Perdóname #30
Capítulo 30
Perdóname
Grace
Camino lo más rápido que mis piernas me permiten para llegar a casa, me encontraba al borde de las lágrimas por haberlo dejado en su apartamento. Yo merecía una explicación y no quería ser tratada como un objeto más de la casa.
Luka tenía la tendencia de alejar a las personas de sus problemas, como si uno no pudiera compartir la carga. Consciente estaba de que jamás podría llegar a solucionar uno de los problemas en su empresa, pero ver a tu novio gritarle al teléfono y sentirse frustrado te hacía sentir mal, mínimo quería saber qué le sucedía.
El coche de Luka se estacionó a mi lado.
—Entra al coche —pidió él en un tono severo.
—Me voy a casa —dije volviendo a caminar.
—Yo te llevaré —respondió él—. ¡Entra al coche, Grace!
Ignore sus gritos y seguí caminando, él no saldría del coche si no quería ser visto en medio de la calle con su estudiante, quizás me equivocaba, lo supe cuando me tomo del brazo y me hizo girar para tenerme cara a cara.
—Te he dicho que subas al coche y no lo voy a repetir, la próxima te obligó —me amenazó.
Levanté el mentón para sentirme un poco más alta que él, era imposible.
—No voy a subir a tu coche — señalé soltándome de su agarre—. No voy a ir a tu apartamento y no quiero hablar contigo ahora.
Me levanto del suelo y me llevo directo al coche, no me dio tiempo a decir nada y mis movimientos eran muy débiles como para lograr que me soltará. Una vez estuve sentada dentro, cerró la puerta y dando la vuelta se unió a mí.
—¡¿Estás sordo o qué?! —le dije forcejeando con la puerta.
Le había puesto seguro.
—No voy a discutir esto contigo en la calle —advirtió poniendo el coche en marcha.
Me cruce de brazos y mire fastidiada por la ventana, era insoportable que se comporta así. Quería mi espacio y sabía que él eso no me lo daría.
—Grace, están investigando la exportadora otra vez, cuando eso sucede la cierran y pues la gente habla y se montan películas —explica él en un tono más calmado—. La reputación de mi familia se está hundiendo.
—¿Por qué no dijiste eso desde un principio? —pregunte en voz baja.
No había necesidad de seguir gritando, me gustaba hablar con él y que las cosas quedarán claras. Hubiese sido mejor de haberlo hecho desde un principio.
—¿Qué podrías hacer tu pequeña? Es algo con lo que no te debes atormentar —explico él, tomando mi mano para besar mis nudillos—. Lamento la manera en la que te hable.
Suspire —Bien, lamento gritarte, pero me sacas la poca paciencia que tengo.
Él volvió a sonreír —Me estás enseñando un montón de cosas Grace.
Puse los ojos en blanco —Estamos aprendiendo juntos.
Me sentía un poco incómoda con todo esto. Luka pasaba por mucho y yo prácticamente no hacía nada por él, me sentía como un problema más con el que tenía que arrastrar.
—Quiero que la próxima vez me lo digas —pedí dándole un apretón en la mano—. Quiero ser más que tu novia.
Él me miró por unos breves segundos a los ojos —¿Que quieres ser?
Lo pensé un poco. Yo quería serlo todo para él, una novia, una amiga, su amante, incluso su estudiante, quería seguir aprendiendo con él y de él. Ansiaba saber que me esperaba del futuro, algo que antes hubiera odiado. Lo amaba solo porque esperaba pasar mucho tiempo con él. También sentía miedo de todo eso, pero supongo que el miedo es un sentimiento que causa el amar tanto a una persona.
—Quiero ser tu amiga —pedí acariciando su incipiente barba.
El beso, la palma de mi mano —¿Mi esposa?
Me aparté de él —¡Eh, más despacio muchachito! Soy muy joven para morir.
Luka empezó a reír y entre carcajadas hablo: —¿Estás consciente que te casarás conmigo en algún momento?
Suspire —Trato de no pensar en eso.
—¿No quieres ser una Caruso? —pregunto, sin poder borrar la sonrisa de su cara.
Lo miré mal —¿Se me pegará lo aburrido, insoportable y arrogante?
—¡Yo no soy arrogante! —exclamo él, con algo de sorpresa.
Solté un bufido —¡Sí que lo eres y mucho!
Él negó con la cabeza —Bueno, es probable que te conviertas en un Luka versión femenina.
Empecé a reír —Qué horror.
Luka se detuvo cerca de casa, se quedó en un incómodo silencio.
—Bien, me iré —me despedí a punto de bajar del coche.
Él me tomó del brazo y acercándose a mí, beso mis labios con delicadeza mientras acariciaba mi mandíbula con sus dedos.
—¿Está todo bien entre nosotros? —pregunto, en un tono algo triste—. No quiero irme y saber que estamos mal o sigues enfadada.
Le devolví el beso y lo abracé —Todo está bien Luka, te amo.
Chispas volaron por mi estómago como si esta fuera la primera vez que se lo decía, la verdad es que ya lo había hecho varias veces, pero esto era uno de esos momentos en el que amar se volvía más real que nunca.
Un último beso, que duro más de lo que debería y salí corriendo del coche con una de esas sonrisas de estúpida que se te quedan cuando te habla el chico que te gusta, en este caso me había besado, mimado y amado el chico que me gusta, así que mi sonrisa de estúpida se duplicaba.
Entre en casa, descalzándome en la puerta y corriendo por las escaleras, cuándo escuché la voz de mamá llamándome desde la cocina: —Grace, tenemos que hablar.
Cuando una conversación empezaba por un «tenemos que hablar» no trae nada bueno, sentí un nudo en mi garganta, era muy probable que la presión de mi cuerpo estuviera baja en estos momentos y como siempre, el incómodo sudor en las manos me estaba matando.
Ya sabía que rezar no serviría de nada, había quedado demostrado en más de una ocasión que yo estaba en la lista negra de Dios, esa a la que ignora porque solo pido tonterías.
Tome aire y entre a la cocina, dónde estaban mamá y papá.
«Solo por si acaso, Dios en serio ayúdame.»
—¿Paso algo? —me senté frente a ellos—. ¿Por qué esas caras?
Papá se cruzó de brazos, mal empezaba esto.
—Empecemos siendo claros y sinceros, Greta aviso que te fuiste porque te sentías mal y recién llegas ahora, ¿dónde estabas?
—Me tuve que salir porque me llegó el Andrés —explique omitiendo la mayor parte de la información que pedían.
—¿Quién es ese? —pregunto papá.
Mamá puso los ojos en blanco —Matteo, así se le dice al período —le informo mamá.
—Exacto, ya saben que me dan muchos dolores y no estaba preparada —finalice a punto de levantarme.
—¡Grace! —me detuvo mamá—. Sabemos que estás saliendo con alguien, con el que seguramente estuviste ahora, así que me vas diciendo quién es o no, vuelves a pisar la calle sola en tu vida.
Abrí la boca para decir algo —¡¿Cómo voy a ir a clases?!
—Dije que no saldrás sola, tu padre te puede acompañar —decidió ella
—Mama yo...
—Uno —empezó a contar—. Dos.
«¡Maldición!»
—¿Que tipo de educación es esta? Chantajes y amenazas.
Me ignoro —Tres... Cuatro.
—¡Es Marcello!
Ambos, se quedaron en silencio, se miraron por unos breves segundos intentando procesar la información.
—¿Otra vez? —soltó papá.
Suspire —Arreglamos los malentendidos.
Mamá me miró algo confundida —No me opongo, pero, ¿en serio crees que una relación que has terminado tantas veces funcionará?
Por supuesto que no, junto por eso estoy con Luka, pero eso no se lo podía decir.
—Ahora somos más maduros.
Marcello no iba a madurar ni aunque lo colgarán de un árbol. Él disfrutaba de las fiestas y se olvidaba de sus compromisos, no le importaba mucho nada y no es que yo hubiera sido diferente a él, pero la verdad el tipo de relación que teníamos me dejó de gustar.
Un día estaba para mí y de la nada dejaba de estarlo, era mejor estar sola.
—Tengamos una reunión, si es realmente algo serio debe venir y presentarse —exigió papá.
Me tensé —¡Papá, ya ustedes lo conocen!
—No importa Grace, mañana lo queremos aquí.
¡Maldición! ¿Por qué me pasan estás cosas a mí?
A la mañana siguiente evite a Luka lo mejor que pude y busque a Marcello hasta encontrarlo en medio partido de fútbol.
Corrí detrás de él, metiéndome en el medio de todos.
—¡Serás idiota! —se quejó un compañero cuando me atravesé en su camino y arruine el partido.
—¡Ni que fueras Messi!
Marcello camino hacia mí —¿Que es tan importante que no pudiste esperar a verme en clases?
Rodé los ojos —Te aseguro que es más importante que tu partido.
Él se cruzó de brazos —Bien, tú dirás.
—Quiero volver contigo, pero que sea algo lento —explique.
—¿Cómo lento? —pregunto él, mientras bebía agua.
Suspire —Sin sexo y sin besos.
Empezó a reír —Me estás diciendo que seré tu novio, pero que ni siquiera podré besarte.
—Exactamente y tienes que venir a casa a cenar con mis padres —finalice.
Marcello se quedó sin habla —¿Estás loca?
Le mostré el dedo del medio y cuando me di la vuelta me encontré con Luka detrás de mí.
—Me alegra encontrar la señorita Abbey, lleve esto a mi oficina —pidió él, dejando algunos libros en mis manos.
Podía traducir esto como un «tenemos que hablar,» tal vez debí decirle todo a él primero, pero aquí estaba yo hundiéndome en la mierda ¿Había fondo? Esperaba que si lo hubiera.
Me quedé unos minutos en la oficina, Luka entro hecho una furia. Me tomo del brazo y me hizo levantarme hasta tenerme sentada en la mesa.
Tomo mi mandíbula y me hizo mirarle a los ojos —Explícate, antes de que yo rompa todo en este lugar y te arranque los labios a mordiscos —amenazo—. ¿A qué juegas con Marcello?
«¿Premio o castigo?»
Esto me había calentado ¡Estaba enferma!
Lo mire a los ojos —Mis padres quieres que les presente a mi novio.
El rostro de Luka se relajó —Mentir terminará empeorando las cosas, además, ¿por que no me avisaste de esto? Me sentí estúpido al escucharte con ese imbécil.
Sonreí —Lo lamento, estaba nerviosa —besé su mandíbula—. En serio lo siento, sé que eso estuvo mal.
—Yo te creo, pero no me parece bien —volvió a tomarme—. Me enfadé mucho y quiero sus manos lejos de tu cuerpo.
Mordí el lóbulo de su oreja —Muérdeme los labios.
Se formó una sonrisa en su rostro —¿Cuánto tiempo fingirás tener una relación con él? No me gusta nada esto.
—Solo por hoy —gemí cuando dejo una pequeña mordida en mis labios.
—¿Te excita pelear conmigo, señorita? —susurro él contra mi oído—. ¿O te excita verme celoso?
Cerré mis ojos y disfrute de sus besos en mi cuello —Nada de eso, son las hormonas.
Me tomo la mano y la llevo a su entrepierna, lo sentí muy duro a través de la tela del pantalón.
—Lo mío no es hormonal, pero estoy enfadado —me dio la vuelta bajándome de la mesa y me pegó una nalgada—. Ya se puede ir.
Se sentó en su sitio acomodando su pantalón. Me quedé boquiabierta.
—¿No harás nada? — pregunté sorprendida.
Él me miró a través de sus lentes redondos —No, disfruta del castigo.
—Pero tú... —señale su entrepierna, ahogándome con las palabras—. ¡Estás duro!
Él mostró una sonrisa arrogante —Lo superaré. Vuelve a clases señorita Abbey.
Él quizás pudiera superarlo, pero estaba segura de que yo no. Me quedé toda la clase pensando en cómo se había sentido tenerlo en mi mano.
¿Me vengaría? Claro que sí.
Durante la clase de filosofía, Luka se sentó en su lugar y dejo que el resto continuará con una pequeña lectura, sobre el renacentista, se detenía a explicar y luego continuaba.
Tome mi teléfono y empecé a escribir «Necesito escucharte, jadear en mi oído.» Envié el mensaje y esperé.
Él revisó la pantalla, me lanzó una rápida mirada y escribió. A los segundos me llegó un mensaje de él.
«Luego, ahora céntrate.»
Sí que me iba a centrar, volví a escribir «Quiero montarte, señor Caruso.»
Las mejillas de Luka se pudieron rojas después de leer ese mensaje, con el libro cerrado se sentó en su lugar.
Aclaro su garganta —¿Que opinan de esta parte? —pregunto al salón.
Greta empezó a explicar y yo volví a escribir un nuevo mensaje.
«Estoy muy caliente señor Caruso, necesito que me muerda.»
Él miró la pantalla y cubrió su boca. Deje de molestarlo, quizás porque note como movía su pierna de manera nerviosa o porque no quería que me matara después de esto.
—Grace, lleva esto a mi oficina —pidió él al final de la clase pasándome unos documentos.
¡Sí! Entre a su oficina y me senté en la mesa con las piernas abiertas. Cuando entro su mirada brillaba.
—Dios, Grace, no sabes cómo me tienes —me tomo y me beso con unas ansias que daban miedo.
Comencé a tocar su excitado miembro a través del pantalón. Luka fue rápido, me levanto, se sentó en su silla conmigo a horcajadas y saco su miembro.
—Será rápido —murmuró.
Lo toqué haciéndolo jadear y cerrar los ojos. Él levantó, mi falda y yo misma lo guíe a mi centro húmedo y caliente, me deje caer despacio y gemí contra su boca una vez que lo tuve dentro por completo.
—¿Te trae recuerdos esto? —pregunté recordando la primera vez.
Él mostró una sonrisa y movió mis caderas —Sí, solo que ahora es mucho mejor.
Empezamos a movernos en busca del rápido placer que ya estaba por llegar. Mis movimientos eran cada vez mayores y me daba demasiado placer, pero la mano de Luka cubriendo mi boca me impedía emitir algún sonido de satisfacción. Lo sentí tensarse y llenarme, eso fue suficiente para que yo me dejara ir en un glorioso orgasmo que me dejó sin aire.
Luka me levanto y me sentó en la mesa, para limpiarme y acomodar mi ropa. Beso, mis labios.
—No me vuelvas a provocar así —pidió con la respiración agitada.
—Lo siento, pero no prometo nada —advertí—. Me gusta mucho el sexo rápido en tu oficina, ya soy adicta.
Él sonrió —Montaré una oficina en casa -me ayudó a bajar de la mesa—. ¿A qué hora es la cena?
—A las ocho, acabará pronto —le informé.
—Bueno, en ese caso vuelve a casa y prepárate —pidió él.
Me parecía raro que estuviera bien con que presentará a Marcello como mi novio. Hice tal y como pidió y volví a casa para preparar todo para la cena.
Tenía la esperanza de que Marcello no apareciera, yo podría fingir estar deprimida por esto y dejarlo, eso mantendría tranquilos a mis padres. De presentarse Marcello se complicaría todo.
Llamaron a la puerta y yo mordí mi lengua mientras preparaba la mesa.
—Señor Caruso, que bueno volver a verlo —exclamo papá.
«¡Me cago en mi vida!»
—Pase a dejarle esta botella, me había dicho que la última le había gustado —Luka dejo una botella de vino en las manos de mi padre.
—Oh, si es muy buena —menciono papá—. Hoy cenaremos temprano ¿Quiere unirse?
—Oh no, no me gustaría molestar, seguramente tienen invitados —se disculpó Luka.
—No es molestia —interrumpió mamá—. Sus visitas siempre son bienvenidas, solo esperamos al novio de Grace.
Luka se aclaró la garganta —En ese caso, ya que estoy aquí me quedaré.
Eso venía con otro sentido que mis padres no pudieron notar. Lo miré mal cuando se sentó a la mesa y el saludo con esa formalidad que en el pasado tanto había odiado. Estaba hermoso con una camisa blanca y pantalones azules oscuros, el cabello perfectamente peinado y una colonia que invitaba a hundir la cara en su cuello.
El repaso, en mi aspecto, me había arreglado para lo que sería esta cena y sabía que eso a él no le había gustado nada.
Su mensaje lo confirmo: «Demasiado sexi para Marcello.»
Deje el teléfono celular a un lado, no tenía sentido responder a eso. Solo llevaba un vestido blanco de tirantes. Esperamos a Marcello manteniendo una charla animada, como imaginaba, él no se iba a presentar.
Mamá miró la hora —Ya deberíamos empezar a comer —me lanzó una mirada molesta.
Tan predecible el Marcello.
Tocaron a la puerta y papá fue a mirar. Marcello apareció en el comedor, con la respiración agitada y un rastro de sudor en su frente.
—¿Cómo estás Lennox? —pregunto Luka, se llevó un trozo de carne a la boca
—Bien, siento llegar tarde, alguien apuñaló las ruedas de mi moto —explico Marcello.
—Que mal, ¿quién haría algo así? —menciono Mamá.
Luka hizo una mueca —Gente con mucho tiempo, seguramente.
Lo mire mal y pellizque su muslo con disimulo. Él no me miró, solo mostró una sonrisa ¡Fue él! Jamás me imaginé a Luka dejarse llevar por los celos, pero debía admitir que se me hacía algo divertido, ya que era poco creíble.
La cena continuó, ahora, con Marcello al que Luka no dejaba de lanzarle malas miradas o interrumpía cada vez que podía.
—¿Cómo te va en clases Marcello? —pregunto papá.
—Bastante bien, ya he enviado algunas solicitudes —respondió Marcello.
—¿Que dice usted profesor? —pregunto mamá, dirigiéndose a Luka.
Este mostró una sonrisa —El joven Lennox, es un buen estudiante —hizo una pausa—. Por supuesto, siempre que no se ausente por semanas o cuando esté se quede dormido.
Todos se quedaron en silencio.
—Muy bueno el vino —dijo Marcello.
—Sí, es familiar —respondió Luka.
Un par de horas más de charlas que fueron en su mayoría protagonizadas por Luka y la cena concluyó. Sentí que me libraba de un peso cuando tanto Luka como Marcello se despidieron de mis padres.
—El señor Caruso es muy agradable —menciono mamá.
—Ese Marcello, sigue sin agradarme —me informo papá.
De haberles dicho la verdad, seguramente las opiniones hubiesen cambiado. Volví a mi habitación después de haber ayudado a recoger la mesa y fregar los platos, bajo una aburrida charla con mi madre sobre las relaciones.
Encendí la luz de mi habitación y me encontré a Luka en la cama con mi cuaderno de dibujos.
¡Mierda!
—¿Cómo entraste aquí? —cerré la puerta con seguro.
—Tu casa no es muy segura, entre por la ventana —explico él señalando la ventana abierta.
Yo misma había bajado y subido por aquí un montón de veces.
La cerré —¿Cómo el de Crepúsculo?
Luka hizo una mueca —No, como tú —agito el cuaderno en el aire—. Realmente eres muy buena dibujando ¿Tomaste clases?
Le quité el cuaderno donde tenía todos mis preciados dibujos.
—No, solo soy perfecta en todo lo que hago —guarde el cuaderno—. ¿Te vas a quedar aquí?
Él se acostó en mi cama —Sí, creo que dormiré aquí.
—Mis padres están en la habitación de al lado —me senté a horcajadas sobre él.
—Señorita, dije a dormir, no provocar que grite mi nombre y se mueva debajo de mí —explico él.
Me tumbó a su lado y empezó a besarme, lo rodeé con mis piernas y le di mejor acceso a mi cuello.
—¿Le pinchaste las ruedas a Marcello? — pregunté.
—Si —confesó él—. Al final estaba muy celoso y aún lo estoy.
—¿Por qué?
—Porque yo quería estar en su lugar.
Hello hello
El capítulo de hoy, perdonen la hora.
Espero les guste.
Me dejan saber en comentarios
Vamos a ver si esto de Marcello se complica, vendrán cositas fuertes.
Gracias, recuerden votar y compartir la historia.
Instagram @paloma_escritora
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