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Quédate conmigo #20

Capítulo 20 

Quédate conmigo

Luka 

Parecía que todo lo que me gustaba tenía un pronto final, esta vez no quería que acabara tan rápido. Grace se había metido en su tienda durante toda la mañana y no había salido de ahí, ni siquiera por insistencia de su amiga o Marcello, a los cuales había visto en más de una ocasión entrar y salir algo decepcionados.

El día estaba hermoso y ella se estaba perdiendo de este bonito lugar que había elegido justo pensando en ella. Odiaba el rumbo que tomaba mi vida cada vez que me esforzaba en algún deseo propio y dejaba de preocuparme por el resto. 

Sentí que la sangré me hervía, cuando vi a Marcello reír después de pasar treinta minutos dentro con ella ¿De qué habrían hablado? Mi cabeza tenía un millón de escenas de ellos dos juntos y sentía que los celos me estaba quemando por dentro. Cómo lava que no mata, pero duele. 

—Cariño —me llamo Maritza caminando hacia mí—. ¿Damos un paseo? 

Si existía una persona a la que no quería ver en este momento era Maritza, demasiado falsa, pero había sido mi culpa y no lo podía negar. Acostarme con ella había sido un error, dejar que mintiera a pesar de que acordamos que solo había sido sexo fue aún peor. Nunca pensé arrepentirme de algo con ninguna mujer y aquí estaba, me consideraba en estos momentos un estúpido. 

Se sentó a mi lado en la mesa, dónde yo me había encontrado jugueteando con mis llaves por más tiempo de lo que imaginaba. 

—No estoy de humor —respondí en un tono seco.

No tenía caso con Maritza, por muy frío que fuera mi comportamiento con ella siempre se mantendría cerca intentando aprovecharse de cualquier paso en falso que pudiera dar, la conocía a ella y a su padre, eran de ese tipo de personas que esperaban tranquilamente su momento. Grace era diferente, si sentía mi rechazo, ella se iría y no volvería, no podía jugar con Grace, ella exigía sinceridad y estabilidad en cuanto a los sentimientos, no importaba si esos no estuvieran definidos. Por eso me gustaba, ella no necesitaba nada de nadie y todos parecían necesitar de ella, era como una llamarada, peligrosa y cálida. 

—¿Qué tienes ahí? —tomo las llaves—. ¿Un pendiente?

La quite de sus manos y la volví a guardar en mi bolsillo, había llevado este pendiente de Grace conmigo desde el día que lo dejo debajo de mi cama y recién ayer lo convertí en un extraño llavero, después de que intente botarlo a la basura. Grace se había vuelto especial para mí y si tan solo ella lo supiera no estaría tan distante.

Había descubierto en ella mi medicina para los recuerdos y la tristeza que durante un año me habían agobiado tanto.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté algo enfadado.

Ella había estado esquivando mis preguntas.

Suspiró —Patrocinaste este estúpido campamento a nombre de la empresa, tu madre lógicamente está preocupada de que causes un escándalo junto a esa niñata.

Lo había hecho con la intensión de que Grace disfrutará un poco de la naturaleza, estuviera lejos de casa y conociera este bonito lugar que tanto me había gustado a mí cuando era pequeño. Si bien los costos y planes fueron muchos, quedó como una empresa intentando patrocinar a una escuela, eso pasaba mucho y nada me podría señalar.

—¿Ella te pidió que vinieras? —pregunte, ella asintió con la cabeza—. Estás aquí para nada, aquí nadie sabe quién soy yo.

—¿Peleaste con tu noviecita? 

—Ese no es tu problema.

Ella mostró una sonrisa —Ya veo que sí, pues me alegro, ella no tiene nada que ofrecer —respondió Maritza.

—Aléjate de ella Maritza —me levanté—. Te lo advierto, vuelves a mentir sobre nosotros y tomaré mi sitio solo para que vean el tipo de mujer que eres.

Ella hizo una mueca —No muy diferente al tipo de hombre que tú eres.

Me detuve —Ya no soy ese.

Camine lejos hasta llegar al lago, necesitaba tranquilidad y que esta horrible presión de mi pecho me abandonará. 

—Señor Caruso —me llamo Grace—. El señor Gregor lo busca, necesita su apoyo para organizar los grupos e ir a comer. 

Se veía tan linda con su cabello despeinado y ese enorme overol. Yo deseaba besarla aquí frente al lago, escuchar su risa y sus gemidos, ver sus ojos brillas y sus mejillas colorearse de rosa. Se veía muy hermosa cuando se sonrojaba y una sonrisa nerviosa aparecía en su rostro. 

—¿Qué te sucede Grace? — pregunté en un tono de voz demasiado cansado.

—¿De qué hablas, señor Caruso? —pregunto ella.

—Justo de esto, ¿Por qué me hablas así? —me levanté y caminé hacia ella.

Ella no se movió y con un tono de voz firme respondió —Así le hablo al profesor de matemáticas y no parece molestarse ¿Hay alguna diferencia entre ustedes, señor Caruso?

Cerré mis ojos con fuerza —Grace, te necesito.

La tomé de la cintura y la atraje hacia mí, solo quería besarla, pero sabía que ella no me lo permitiría, así que me conteste con hundir mi rostro en su cuello y sentir su olor. Volviéndome algo valiente, mordisqueé la piel de su cuello y di pequeños besos, mientras con mi mano libre recorría todo su cuerpo desde el pecho hasta los muslos. La escuché gemir, cuando la apreté contra mí, me separé un poco para ver su rostro, tenía las mejillas rojas y los ojos brillosos.

—Te necesito —volví a repetir.

—En estos momentos, yo no te necesito —respondió ella. 

—Demuéstralo —pedí besando su mandíbula—. Puedo sentir que me deseas. 

—Luka suéltame.

Su petición quedó en el olvido cuando uni nuestros labios, la besé con delicadeza, lamí la piel y mordí suavemente, ella en respuesta abrió los labios y me permitió explorar su boca. 

—¡Luka cariño! 

Ambos nos separamos cuando escuchamos a Maritza acercarse.

—Ah, aquí estás —miró a Grace con desagrado y volvió a dirigirse a mí— ¿Ya nos vamos? Muero de hambre. 

—Adelántate —pedí.

Maritza hizo una mueca de disgusto, pero se dio la vuelta para irse. Grace intentó hacer lo mismo, pero la detuve y la volví a abrazar.

—Mejor ve con tu novia, tiene hambre —dijo ella forcejeando conmigo.

—¡Grace! —le grité tomándola por los hombros—. ¿Puedes dejar de ser así?

—¡No! Porque te pedí tiempo para pensar en si esto realmente vale la pena y no me has dejado sola ni unos minutos —exigió ella.

—No estás pensando, solo me estás odiando —lo notaba en su mirada cada vez que la veía. 

—Bueno, es lo que hay —se soltó de mi agarre. 

—No es lo que yo quiero —recordé, ella me ignoró y se alejó de mí. 

Durante la cena, me encontraba en la mesa junto a los profesores y Maritza, desde mi lugar podía ver a Grace con sus amigos, estaba daba pequeños bocados y se distraía fácilmente mirando afuera. 

—Es muy guapa tu novia, señor Caruso —exclamó una compañera dirigiéndose a Maritza, quien no había dejado de hablar.

—No es mi novia — anuncié y todos los presentes quedaron en silencio—. Es una amiga. 

Podía ver la rabia en el rostro de Maritza. Me levanté despidiéndome de todos y caminé a solas por un par de horas, solo me quería alejar de Grace para darle eso que ella necesitaba y que tanto yo odiaba, «tiempo.»

¿Tiempo para qué? Para esta, lejos de mí, eso no tenía lógica.

Yo no quería tiempo, yo quería saber que ella estaba bien conmigo. No quería saber que me odiaba y aún no entendía las razones. Le conté parte de mi vida y si es cierto que mi madre y Maritza se entrometieron, pero yo le estaba dando la seguridad de que nada de eso me haría dejar de quererla a mi lado, si embargo, ella se alejó. 

Debido a nuestra situación, no había mucho que yo pudiera hacer pata convencerla. Seguía siendo mi estudiante y mi madre tenía razón para preocuparse, una relación con Grace sea yo o no su profesor, provocaría un gran escándalo. Si todas mis mentiras salieran a la luz, la empresa y el nombre de mi familia estaría en riesgo. 

Al caer la noche volví al campamento, ya todos estaban descansando, incluso Maritza había ocupado mi tienda. Sin mucho más que hacer, me dirigí al lago y me desvestí para entrar en el agua. Estaba fría, pero eso ayudo a calmar mi cansancio. 

—Nudista —escuché decir a Grace detrás de mí.

Sonreí —¿Qué haces aquí? Deberías estar dormida. 

Mostró la cerveza que tenía en sus manos —Hace calor ¿Quieres? 

Negué con la cabeza —No suelo beber y estoy casi seguro de que aquí está prohibido.

—¿Te preocupa eso? —pregunto ella, ambos sabíamos a lo que se refería.

—No, pero parece que a ti sí —mencioné moviéndome hasta la orilla.

—Uno de los dos tenía que madurar —explico ella. 

Salí del agua, Grace no giró el rostro en ningún momento, siguió mirando hasta que estuve vestido.

—Ese tatuaje en tu espalda es bonito —señaló ella—. ¿Qué significa? 

Eran unas alas y en el centro una cátedra al revés. Me lo había hecho después de la muerte de Lucia y para mí tenía mucho significado. 

Me terminé de abotonar la camisa —Significa perdida —dije simplemente.

Ella dio un trago a su cerveza —Aburrido, yo me voy a tatuar una piña.

—No esperó menos de ti —respondí—. Ahora ve a dormir.

—¿Qué hay de ti? —pregunto ella acercándose—. Desapareciste toda la tarde.

Nadie podía entenderla —Eso pediste. 

Ella pareció darse cuenta de su error y cambio de tema —¿No vas a dormir? 

—Maritza no se trajo una tienda, así que está durmiendo en la mía —explique, aunque algo me decía que ya eso lo sabía

Ella mostró una sonrisa falsa —¿Y no puedes compartir con tu novia?

Esta niña me desesperaba 

—No es mi novia Grace, lo repetiré las veces que sean necesarias —recordé.

Ella se encogió de hombros y olvidando el tema de Maritza pregunto —¿Dónde dormirás?

—Supongo que dormiré en el coche de ella, mañana en el hotel estaré más cómodo —respondí.

Ella hizo una mueca —Es incómodo dormir en un coche y yo compré una tienda grande.

¿Me estaba ofreciendo dormir con ella? 

—Hay muchas personas Grace — señalé. 

—Mi tienda está bastante lejos, solo Greta está junto a mí y puedes despertarte temprano —explico ella—. Si no quieres, bueno.

Salió caminando rápidamente de regreso, tuve que reír, ni siquiera había dado una respuesta. Fui detrás de ella, evitando la cercanía y una vez que ella entró sin siquiera saber que yo la seguí, entre detrás. 

—¡Idiota, me asustaste! —se quejó ella.

La silencié con un beso en los labios —Silencio señorita, solo estoy aquí para protegerte. 

Ella hizo una mueca —¿De qué? 

Me quité la camisa y los pantalones quedando solo en ropa interior, camine hacia ella y desabroché sus shorts para tirar de ellos por sus piernas, luego levanté su camiseta y la saqué por su cabeza. Me coloqué entre sus piernas y besé su pecho por encima de la tela del sujetador.

—Luka, este no es un buen lugar —advirtió ella.

—Lo sé, pero te quiero besar —murmuré contra su boca. 

Ella me respondió el beso, y acaricio mi espalda siguiendo las líneas del tatuaje. Rodeé con ella encima y la dejé a horcajadas sobre mí, empezó a reír y me beso otra vez.

—¿Ya no estás enfadada conmigo? — pregunté. 

Ella acarició mi mandíbula —Ya no sé por qué estoy enfadada. 

Sentí su corazón latir contra mi pecho e hice una pregunta que podría costarme mucho. 

—¿Estás enamorada de mí? 

Ella me miró a los ojos, se quedó en silencio por unos segundos como si estuviera buscando la respuesta.

—No lo estoy —respondió.

—Bien.


La tomé y la acosté a mi lado para abrazarla por la espalda. Ella se hizo un ovillo y tomo mi mano pata entrelazar nuestros dedos.

No me molestaba su respuesta, mi objetivo nunca había sido que Grace se enamorara de mí, todo lo contrario, sabía que algo así podría traer problemas y una relación conmigo no era nada ventajosa, teniendo en cuenta que ella solo conocía una pequeña parte de lo que yo era. 

Desperté con las caricias de Grace en mi rostro, se incorporó y beso mi mejilla.

—Es hora de despertar —susurro.

Abrí los ojos y me estire a su lado —Comienzo a extrañar mi habitación —murmure.

—¿Y eso por qué? —su curiosidad me estaba matando.

—Porque de estar en mi habitación tú estarías desnuda —mencioné.

Ella mostró una linda sonrisa y se acostó sobre mi pecho, se sentía bien sentir su respiración contra mi piel y sus dedos acariciarme. Se sentía seguro, eso era lo que me trasmitía Grace, seguridad y paz. 

—¿Por qué no naciste antes? —bese su cabello.

—El problema es que tú te apresuraste en nacer —respondió ella.

Diez años, no eran nada cuando estaba entre mis brazos, cuando no lo pensaba y me concentraba en su bello rostro, era algo que no me importaba. Me había vuelto egoísta con tal de complacer mi necesidad y ya no era un hombre que trataba siempre de hacer las cosas a la manera correcta, ahora hacía las cosas para que estás me mantuvieran junto a Grace.

Después de unos minutos más de besos y abrazos me volví a vestir y salí sin ser notado por nadie. 

El resto del día ninguno de los dos se acercó al otro, las actividades y Maritza nos lo impedían. Estaba ansioso, quería perderme con ella y abrazarla por al menos un par de horas, aquí estaba arrepentido de haber pensado en un viaje como este. 

No había otra manera de verla disfrutar, Grace a pesar de todo se estaba divirtiendo y a mí me hacía bien verla feliz aunque fuera dese lejos. Ya podía comprender a Dante, estaba lejos, pero estaba bien y sabiendo eso se podía vivir. 

La vi nadar en el lago y correr de un lado a otro para evitar que Greta la alcanzará. Se veía hermosa con su cabello rizado bailando con el viento, su sonrisa y sus ojos brillantes, sus mejillas rojas y si piel ligeramente bronceada por el sol. No creía en un dios, hasta que vi a Grace y supe que ella no era un simple producto de la casualidad. 

—¡Luka! —me llamo Maritza con su irritante voz—. Sucedió algo en la empresa, creo que deberías volver.

Grace miró hacia nosotros y me molestó ver la tristeza en su rostro.

—¿Mi hermano no puede hacerse cargo? — pregunté.

Ella negó con la cabeza —Está en un viaje y si estuvieras centrado hubieses atendido las llamadas de tu madre —me regaño está.

Me giré hacia ella —Te recuerdo tu posición, me has causado muchas molestias Maritza y no me gustaría hacer que otros pagarán las consecuencias por ti. 

Ella se quedó en silencio, Maritza trabajaba en la empresa y su padre era uno de los socios minoritarios, siempre tratando de escalar, no importa a cuántas personas afectará.

Levanto la barbilla —Lo hago por ti Luka.

—No lo hagas —pedí—. En una hora regresamos.

Ella miró detrás de mí, mostró una sonrisa —Está bien cariño —dijo antes de irse.

Cuando me gire, me sentí rendido ante la mirada penetrante de Grace. No sabía decir si estaba enfadada o si simplemente no le importaba ya nada. 

—¿Te irás con ella? —pregunto.

—Sucedió algo en la empresa — expliqué—. No quisiera ir, pero tengo que hacerlo. 

Ella miró al suelo —Está bien. 

—¿No te molesta? — pregunté y negó con la cabeza—. ¿Te gustaría ir conmigo? 

Empezó a reír —Solo soy tu estudiante, sabes que eso no es posible.

Tenía razón, pero yo quería hacer que lo fuera. 

—Regresaré una vez, todo esté en orden —le aseguré.

Ella suspiró —Bien, adiós.

No quería dejarla, pero no es que tuviera otra opción, tenía que estar en algunas reuniones o eso traería la inseguridad y desconfianza de nuestros socios, a mi madre se le hacía imposible seguir mintiendo sobre mis falsos viajes de negocios. 

Una hora después Maritza y yo estábamos listos para regresar, pero no me quería ir sin despedirme de ella. 

—¿Ya nos vamos? —pidió Maritza algo abrumada.

—Dame unos minutos.  

Camine en busca de Grace, pero no la vi por ninguna parte, ya el sol se estaba poniendo y se suponía que todos debían estar en el campamento, pero ella no estaba.

—Señorita Walker — llamé a Greta—. ¿Sabe dónde se encuentra la señorita Abbey? 

Greta negó con la cabeza —Salió a caminar hace una hora y la estoy buscando. 

—¿Sola? 

Grace no conocía lo suficiente este lugar, pudo salirse del camino y perderse. 

—Avise al resto para que la busquen —le ordene a Greta.

Me adentré al sendero que llevaba al bosque, había una ruta pequeña que seguí esperando encontrarla por el camino, pero nada de eso ocurrió y por más que llamara a su teléfono celular, ella nunca contestó. Decidí salirme del camino, conociendo a Grace, seguramente se adentró más.

—¡Grace! — grité desesperado.

—¡Luka! 

Salí corriendo al escuchar su voz, estaba en el suelo junto a un árbol, las rodillas raspadas y el rostro lleno de lágrimas.

—¡Grace! —me arrodillé a su lado y la abracé—. ¡¿Por qué te saliste del sendero!? 

Ella me miró y comenzó a llorar en mi hombro, como si de una niña pequeña se tratara.

—¿Puedes caminar? — pregunté intentando levantarla.

—¡Ay basta! —me grito tocando su tobillo.

Tenía las piernas muy dañadas, toque su tobillo y está volvió a gritar.

—Está muy lastimando, tenemos que volver para ir con el resto al hotel —le expliqué—. Ahí te atenderán.

Ella volvió a llorar, pero esta vez no la estaba tocando.

—¿Por qué estás llorando? Todo estará bien calabaza. 

—Tengo miedo —dijo ella entre lágrimas.

—Grace, solo te pondrán algún antiinflamatorio y te vendarán —intenté tranquilizarla—. No es tan grave y yo te llevaré en brazos.

Ella negó con la cabeza —Tengo miedo de ti y de todo esto.

No podía decir nada ¿Por qué tendría miedo de mí? No me había dado cuenta de lo mal que se sentía Grace con toda esta situación y la poca tranquilidad que yo le estaba dando. Ella estaba construyendo un refugio a mi alrededor, dándome paz y yo, en cambio, destruía su tranquilidad.

La tomé del mentón y la hice mirarme —Eres mía Grace y yo me encargaré de tus miedos.

No quería dejarla y ya no me importaba nada más. No era lo que yo haría en esta situación, pero estaba cegado. 

La besé en los labios, un beso pequeño y ella respondió acariciando mi mandíbula y atrayéndome. 

—Volvamos pequeña.

La levanté entre mis brazos y caminé con ella de regreso al campamento, cuando llegamos todo el mundo estaba buscándola y nada más verla Greta salió corriendo y se abrazaron, la dejé con su amiga para volver con Maritza.

—Necesito que te reúnas con todos, veas cuál es el problema y me informes —le pedí—. Yo me encargaré desde aquí.

—Luka no puedes hacer eso —se quejó ella.

—¡¿Por qué no?! —le grite.

No estaba enfadado con ella, al menos no del todo. Mi problema era que odiaba ver a Grace lastimada y no me iría de su lado hasta que no estuviera bien.

—Tu madre pidió que estuvieras ahí —recordó ella—. ¿Qué le diré? 

—Dile que ahora tengo otras prioridades. 

En menos de una hora ya habíamos subido al bus para ir a lo que sería nuestra última estancia. Un hotel rural muy cerca del lugar, sabía que Grace amaría el lugar, sin embargo, ya era muy tarde y ella estaba muy cansada. 

Le di indicaciones al personal para que atendieran a los chicos sin decir ni una sola palabra y lleve conmigo a Grace.

—¿Dónde estamos? —pregunto ella. 

—En mi hotel —le informé.

Abrí la puerta de la suite principal y atravesé el lugar hasta dejar a Grace encima de la cama. Esta miró todo con mucho asombro, era un sitio grande, con iluminación natural y una decoración un tanto rústica que te daba esa impresión de que aún estabas en la naturaleza.

—Greta se preocupará —me informo ella.

—Les dije que estarías en enfermería, por cierto el doctor llegará en unos minutos —le expliqué.

Tome una toalla del cuarto de baño y la humedecí para volver a su lado en la cama. Esta hizo una mueca cuando comencé a limpiar sus rodillas lastimadas.

—Duele mucho —se quejó.

Tome su mano y besé sus nudillos —No vuelvas a hacer eso Grace, no puedo perder a quien amo otra vez, me aterra pensarlo. 

Ella se quedó en silencio, alargó la mano y acaricio mi mejilla —No me volveré a alejar de ti.

—¿Nunca más? 

—Nunca más.

Ya andamos por la mitad del libro, pónganse fuertes, tomen mucha agua para acumular lágrimas que se avecinan turbulencias en esta historia.
Bueno creo yo que andamos por la mitad porque aún no sé del todo cuántos cap tendrá 😶 

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Dentro de 10 años salimos en Netflix, espero Caruso tenga pelo. 

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