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Sin hielo #9

Capítulo 9 

Sin hielo 

Grace 

Empuje a Greta un poco porque no me dejaba ver lo que ocurría afuera. La ventana del baño que daba al estacionamiento era muy pequeña para ambas y paradas de puntillas era difícil mantenerse estable y no caer. 

—Deja de empujarme, yo también quiero verla —se quejó Greta, devolviendo el empujón.

Me bajé irritada, ya los había visto hablar frente a su coche por treinta minutos. La rubia no paraba de reír y de contornear las caderas, era una idiota. 

¿Cómo era posible que alguien como Luka la hiciera reír? ¿A caso era diferente estando con ella? No lo creo, ese ser arrogante de seguro no tenía amigos y esta mujer solo estaba muy confundida, era atractivo, pero no tenía nada de gracia o simpatía. 

—Es tan rara, con ese cabello perfectamente estirado y seguramente se despierta de madrugada para llenarse la cara de esos kilos de maquillaje y seguir pareciendo perfecta —me queje, me cruce de brazos y suspiré.

—Yo creo que es linda y parece agradable, incluso se ven bien juntos —menciono Greta colocándose a mi lado. 

—Incluso se ven bien juntos — imité su voz chillona. —Ese no es el punto, la cuestión es que ese psicópata me beso aun teniendo novia. 

Greta puso los ojos en blanco —¿Cómo sabes que te beso teniéndola a ella de novia? 

Abrí la boca sorprendida —¡No la estás viendo! 

Greta comenzó a reír —No puedo creer que estés celosa. 

—¡No estoy celosa! — declaré furiosa—. Pero no quiero ser la otra.

Greta me tomo del brazo y me saco del baño, camino a mi lado con una enorme sonrisa. Si la situación hubiese sido al revés ellas ahora mismo estarían llorando y yo probablemente lloraría con ella, sin embargo, mírenla, divirtiéndose con toda esta situación que me había mantenido con migraña. 

—Lo que digo es que quizás la encontró en su viaje —explico ella muy tranquila—. En ese caso no te utilizo, es hasta mejor, le acaba de poner un punto final a lo que sucedió entre ustedes. 

«¿Punto final?»

Ahora resultaba que yo me había convertido en solo un punto final ¿Qué más pretendía? Él era mi profesor y en el fondo ser el punto final era lo mejor, pero también me negaba a ser solo eso y no conocía con exactitud ese sentimiento.  

Suspiré —No lo sé, me duele la cabeza. 

Mi teléfono sonó, mi mano tembló al ver que se trataba de él. 

Le mostré la pantalla a Greta con el mensaje «Necesito reunirme con usted en la biblioteca.» 

Greta abrió los ojos —Es un mensaje muy formal, seguro es para el trabajo o para aclarar las cosas.

—Aclarar mis nalgas —guarde mi teléfono y camine hacia la biblioteca.

—¡Paz y amor! —me grito Greta—. ¡Olvida el amor, solo paz! 

Al parecer llegué incluso antes que él, quizás su noviecita aún no lo había dejado irse. Me senté en silencio mirando hacia la ventana y esperando pacientemente que ese idiota engreído apareciera. Después de todo no tenía nada mejor que hacer y el descanso me venía muy bien, aun la resaca me estaba afectando y me sentía fatal.

—Hola preciosa —saludo Marcello.

—Hola —dije sin ánimos. 

—¿Qué haces aquí? —pregunto sentándose frente a mí. 

—El señor Caruso me cito para trabajar en el proyecto de mañana —explique haciendo una mueca de desagrado.

—Seguro que este también te queda genial —me intenta tranquilizar, aun cuando sé que odia este tipo de trabajos—. Anoche estuvo bien entre nosotros.

Alce una ceja y lo mire —No llegó a mucho.

Él sonrió —Ya sé, pero pienso que deberíamos repetirlo y no sé quizás volver a estar juntos. 

—Buenas tardes —ambos nos sorprendimos por la gruesa voz de Luka—. ¿Cómo está Lennox? 

Marcello hizo una mueca, odiaba que lo llamarán por su apellido, pero Luka tenía una costumbre ya con dirigirse a las personas y aún más a sus estudiantes por sus apellidos. Era en extremo demasiado formal, siendo este el único profesor que nos trataba de esa manera. 

—Buenas tardes, señor Caruso, me alegro de que este de vuelta —dijo Marcello sin levantarse aún. Caruso lo miro alzando una ceja—. Oh, perdón, tengo una clase. Nos vemos Grace. 

—¿Y bien? — pregunté cruzándome de brazos. 

—Sígueme, señorita Abbey —pidió el caminado por la biblioteca. 

Ya había vuelto con su formalismo, no soportaba que me llamara así cuando perfectamente se sabía mi nombre y ya me había llamado por él antes. Era demasiado molesto. 

—Me puedes decir Grace — expliqué, él lo ignoró y siguió caminando.

Se detuvo para tomar algunos libros y una vez estuvo seguro de que tenía todos los que necesitaba, los dejo en mis brazos. Eran cinco libros demasiado pesados.

—¿Que es todo esto? —pregunte colocándolos en un espacio libre de la estantería.

—Necesitamos más argumentos si expondremos frente a más personas —explico él.

El que me informará de que habría más personas que la última vez hizo que mi estómago diera un vuelco. No soportaría hablar frente a tantas personas y tenía que hacer algo para liberarme de esto.

—Sé que soy bastante inteligente, pero es imposible que en una tarde me aprenda todo para mañana —le expliqué.

—Será en la tarde tú y la señorita Greta pueden practicar también mañana temprano —menciono él con la mayor tranquilidad posible.

Suspiré —¡Mañana es sábado! —me queje.

No me despertaría temprano por nada en el mundo. 

—Ese audio, ¿por qué me lo envió a mí? —pregunto Luka cambiando el tema de conversación. 

Me quedé muda, ¿por qué sacaba eso justamente ahora? Mire a mi alrededor y me di cuenta de que estábamos solos, mis manos estaban temblando y sudando, me sentía mareada y muy nerviosa.

—No se preocupe, mañana está genial —respondí con la voz temblorosa.

Él me miró con esos ojos oscuros, el rostro totalmente serio como si esto no le produjera ningún tipo de emoción y su cabello peinado a la perfección. 

—Bien, ahora hábleme del audio —insistió.

—¿De qué audio habla? —me hice la loca.

—No es conveniente que lo muestre aquí, pero estoy seguro de que sabe de qué audio hablo —apretó la mandíbula y se acercó más.

Tenía tres opciones.

La número uno, fingir demencia 

La número dos, pegarle con un libro en la cabeza. 

La número tres, empezar una nueva vida en China.

Me quedé con la número uno. No tenía dinero para ir a China y Luka era tan alto que me sería imposible pegarle con un libro en la cabeza. 

—¡Oh! Ese audio —exclamé con asombro—. ¿Te lo envié a ti? ¡Maldición! 

Él arrugó el ceño y cruzó sus brazos, era raro verlo adoptar una postura que no fuera estar totalmente derecho, el rostro sin emociones y los brazos rectos a cada lado, como si se tratara de uno de esos soldados con sombreros grandes y ridículos. No sé cómo se llaman exactamente, pero así era él habitualmente. 

—¿Crees que voy a creerte eso? —susurro cerca de mí.

Muy bien, necesitaría activar el modo demencia nivel tres, porque estaba claro que él no creería algo así. Ahora tendría que espantarlo.

—Si no lo crees, ese es tu problema —me acerque a él para susurrar a su oído—.  Espero no se te pusiera dura con eso, ya sabes por eso de que soy tu alumna. 

Él volvió a acomodar su postura rápidamente mientas aclaraba su garganta. Era primera vez que veía a un hombre enrojecer. 

—Eso jamás sucedería —dijo esto con la mirada perdida en otra cosa.

¿A caso se había puesto nervioso? O ¿Sucedió algo después de que enviara ese audio? Mi curiosidad no tenía fin, pero sabía que con alguien como él tendría que detenerme ahora que podía. 

—Muy bien, si no tiene más nada que decir, regresaré a clases —me gire para irme. 

Él volvió a hablar y la pregunta que hizo a continuación me hizo atragantarme con mi propia saliva.

—¿Lo estabas haciendo con Marcello?

No podía creer que él había hecho esa pregunta. Me giré muy despacio y ahí estaba con su porte perfecto y esperando una respuesta que no entendía para qué la necesitaba. 

—¿El que de qué? —pregunte con los ojos abiertos y la boca seca.

Estaba loco este hombre, ¿por qué se le ocurriría algo así? 

Luka volvió a cruzar sus brazos —Me mandaste el audio mientras lo hacías con él y dijiste mi nombre, ¿te parece normal eso? —podía juzgar por su tono de voz que estaba molesto.

Entrecerré los ojos —No tengo que hablar de lo que haga yo en el sexo contigo —declare.

—¿Por qué dijiste mi nombre? —insistió.

«¡Maldición! ¿Por qué no podía simplemente olvídalo?»

Tome aire, habría que recurrir a un método más violento para que me dejara en paz y no tocará más el tema.

—No eres el único Luka que conozco —explique, su cara se deformó de la molestia—. Mejor preocúpate por los pensamientos que tiene tu novia mientras lo hacen y no por mí.

Grace un punto y Luka cero. Estaba notablemente molesto. 

Se acercó a mí e inclinándose para estar casi a mi altura, hablo —Ese no es tu problema, porque yo no fui el que dijo el nombre equivocado mientras lo hacía

La puntuación había cambiado y no a mi favor. Ahora tenía ganas de pegarle con un libro en la cabeza.

Lo miré enfadada y él lo notó, odiaba que me mirara de esa manera. Una mezcla de desagrado y preocupación, preferiría que me odiara o solo fuera desagrado.

—Tienes razón, no es problema de ninguno —dicho esto, tome los libros y me retire.

«¿Qué había sido eso?»

Me estuve comiendo la cabeza durante todo el día ¿Celos? No pueden ser celos y de ser así ¿Cuál de nosotros estaba más celoso? Él no tenía por qué preguntarme tantas cosas y la verdad, yo ni siquiera debía preocuparme por esa rubia tarada que seguramente cayó de la cuna cuando era bebé. 

Estaba muy estresada y lo estaba pagando con mis pobres uñas, todo era culpa de Luka. 

¿Cómo era posible que un simple hombre me molestara tanto? Sabía la razón, era atractivo y eso me gustará, pero también era todo lo contrario de lo que me gustaba en un hombre, no era nada divertido, demasiado orgulloso, frío y extraño. Había mucho misterio sobre su vida y yo me había besado con él sin conocer siquiera una mínima parte. 

La mayor razón por la que tenía que detener esto era sencilla, no podía besar a mi profesor de filosofía. 

—¡La ley del hielo! —grito Greta golpeando mi mesa.

—¡Ay! No tan fuerte, aún tengo migraña —me quedé frotando mis ojos.

Me sentía fatal y aún quedaba encontrarnos con el indeseable de Luka en la biblioteca para ensayar. Greta había aceptado decir la mayor parte ella y eso estaba bien para mí, en primer lugar a ella era a la que le hacía más ilusión este proyecto. 

—Tienes mala cara —me intento tomar la temperatura con su mano, pero la detuve.

—Estoy bien —mentí—. ¿Qué me decías de la ley del no sé qué?

Mostró una enorme sonrisa —Es normal que después de semejante audio que le mandaste a Caruso le cueste estar alejado de ti, sea como sea, es un hombre y tiene pene que reacciona ante cosas como está.

—Evitemos la clase de orientación sexual y ve al grano —pedí.

Ya sabía lo que hacía su pene, lo había sentido en su mejor faceta contra mí. 

—Bien, tienes que ignorarlo —exclamo con entusiasmo.

Comencé a reír —Eso no me lo tienes que decir dos veces. Odio a Luka y merezco vivir en un mundo sin él. 

Ella suspiró —Empieza a llamarlo por su nombre completo o mejor dile señor Caruso —pidió.

—¿Y eso por? —no me gustaba llamarlo así.

Greta puso los ojos en blanco —Ya que tendrás que verlo, lo que queda de curso, tratarlo como tratas al resto de tus profesores sería lo más adecuado. 

Ella tenía razón. La ley del hielo sería entonces, a partir de este momento Luka Caruso sería un profesor más en mi vida y eliminaría de mi mente todo lo que sucedió con él. 

—Tienes razón, ley del hielo —chocamos palmas.

Unos minutos después las cosas empezaron a resultar mal para nuestro plan. Por más que intentará poner un bloque de hielo entre nosotros, el señor Caruso con su manera arrogante de tratarme lo quebraba y la lava ardiente en mi interior estaba a punto de caer sobre él.

—Puedes hablar un poco más alto, Greta —pidió Luka dejando a un lado los papeles.

Tome aire antes de hablar —Llevamos dos horas aquí, ya sé lo que tengo que decir ¡Estoy cansada! —dije, apretando los dientes.

—Recuerda el hielo —murmuró Greta.

Luka me miró molesto y camino a grandes pasos hacia mí, me apunto con los papeles que llevaba en la mano.

—Lo único que quiero evitar es que te dé otro ataquito de pánico en plena exposición —se quejó él—. Si los prácticas como hacemos, eso no sucederá.

Me levanté de mi lugar quedando cara a cara.

—¡¿Ataque de pánico?! —repetí enfadada—. Te recuerdo que si nos invitaron a esta tontería fue porque mi presentación gusto ¿Qué hacías tú? ¿Eh? 

Sus mejillas se pusieron rojas —No subas la voz —pidió muy despacio.

Ambos nos quedamos mirándonos. Las pestañas de Luka eran oscuras y largas, sus labios estaban húmedos y su pecho subía y bajaba muy rápido, sentía el aire de su respiración chocar con mi rostro.

—Adiós hielo —interrumpió Greta. 

Ambos la miramos. Luka se separó rápidamente y yo miré mal a Greta, ella se encogió de hombros y comenzó a releer su parte o al menos eso fingió hacer. 

—Ya pueden irse —pidió Luka recogiendo sus cosas. 

—Perfecto —dije molesta.

—A mi oficina por unos segundos —pidió él.

Greta me miró con algo de compasión. Yo caminé firme detrás de él, dispuesta a mantener esto de la ley del hielo si es que aún podía cuando de pronto de giro hacia mí.

—Soy tu profesor Grace, pasará lo que pasará entre nosotros, exijo que me respetes frente a mis estudiantes —pidió en un tono severo.

Suspiré, intenté decir algo, pero solo salió un —Lo siento.

Me di la vuelta para volver, pues suponía que eso era lo que él tenía que decir, pero me tomo de la mano. Me acerco a él y puso su palma helada en mi frente.

—Tienes fiebre Grace —informo. 

Quite su mano —Estoy bien —mentí.

No lo estaba, pero solo quería volver a casa. 

—Me sentiría mejor si vamos a la enfermería —pidió sujetando mi mano—. Por favor.

—Bien, pero si me inyectan te golpearé —advertí.

Por suerte no tenía tanta fiebre y solo me dieron una pastilla y me enviaron a descansar antes de ir a casa. Se sentía bien estar un rato sola, aunque sabía que Luka estaba del otro lado a menos que ya se hubiera ido. 

No fue así, abrió la puerta de la enfermería y una vez comprobó que estuviera despierta entro.

—¿Cómo te sientes? —pregunto sentándose en la cama que estaba a mi lado.

—Mejor —me incorporé para quedar sentada—. Pensé que te habías ido. 

Él me miró y no dijo nada al respecto —Te traje agua. 

Me pasó la botella, le di un sorbo y mi garganta lo agradeció. Creo que no siquiera había tomado agua en todo el día 

Tomo agua del jarrón a mi lado y humedeció su pañuelo, sin decir nada lo paso con suavidad por mi frente. 

—Debiste decirme que te sientes mal, te hubiese enviado a casa —explico en voz baja. 

—¿Por qué te importaría? — pregunté, no debí hacerlo.

Él se quedó en silencio, aclaro su garganta —Eres mi estudiante. 

—Debería serlo —dije, él parecía no entender—. Digo lo que pasó no es lo que llamamos una relación profesor alumna.

—No volverá a pasar —interrumpió él.

—Bien —no estaba satisfecha, pero no podía decir más—. ¿Por qué te fuiste? 

El suspiro —Estaba intentado que no volviera a pasar nada más.

—¿Por qué regresaste? —mis preguntas eran muy peligrosas.

Él abrió la boca como para decir algo, pero prefirió permanecer en silencio.

—Tengo trabajo —finalizó. 

Aclare mi garganta —Entonces ya que solo soy tu estudiante, un error y volviste solo por el trabajo, empecemos como es debido —tome aire—. Gracias por todo señor Caruso, espero que la presentación salga bien.

Él se levantó y camino hacia mí, tenía el ceño fruncido. Me miro a los ojos y pude notar sus facciones se iban relajando, un suspiro escapó de sus labios. 

—Yo nunca te llamé error —me corrigió, su tono de vos no era nada rudo, esta vez.

—¿Que soy entonces? —pregunte con la vos temblorosa.

Ya no existía el hielo entre nosotros, lo habíamos hecho mal. Lo sentía en cada latido de mi pecho, en su mirada oscura, perdida en mis labios, en su cercanía. Esto estaba mal y aun así lo necesitaba.

—¡Grace! —me llamo Marcello desde la puerta—. Me dijeron que estabas aquí ¿Cómo te encuentras? 

Nos separamos rápidamente, aunque no estuviéramos haciendo nada si nos encontrábamos demasiado cerca el uno del otro, pero Marcello parecía no haberlo notado siquiera.

—Buenas tardes —lo saludo Luka.

—Buenas tardes, señor Caruso —lo saludo Marcello. 

—Estoy mejor —respondí, interrumpiéndolos a ambos.

—Estábamos muy preocupados por ti —dijo este sentándose a mi lado.

Luka se levantó algo incómodo y camino hacia la puerta, se quedó junto a esta mirando al suelo. 

—¿Fue por lo de ayer? —pregunto Marcello.

Luka aclaró su garganta, lo suficiente fuerte para que ambos lo escucharemos. Me lanzó una mirada molesta ¿Qué le sucedía? 

—No debí beber tanto, creo que eso fue —explique.

—Qué mal ¿Ya estás mejor para volver a casa? —pregunto.

Me levanté despacio de la cama —Si ya mejor me voy.

—La esperaré abajo, yo la llevaré a casa —interrumpió Luka desde la puerta.

—Iré con Marcello —respondí sin pensármelo mucho. 

Él se mostró algo confundido, pero solo por unos breves segundos.

—Yo puedo llevarla —aseguro Marcello.

Asintió con la cabeza —Bien, nos vemos mañana, señorita Abbey. Tengan una buena tarde.

Cómo dije hoy toca actualización doble, así que espero les guste este cap. y el próximo 🔥
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