Te confundiste de chica #35
Capítulo 35
Te confundiste de chica
Grace
Llorar causaba arrugas, dolían los ojos y no era nada divertido, después de dos paquetes de galletas y mucho helado decidí que ya no lloraría mas. Prefería hacer algo para acabar con esto de una vez y por todas.
A la mañana siguiente, después de darme una charla de motivación que acabo en perreo intenso con música de Aerosmith, me cambié de ropa para aparentar ser una persona decente y baje a desayunar.
Dividiría mi día en varias tareas; número uno: hablar con mis padres, esto por mucho era lo más difícil, pero no sé podía postergar. Número dos: matar a Marcello y que pareciera accidente y por último, sobrevivir. El plan no era perfecto, pero en mi cabeza sonaba bien.
Yo Grace Abbey cumplía un día como hoy diecinueve años, tan pequeña y problemática, odiaba mi existencia. Tenía ese pensamiento absurdo de que en el futuro, cuando andará por los noventa años recordaría este momento de mi vida y me reiría, si es que llegó a recordar algo a esa edad.
Baje al comedor, silencio total entre mis padres. Papá leía el periódico y mi madre bebía su café.
Me quedé de pie frente a ellos —¿Podemos hablar ahora?
Mamá dejó su tasa a un lado —¿Qué quieres decirnos? Que mentiste porque estabas enamorada.
—Yo amo a Luka —corregí—. El me ama a mi y no queríamos que las cosas salieran así.
—Grace, el está jugando contigo —menciono papá—. Si quería hacer las cosas bien las tenía que haber hecho desde un principio.
Bien, ya la buena imagen que tenían de Luka había desaparecido.
Tome aire para no decir una burrada —En nuestra situación era difícil.
—¡¿Nuestra?! El tiene la vida asegurada, tú acabas de echar a perder tu futuro —exclamó mamá.
Mordí mi lengua y miré al suelo sujetando la silla —Luka quiere hablar con ustedes.
Papá dejo el periódico a un lado —Hoy tendrás tu fiesta de cumpleaños, después de esto no saldrás de casa sin mi y en cuanto a ese hombre, no tenemos nada que escuchar, la decisión está tomada.
—¿Que decisión? —cruce mis brazos, ya esto había tomado un mal camino—. Yo decido estar con el.
—¡No lo aprobamos y no lo harás! —me grito mamá—. Vives aquí y somos tus padres, así que respeta nuestra decisión.
—¡Yo lo amo! —le respondí.
Mamá se levantó de la mesa —¡No es suficiente!
Si el amor que yo sentía por Luka no era suficiente para que ellos entendieran que no lo iba a dejar, ¿Qué debería hacer? Me sentía frustrada con todo esto.
Salí del comedor ignorando el llamado de mis padres y abrí la puerta, deteniéndome al comprobar que la figura de Luka estaba frente a mi, dispuesto a llamar a la puerta. Me miró algo preocupado y una vez que vio las lágrimas correr por mi mejilla me abrazo.
—¿Que sucede? —murmuro besando mi frente.
—¿Que haces aquí? —pregunte estrechándome contra el.
—¡Grace! —interrumpió mamá—. El que faltaba ¿Qué hace aquí?
Luka se separó de mi, pero no soltó mi mano ni por un segundo.
—Me gustaría hablar con ustedes —pidió Luka bastante calmado.
Papá apareció en la puerta —Mintió con respecto a todo lo que dijo, utilizo a nuestra hija y arruinó su vida, no tenemos nada que escuchar.
—Esto se arreglará con el consejo escolar —interrumpió mamá.
—Y a ellos le diré lo mismo que les quiero decir a ustedes, así que no me importa si lo escuchan aquí o lo escuchan frente a ellos —respondió Luka, su tono era calmado, pero seguro—. Estoy consciente de que la situación no es la correcta, yo y Grace no debimos empezar una relación, pero sucedió y la amo, no la pienso dejar.
Papá se cruzó de brazos —No lo aprobamos y no sucederá.
—Oculta su identidad, la policía lo busca por sospecha de asesinado y quiere a nuestra hija, está loco si cree que lo dejaremos —exclamó mamá bastante aterrada.
—Yo lo quiero —los interrumpí a todos.
Tres pares de ojos me miraron, nadie dijo nada hasta que papá decidió hablar.
—Grace a tu habitación y usted no vuelva más —sentencio papá.
La mandíbula de Luka se tensó, tomo mi mano y me saco al porche.
—Obedece, vendré mañana —aseguro el.
—Quiero ir contigo —pedí al borde de las lágrimas.
El acunó mis mejillas entre sus manos y negó con la cabeza —Ven conmigo, solo quédate conmigo.
Mi corazón latía con fuerza ¿Me estaba pidiendo que dejara mi casa? Mire a mis padres que aún estaba en la puerta y después a el. Algo se aclaró en su mirada, me abrazo y beso mi mejilla.
—Olvídalo, eso no es correcto —finalizo.
Negué con la cabeza —Algún día lo será.
La idea de dejar todo y olvidarnos del mundo para vivir nuestro amor podía llegar a ser muy atractiva, pero no era lo correcto. Todo esto que nos estaba pasando era el resultado de un sin fin de mentiras, así que no teníamos más remedió que soportar la situación e intentar arreglarlo. Estaba consciente de que sería difícil.
—Mañana nos vemos —me dio un pequeño beso antes de caminar hasta su coche.
Mire a mis padres algo avergonzada, aunque no habían escuchado nada si me habían visto y después de tanto tiempo ocultando nuestra relación ahora se me hacía difícil que nos vieran.
—Necesito ir a ver a Marcello —pedí mirando al suelo—. Si quieren puedo ir con Greta.
Mama soltó una carcajada —Greta te lleva cubriendo todo este tiempo.
Papá la interrumpió —Ve y haz lo que tengas que hacer, si quieres ve con tu profesor y despídete, porque a partir de mañana cambiarán las cosas para ti.
—No lo voy a dejar —advertí antes de que entrarán a casa.
Papá solo me miró y no dijo nada.
Tome el tren en silencio mientras pensaba en todo lo que sucedía ¿Que hubiese pasado si esa mañana no hubiese tomado el tren equivocado? Hubiese llegado a tiempo a clases y siempre hubiese visto a Luka como a un profesor desde el principio, quizás no pasaría nada entre nosotros de no haber cometido la equivocación de coquetear en italiano o quizás lo que está pasando es lo que tiene que pasar.
Tenemos esa tendencia de comparar posibles resultados, juzgando nuestras decisiones, pero lo cierto es que nada hubiese cambiado. De cualquier manera yo lo hubiera odiado de una manera u otra y luego lo habría amado, tanto como lo hago ahora. La única manera de que Luka y yo no terminamos como estábamos era que Lucia estuviera viva, el sería feliz y yo también.
Quizás no, porque aunque los momentos que estamos pasando sean malos, yo no me siento infeliz a su lado. Me siento viva y recordé lo que dijo Luka hace un tiempo cuando el pregunté que era el amor para el, «es vida.»
Llegue a la casa de Marcello y toque a la puerta solo para que me abriera la Barbie Estella. La última vez que la había visto casi le arrancó la cabeza, por sus ojos grandes y rostro pálido supe que ella también lo recordaba.
—No vengo a quitarte las extensiones —dije rápidamente—. Vengo a cortarle las pelotas a tu hermano ¿Sabes dónde está?
Ella suspiró —No se cómo Marcello te soporta.
—Créeme, el está muy lejos de poder conmigo, pero admiro que lo intentará —respondí en un tono burlón—. Ahora dime dónde está.
Estella hizo una mueca de desagrado —En el café, creo que tenía una cita.
Alce una ceja —¿Con quién se está viendo?
—No se y tampoco me interesa —dicho esto me cerró la puerta en las narices.
Bien, seguramente a la nueva conquista de Marcello le gustará ver cómo mando a su novio al Inframundo, sería algo así como un ojo por ojo y me estaría faltando.
Llegue a la dichosa cafetería donde solíamos pasar mucho tiempo cuando éramos novios. Cómo dijo su hermana lo encontré acompañado de una rubia que parecía ser mucho mayor que el, tacones negros, vestido blanco ajustado, cabello peinado a la perfección y una joyería demasiado brillante, solo existía una rubia así en el mundo.
—Hijos de puta —me quedé observando en silencio.
Maritza dejó un sobre del que Marcello saco algunos billetes, los contó y volvió a guardar. La rubia se levantó de la mesa y salió del local sin ni siquiera notarme.
Busque entre las motos estacionadas la de Marcello y sin ningún tipo de vergüenza por la pareja que estaba fumando afuera empecé a golpearla hasta que está cayó al suelo.
—¡¿Grace que haces?! —grito Marcello al ver aquello.
Tome el casco del suelo y se lo lance justo en la cara, este se encorvó y soltó un grito de dolor presionando su nariz.
—¡Creo que me rompiste la nariz! —se quejó viendo la sangre en su mano.
—¡Espera ahora mismo te emparejó toda la cara! —le pegué un bofetón que hasta a mí me dolió.
—¡¿Se puede saber que te pasa!? —me grito el.
Aún tenía el descaro de preguntar. Todo este tiempo estuvo trabajando con Maritza, los dos se encargaron de divulgar nuestra relación ¡Los quería matar!
Abrí su chaqueta y saque el sobre de dinero, había mucho dentro.
—¿Cómo pudiste hacerme esto por dinero? Me utilizaste —le di una patada en la rodilla.
Mis guardaespaldas buenos para nada se acercaron a mi, mantuvieron la distancia, pero permanecieron cerca de Marcello por si intentaba hacer algo.
—¿Tienes licencia para matar? —le pregunté a uno de ellos.
—De ser necesario si señorita —respondió este en un tono serio.
—¿Puedes matarlo? —pedí.
El chico alzo una ceja y miro al resto —No, señorita.
Solté un bufido —Pésimo servicio —me quejé.
Marcello se levantó y camino hacia mi —Tú te aprovechaste de mi con esta relación, no soy idiota Grace, se para qué lo hacías, me utilizaste para ocultar tu relación con Luka.
Empecé a reír —¡Eso fue mucho después imbécil! Me llevas tomado fotos desde mucho antes.
El hizo una mueca —Claro que no.
—¡Si lo hiciste! Tu y Maritza le enviaron un paquete de fotos a Luka ¿Con qué objetivo? —estaba furiosa, porque encima el se hacía la víctima.
Agarre los billetes y comencé a romperlos —¡No Grace! Las únicas fotos que te tome fueron las que se publicaron.
Tire los trazos rotos —Vete a la mierda Marcelo, tu y Maritza.
Me di la vuelta para irme ignorando la absurda explicación que me daba Marcello. Los tres hombres me seguían y me hacía sentir agobiada, me giré contra ellos.
—¡¿Qué putas quieren?! No matan, no me cuidan, parecen moscas detrás de mi —les grité al borde de un colapso.
Me llamarían loca después de esto, la loca Grace, creo que ya lo hacían.
—¿La llevamos a casa? —sugirió uno de ellos.
Bueno, al menos me ahorraba tomar un taxi o un viaje en tren, ninguna de las dos cosas me apetecía ahora mismo. Nada más llegar a casa me acosté en mi cama e intenté dormir, pero eso era imposible, todo estaba arruinado para mí.
Mis padres me ignoraban, no querían ni siquiera verme. Luka estaba lejos ahora mismo y un día como este solo quería estar acostada a su lado para esconderme entre sus brazos. Greta no dejaba de llamarme, tenía la intensión de animarme, pero cada vez que lo hacía a mí me entraba el llanto y no quería llorar. Marcello se había unido a la estúpida de Maritza para fastidiarme, la traición de mi ex, bueno que me traicionara, el no era nuevo.
La puerta de mi habitación se abrió y yo fingir dormir.
—Se que no estás dormida —murmuró Greta—. Cuando duermes pareces una rana atropellada.
Le lancé una almohada a la cara —¡No es verdad!
Ella empezó a reír y se acostó a mi lado. Llevaba su vestido dorado.
—Ayude a tu mamá a preparar el jardín para tu fiesta de cumpleaños —menciono ella.
—Igual no vendrá nadie —me hice un ovillo.
Ella hizo una mueca —Deberías bajar al menos, me esforcé mucho para sorprenderte.
Me senté en la cama —¿Puedo bajar en pijama?
Ella miró mi pijama de las chicas superpoderosas y rodó los ojos —No, no puedes.
—Bueno, después de este día seré condenada —hice un puchero—. Al menos disfrutaré de la libertad en el jardín.
Greta me ayudó a prepararme, parecía entusiasmada y nerviosa con Dios, sabe que. Me aplico un maquillaje ligero y acomodo mis rizos, se hizo lo que se pudo. El vestido me encantaba, se ajustaba a la perfección a mi cuerpo y las lentejuelas plateadas eran preciosas.
—Ponte esto —me pasó una máscara plateada.
—¿Y esto? —me la puse algo confundida.
—Oh nada, cambie un poco la temática a última hora —explico ella, colocándose la suya—. Tu sígueme la rima a todo.
Me empujó hasta la puerta —¿Qué te fumaste Greta?
Al bajar escuché la música del jardín que llegaba hasta el salón, había muchas personas y a ninguna la conocía.
—¡Hola! —chillo Bianca, la prima de Luka.
Recibí su abrazo con gusto y me quedé boquiabierta cuando vi a Francesco usando una máscara que cubría todo su rostro, era el sin duda, no había tantos hombres gigantes en la tierra.
—¿Que hacen aquí? —pregunte bastante aprendida.
—Nada, traje a unos amigos para tu fiesta —dijo Bianca haciendo comillas con los dedos.
Greta le dio un codazo cuando mi madre se acercó a nosotros —La fiesta debe acabar pronto y nada de salir de casa —me lanzó una dura mirada antes de subir las escaleras.
—¿De qué se trata esto?
No entendía nada, Greta se las había arreglado para que mi madre la dejara celebrar mi fiesta de cumpleaños. Bianca había invitado a personas que yo ni siquiera conocía, imagino que para que hicieran bulto y al menos no se sintiera tan deprimente mi fiesta de cumpleaños. El pobre Francesco estaba sufriendo con esa máscara que no lo dejaba ni respirar.
Le di dos golpes en la máscara —¿Todo bien ahí dentro?
Negó con la cabeza —Me pareció genial hasta que me di cuenta de que no podía beber con esta máscara.
Suspiré —Vamos, te pasaré una pajita.
Salimos los cuatro al jardín, el ambiente era agradable, música, luces, bebidas y un montón de gente enmascarada a la que no conocía de nada.
—¿Bailamos? —ofreció Francesco.
Alce mi ceja —No.
El se aclaró la garganta —En mi mente decías que sí.
—Tu mente se equivoca —respondí.
El soltó un suspiro —Empiezo a sentir lástima por Luka.
Hice una mueca —Tu máscara es fea.
—Y tu pareces una bola de Navidad.
Así pase un par de horas molestando a Francesco, quien era un llorón y bailando un poco junto a Greta y su novia, no podía faltar el alcohol. Me sentía mareada, pero eso sirvió para que me sintiera un poco más tranquila, al menos eso aparentaba.
Mi amiga me rodeo con su brazo y me empujó al interior de la casa con Bianca siguiéndonos los pasos. Entramos al baño.
—Vamos, quítate el vestido —ordeno Bianca, mientras Greta se quitaba el suyo.
Abrí la boca, seguramente estaba muy borracha y no escuchaba bien.
—Las dos son muy bonitas y yo muy hetero — aclaré sujetándome del lavado para no caer.
—Venga Grace —se quejó Greta bajando la cremallera de mi vestido.
Bianca me ayudó a colocarme el vestido dorado de Greta y esta se vistió con el mio. También cambio las máscaras y me saco al salón.
—Si querías mi vestido haberlo dicho y ya —me cruce de brazos enfadada.
El vestido de Greta me quedaba suelto en el pecho y solo me recordaba mi falta de tetas, quería llorar.
Francesco entró al salón y me tomo de la mano, sin decir ni una palabra, me saco de la casa y me subió a su coche, cerro la puerta y dio la vuelta para sentarse a mi lado.
—¡¿Estás loco?! —le grité golpeando su brazo.
—¡Grace! —me regaño Luka quitándose la máscara.
Me dio un bloqueo que me duro al menos un minuto antes de comprender todo lo que sucedía. Aun así, tenía que preguntar si esto se trataba de un sueño o estaba drogada.
—A mi no me mires Así, Greta lo planeo todo —se defendió el.
Aclare mi garganta —¿No estabas trabajando?
El me tomo de la nuca y se acercó a mi para besarme, sentí su lengua, recorrer mi boca y sus dientes, raspar mis labios, me aferré a su cabello y a sus brazos, disfrutando del beso, de su olor y del calor que trasmitía su cuerpo.
—¿Crees que faltaría al cumpleaños de mi novia? —pregunto el con la respiración agitada.
—Luka, llévame a casa y hazme el amor ahora —exigí.
El sonrió contra mis labios —Enseguida señorita Abbey.
Si me iban a castigar por esto, al menos lo haría bien. No sé como llegamos tan rápido al apartamento o en que momento empezamos a besarnos, solo se que habiendo atravesado la puerta de la habitación ya mi vestido y la camisa de Luka habían quedado en el suelo. Me tenía sujeta en el aire, me sentó en la cómoda de la habitación para continuar besándome, atacó mi cuello con sus dientes mientras sus manos recorrían mi cuerpo.
—Te estuve extrañando todo el día —susurro antes de atrapar uno de mis pechos con su boca.
Solté un gemido y cerré mis ojos para disfrutar de la sensación —Y yo.
Vuelve a besar mi boca enredando su lengua con la mía, mi sangre hierve, mientras el estruja mis pechos entre sus manos, tocó su entrepierna sintiendo lo excitado que está mi hombre.
Me acerco a el y beso su mandíbula con mimo —¿Todo esto es para mí? —pregunto con coquetería en su oído.
Luka suelta una carcajada —¿Podrás?
—¿Me está retando, señor Caruso? —susurré en su oído.
Me sentía caliente y excitada. Acaricie sus labios con mi dedo antes de besarlo otra vez. El me tomo y me levanto para llevarme a la cama, tiro de mis bragas por mis piernas y comenzó a dejar algunos besos por mis piernas hasta colocarse entre mis muslos, dejo una mordida en mi monte de Venus para seguir haciendo un recorrido por mi hendidura con su lengua. Solté un grito ahogado cuando presionó mi clítoris con sus labios a la vez que me penetraba con sus dedos. Me arqueé permitiéndole la entrada y me toqué yo misma, los pechos mientras disfrutaba de su breve asaltó y digo breve porque justo cuando creía que podía acabar el se detuvo y me levanto de la cama.
Se quitó el pantalón junto con el bóxer y se sentó. Estiró su mano para tocar mis labios y sin ningún tipo de vergüenza pidió: —Quiero tu boca.
Me encontraba aún agitada, pero me encantaba complacerlo y que el hiciera lo mismo por mi, me coloque de rodillas y tome su miembro con mi mano para besarlo, Luka cerro los ojos y dejo caer la cabeza mientras yo le daba todas mis atenciones. Pase mi lengua por todo el tronco y chupe la punta repitiéndolo una y otra vez, mientras raspaba con mis uñas la piel de su abdomen.
Lo sentí jadear y tomándome del cabello me separó de su miembro. Tenía una sonrisa en el rostro.
—Móntame —exigió.
Me senté a horcajadas y llevé su gustoso miembro a mi sexo para penetrante. Gemí contra su boca, una vez estuvo dentro de mi, me balanceé acomodándome y mordí mis labios fascinada con lo que sentía.
—Háblame en italiano —pedí aferrándome a sus hombros.
El sonrió —¿Qué quiere que te diga? —pregunto el—. Vai avanti, Grace —«muevete»
Jade cuando me tomo de las caderas y empezó a moverme sobre su sexo. El se tensó, pero no sé detuvo ni por un segundo.
—Più veloce —«mas rápido» exigió
—Mas —pedí yo entre jadeos.
Luka mordió mi labio y agarró un puñado de mi cabello para que le diera acceso a mi cuello. Grite cuando me mordió y luego si lengua calma el ardor.
Un golpe en mi trasero —Divieto di sosta —«no pares»
Tenía los labios rojos, los ojos oscuros cargados de deseo y los hombros con las marcas rojas que mis uñas dejaron. Grite contra su boca cuando comenzó a masturbarme también.
—Presa —«aguanta» pidió.
Que poco pedía, pero valió la pena. Sentí a Luka llenarme, mis paredes internas se apretaron y yo grité su nombre cuando mi cuerpo fue alcanzado por un fuerte latigazo que recorrió toda mi espalda y fue seguido por espasmos. Caí a la cama con el a mi lado, ninguno de los dos podía decir nada.
Me abrazo y comenzó a besarme con ternura tomado mi mano para besar también mi anillo.
—Si tan solo supieran cuanto te amo —beso la punta de mi nariz—. Non può essere così brutto amarti —«no puede ser tan malo amarte.»
Que opinan de las medidas que tomaron los padres de Grace y sobre la colaboración entre Maritza y Marcello
Si te gusto el capítulo déjame saber en los comentarios.
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