Roto #33
Capítulo 33
Roto
Grace
Terminamos esa tarde en la estación de policías, en una pequeña oficina, esperando algún tipo de noticia. Aún no entendía nada y la condición de Luka era realmente mala como para decirme algo. Se paseaba en un estado nervioso por la habitación, mirando el reloj y esperando. En más de una ocasión sus ojos se habían llenado de lágrimas que este mismo había alejado, no podía disimular estar bien, nadie creería eso.
Yo no soportaba seguir sentada viéndolo incómodo y estresado, estaba muy abrumada por todo. Me levanté caminé hacia el que se había detenido en la ventana, tenía los labios apretados y los ojos brillantes.
—Ya sé que es mucho pedir que me expliques en este momento, pero no entiendo nada y estoy asustada —explique en un tono bajo tocando su hombro.
Él no me miró y no dijo palabra alguna.
—Luka, ¿estarás bien? —lo abracé por la espalda, tenía miedo de perderlo.
El tomo mis manos, me acaricio y dejo un suave apretón. Soltó un lamento y se giró para abrazarme.
—Lo siento mucho —dijo, apretándome contra su pecho.
Su voz temblaba, se escuchaba inestable por las lágrimas que había dejado derramar. Lo abracé, frotando su espalda y besando su mandíbula para que se calmara, para que supiera que en cuanto a mí todo estaba bien.
—¿Estás bien? —volví a preguntar.
Era visible que no lo estaba, pero quería escuchar su voz y que me dijera que estaba equivocada, que estaba bien, él era fuerte y podría con todo. Al menos así yo lo había visto hace un tiempo atrás, ahora estaba roto.
El negó con la cabeza —Ese hombre era mi padre —explico él.
Me separé un poco para verle a la cara —¿Tu padre biológico? —él asintió como respuesta—. ¿Estás seguro? Dijiste que estaba muerto.
El negó con la cabeza —No, no lo está, porque ese hombre que vi era mi padre.
Tome sus mejillas para calmarlo —Está bien, te creo ¿Que haremos ahora? —limpie sus lágrimas.
El tomo mis manos y las beso —Triplicaré la seguridad, para ti y para Francesco, así que por favor no te niegues y no golpees a los guardaespaldas.
Hice una mueca, genial, ahora me perseguiría mas de uno. No podía negarme, Luka sabía mejor que nadie hasta donde podía llegar su padre y quizás no fuera nada o realmente si llegara a ser peligroso para nosotros. Tendría que aceptar por su tranquilidad.
Me encogí de hombros —Al menos preséntamelos.
—Lo haré y Francesco no se puede enterar de que lo vimos —me informo él—. Prométeme que no se lo dirás a nadie, no saldrá de esta oficina.
—Creo que Francesco debe saberlo, no puedes llevar esto solo.
—¡Grace! —me silenció—. Esto es cosa mía, promete que no lo dirás.
No estaba complacida, pero de nada servía alterarlo más.
—Vale, no le diré nada ni a Francesco ni a nadie.
La puerta se abrió y el detective, que era un hombre de al menos unos cincuenta años, se sentó en su lugar frente a nosotros. Deje que Luka hablara y no opine sobre nada, este le dio nuevamente todos los datos y le dijo que no creía que su padre hubiera muerto.
El hombre lo miro por encima de sus lentes —Usted declaró hace unos años haber visto el cadáver.
—Vi un cadáver, pero era imposible decir de quién pudo haber sido —explico Luka, alterado.
Tome su mano y le di un apretón para que se calmara.
—La prueba de ADN
Luka suspiró —Oiga, creo que los están engañando, yo sé que el hombre que vi frente a mí es mi padre.
—No encontramos nada en el lugar por desgracia, pero seguiremos con la investigación y le avisaremos, señor Caruso —le informo el detective.
Luka se dejó caer en la silla abatido —Bien.
El detective posó sus ojos en mí, yo que me había mantenido en un segundo plano mientras ellos dos conversaban.
—¿Fue usted quien llamo a la policía? —me pregunto el hombre.
—Sí, yo lo hice.
Miró nuestras manos entrelazadas —¿Qué relación tienen?
Habían tomado mis datos, no sabía qué responder.
—La pareja de mi hermano —respondió Luka—. Gracias por todo, ya nos vamos.
Bien, ahora era la pareja de su hermano, una mentira nueva, pequeña en comparación con las muchas otras que hemos dicho.
Una vez devuelta en el coche, Luka manejo hasta su apartamento, entramos y él fue directo a su habitación, no había dicho ni una palabra durante el viaje y estaba muy preocupada. Lo seguí solo para encontrarlo, revolver su armario lanzado los bolsos que estaban perfectamente alineados al suelo, tomo la caja donde guardaba algunos medicamentos y tomo algunas pastillas llevándose a la boca un total de cuatro, solo él sabía para qué eran, puesto que ninguna tenía etiquetas.
Paso a mi lado sin mirarme y se acostó en la cama cubriendo su cabeza con la almohada. Me acerque a él por su espalda y lo toque.
—¿Para qué eran esas pastillas? —pregunte
Me preocupaba mucho no saber qué pasaba por su mente. Él no respondió, así que solo me acosté a su lado y lo abrace por la espalda.
Después de un rato en el que su respiración se calmó me animé a hablarle, de nada relacionado con lo sucedido, mi objetivo era sacarlo de sus pensamientos.
—¿Cuál es tu canción favorita? —pregunte besando su hombro a través de la camisa.
—Es italiana —respondió.
—Me la cantas, te he escuchado cantar en la ducha y tienes linda voz —mencioné.
Él se giró y alzo sus cejas —¿En serio?
Mostré una amplia sonrisa —No, realmente cantas horrible, pero quiero escucharte.
Se lo pensó un poco —Es mi favorito, pero no soy un experto.
Él se sentó en la cama y yo lo seguí —Canta —lo animé.
Hizo una mueca, pero tomo aire y empezó a cantar la canción que tantas veces había escuchado mientras él se duchaba. Era una canción triste, aunque entendía muy poco la letra.
Se vuoi ti dico un mio segreto.
«Si quieres te cuento un secreto mío.»
Prometti che non scappi via anche tu.
«Promete que no huiras también.»
Non riesco a prendere la metro.
«No puedo tomar el metro.»
I treni non me li recordo più.
«No puede recordar los trenes.»
E sono stanco di guidare.
«Y estoy cansado de conducir.»
Ma di stare fermo non mi va.
«Pero no quiero quedarme quieto.»
Ho anche paura di volare.
«Incluso tengo miedo de volar.»
Lo so fa ridere per la mia età.
«Sé que es gracioso para mi edad.»
—¿Me dejas tomar el tren contigo y volar contigo? — pregunté mirándole a los ojos.
Él se detuvo y acaricio mis mejillas —¿Qué dices pequeña?
—¿Quieres hacer todo lo que te da miedo si estoy contigo? —volví a preguntar.
Él me dio un corto beso en los labios —Contigo no le tengo miedo a nada, gracias Grace.
Me acunó entre sus brazos y me beso, perfilo mi rostro con su dedo y me observo con ternura, mi corazón latía y me sentía rendida ante su mirada. Lo amaba.
—Yo también me se una canción —me separé de él—, y en italiano.
El mostró una sonrisa —Te escucho, canta.
Me aclaré la garganta y me puse de pie en la cama —Che confusione, sarà perché ti amo! —«¡Que confusión, será porque te amo!» comencé a cantar saltando en la cama.
È un'emozione.
«Es una emoción.»
che cresce poco a poco
«Que crece poco a poco.»
Tienimi forte
«Abrázame fuerte.»
e vieni vicino a me
«Y acércate a mi.»
Se mi sentirò bene, sarà perché ti amo
«Si me siento bien, será porque te amo.»
Luka hizo una mueca, pero tomo mi mano y se levantó en la cama para seguir cantando conmigo. Entre risas, besos y abrazos caímos en la cama y nos quedamos dormidos en los brazos del otro, se sentía bien olvidar los problemas, era genial cuando solo existíamos nosotros.
Me desperté un par de horas después al escuchar ruido en el baño, me levanté para comprobar que se trataba de Luka vomitando, me arrodillé a su lado y le di unas palmaditas en la espalda hasta que se calmó.
—Estoy bien —dijo sentado en el suelo.
Tome una toalla y la humedecí, me volví a sentar a su lado y limpie su boca.
—No siempre tienes que estarlo, está bien no estar bien y es bueno que me digas cuando te sientas mal —explique en voz baja, acariciando su rostro.
El soltó un gemido lastimoso y me abrazo, me dejó verle llorar en mi hombro y era lindo saber que confiaba en mí. Aunque yo no pudiera solucionar sus problemas al menos podía aliviar su carga.
—Tengo miedo Grace —murmuró contra mi cuello.
—Lo se y no pasa nada —peine su cabello con mis dedos—. Todo estará bien.
Lo llevé nuevamente a la cama, lo cubrí con la manta y me quedé a su lado hasta que sus ojos oscuros se volvieron a cerrar, lo deje descansar y me fui al salón para avisar a mis padres de que Greta estaba enferma y me quedaría con ella, ya que su mamá estaba de viaje, también informe a Greta de mi mentira y termine la llamada sintiéndome mal conmigo misma. Llore en silencio, quizás por la desesperación de no poder controlar la situación o por verme en el mismo lugar, quizás todo pudiera cambiar mañana y quizás el cambio no sea bueno para mí.
Nuevamente, me encontraba odiando el futuro, no era como leer un libro, podías ir al final y saber si sería triste o tendría un «felices por siempre,» incluso podías quedarte en la parte que menos doliera. La vida real era una mierda, incierta y absurda.
La moral y la conciencia alimentada por reglas creadas por personas hipócritas era algo que odiaba, no te podrías desprender de la conciencia. Está y el corazón no se llevaban de la mano, se odiaban, porque el corazón quería alimentar al deseo y la conciencia lo frenaba.
Menudo sábado sabadete era este.
Me concentré en recoger el apartamento y pedí comida para los dos, era demasiado riesgoso ponerme a cocinar sin la supervisión de Luka, quizás acabaría quemando la cocina.
Le llevé la cena a Luka a la cama. Besé su mandíbula para despertarlo.
—Pedí comida —le informé.
Este se sentó en la cama —Gracias cariño.
Su voz estaba ronca, me quedé a su lado viéndolo comer mientras revisaba mi teléfono celular y el suyo sonaba notificando de un mensaje.
—¿Me puedes decir quién es? —pidió Luka.
Tome su teléfono celular de la mesilla y leí el mensaje.
—La psicóloga, que no fuiste a la cita —le informe.
—Por favor, avísale que iré mañana —me informo el.
Escribí el mensaje y lo envié. Regla número uno, si no quieres que nadie se entere de tus problemas, está bien, pero no los dejes a la vista. Regla número dos, nunca dejes a tu novia con tu teléfono celular por más de cinco segundos, porque somos muy inteligentes y sabremos hasta lo que escondiste.
Solo leí la frase «tira los medicamentos,» eso fue suficiente para mí.
—Está bueno esto, ¿Dónde lo compraste? —pregunto Luka con la boca llena.
Deje el teléfono a un lado —¿Te automedicas con antidepresivos?
El se quedó en silencio —Dame el celular —pidió.
—¡¿Eres adicto a eso?! —le grité ignorado lo que pedía—. ¡Responde Luka!
Cerró los ojos y cuando los abrió supe que están furioso —¡Era, ya no!
Me reí en su cara —¡Ni una mierda! Te los sigues tomando, así que aún eres, psicóloga, mi culo, vas con esa mujer porque eres adicto a los antidepresivos.
—¡Era! —repitió el—. Estuve tomando toda mi vida, se lo que hago.
—¡No sabes nada! Por eso vomitaste.
Salte de la cama y me fui directo al armario, el me siguió, pero no logro alcanzarme a tiempo. Tome la caja donde tenía toda esa cantidad de medicamentos y camine al baño.
—¿Qué harás Grace?
Me encerré en el baño antes de que el entrara, golpeó la puerta.
—¡¿Grace que haces?! —me grito forcejeando.
—¡Tirar las putas pastillas Luka! Lo que tenías que hacer tu —le respondí.
Deje a un lado las pastillas para su alergia, y comencé a tirar el resto por el retrete. Cuando logro abrir la puerta estás ya estaban desapareciendo.
—¡¿Qué carajos haces Grace?! —me grito tomándome por los hombros.
Lo empujé y lo señale con mi dedo —¡Lo siento Luka, pero no te voy a dejar hacerte daño! —le grite.
—Ese es mi problema —respondió el.
—Y, sin embargo, me afecta a mí —ya estaba llorando—. Te amo y lo que tú hagas también me afecta a mí, no puedes hacerte daño porque te voy a dejar.
—¿Es una amenaza? —pregunto el más tranquilo.
Negué con la cabeza —Es un hecho, lo siento Luka, si sigues con esto yo me voy.
Pase a su lado para salir del baño, el me detuvo.
—Te dije que si tú te vas, yo no te iba a perseguir —me recordó el.
—Y también me hiciste prometer que el día que me lastimara algo de ti me fuera —le recordé, el se quedó en silencio—. ¿En cuál mentías?
No respondió, así que entre lágrimas tome mis cosas y me marche del apartamento. No volví a saber de el, durante el resto del fin de semana, ni de nadie más. Me quede en mi habitación todo el día, solo quería dormir, dibujar y comer galletas, pero incluso haciendo las cosas que más me gustaban, termine soñando con el y dibujándolo a el, al menos el no tenía cara de galleta, podía disfrutar de estas en paz…
El lunes me intenté animar yo misma frente al espejo, me vestí decente y aplique un poco de maquillaje para ocultar mi enrojecido rostro.
Ya en clases me sentía perdida a pesar de que no lo había encontrado, una parte de mi quería verle, era esa parte mía que no era tan fuerte y que deseaba volver corriendo a sus brazos.
—¿Cómo te sientes? —pregunto Greta al notarme afligida.
—Fatal —me sinceré.
Le había contado algo de mi problema, pero no quería mencionar que Luka se automedicaba con antidepresivos y que encima es o era adicto a estos. Para mí es un «es.» ¿Por qué tenerlos si ya era algo que había dejado? Claramente, aún sentía la necesidad de estos y recayó en ellos justo en mis narices. Estos detalles son los que como novia yo debería saber, para ayudarlo a protegerse, pero el señor «yo puedo con todo,» era incapaz de ser sincero sobre sus problemas conmigo.
—¿Por qué no caminas un poco? —sugirió Greta—. Necesito un libro, podrías ir a por el y así te relajas.
La miré mal —Mejor di que te da pereza buscar el libro.
Me levanté y caminé a la biblioteca para encontrar el dichoso libro entre los estantes, yo ni siquiera entendía como se distribuía esto como para encontrar un libro en específico.
Me detuve hasta encontrar en el pasillo a Luka con un girasol amarillo.
«¡¿Greta que hiciste?!»
Me cruce de brazos y camine hacia el bajo su mirada.
—Es para ti —me pasó el girasol.
Lo acepté —Será mejor si me compras flores cuando no esté enfadada contigo.
El miró al suelo —Lo se, lo siento. Últimamente, hago todo mal, pero no quiero estar lejos de ti.
—¿Por qué no viniste esta mañana? —pregunte.
—Estuve con la psicóloga, hablé con ella y tienes razón, tenía que haberlas tirado yo mismo hace mucho tiempo —me explico.
—Me alegra que te des cuenta —murmuré.
El se acercó a mi y me tomo de las mejillas —Eres una mujer increíble y te amo, quiero que vuelvas conmigo si no es ahora, al menos que me des la oportunidad para demostrar que puedo dejarlo.
Negué con la cabeza —No puedes hacerlo solo.
—Lo haré, ya lo estoy haciendo —explico el.
Me puse de puntillas y lo besé —Yo te voy a ayudar, para mí es importante que estés bien, pero si no te esfuerzas entonces me iré.
El sonrió —Lo haré por mi y por nosotros.
Lo rodeé con mis manos y besé sus labios, se sentía bien, como un montón de emociones explotando en mi interior.
—Te amo Luka Caruso —murmuré contra sus labios—. Estás perdonado.
El volvió a besarme —Te amo Grace, te amo mucho.
—¡Mierda!
Nos separamos al escuchar a Marcello, ninguno de los tres podía decir nada.
—Puedo explicarlo —fue lo primero que dije.
—No tienes que explicar nada, yo lo haré —me interrumpió Luka.
—Ella si tiene que explicar —lo corto Marcello—¿Qué hacías Grace? Me usaste de tapadera para tener una relación con tu profesor, eso es lo que tienes que decir.
Negué con la cabeza —Lo siento mucho Marcello, yo no quería.
—Si querías, siempre eres así, no te importa el resto o el daño que puedan causar tus mentiras —expuso el.
Eso me hacía sentir fatal.
—Ya basta —le advirtió Luka.
—No eres diferente a ella —le atacó Marcello—. No necesito decir nada más, porque al final ambos se van a ir a la mierda con todo esto.
Marcello se fue y yo intenté seguirlo al borde de las lágrimas. Luka me detuvo y me abrazo.
—No tienes que seguirle, ya está todo claro —me dijo al oído evitando que me fuera.
—Le hice daño — lloré entre sus brazos.
—Sí, supongo que hemos hecho mucho daño con esto.
Ya no podíamos seguir aquí, recogí mis cosas y me encontré en el coche con Luka para refugiarnos por un rato bajo la manta. Nos acostamos juntos una vez que llegamos al apartamento y el tomo mi mano brindándome consuelo, yo no dejaba de llorar por más que lo intentará.
—Renunciaré mañana mismo —me informo el.
—No puedes hacerlo, te gusta ese trabajo.
El negó con la cabeza —Puedo ser profesor en otro lugar, sería peor si Marcello por rencor habla, te haría daño.
Tenía razón, deje caer la cabeza en su hombro y lloré.
—Esto es demasiado difícil para mí —confesé entre lágrimas.
—Lo sé Grace, pero yo lo volvería a hacer unas mil veces más si al final termino contigo.
Les voy a cobrar las risas con lágrimas, solo diré eso.
Si te gusto el capítulo recuerda dejarme tu voto. Déjame saber qué tal te pareció en los comentarios y comparte.
El nombre de las canciones se las debo, no recuerdo cómo se llaman, pero me las se dé memoria, una técnica para aprender italiano que a mi me funcionó fue con canciones.
Gracias
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