Trato hecho #14
Capitulo #14
Trato hecho
Luka
No sé qué hora eran exactamente cuando desperté con el cabello de Grace en mi cara, pero apenas había amanecido. Intenté sacar mi brazo de debajo de su cabeza con cuidado de no despertarla, pero me parecía algo imposible de hacer. Me rendí volviendo a dejar caer la cabeza, dormir un poco más no me haría daño, sin embargo, con ella a mi lado eso parecía ser también algo imposible.
Era preciosa, acomode su cabello quitándoselo de la cara y con mi dedo seguí la línea de su mandíbula hasta llegar a sus labios.
—Es de mala educación tocar a las personas cuando duermen —murmuró ella.
Algo me dice que también estaba despierta.
—¿A si? No lo sabía —aseguré, siguiendo la curva de su cuello.
Ella mostró una pequeña sonrisa y abrió muy espacio los ojos —Si me tocas, tienes que dejar que yo te toque.
Esta niña rebelde y con mal carácter, estaba a punto de causarme un infarto, si quería que me tocará, pero sabía que no había forma de que me pudiera controlar ante eso.
—Bien —acepte.
Ella tocó el puente de mi nariz con sus dedos, acaricio mis cejas y yo cerré los ojos para disfrutar de sus caricias.
—Tu turno —me informo.
—No sabía que se trataba de un juego, pero acepto.
Seguí por la curva de sus pechos hasta sus caderas, la tomé hundiendo mis dedos en la carne desnuda y la atraje hacia mí, ella me rodeó con su pierna.
—Tu turno —le dije.
Mordió su labio y siguió por mi cuello, se detuvo en mi pecho y se acercó para repetir el camino que había hecho ya, solo que esta vez con sus labios. Fue dejando una hilera de besos húmedos desde mi mandíbula hasta mi pecho.
—¿Nervioso? —pregunto con picardía.
Sí que lo estaba y mucho. Hacía mucho tiempo que en mi vida no había este tipo de juegos con una mujer, hacía mucho que no tenía sexo y la última vez fue con Maritza, algo básico, nada de caricias, odiaba que me tocarán, pero Grace era la excepción, me gustaba y eso a la vez me aterraba.
—Mi turno.
Subí desde su rodilla hasta sus muslos y caderas por debajo de la camisa, ella cerro los ojos cuando hice presión en sus costillas y con mis nudillos acaricie uno de sus pezones. Me gustaban sus pechos, pequeños y firmes.
—¿Nerviosa? —le repetí la pregunta.
Ella mordió mi barbilla —Tú lo estarás.
Descendió por mi abdomen raspando la piel con sus uñas, ya sentía mi miembro endurecer bajo los pantalones desde que había empezado este juego y me sentía aún más deseoso cuando tiro del elástico de ellos.
—Me da miedo preguntar si puedo continuar y que tú Luka dramático me diga que no —menciono acariciando mi erección a través de la tela.
Se sentía demasiado bien, incluso así.
Suspiré —No preguntes entonces.
Eso fue suficiente para ella, cerré mis ojos cuando metió la mano en mis pantalones y toco mi miembro con seguridad.
—Mírame —pidió.
—¿Qué? —volví a mirarla.
—Me gusta cuánto me miras.
Se acomodó a mi lado y saco por completo mi miembro excitado que parecía estar encantado de encontrarse en su mano. Con una sonrisa se incorpora hasta quedar de rodillas frente a mí.
—¿Puedo? —pregunto acercando sus labios a él.
Mi conciencia gritaba «no.»
—Deja de preguntar Grace.
Me había rendido por completo, dio un simple beso en la punta mientras me miraba y ese simple gesto ya me hacía vibrar, quería pedirle que se detuviera, hasta que pasó su lengua por todo el largo de mi miembro.
—¡Dio! —adiós mi ateísmo.
Volvió a repetirlo una y otra vez, se detenía para bombear con su mano y esto lo hacía demasiado despacio, luego volvía a atacar son su boca y me dejaba muerto en vida, jadeando y en busca de algo de control.
La tomé por el cabello y me senté en la cama tirando de ella, atrapé su boca y la besé con ansias. Mis manos arrancaron los primeros botones de la camisa, besé su cuello y apreté sus pechos con mis manos para tomarlos con mi boca. Los disfrutes, con algo de furia por el deseo que había llevado contenido, mordí uno de sus pezones y tire de él suavemente con mis dientes.
—¡Ay Luka! —se quejó Grace.
Sonreír y lamí el lugar —Perdón —murmuré contra su piel, ella me respondió con una sonrisa acariciando mi cabello.
Tome su mano y la besé, antes de volver a dejarla sobre mi excitado miembro el cual ya volvía a desear sus atenciones.
—¿Qué quieres? —pregunto ella.
—Tócame —pedí mordiendo su labio.
—Dímelo en italiano.
—Toccami Grace, così dopo posso mettermi tra le tue gambe e assaporarti —«Tócame Grace, para después poder meterme entre tus piernas y saborearte» dije en italiano.
—No entiendo nada, pero se escucha caliente —respondió ella, antes de besarme.
Volvió a tocarme, está vez lo hizo de manera exigente, apretando su agarre a mi alrededor.
Gemí contra su cuello y llevé mis dedos a su boca para tocar sus labios.
—Con le tue labbra —«Con tus labios» pedí.
No sabía si lo había entendido, pero me empujó para que volviera a acostarme y comenzó a besar mi abdomen hasta llegar a dónde más la necesitaba, lo atrapo con su boca y yo apreté las sábanas con mis puños para resistir la tentación de bombear contra su boca, ella la soltó no sin antes lamer toda su extensión, algo que me encantaba ver.
—Córrete, señor Caruso —dijo plantando un beso en la punta de mi miembro y sin dejar de tocarme.
Levanté las caderas, sentir varios espasmos incontrolables y una descarga que tomo todos mi cuerpo. Me incorporé bastante rápido tomando a Grace para besarla y me dejé ir en sus manos mientras ahogaba mis jadeos en un beso torpe.
—¿Gane el juego? —pregunto ella contra mis labios.
—No, non è ancora finita —«No, aún no termina»
Tenía su punto esto de que no entendiera mucho o casi anda del italiano, me deje caer en la cama arrastrándola conmigo. Acaricie su espalda y cerré mis ojos por unos segundos, estaba cansado.
—¿Por qué te duermes? —me pico ella en la costilla.
—¿No ves lo que acabas de hacer? —murmure.
—¿Te absorbí la energía? No creo que fuera eso, Luka —respondió ella.
—Silencio Calabaza o tendré que castigarte —advertí.
Ella encajó su barbilla en mi pecho, aunque tenía los ojos cerrados, sabía que me estaba mirando.
—Me gusta ver cuándo te corres —confesó.
—¿En serio?
—Aja —responde divertida
—Pervertida —me encantaba—. A mí también me gustas.
—Lo sé, soy inevitable.
Ella era Grace Abbey, tenía dieciocho años a punto de cumplir los diecinueve, llevaba la vida como si está fuera un campo de rosas. Amaba vestirse con colores extravagante, largos pendientes y llevar las manos llenas de pulseras. Odiaba hablar en público, sin embargo, cuando tenía algo que decir lo decía sin importar a quién tuviera frente a ella. Era divertida, orgullosa, algo creída y decidida, tenía una manera de ver la vida algo única e imposible de creer. Me gustaba Grace Abbey, me gusta la chica del vestido naranja y el cabello revuelto, me gustaba mi estudiante, me gustaba el error, me gustaba lo prohibido y me gustaba la mujer que estaba acostada encima de mí.
Despierto a las seis de la mañana por el horrible olor a fritanga y por desgracia Grace no está en la cama. Me levanto de la cama y camino hacia la cocina.
—¡Grace Abbey, procura no quemar mi cocina! —le grito desde el salón.
—¡Mal agradecido! Te estoy haciendo tortitas —me grita ella con una espátula en la mano.
Me acerco por detrás y la abrazo —Cariño, esas tortitas ya pasaron a otra vida.
Estaban negras, duras e incomibles. Eran feas hasta de mirar.
Ella hace un puchero —Quería hacerte el desayuno.
—Ya te dije que no suelo comer dulce —le recordé—, pero si quieres te hago unas tortitas.
—¡Pues deberías hacerlas! —me chilla separándose de mí—. ¡Dos horas estuve esperando a que te levantaras!
Cómo decía, Grace Abbey era una persona con un carácter muy cambiante, un poco agresivo, quizás, supongo que muy al fondo era tierna.
Termine las tortitas de la muy glotona, aplaudió cuando se metió un trozo en la boca y verla tan feliz por la comida, me terminó alegrando la mañana, bueno debía admitir que hacía mucho tiempo mis mañanas no comenzaban así de bien.
—¿Qué me miras? —pregunto con la boca llena—. No me mires, no te voy a dar de mi plato, tómate tu jugo cochino.
Me terminé mi jugo verde, al que ella había mirado con verdadero desagrado cuando le ofrecí.
—Solo miró lo que es mío —explique.
Veo sus mejillas colorearse.
—¿Solo desayunas un jugo cochino? —pregunto terminando su plato.
—Habitualmente sí, pero hoy me apetece algo más fuerte
—¿Algo como qué?
La tomo de las caderas y la subo a la encimera, sin darle tiempo a qué diga algo, tomo sus bragas y las bajo por sus piernas.
—¿Cómo esto? —finalizo abriendo sus piernas y acariciando la cara intentará de sus muslos.
—Oh, creo que... Creo que no sé —dijo ella tartamudeando.
—¿Nerviosa? —acaricié su centro—. No lo creo, veo que estás muy caliente aquí abajo.
—¡Luka! —me regaño.
—¿Luka que más? —pedí haciendo círculos con mi pulgar.
Mordió su labio —Señor Caruso.
Ya me había vuelto a desarmar.
—Túmbate y abre las piernas, quiero desayunar —le pedí con exigencia.
Ella se queda embobada mirándome con algo de vergüenza, era increíble ver algo de vergüenza en su rostro después de lo que hizo hace un par de horas. Yo mismo abrí sus piernas, ella se apoyó en sus codos y me miró mientras lamía su muslo y dejaba algunos besos en la cara interna de estos.
—Tranquila Grace, sabes que no es sano que te deje así —mordí su monte de venus—. Caldo «Caliente»
Con urgencia la tomo de las caderas y la atraigo hacia mí, meto mi lengua en su empapado y caliente centro, la oigo gemir y arquear su cuerpo cuando chupo y degustó este delicioso manjar. Juego con su clítoris ya hinchado, lo estimuló y tiro de él con mis labios.
Ella tiembla y me hace tener que sujetarla más fuerte de las caderas.
—Luka no puedo más —menciona con la respiración agitada.
—Sí que puedes —respondo antes de morder el interior de su muslo.
—¡Ay, animal! —se queja Grace.
Antes de que pueda decir algo más meto, dos dedos en su interior, está, los recibe fácilmente y comienza a gemir cuando bombeo en su interior mientras devoró todos lo que me ofrece.
Se contrae y tiembla, su mano se aferra a mi cabello y con un hermoso grito se deja ir por completo.
Saco mis dedos y los llevo a mi boca —Un excelente desayuno, gracias.
Ella cierra las piernas y me mira aún con algo de vergüenza.
—Sciocco —«idiota» me dice ella.
Minutos después ya estábamos listos y en el coche, llevaría a Grace a su casa o al menos la acercaría, ya que a estas horas no era conveniente que nos vieran juntos.
—Podría salir volando con tu ropa —menciono ella, llevaba una camisa y pantalones deportivos míos.
—Recuérdame como es que piensas entrar sin que te vean —pedí en un intento de que se lo pensara mejor.
Suspiró agotada —Subiré por la ventana, ya te lo dije, lo he hecho un millón de veces. Eres muy pesado.
—Es lo que pasa cuando desayuno como me gusta —estacione por un paso de peatones.
Ella me miró con una sonrisa, me tomo del mentón y me atrajo para que la besara.
—¡Tan rico-lino mi italiano! —chillo.
La tomé rápidamente e hice que bajara la cabeza a mis piernas. Marcello estaba cruzando la calle junto a Greta.
—¡¿Qué putas te pasa Luka?! —me grito intentando levantarse—. ¡¿Sabes lo que es la cervical?! Pues la jodiste
—Cállate —le pedí en voz baja—. Marcello y Greta están pasando.
Hizo una mueca y se quedó abajo. Una vez cruzaron la calle me puse en marcha y me alejé. Ella volvió a levantarse
—Tenemos que dejar unas cositas claras para evitar estos momentos —dijo ella masajeando su cuello.
-Lo siento —masajeo el lugar—. Si deberíamos porque no planeo dejarte, quiero más de esto.
Me estacioné cerca de su casa.
Ella se quitó el cinturón de seguridad.
—Hagamos una lista —menciono-. No sabemos bien de que va esto o lo que somos, así que nada de muestras de afecto en público o en sitios de riesgo, aún mejor, solo es tu apartamento.
Lo pensé —No quiero estar encerrado en mi apartamento, me gustaría pasar tiempo contigo afuera.
Ella me miró mal —Señor Caruso, le recuerdo que está relación no definida, no es apta para todo público.
No era apta para nadie.
—Bien, ya veré qué hago.
—¿Qué hay de otras personas? —pregunto ella.
Sabía a lo que iba y quería ser sincero en cuento a eso, sin embargo, me costaba un poco y temía por su reacción. Era un hombre celoso, tenía que admitirlo, pero no tenía derecho a tener celos de los hombres que se acercaran a ella cuando yo no le estaba ofreciendo una relación.
—¿En qué sentido? —pregunte.
Suspiro —¿Seguirás viendo a Maritza? —fue al grano.
Eso me gustaba, algo me decía que Grace odiaba igual o más que yo la idea de saber que podría estar con otra mujer que no fuera ella, pero en cuando a Maritza fuera del sexo su cercanía era necesaria.
—Tendré que verla para mantener una imagen frente a mis conocidos —le expliqué.
Ella me miró como si fuera imbécil
—Ese cuanto no me lo trago Luka —soltó muy despacio, tanto que daba miedo.
Tome su mano —Grace, aunque esto no sea una relación si quiero exclusividad, yo no me acostaré con nadie y tú tampoco lo harás ¿Entendido?
Se lo pensó —Aunque esto no sea una relación, si me entero de que te acostaste con otra, te arranco al soldado con los dientes ¿Entendido?
Sonreí —Entendido calabaza, ahora ve a casa y ponte decente. Tiene clases señorita Abbey.
Puso los ojos en blanco —Vale nos vemos en clases.
—No, hoy me tomé el día libre, tengo algunas cosas que hacer fuera de la ciudad —explique.
Hizo un puchero —Joder, pues bien ya nos veremos mañana.
Comencé a reír —Te escribiré, lo prometo.
Ella se fue a bajar del coche, pero se detuvo —¿Te debería dar un beso de despedida?
Era un gesto muy tierno y cariñoso, algo que no hacía desde hace mucho y pensar en hacerlo con ella me daba un vuelco al corazón.
—Puedes hacer lo que quieras Grace, pero no preguntes —le pedí.
Si preguntaba yo dudaría si era correcto o no, sin embargo, si tan solo lo hacía, yo lo aceptaría con gusto.
Ella se acercó y me dio un pequeño beso en los labios, no complacido, tome su mano y la acerque para darle un beso un poco más largo.
Cuando nos separamos estaba sonriente -¿Esto cuenta como muestras de afecto en público?
Negué con la cabeza —La próxima vez me pondré peluca y bigote falso.
No me fui hasta que no la perdí de vista y recibí un mensaje de ella asegurando que estaba completamente sana en su habitación.
Un poco más tranquilo continué con mi día, el cual pretendía ser bastante agotador. Tenía que ir a una reunión que tendría lugar en otra ciudad. Volví a casa para vestirme de manera más apropiada, optando por un traje de Tres piezas color beige.
Al bajar encontré a Mike esperándome en su coche
—¿Listo para volver al infierno? —bromeo él.
—Gracias por acompañarme —le dije subiendo al coche con él.
Él conduciría —No olvides que soy tu amigo y tu socio, aunque debo admitir que no soporto mucho estas reuniones y a penas participo.
Me puse las gafas de sol, no soportaba la claridad. Estaba tan estresado que ya me estaba comenzando a doler la cabeza.
Recibí un mensaje: «Este lugar es mucho más tranquilo sin mi querido profesor de filosofía, aunque debo admitir que hay cosas que extraño de él»
Sonreí al revisar el mensaje de Grace.
Respondí: «¿Qué tipo de cosas extraña señorita?»
A los pocos minutos me volvió a llegar un mensaje de ella con la respuesta.
«Las clases privadas.»
—¿Esa sonrisa de idiota es por una mujer? —pregunto Mike.
Guarde el teléfono en mi bolsillo —Era trabajo.
—¿Estás ganando un millón por minuto que te alegras tanto? —pregunto él—. Vamos, no tengo cuarenta por nada ¿Es esa chica del bar?
—Es mi estudiante —dejo en claro con la intensión de que la descarte.
Él asintió con la cabeza -Seamos claros, tú no eres profesor y no sientes ese apego por tus estudiantes, ella es linda y se ve interesante, no sería raro que tuvieran algo.
—Soy su profesor, a eso me dedico ahora y aunque decidiera no serlo, una relación con Grace no sería ventajosa para nadie —finalice.
—Te pareces a tu madre hablando —murmuró él.
Era una frase bastante común en mi madre que, a pesar de sufrir los maltratos de una relación arreglada, siempre buscaba la manera de que sus relaciones tanto para sus hijos como para ella fueran de alguna manera ventajosas. Por suerte ella había encontrado a mi padre adoptivo que antes de su muerte había cuidado de ella con mucho amor y nos había enseñado tanto a mi hermano como a mí el significado de una familia.
Sin embargo, eso, cambio después de mi matrimonio para nada ventajoso y lleno de problemas. Descuide la empresa y descuide mi vida por proteger a alguien más, al final nada de lo que hice funcionó. Ahora mi madre se empeña en que vuelva por completo y vuelva a tener una vida.
—Grace es... Es linda —confesé.
—Lo sé, tengo ojos —menciono él—. Solo no te enamores, hasta que no sepas a dónde te llevará todo esto.
Sonreí —No es ese tipo de relación.
—Bien, entonces solo es sexo —aclaro—. No duermen juntos, no comen o salen juntos, no se cuentan sus problemas y no se apoyan.
Podría decir que la mayoría de esas cosas no las habíamos hecho.
—No, mayormente discutimos —confesé.
Él empezó a reír —Entonces han ido directamente al matrimonio.
Negué con la cabeza —Jamás me volvería a casar, lo sabes.
—No veo el futuro, así que no sé nada.
Tachan ¿Que les parece está relación no definida? ¿Les traerá problemas?
Bueno, de momento podemos saber que Luka Caruso está desayunando bien.
Si te gusto el capítulo recuerda dejar tu voto y comentario sincero.
Eso me ayudaría mucho.
Comparte la historia si te gusto.
Besos y hasta mañana.
Instagram @paloma_escritora
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