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Perdón por las lágrimas #16

Capítulo 16

Perdón por las lágrimas

Grace 

Abrí mis ojos muy despacio para acostumbrarme a la claridad de la habitación, bostece y me estire en la cama, solo para descubrir que Luka ya no estaba. 

Mire el reloj que se encontraba en la mesilla de noche y me di cuenta de que eran las seis de la mañana. Claro, solo un psicópata como Luka se despertaría a esta hora y lo peor era que me lo estaba contagiando. Sentí el agua de la ducha caer y su voz tarareando una canción. 

Me levanté y apreté mis piernas, todo debía seguir su curso

—¡Pis-pis-pis! —entre gritando al baño.

Me senté en la tasa y dejé que todo fluyera.

—Ah, qué bendición —murmuré con mis ojos cerrados.

¿Un orgasmo causado por Luka o hacer pipí? Ya no sabía que era mejor, este hombre había puesto en duda a uno de los mejores placeres de la vida.

—¡Grace! —me grito él desde la ducha—. ¿Qué estás haciendo? 

Asomó la cabeza, tenía el cabello blanco por la espuma que le estaba cayendo en los ojos, me reí de él.

—Hago pipí, ya terminé — expliqué. 

—No puedes hacer tus cosas mientras yo me ducho —me regaño él.

—¡¿Me hago en la cama?! —le grité—. Además, ayer hiciste cosas peores, verme haciendo pipí no es nada.

Él hizo una mueca —¿Te gustaría verme haciendo caca? 

Alce una ceja —Que sepas que verse haciendo ese tipo de cosas ya es nivel dios en confianza.

Él negó con la cabeza —Deja de decir tonterías y tráeme la toalla, la dejé afuera. 

Cerré la puerta del baño sin siquiera tomar la toalla y entré en la ducha con él.

—¡Pero aclárate bien el pelo! —le grité restregando su cabeza.

El pego un brinco y se giró, me miró de arriba abajo —¿Qué haces Grace?

Sonreí —Buenos días —exclamé estirando mis brazos al aire.

Él respondió con una sonrisa, me tomo de las caderas y me atrajo hacia él.

—Buenos días, mi preciosa —me dio un pequeño beso en los labios—. ¿Dormiste bien? 

Hice una mueca —Dormí junto a una morsa y fue una experiencia interesante. 

—¿Morsa? —repitió. 

Asentí con mi cabeza —Pareces toda una morsa durmiendo. 

Él empezó a reír —Ese no es el tipo de cosas que se dicen cuando tienes sexo con alguien y duermes con él.

Tenía razón, lo empujé hasta que su espalda toco la pared de azulejos, acaricie su pecho y su abdomen, de puntillas alcance sus labios y le di un profundo beso.

—Disfrute mucho de todo —susurre contra su piel. 

El agua de la ducha caía entre nosotros y parecía que esta se había convertido en puro fuego. No sabía si era por la cercanía, porque estaba duro o porque simplemente me gustaba mucho Luka y solo él tenía esa facilidad para excitarme.

Tome su miembro semiduro con mi mano—¿Desayunamos? —pregunte.

Sus ojos brillaron y una pequeña sonrisa apareció en sus labios —¿Qué tienes en mente? 

Acaricie su cabello y besé sus labios con hambre, lo deseaba y quería verlo disfrutar, quería disfrutar de él y con él. Besé su mandíbula y olí su piel húmeda.

Sonreí —¿Por qué hueles a limón? 

—Compre productos que tuvieran los olores que sueles usar —confesó.

—¿Pero los utilizarás en ti? — pregunté rozando con mi uña su mandíbula.

Él me apretó contra él —Si te acuestas conmigo se te pegará mi olor en la piel y yo quiero sentirte a ti.

—Muy bonito — susurré. 

Baje por su pecho, hasta su abdomen. El suspiro cuando alcance su miembro y lo toque con la palma de mi mano. 

—Una excelente mañana —menciono.

—Y aún no empieza. 

Me agaché dejando besos en su abdomen, besé sus muslos y mordí su cadera antes de concentrarme en ese pedazo de carne que ya estaba reclamando mis atenciones y que tanto me había hecho disfrutar. 

Lo tomé entre mis manos y dejé un pequeño beso en su punta mientras lo acariciaba con mimo. El cerro los ojos y echo la cabeza hacia atrás.

—Luka, mírame —pedí, quería tener esa intensa mirada solo para mí.

Él acarició mi mejilla y tomo un puñado de mi cabello entre sus manos, me miró con deseo, con ese brillo y ese calor en las mejillas. 

Lamí todo el tronco como si se tratara de un caramelo, su abdomen se tensaba en el proceso y yo trazaba la línea de sus músculos con mis dedos.  Un sonido ronco salió de su garganta cuando lo tuve en mi boca y me pasee por todo su largo acariciando con mi lengua. 

Lo sentí mover las caderas suavemente, bombeando dentro y fuera. Un gustoso gemido escapó de sus labios, me lanzó una mirada indescriptible. 

Placer… Deseo y fuego. 

Me levanto del suelo tan rápido que no lo vi venir, me acorraló contra la pared y su cuerpo, me beso con furia, mientras sus manos recorrían todo mi cuerpo y levantaba mi pierna para qué lo rodeará.

Me penetro tan fuerte que tuve que ahogar un grito en su hombro.

Me tomo del mentón y me hizo mirarlo —Quiero que me hagas sentir lo que sientes —pidió él.

¿Cómo podría hacer eso? Me levanto apretando mis nalgas con sus manos y me apoyo en la pared para empezar a moverse dentro y fuera de mí a un ritmo un tanto frenético y desordenado. Habíamos perdido el poco control que teníamos, nos tocábamos y movíamos con el fin de alcanzar el placer del otro. 

Un azote, una mordida.

Más fuerte y más profundo.

Una mirada cargada de deseo.

Recordé lo que me pidió y lo toque para que sintiera lo mismo que yo sentía, él me besó con desesperación, tragándose mis gemidos y yo en respuesta mordí sus labios liberándome de su boca y jadeando contra ella. Clave mis uñas en su espalda baja y subí hasta sus hombros, él soltó un gruñido y atacó mi cuello, sentí mi piel arder, me quemaba, pero el tacto cálido de su lengua calmo el dolor. 

Y entonces me di cuenta, no tenía condón, se sentía sumamente mejor tenerlo piel con piel y recién me había dado cuenta de la diferencia. Apreté mis piernas a su alrededor y cuento llegué y mis temblores se apoderaron de mí, mordí su hombro con fuerza. Él me clavó contra la pared y salió rápidamente de mí, acabando en mi muslo. Lo vi moverse con los espasmos y temblar. 

Me miró y sonrió —Lo olvidé, lo siento. 

Negué con la cabeza —Tomo la píldora.

Él me dio una nalgada acompañada de un apretón —En ese caso me quedaré la próxima vez —susurro contra mi cuello. 

—Dúchate y acompáñame a desayunar —pidió él.

Antes de que saliera de la ducha, alargue la mano y le di una nalgada fuerte acompañada de un apretón.

—¡Grace! —me grito él envolviéndose con una toalla. 

—Lo siento, fue el diablo que me tentó —explique bajo la ducha.

Él me miró mal —Mi culo no se toca, el tuyo, en cambio, sí. 

—Mi querido Luka Caruso, tus nalgas ya me pertenecen —mordí mis labios.

Él hizo una mueca —Ni lo sueñes. 

Me terminé de duchar y me vestí con el mismo vestido verde limón con el que había venido, mis botas y tome una camisa blanca de Luka. Había descubierto que amaba ponerme su ropa. 

En sí armario volví a encontrar la caja con medicamentos, eran muchos frascos y ninguno tenía una etiqueta, la primera vez que los vi no pensé mucho en eso, pero era raro que un hombre de veintiocho años aparentemente sano tuviera tantos medicamentos. 

¿Estaría enfermo? 

Salí del armario y me dirigí a la cocina, él estaba apoyado en la encimera acabándose su jugo verde. Tenía el cabello húmedo, la espalda brillante por las gotas de agua, era hermoso y era todo mío. Me senté a su lado y este llevo un plato con yogur, algunas frutas y avena frente a mí.

—Come —ordeno.

Le di un bocado a todo eso, eran unas combinaciones muy buenas. Él se acercó tomándome del mentón como siempre hacía para que lo mirara o para besarme, limpio mis labios y después llevo su dedo a su boca.

—Deberían hacer un yogur con sabor a Grace —pidió él. 

Acaricie su espalda desnuda —Y tú serías en único comprador.

Él sonrió ante mi comentario, se acercó y beso mis labios —Eso espero, porque solo te quiero para mí. 

—Ve a vestirte nudista o te morderé las nalgas —advertí.

Él rodó los ojos —Aléjate de mi trasero Grace o te las verás conmigo —advirtió.

«¿Premio o castigo?» 

Sin duda alguna cualquier cosa que me hiciera Luka en este momento sería un premio para mí.

—Ahora regreso y te llevo a casa —menciono antes de darme un último beso e irse. 

Camine por el salón vacío mirando por 
Ventana, cuándo toque un trozo de madera, mire el cuadro que había sido puesto de mala manera en su esquina y me acerque a él ¿Qué le había hecho Luka? Mejor dicho ¿Qué había pasado para que lo destrozara así? Quite la sábana que lo cubría y mi corazón se agitó cuando vi la imagen frente a mí. Era una pintura en la que aparecía Luka con un traje negro y una mujer a su lado, la cual llevaba un vestido de novia. 

Luka se veía feliz, algo más joven y brillante en la pintura, la mujer a su lado, la cual él tenía rodeada de una manera muy tierna, era rubia, con unos preciosos ojos azules, la piel blanca y las facciones finas. Se veía muy feliz y era de ese tipo de personas que con solo mirarlas sabías que eran buenas.

El cuadro tenía el marco roto y parte de la pintura estaba dañada. 

—¡¿Qué haces Grace?! —me grito él quitándome la sábana blanca que tenía en mis manos y volviendo a cubrir el cuadro.

Lo, mire, era el mismo del dibujo solo que sin la misma paz. Él estaba casado y algo sucedió, por eso está aquí y por eso rompió el cuadro.

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas —Estás casado.

El suspiro —No es lo que piensas y no puedes mirar mis cosas.

—¡¿A no?! —me sentía molesta y nuevamente utilizada por él—. ¡¿Por qué no me dijiste que estabas cansado?! 

—¡Grace! —me silencio él tomándome de los hombros—. No estoy casado y mi vida privada no es un asunto en el que debas meterte.

Lo empujé —Pues ya no me voy a meter en nada ¡No quiero nada contigo! 

Tome mi bolso y salí del apartamento. Luka me siguió por el pasillo.

—¡Grace, vuelve a dentro! —ordeno él.

—Me voy a casa —entre al ascensor y él me siguió.

Estaba vestido solamente con unos pantalones. 

—Grace —tomo mi mano, yo la aparté—. No quiero que te marches. 

Me crucé de brazos —Ya déjame en paz ¿Qué parte no entendiste de que no quiero nada? 

—¿Por qué no? Yo lo quiero todo —murmuro él rozando sus nudillos con mi brazo.

La puerta se abrió y salí rápidamente del ascensor.

—Me mentiste, me gritaste y me apartaste —le dije mientras caminaba a la salida consciente que la portera nos estaba mirando.

—¡Grace, no te hice nada de eso! —grito Luka desesperado—. ¡Vamos a casa ahora! 

Rodé los ojos —¡A mi casa me voy psicópata, mentiroso y nudista! 

La mujer nos miró boquiabierta.

—Cariño, vuelve —pidió Luka en un tono suave y lastimoso—, por favor, no quiere tener que fingir, no tener nada contigo y encima saber que estás enfadada.

Eso no ayudaba y era hasta mejor en clases, él no me podría molestar.

—Adiós señor Caruso. 

Él no me siguió, ni dijo más nada. Cuando llegue a casa no me apetecía ni siquiera desayunar, tenía el estómago muy revuelto. En la escuela lo primero que hice fue refugiarme en los brazos de Greta, nos sentamos al fondo de la clase.

—¿Qué te pasa Grace? —pregunto ella hundiendo sus dedos en mi cabeza y masajeando.

—Lo llamaremos psicópata nudista, ¿vale? —pedí limpiando las lágrimas.

Ella rodó los ojos —¿Estás así por..., psicópata nudista? 

Asentí con la cabeza y sople mi nariz —Está casado.

A Greta se le desencajó la mandíbula —Pero ustedes no tiene nada, ¿o sí? 

Mordí mi labio —Empezamos una relación secreta y nos acostamos.

—¡Grace, estás loca! —grito Greta.

Todo el salón se giró a mirarnos, tome a mi amiga y le di un apretón en la mano para que se calmara y hablara más bajo.

Sabía que lo que había hecho con Luka era una locura, pero era una locura que en su momento se había sentido bien. Me había sentido feliz y acompañada y podía jurar que mientras estábamos solos en su apartamento, él no era el mismo hombre amargado que daba clases aburridas de filosofía.

Me había encantado su manera tan posesiva y a la vez romántica, pero el señor hijo de puta Caruso no podía ser agradable por más de un par de horas. 

—Lo hicimos dos veces — señalé—. Bueno, antes de eso hubo tocamientos indebidos y besos, pero en fin, dos veces me lo comí — limpié una lágrima.

—Joder, debió decirte que era casado antes de proponerte una relación de pareja —menciono Greta, notablemente mortificada.

—¿Pareja? ¡No somos pareja! — aclaré—. Es una relación de solo sexo.

Ella abrió los ojos —No entiendo entonces solo te enfadaste porque no te dijo que tenía esposa, pero la verdad es que quizás aún no se ha divorciado y están separados, en ese caso no tiene nada de malo.

Negué con la cabeza —Debió decirme igual, además, me grito y me dijo que no me metiera en sus asuntos personales.

Ella se encogió de hombros —Supongo que cuando es solo sexo, no te importe mucho la vida personal de la persona.

—¿Eh? —¿Estaba defendiendo a Luka de casualidad?

—Pues sí, ¿Por qué te importaría? Esas cosas son más de pareja —explico—. Igual pienso que estás loca, pero ya que, hay que andar con cuidado.

—Ya lo termine, no quiero saber nada de él —deje en claro.

Ella empezó a reír —Sí, claro, repítelo hasta que te lo creas.

Hice una mueca y me concentré en mis libros. Las horas pasaron y las clases también hasta que llegó el turno de filosofía. Me había encargado de no encontrarme con él durante todo el día y lo había conseguido, ahora estaría obligada a verlo por cuarenta y cinco minutos. 

—Buenas tardes, clase —saludo él entrando al salón, no me dirigió la mirada—. Saquen sus libros, por favor, comenzaremos con una pequeña lectura y luego un debate. 

Hice una mueca ¿Como este hombre que me había hecho gritar de placer podía ser tan insoportable? 

—¿Eso es un chupón? —pregunto Marcello tocando mi cuello.

Luka nos miró —Marcello, vuelve a tu lugar y concéntrate en lo tuyo —le advirtió Luka. 

Paso a mi lado con disimulo y miro mi cuello, vi una sonrisa formarse en sus labios.

«¡Será animal!» 

Mire a Greta y ella abrió la boca de asombro a ver mi cuello.

—Parece que te absorbió una aspiradora —murmuró ella para que solo yo la escuchará.

Estaba muy avergonzada, encima andaba con un suéter que dejaba mi cuello al descubierto. Lo cubrí con mi cabello como pude y continúe con la lectura.

—Buenas tardes, disculpe —dijo un hombre desde la puerta, llevaba un hermoso ramo de girasoles—. Estoy buscando a la señorita Grace Abbey, estás flores son enviadas para ella.

—Grace Abbey, si dámelas yo las entregaré —dijo Luka aceptando el ramo de flores. 

—¿El que de qué? —pregunte sin entender nada.

Luka caminó hacia mí con todo el salón mirándolo y dejo el ramo de girasoles frente a mí.

—Son muy bonitas, señorita Abbey —dijo frente a todos.

La clase empezó a murmurar y a reír.

—Los girasoles me dan migraña —menciono Marcello, restándole importancia al detalle.

—Futuro, los girasoles son flores brillantes que miran siempre al futuro —respondió Luka—. Continuemos.

Luka siguió leyendo y el resto se mantuvo concentrado en la clase. Marcello me miró con algo de molestia y yo solo le sonreí aún avergonzada.

Greta tomó la tarjeta que estaba entre las flores —¿Qué dice? —susurro.

«Smettila di contare le stelle per contare i segni sulla tua pelle. Era il mio paradiso preferito»

—Saca, el traductor de Google, no entendí una mierda —le pedí a Greta en voz baja.

Ella escribió el texto y sus mejillas se encendieron de rojo cuando leyó la traducción.

—Perdona a ese hombre o perdono, yo —pidió.

«Deje de contar estrellas para contar las marcas de su piel. Era mi paradiso favorito.»

Idiota, mentiroso, engreído, orgulloso, psicópata y nudista. Si se creía que yo lo perdonaría por regalarme unas flores bellísimas y escribir una nota que me puso el corazón a millón estaba muy equivocado. Necesitaba hacer mucho más que esto y aun así quizás me pensaría lo de volver a estar en su cama. 

Cuando acabo la clase me dirigí a su oficina, abrí la puerta y este que estaba sentado en su lugar me miró con una sonrisa. 

—¿Tiene alguna consulta, señorita Abbey? —pregunto.

Cerré la puerta y dejé el ramo de flores sobre la mesa.

—No las quiero —me crucé de brazos 

Él se levantó y camino hacia mí —Son bonitas y te las regalo tu morsa, no yo.

—Deja de jugar conmigo Luka Caruso —le advertí—. Me mentiste, no me dijiste que estabas cansado y no quiero saber de ti. 

—Cariño...

—¡No me llames cariño! No lo soporto — intenté irme, pero él me tomó del brazo y me sentó sobre la mesa.

—¿Cerraste la puerta? —pregunto colocándose entre mis piernas.

—No me acostaré contigo — sentencié.

Él empezó a reír —Solo quiero un abrazo.

Me estrecho contra su pecho y beso mi mejilla, luego dio un rápido beso en mis labios y acaricio mi cuello con la palma de su mano.

—Qué bonita —tocó la marca en mi cuello—. La próxima la haré en un lugar menos visible.

—No habrá próxima —aclare, él volvió a besarme y empecé a dudar hasta de mi propia existencia.

—Señorita Abbey dejarle mis marcas se ha convertido en mi mayor fantasía, así que asuma las consecuencias —dijo contra mi boca.

—¿Consecuencias? 

Asintió —Ven a mi casa este fin de semana, iremos a comer, a ver una peli y luego nos meteremos en la cama ¿Qué te parece? 

Lo empujé y me levanté de la mesa —No sé qué te fumaste antes de venir aquí, pero claramente no estás entendiendo.

Él suspiró —¿Qué tengo que hacer para que me perdones? 

—Desaparecer, eso ayudaría mucho —dije caminando hacia la puerta—. Tenga una buena noche, señor Caruso.

—¿Me la darás? —pregunto él en un tono burlón y con una sonrisa en su rostro.

—Imbécil.

—Adiós calabaza —lo escuché decir antes de cerrar la puerta.

¿Cómo podía estar jugando con algo así? Luka Caruso era un total idiota sin remedio.

Perdonen por actualizar tan tarde, hoy estuve ocupada, espero les guste este capítulo si es así me dejan saber en los comentarios y me apoyan con su voto o compartiendo la historia.

Caruso se está volviendo un poco loco con la Grace, vamos a ver cuánto te dura la locura.

Instagram @paloma_escritora 



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