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Mienteme #27

Capítulo 27

Miénteme

Luka

Amaba a esta mujer, lo confirmaba cada vez que la miraba, ya no había nada que pudiera hacer para evitar lo que sentía. No podía seguir negándome a este sentimiento, era como volar cuando ella estaba cerca.

Mi vida había permanecido en cámara lenta por mucho tiempo, con Grace había subidas y bajadas, giros y todo parecía ir a una velocidad que solo entendíamos nosotros. Una velocidad que hacía que mi corazón latiera como nunca antes lo había hecho y que respirar se volviera innecesario, sobreviviría con tan solo una mirada o un beso.

La quería para mí y la tendría.

Ella se sostuvo de mi pecho mientras balanceaba las caderas sobre mí, cerré los ojos y tome aire mientras mis manos se aferraban a sus caderas.

—Mírame —pidió ella.

Abrí mis ojos y la vi demasiado hermosa con el cabello revuelto, la piel desnuda y brillante, sus mejillas rojas y sus labios abiertos ¿Era posible no amarla? Era un tonto por haberlo evitado por tanto tiempo.

Me incorporé sentándome con ella encima y la besé, mordí su hombro y me perdí en el sabor salado de la piel de su cuello y clavícula. Ella gimió moviéndose sobre mí, proporcionándonos un enorme placer, así había sido toda la mañana, solo existíamos nosotros y yo estaba bien con eso.

Sus pechos rozaban el mío, lo acaricie con mi mano, pequeño y firme, le di un beso a cada uno.

Ella me tomó del cabello y me hizo mirarla, estaba muy agitada, beso mi mandíbula hasta susurrar en mi oído: —Necesito que me hagas gritar.

Sonreí por su comentario y me volví a acostar con ella dejándola debajo de mí. Volví a entrar, manteniendo movimientos calmados mientras acariciaba su clítoris con mi dedo y besaba sus pechos. Ella ahogó un gemido y cerro los ojos, me detuve.

—Mírame Grace, a mí también me gusta ver tu cara cuando te corres —le dije, tirando con mis dientes de uno de sus pezones.

Ella se sonrojó, tenía una linda sonrisa en el rostro. Se movió junto a mí mirándonos a los ojos hasta que los espasmos se apoderaron de nuestro cuerpo, ahogue un jadeo en sus labios y me apreté más contra ella. La sentí gemir y clavarme sus uñas, mientas su interior temblaba a mi alrededor. Una vez estuvimos tranquilos salí de ella y me tumbé a su lado, se hizo un ovillo sobre mi pecho.

—Luka —me llamo—. ¿Qué haremos ahora?

—Ducharnos —murmuré.

—No idiota, digo con esto que tenemos —explico.

«¿Esto qué tenemos?»

Me senté en la cama y ella hizo lo mismo. Tenía que dejar unas cuantas cosas claras.

—Esto que tenemos es una relación Grace, estamos tú y yo, eso es lo que importa —aclare—. En cuanto al resto, tú decides como y cuando quieres que se enteren.

Ella se sentó entre mis piernas cubriéndonos con las sábanas —Tengo miedo Luka.

Bese su mejilla y la acune —Hemos dicho muchas mentiras, pero tú y yo sabemos la verdad, el resto tendrá que entender.

—¿Mis padres? —pregunto ella.

—Yo le explicaré a mi familia y hablaré con tus padres.

Se puso de rodillas y me miró algo triste —Podemos tomarnos un tiempo para hacer eso.

Alce una ceja —¿Cuánto tiempo?

Ella removió su cabello con algo de frustración —Aún eres mi profesor.

—Dejaré de serlo una vez que termine este curso —explique, ya era algo que había pensado.

En mis planes estaba dejar ese trabajo, finalizar con los problemas por los que atravesaba actualmente la empresa y apoyar a Grace en lo que quisiera hacer ella.

—Te gusta ser profesor —hizo una mueca.

Tome sus manos y besé sus nudillos —Hagamos un plan, una vez que termines yo dejaré este trabajo y podríamos... —hice una pausa, no sabía cómo se lo tomaría—, mudarnos juntos.

—¡¿Qué?!

Empecé a reír, sabía qué reaccionaria así —Tú irás a la universidad, hablaré con tus padres para que acepten la relación y podríamos mudarnos juntos, yo puedo ser profesor en cualquier otra parte que no te afecte a ti.

Ella soltó un suspiro —Luka, mis padres no lo aceptarán.

Lo sabía, había muchas mentiras que podrían afectarnos.

—Grace, sea como sea yo te amo y seguiremos nuestro camino, ¿estás de acuerdo?

Mostró una sonrisa —Habrá turbulencias.

—Probablemente.

—Me gustan las turbulencias.

Todo estaba claro entre nosotros. Nos dimos una ducha antes de desayunar juntos, ya había pasado la hora, pero nos daba igual, en unos minutos tendría que llevarla a su casa.

Lleve los platos vacíos a la cocina, mientras ella hablaba desde el salón jugando con mi teléfono celular y con su cabeza descolgada en el sofá.

—¡¿Quién putas es María y porque te llama querido?! —grito Grace de pie en el sofá.

Tenía las mejillas rojas y señalaba la pantalla de mi celular. Había una notificación de María que decía «querido recuerda la visita de mañana»

Mire la cara de mi novia y supe que no saldría fácil de esta, pero aun así quería bromear con ella y molestarla.

—No es nadie importante —sabía que mi respuesta tan simple provocaría una guerra.

Abrió la boca asombrada —¡Ah! ¿No lo es?

Negué con la cabeza —No lo es.

Grace cruzó sus brazos —Tienes cinco minutos para decirme quién es María o te daré una patada en los huevos que no te dejará tener hijos.

—Genial, no quiero tener hijos —me defendí.

Grace estaba hirviendo de la rabia.

—¡Uno! —empezó a contar.

—No hagas drama Grace —le dije para enfadarla más.

Me lanzó un cojín naranja a la cara como respuesta.

—¡Dos! —continuo.

—Esos son segundos, no minutos —la corregí.

Se lanzó hacia mí y yo la tomé para que no cayera al suelo.

—¡Tres, cuatro y cinco!

—¡Es mi psicóloga! —grité, antes de que me pegará con toda la mano abierta.

Se quedó quieta —¿El qué?

Tome aire y me senté en mi sillón con ella encima —Mi psicóloga es María, una señora de cuarenta años. Te aseguro que no hay nada entre nosotros, solo me recuerda la cita de mañana.

—¡Ah, es eso! —exclamo más tranquila—. Ya sabía que no estabas muy bien de la cabeza ¿Por qué vas al psicólogo?

Tuve que reír —¿Nunca has ido?

—Sí, fui cuando era pequeña, pero se rindió conmigo —explico ella.

Me lo creía, Grace podía volver loco incluso al mejor psicólogo. Sabía que debía contarle sobre María y porque iba a sus consultas, sabía que ella lo entendería y no lo vería como algo malo.

—Cuando Lucia murió entre en una depresión muy mala e hice cosas que me hicieron aún más daño —explique.

Se puso sería y acariciando mi mandíbula pregunto en voz baja —¿Qué tipo de cosas? 

Me quedé sin palabras, era muy difícil para mí explicar eso, pero era lo correcto. Besé su mejilla antes de continuar.

—No quiero que existan secretos entre nosotros, por eso te lo diré, pero no me siento orgulloso —expuse, ella asintió y espero—. Yo solía beber mucho cuando trabajaba y pues cuando Lucia murió acompañe las bebidas de algunas sustancias, me hice dependiente a ellas.

—Oh —soltó Grace, aparto sus manos de mí volviéndose algo tímida—. ¿Por eso no bebés?

—Solo una copa y cuando estoy estresado simplemente no lo hago —finalice.

Ella tomó aire, me daba miedo escuchar lo que tenía para decir —Bueno, es genial que acabarás con eso.

Hice una pausa —Es un proceso Grace y a veces me siento mal.

Ella volvió a rodearme con sus brazos —¿Me dejarás hacer que te sientas bien cuando eso ocurra?

Tenía miedo de involucrarla tanto en mi vida, pero ya no había vuelta atrás —Grace, si un día te duele mucho estar conmigo, vete. 

Ella se quedó en silencio —Yo te amo.

—Lo sé —la acuné en mis brazos y la besé con ternura en el rostro—. Yo también te amo.

—¡Entonces no me adviertas estupideces y simplemente no hagas que me quiera ir nunca! —me grito ella empujando mis hombros.

Tuve que reír —Eres muy escandalosa, cariño.

Volvió a acurrucarse en mis brazos —Y tu un idiota dramático.

—Vale, haré que te quedes conmigo —le asegure. 

Lleve a Grace a casa, no podía ausentarse por más tiempo y me di cuenta cuando la vi bajar de mi coche y alejarse, que mi vida sin ella ya perdía sentido.

—¿Ahora qué hago? —me pregunté con las manos en el volante.

Grace se había convertido en el personaje principal de mi historia, cuando estaba con ella reía, discutía y hablaba sin preocuparme por el tiempo, hacíamos el amor y dormíamos en los brazos del otro, me gustaba estar así. 

Tenía que recuperar mi vida poco a poco tanto con ella como sin ella y si quería que esta relación funcionará debía arreglar un montón de cosas. 

El apartamento era un desastre, así lo habíamos dejado y pase el resto de la mañana organizando todo hasta dejarlo limpio. Había un montón de cosas que indicada que Grace había estado aquí y me encantaban esos pequeños detalles, el maquillaje regado en el lavado, busque un lugar para eso en mi baño, aunque tal vez debería comprar un tocador para la habitación. Su ropa, estaba por todas partes, además esa niña tenía la habilidad de con solo tomar una camisa, desordenar el resto. 

—Ay Grace, ¿qué haré contigo? 

Como si la hubiese invocado mi teléfono celular sonó y ahí estaba ella.

—¡Hola! ¿Qué estás haciendo? 

—Limpiando tu desastre —expliqué.

—Ah, que bien, si quieres cuando termines pásate por aquí y limpia mi cuarto —pidió ella.

—¡Grace! —la regañé—. Cuando vivamos juntos tienes que ayudarme a limpiar. 

Ella hizo silencio —Yo pensaba tenerte como esclavo —murmuro ella.

—Sigue soñando —me dejé caer en el sofá-. Debes aprender a cocinar, si no estoy tienes que preparar tu propia comida.

—Pediré comida —hablo con la boca llena.

Seguramente estaba comiendo galletas con chispas de chocolate. 

—¿Qué le darás tus hijos?

—¡Dijiste que no querías! —chillo ella.

Comencé a reír —Eso cambio, ahora quiero unos diez.

—Ni que fuera un conejo.

Era lindo hablar de ese tipo de cosas con ella, planear un futuro a su lado un tanto fantasioso, era divertido, algo era real y es que la quería en mi vida, no me importaba como o cuando. Pasamos unas cuatro horas hablando tonterías, como si no necesitamos más nada en esta vida. 

Grace sería mi mujer y ya la extrañaba, mire el reloj en mi muñeca, eran a penas las seis de la tarde.

—¿Te apetece verme? —pregunté terminando mi segundo café.

—Mucho la verdad, extraño pellizcar tus cachetes —dijo ella.

—Iré a buscarte —me levanté y tomando las llaves del coche salí de casa.

—No seas loco, nos podrían ver —aclaro ella.

-Nos vemos dónde mismo.

Termine la llamada y salí corriendo de casa, parecía un adolescente enamorado, ansioso de intercambiar una mirada, un suspiro, un beso. Con eso me conformaba.

—Señor Caruso —me llamo la portera—. Llegó esto para usted.

—Ah, muchísimas gracias —tome el sobre amarillo y corrí hacia mi coche.

No siquiera revise de que se trataba, lo deje en el asiento trasero y maneje en busca de algo delicioso para comer con mi novia, cuando llegue con Grace ya estaba cayendo la noche. Las luces del coche la iluminaron y esta se acercó con una enorme sonrisa. 

Subió y me dio un beso —Estás loco. 

La miré bien —¿Qué haces en pijama Grace? 

Llevaba unos pantalones de algodón con osos azules y un top con el mismo diseño que cubría con una chaqueta.

—¿Qué esperabas? Cuando me dijiste que saliera ya estaba acostada —respondió ella, tomando la bola a qué había entre nosotros—. ¿Qué me compraste? 

—Pastel de limón, sin canela —expliqué.

—¡Ah, me encanta! —abrió la caja con una sonrisa.

El pastel era naranja y tenía puesto encima «¿Señorita Grace quiere ser mi novia?» Sus mejillas se pusieron rojas y yo me di por satisfecho, sabía que le había gustado; sin embargo, me sorprendió mirándome con una ceja alzada y cruzando sus brazos.

—Ya somos novios —recordó ella—. Dijiste «eres mi mujer,» lo que yo traduzco como novia.

Suspiré —Grace intento hacerlo bien y ser romántico, responde y come el pastel. 

Hundió su dedo en la crema y escribió sí, luego acercó su dedo a mi boca y me hizo limpiarlo con mi lengua, besé su palma.

—Dilo —ordené.

—Señor Caruso, si quiero ser su novia —respondió ella. 

—Qué lindo se escucha.

Ella comenzó a reír —Llévame a la playa.

Eso hice, manejé hasta la playa más cercana, dónde habíamos estado un tiempo atrás y sin bajar del coche seguimos hablando y comiendo algo de pastel. El olor a mar se filtraba junto con una suave brisa, el mar estaba tranquilo y la luz en una farola iluminaba las suaves ondas del agua. 

—¿Qué es ese sobre naranja? —pregunto ella, señalando al asiento de atrás.

—Seguramente algo de la empresa, lo revisaré al llegar a casa —respondí dejando el pastel a un lado—. Ahora ven aquí. 

Grace se sentó encima de mí con una sonrisa —Pronto será mi cumpleaños.

—Lo sé, lo pone en tu expediente.

Ella hizo una mueca —¿Me acosas? —pregunto.

-Llámalo como quieras, pero es algo que un novio y profesor debería saber —explique.

Debía admitir que en más de una ocasión revise el expediente de Grace, me parecía extraordinaria en cada sentido y aunque no destacaba en muchas materias, su carisma era suficiente, desde pequeña era algo que la había caracterizado. 

—¿Me amas? —pregunto besando mi mandíbula. 

—No te imaginas cuánto.

—¿Por qué? 

Suspire, podía darle un montón de razones —Me siento ligero cuando estoy contigo, tú aflojas mi carga sin siquiera darte cuenta. Eres lo que a mí me gustaría ser, libre, carismática, simple, pero con una chispa de caos que hace que todo el mundo se tenga que girar a verte, porque eres un caos bueno, de esos que están llenos de color. Hay millones de razones —la miré, está, estaba adormilada en mis brazos—. ¿Tú por qué me amas?

Se hizo un ovillo escondiendo su rostro en mi cuello —Yo no necesito una razón para amarte, te amo porque eres tú.

La abracé y la dejé dormir, eso era suficiente para mí. Un amor sin razón, sin lógica, era un amor valiente. 

Solo un, atrévete y ámame. 

Acomode a Grace en el asiento para que durmiera tranquila, se veía hermosa cubierta por mi abrigo con el cabello rodeando su rostro y las facciones tranquilas. Quería despertar a su lado a diario.

Acomode un poco las cosas en el coche. Al final tenía razón y Grace hacía un caos en cualquier lugar en el que se encontraba, tome el sobre naranja que estaba debajo de la caja del pastel y decidí abrirlo justo cuando mi teléfono celular sonó, era Francesco. 

Salí del coche para tomar la llamada sin molestar a Grace 

Francesco vivía su vida de una manera muy tranquila y aunque en los últimos años había apoyado muchísimo, incluso más que yo en la empresa había preferido mantener su nombre alejado de lo relacionado con la empresa, a mí me parecía bien. Sus llamadas eran habitualmente para decir alguna tontería y prefería tratar los problemas a través de su secretaria. 

Tome la llamada y con lo primero que salió fue con: —Tenemos un problema. 

No podía ser algo simple cuando lo decía así.

Suspiré apoyándome en el coche —¿Qué tan grande es? —dije mientras abría el sobre y miraba en su interior.

—Está vivo —soltó Francesco.

—¿Quién está vivo? —pregunte sacando el contenido.

—¡Nuestro padre! —grito el alarmado—. Alguien llamó y sentí su voz ¡Era su puta voz! 

Me quedé en silencio mirando las fotografías que estaban en mis manos, todas eran mías y de Grace juntos. En algunas estábamos en el coche y ella a punto de subir, besándonos en la tienda, abrazados o tomados de las manos, también había algunas en la que salía ella sola a punto de entrar a su casa o saliendo de clases.

—¡Luka me estás escuchando! —me grito Francesco.

—Eras muy pequeño, es imposible que reconozcas su voz —mi padre no podía estar vivo, tenía que existir otra explicación para esto.

—¡¿Viste el cadáver!? —pregunto Francesco—. Dime la verdad Luka ¿Lo viste?

Hace un tiempo, cuando nos informaron de su muerte, viaje a Italia a comprobar el cadáver y es que al final nunca hubo algo que comprobar, el cuerpo que había visto era imposible de reconocer; sin embargo, la prueba de ADN aseguro que era mi padre. Volví tranquilo, asegurando que él había muerto.

—Está muerto, se tiene que tratar de algo más —asegure.

—No sé qué es, tienes que regresar —pidió él, se escuchaba muy alterado.

—Mantén la calma y que mamá no sepa nada, lo solucionaremos —termine la llamada.

Mi padre estaba muerto, pero alguien más estaba detrás de estas fotos y quizás de la extraña llamada que recibió Francesco, alguien quería amenazar a mi familia y a la empresa utilizando mi relación con Grace. Está claro que de solo un escándalo como este alguien podría sacar muchos beneficios. 

¿Cómo era posible que me descubrieran? 

Volví al coche y manejé de regreso a la casa de Grace, esta se despertó cuando llegamos.

Se estiró en el asiento y bostezo —¿Dormí por mucho tiempo? 

Negué con la cabeza —Solo una hora. 

Ella me miró con en entrecejo fruncido —¿Te paso algo? 

¿Cómo le diría? 

—Es probable que me tenga que ausentar todo el domingo, tengo que ir a la empresa —explique omitiendo el problema.

Ella hizo una mueca de disgusto —¿Volverás el lunes?

—Nos veremos en clases —aseguré. 

No me alejaría de ella por mucho tiempo y menos, sabiendo que alguien estaba persiguiéndola y tomando fotos, me aseguraría que velar por su seguridad incluso de lejos. 

—Bueno, lo entiendo —se removió algo incómoda—. Solo llámame.

—Lo haré —tome las llaves de mi apartamento y las deje en sus manos—. Puedes ir a mi apartamento cuando quieras en mi ausencia.

Ella las tomó —¿Por qué haría eso? 

El edificio era muy seguro, nadie entraba o salía sin que las cámaras de seguridad no lo captarán, solo Grace pudo entrar sin ser vista por la portera y aun así las cámaras la vieron. Debía mentirle esta vez.

—Quizás quieras descansar y dejar tus regueros por ahí. 

Ella alzó una ceja —Si lo que quieres es que limpie, no lo haré. 

Negué con la cabeza —Compláceme, me gustaría saber que estás en casa.

Hizo una mueca —Vale, pero que sepas que eso es un poco de intensos. 

—Vale, soy un intenso —besé sus labios—. Ahora ve a dormir calabaza.

—Adiós morsa —me devolvió el beso. 

No llegue a casa, maneje directo a la casa familiar. Debía solucionar esto con urgencia. 

A la mañana siguiente mi madre se sorprendió mucho de tenerme en casa tan temprano, le aseguré que había llegado hacía unos minutos y que venía por trabajo, sin embargo, había pasado la noche aquí. Francesco no sabía disimular sus miedos, estaba ansioso mirando la pantalla de su celular cada vez que le saltaba una notificación. 

—Acompáñame a la oficina —le pedí tomando las llaves del coche y mi chaqueta para salir de casa.

Una vez en el coche él comenzó a soltarlo todo —Nos matará —dijo con seguridad.

—Es alguien más, nuestro padre murió y no nos matarán, exageras — aseguré concentrado en la calle.

¿Quién podría ser? Sospechaba de Maritza, pero podría ser cualquier persona, incluso alguien que no estuviera vinculado con nosotros y quisiera aprovecharse de la situación. 

—¡Yo lo recuerdo! —exclamo Francesco—. Siempre creía que mamá conspiraba contra él, ahora somos los dueños de la exportadora, hemos arruinado a sus socios, quién sabe cuentos problemas pudo traerle eso.

Estire la mano y le di un apretón en la nuca, estaba tenso —Escúchame, él está muerto. Es alguien más.

—¿Cómo estás tan seguro? —pregunto con la respiración agitada y los ojos vidriosos.

No sabía que Francesco le tuviera tanto miedo a nuestro padre, lo ocultaba muy bien y ahora más que nunca me daba cuenta de que debía protegerlo de las inseguridades que esta situación le pudiera causar.

—Recibí una amenaza, solo fotos mías y de Grace —expliqué.

—Deberían anunciar su relación —propuso él.

—No es tan sencillo —no quería dar más detalles.

Me miró algo confundido —No nos has dicho mucho de ella ¿Sucede algo? 

Si lo miraba a los ojos lo sabría, negué con la cabeza y mostré una sonrisa falsa —Estamos comenzando y aún tenemos mucho que solucionar, no sería bueno para ninguno. 

—¿Qué hay de su vida? —insistió Francesco—. Mamá dice que te negaste a hablar de ella, no creo que tenga algo lo suficientemente malo para que no la aceptemos.

Negué con la cabeza —Ella no es como nosotros, está estudiando en la universidad y lleva una vida sencilla. Ya la conocerás.

—Bueno, ¿qué haremos de momento? Deberíamos informar al detective.

Suspiré —Me haré cargo yo, contrataré seguridad y un investigador privado, no te preocupes por más nada. 

Las mentiras me enterrarían vivo más adelante, lo sabía.

Gente, aviso que estoy esforzándome para mantenerme activa con el libro porque ando muy agotada y no me da la vida. 
Clases, trabajo y que dicen que hay que tener visa social.
Entonces una disculpa por él retrasó

Y nada como ven este cap además de la comedia, romance y erotismo tuvo un poco de misterio
Ya avisé que se venían turbulencias. 
Me dejan saber que les pareció en cometarios, recuerden votar y seguirme.



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