la mesa, me dio un suave apretón.
—Necesito que me expliques quién es esta mujer —me señaló su madre, mirándolo con algo de furia.
Mi corazón, latía con fuerza, apreté la mano de Luka.
—Es mi novia —respondió él con seguridad.
Ella me miró —¿Cómo te llamas?
—Grace —respondí, me sentía intimidada bajo la mirada de esa mujer.
—¿Qué hay de Maritza? —pregunto su madre, mi estómago se revolvió—. Pensé que tenías una relación con ella ¿La estás engañando?
Mis ojos empezaron a picar por las lágrimas.
—¡Mamá! —la interrumpió Luka—. Yo y Maritza no teníamos una relación, fue solo una noche y ella se inventó el resto.
—¡¿Qué!? —exclamo la mujer y miro a su hijo con decepción.
Trate de respirar para calmarme, esto era demasiado. El bonito día se había arruinado.
—No lo aclare porque eso te había mantenido tranquila, pero Grace... —trato de hablar, pero su madre lo interrumpió.
—¿Quién es Grace? —pregunto la mujer visiblemente enfadada—. No la conozco, no sé qué edad tiene, que estudió o en que trabaja.
Él se levantó aun tomando mi mano, yo lo seguí y la mirada de su madre se clavó en nuestras manos entrelazadas.
—Ella es mi Grace y yo lo sé todo de ella —aclaro en un tono frío y serio.
Nos retiramos a la salida.
—¡Luka, aún tienes mucho que explicar! —se quejó su madre.
Él se giró —De momento me voy con mi mujer.
Eran muchas emociones las que sentía en este preciso momento. Entramos al coche y él me miró, estaba preocupado.
—Lo lamento cariño —susurro acariciando mi mejilla—. ¿Estás bien?
Negué con la cabeza —Quiero llorar —confesé.
Él me quitó el cinturón y me tomo hasta tenerme sentada en sus piernas, me acunó entre sus brazos y yo lloré escondida en su cuello, me sentía tonta, como una niña pequeña que necesita consuelo y él me lo estaba dando.
Acaricio mi cabello —Tranquila Grace, lo solucionaré.
Negué con la cabeza —Yo no soy tu novia Luka y a tu madre claramente no le gustó, me sentí como un estorbo.
El tomo mis mejillas y me beso en los labios —Mi preciosa, no eres un estorbo, eres la mujer más bonita, divertida e inteligente que he conocido.
—Quiero irme a casa —pedí, limpiando mis mejillas.
El suspiro —Déjame hacerte un regalo —negué con la cabeza, él me dio un apretón en el trasero—. Vamos mi preciosa.
Bajamos el coche y caminamos algo más tranquilo por las calles, el lugar era bonito aunque algo agitado. Luka me rodeo con su brazo, se sentía confiado.
Entramos a una nueva tienda, solo que esta era de ropa y accesorios
—Buenos días, señor Caruso —lo saludo una mujer.
—Buenos días, hice un encargo ¿Ya lo tienen? —pregunto Luka.
—Sí, señor, pasen y en breve se lo traemos —la mujer guíenos a una sala blanca con vestidor y algunos espejos.
—¿Que haces aquí? —pregunte sin entender muy bien de que iba.
—Es un regalo —explico él.
La mujer entró con una percha llena de ropa amarilla y naranja en varios tonos y una caja negra que dejo sobre la mesa frente a nosotros
—¿Necesita algo más?
Él negó con la cabeza —Déjenos solo, la llamaremos si necesitamos algo más.
La mujer se marchó. Luka tomó la caja y la abrió frente a mí, dentro de ella había unas hermosas botas blancas, con un tacón cuadrado.
—¡¿Son para mí?! —pregunté entusiasmada.
—Así es, es el segundo par en todo el país y agrego él—. Te lo advierto, no las llenes de lodo.
Abrí los ojos —¿Cuánto té costo esto?
Él me tomó de la barbilla y me dio un pequeño mordisco en los labios —No lo suficiente.
—¿Estás seguro de que no eres mafioso? —volví a preguntar.
Negó con la cabeza —Solo soy profesor ¿Estás más animada?
Me senté a horcajadas sobre él, esperando que a nadie le diera por entrar en este momento.
—No tienes que comprarme nada para animarme —mucho menos algo tan caro, quería agregar—. Un abrazo era suficiente, pero gracias.
No quería rechazar su regalo. El tiro de mí y mordisqueo mi cuello.
—Quiero verte con todo lo que yo compré —murmuró contra mi cuello—. Dijiste que era tu esposo.
Gemí cuando apretó mis nalgas —Tú dijiste que era tu novia.
Aunque ambos sabíamos que una vez de regreso en casa todo esto acabaría nos sentíamos bien disfrutándolo.
Además de las botas que me encantaba, Luka escogió algunas prendas, no me las probé de solo verlas, ya me encantaban y confianza que él, así que fuimos directo a comer algo que me apetecía muchísimo.
—¿No tiene mucha grasa? —pregunto él mirando con desagrado su plato.
Tome la hamburguesa y le di una mordida —Justo, eso es lo que la hace más deliciosa.
—Grace, esto mata.
Puse los ojos en blanco —Vamos, abre la boca —tome su hamburguesa y la acerque a su boca, le dio una mordida—. ¿Está buena?
Él asintió —Sí, la verdad es que está buena.
Reí y limpié su mejilla con una servilleta, él hizo lo mismo conmigo y ambos comenzamos a reír, hasta que el timbre de su teléfono celular nos interrumpió.
—Sí, no mañana tengo una actividad escolar —hizo una pausa—. El miércoles.
Termino la llamada.
—¿Algún problema? —pregunté, aunque sabía que no debía meterme en su vida.
—Mi madre quiere verme —respondió él.
Se había metido en problemas por mi culpa, está claro que el día de hoy no se repetiría nunca más.
—Deberíamos volver —mencioné.
Terminamos la cena y después de pagar me dirigí al coche de Luka, algo cabizbaja.
—¡Grace! —me llamo él.
Antes de que pudiera girarme, ya él me había tomado del brazo, sus dedos se había enredado en mi cabello y me estaba besando.
Cuando se separó de mí ambos teníamos la respiración agitada y los ojos vidriosos.
—No eres un error, ni un juego, mucho menos un problema —susurró contra mi boca—. Ni pienses en eso.
—¿Qué soy?
—Eres mía.
Como prometí actualización doble, espero lo disfrutarán, como siempre los estaré leyendo en comentarios.
Gracias ❤️❤️
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