Mi preciosa #15
Capítulo 15
Mi preciosa
Luka
Una hora de viaje que parecía interminable y logramos llegar a la empresa. Mi padre adoptivo tenía una importante cadena de hoteles, la cual había llegado a mi alcance y la cual manejaba con el apoyo de mi hermano.
Mi mayor problema era la exportadora que había pasado a ser mía después de la muerte de mi padre biológico, debido a sus negocios sucios está término afectando el nombre de mi familia y la empresa en general.
Entre en la que había sido mi antigua oficina y que ahora ocupaba mi madre. Estaba sentada frente a un montón de papeles, me miró por encima de los lentes y sonrió.
—Il mio tesoro —«mi tesoro» dijo ella levantándose para besarme—. ¿Cómo está todo cariño?
—Todo bien madre —mentí.
Aunque debía admitir que aburrido no estaba.
—Me alegra tanto que estés aquí —exclamó ella con entusiasmo—. Tesoro ya es hora de que vuelvas a la empresa, estoy mayor y tu hermano no se puede ocupar solo de todo, es muy joven.
Deje un beso en su mejilla —Mamma sei incredibilmente bella.
«Mamá estás increíblemente preciosa.»
Ella hizo una mueca —Tu preciosa madre merece un descanso.
Suspiré —Vende todo, el mundo ofrece cosas bellísimas y en esta oficina no podrás verla.
—¡Jamás digas eso! Esta empresa es de la familia —me regaño, me dejé caer en el sofá—. Tesoro, te dejé correr y el mundo te hizo daño, es hora de que escuches a tu madre.
No fue el mundo lo que me hizo daño, fue la casualidad.
Tome su mano la cual ella había dejado en mi hombro —¿Qué necesitas madre?
—Verte con una mujer inteligente, que le dediques tu vida a la empresa y a la familia, solo eso quiero para ti —pidió en un tono suave y lastimoso.
Ya tú tuviste todo eso, yo dedique parte de mi vida a esta empresa y solo gane dolor y desilusión. Aprendí a las malas que ninguna cantidad de dinero puede evitar que pierdas a lo que más amas. Mi padre vivió toda su vida en estas cuatro paredes ¿Para qué? Era un hombre que no veía hacia la ventana, no veía lo que había afuera.
—¿Cómo está Maritza? Escuché que salían juntos —pregunto ella.
Tenía ese sentimiento de culpa al mentirle.
—Vamos bien —mentí.
Ella sonrió —Ella habla maravillas de ti, es una buena mujer.
—¿Vamos a la reunión? —pedí, quería terminar con esta conversación.
—Sí, tienes mucho por hacer.
La reunión finalizó demasiado tarde y luego de eso estuve varias horas firmando y revisando un montón de documentos. Me sentí feliz cuando llegó la hora de irse, camine a la salida junto a Mike, quien también estaba ansioso por volver.
—¡Luka! —llamo mamá, me giré—. ¿Por qué no te quedas hoy en casa?
—Mamá, tengo que dar algunas clases mañana —explique.
—Luka, te dejé estudiar lo que querías y vivir de la manera que querías, pero no con el objetivo de que desperdiciaras toda tu vida, aún eres joven, pero eso cambiará —empezó a decir ella.
—Te espero en el coche —informo Mike.
—No sé por qué tienes que sacar esto todo el tiempo —me queje—. Ya sé lo que piensas, pero no es lo que yo quiero hacer.
—¿Qué te detiene? —pregunto algo irritada.
—Pedí tiempo antes de volver —le recordé.
—Llevas un año sin un hogar y sin familia —recordó ella—. ¿Qué buscas?
—¡Quiero lo que tenía antes! —le grite—. Perdón.
—Ya ella no está —dejo claro—. Solo te hizo daño.
Negué con la cabeza —No lo hizo, ella me entendía.
—¡No te dijo que moría! —me recordó ella.
—¡Me amaba! —respondí, estaba seguro de eso.
Mi madre siempre había visto a Lucia como una mujer que se aprovechó de mí. La conocí en la universidad y me casé con ella casi al instante, viví para ella y una vez que dejó de existir yo no sabía qué hacer con mi vida. La empresa, mi familia, todo lo que tenía empezó a dejar de tener sentido.
Me retiré, porque no quería seguir discutiendo con mi madre sobre algo que ella nunca entendería.
Lucía sabía que estaba enferma, pero no me lo dijo en ningún momento, mi madre cree que se aprovechó de mí, para intentar curar su enfermedad y cree que si me amaba me lo hubiese dicho para que yo pudiera dejarla y continuar con mi vida. Sé que no hubiese ocurrido así, de haberlo sabido, yo hubiese abandonado la empresa desde mucho antes y hubiese pasado más tiempo a su lado, sin embargo, cuando lo hice ya era muy tarde para los dos.
Llegue a mi apartamento en la noche, me sentí faltan al entrar y verlo tan vacío y oscuro, con tan solo el cuadro cubierto en una esquina del salón, porque no me atrevía a mostrarlo y quedarme ante él.
Me acerqué a él, lo tome con rabia y lo lance hacia otra esquina de la habitación. Solo era una prueba falsa, yo no la cuide, no la ame como merecía, no estuve para ella.
Me senté en el suelo y dejé caer la cabeza en mis rodillas, me quedé así por unos largos minutos intentando controlar mi respiración y los latidos de mi corazón, sentía que podría morir, pero ya había pasado por esto antes.
Mi teléfono sonó, limpie mis ojos y tome la llamada de Grace.
—¡Hola, hola! —saludo ella.
—Hola Grace.
Silencio, la sentí murmurar —¿Todo bien?
—Todo bien.
—¿Ya estás en casa?
—Acabo de llegar.
—¿Te pasa algo?
Apreté mi teléfono celular —No Grace, solo estoy cansado e iré a dormir. Adiós, descansa.
No podría hablar con ella así como me sentía, termine la llamada y apague mi teléfono para no recibir más.
Me quedé hecho un ovillo en medio del salón y así dormí por al menos una hora, hasta que tocaron a la puerta.
Me levanté y caminé hacia ella, cuando abrí me encontré con unos ojos verdes, cabello revuelto y un vestido verde limón. Ahora era un limón.
—¿Que haces aquí? —pregunte en un tono demasiado frío.
Justo por eso no quería verla ni hablarle, no me encontraba bien y se me daba fatal fingir estarlo.
—Sentí que me necesitabas y vine al rescate —exclamó ella con entusiasmo.
¿Qué le ocurría? Estaba demasiado alegre y positiva, aunque la mayoría del tiempo se mostraba así. No quería arruinar eso con mis problemas.
—No te necesito, Grace, puedes volver a casa.
Ella igual me ignoró y entro al apartamento pasando bajo mi brazo. Tenía algunas bolsas en las manos, se detuvo en medio del salón y miro el cuadro destrozado, pero no dijo nada y siguió hasta la cocina.
—Traje comida china —informo dejando las bolsas en la mesa—. Tienes cara de que te gusta la comida china.
—Dije que no te necesito —repetí, ¿por qué no podía entenderlo?
Ella se giró, su mirada había cambiado y estaba enfadada —Lo vuelves a decir una vez más y no te volveré a hablar en la vida, no soy de las que va detrás de un hombre, si este me trata mal por muy dolido que este ¡Yo sí te mando a la mierda y ya!
Me quedé quieto en el salón al escucharla decir todo esto, no quería que se marchara y nunca más me hablara. No quería entrar a clases y que me tratara como al resto. Quería ser especial, al menos para ella.
—¿Comida china? —pregunté acercándome a la encimera.
Se me hizo más fácil fingir que no pasaba nada, era algo que ella hacía mucho para librarse de los problemas y quizás resultará conmigo.
Ella suspiró y volvió a sonreír —Así es, compré un poco de todo, ya que eres un rarito.
Empezó a moverse por la cocina para acomodar todo para la cena, ella no sabía lo que me gustaba y aun así lo estaba intentando, trajo un montón de cosas y vino desde su casa a pesar de que ya era tarde, todo esto por una llamada.
Me acerqué a ella por la espalda, sentí el olor de su cabello que tanto amaba.
—Te quiero —confesé.
Ella se quedó muy quieta —¿Qué? —pregunto
—Y te necesito —la giré suavemente para que me mirara—. ¿Puedes darme un abrazo?
Mostró una pequeña sonrisa y me abrazo, se sentía bien tenerla entre mis brazos. Sabía que no me dejaría y yo no quería que lo hiciera, aunque fuera por poco tiempo, en este preciso momento era ella lo que más necesitaba en mi vida.
—No me alejes, si lo haces me iré —susurro contra mi pecho.
—No lo haré —aseguré—, y yo no me iré.
Nos sentamos en el suelo con lo que Grace llamo pícnic improvisado y comenzamos a cenar, no me había dado cuenta de que en todo el día no había probado nada y estaba realmente muy hambriento.
—Hace una bonita noche —menciono ella mirando por la ventana.
Trague los fideos fritos que tenía en la boca —¿Por qué usas tenedor y no los palitos? —señale.
Ella pinchó el sushi y se lo llevó a la boca —Así es muchísimo más fácil, solo un psicópata utilizaría esas cosas.
Sonreí —Ven, te enseñaré.
Me moví a su lado, quite el tenedor de su mano y coloque los palitos.
—Sujétalo bien —pedí.
Era muy torpe y ni siquiera lograba sujetarlos cómo era, le hice una demostración y aun así no logro hacerlo.
—¿Qué harás si vas a un restaurante de comida china? —le pregunté dejando a un lado los palitos, era imposible.
Hizo una mueca —Simplemente no iría.
Tome un poco de sushi y lo acerque a su boca —Ya estoy yo para darte lo que necesitas, abre.
Ella abrió la boca y acepto lo que le daba —¿Me está intentando seducir, señor Caruso?
Sonreí —Quizás.
La tomé del mentón y besé sus labios, los cuales incluso con sushi sabían bien.
—¿Por qué estabas tan enfadado hoy? —pregunto ella.
—No es nada, Grace —aseguré.
Ella no estaba convencida y señaló al cuadro que estaba algo roto en la esquina de la habitación —¿Qué le sucedió?
Me encogí de hombros y seguí comiendo —Solo se cayó.
Ella abrió los ojos —Buena mentira.
—¿Puedes dejarlo? —pedí algo frustrado, estaba cansado y no quería hablar de eso.
Ella hizo una mueca, me quitó los palitos de la mano y se sentó a horcajadas sobre mí. Acaricio mi cabello y dejo un pequeño beso en mis labios.
—De momento no insistiré, pero quiero que me digas que te sucede —pidió ella mirándome directamente a los ojos—. Quiero que me digas por qué te sientes mal y como puedo ayudarte.
Me apoyé en mis codos, para mirarla bien —Eres preciosa —vi sus mejillas enrojecer—. Y está muy bonito este vestido, pero.
—¿Pero? —insistió ella.
Acaricie sus muslos y tire del vestido hasta sacarlo por su cabeza, solo llevaba unas bonitas bragas de encaje blanco y nada más.
—Así te ves mucho mejor —murmuré besando su cuello.
Ella echó la cabeza hacia atrás —¿Qué quieres que suceda esta noche? —pregunto.
Atrapé sus labios y la besé —¿Qué dije sobre las preguntas?
Ella se encogió de hombros —Siento que... No lo sé.
¿Qué era lo que no sabía o no entendía?
Junte sus pechos con mis manos y los besé, para luego atrapar sus pezones y lamerlos, primero uno y luego el otro, hasta que estos estuvieron endurecidos.
—Grace, yo te deseo —la tome de las caderas y la acerque a mí, ella jadeó al sentir lo excitado que estaba—. Quiero estar seguro de que tú quieres lo mismo.
Ella me hizo acostarme en el suelo, beso mi mandíbula y luego mis labios —Yo quiero que suceda —confesó—, pero no quiero que te arrepientas.
La besé, necesitaba sentir sus labios —No habrá nada de eso.
Me miró con esos bonitos ojos verdes, su brillo dorado estaba más intenso que nunca. Sentí su piel vibrar cuando deslice mis manos por sus muslos, su piel estaba caliente. Ella se acercó a mí y me beso mientras creaba una maravillosa danza con sus caderas, muy despacio, pero se sentía demasiado bien
—Mio prezioso —susurré contra su boca-¿Estás segura de lo que estás haciendo?
Ella volvió a dejar un profundo beso —Sin preguntas —respondió ella.
Toque su rostro, acaricie sus labios con mis dedos antes de apretarlos con más fuerza contra los míos, dejo una pequeña mordida en mi labio inferior, se separó con la respiración agitada, las mejillas rojas y la mirada oscura.
—Déjame enseñarte un par de cosas Grace — susurré contra su cuello, dejando algunos besos húmedos en su clavícula.
—Luka, no es mi primera vez —advirtió ella.
Sonreí —Conmigo sí.
Volví a atacar sus labios mientras ella rotaba sus caderas, un intenso calor se instaló entre nosotros y oleadas de placer me sacudieron cuando lamí el interior de su boca y está gustosa, aceptó mi lengua siguiendo sus movimientos.
Los besos se volvieron más duros y húmedos a medida que pasaban los minutos. Cuando sus labios se acercaron a mi garganta, eche la cabeza hacia atrás y simplemente dejé que me besara. Cerré mis ojos y me concentré en sus caricias, pero mis manos tenían vida propia y estaban sobre ella, en cada parte de su cuerpo.
Botón a botón fue quitando mi camisa, me incorpore para quitármela por completo y dejarla a un lado, la tome a horcajadas y me levanté del suelo para llevarla a la cama.
Una vez la tuve acostada, tome el elástico de sus bragas y tire de ella por sus piernas.
—Eres preciosa Grace —me acerqué para besar su abdomen—. troppo mio
«Demasiado mía.»
Abrí sus piernas y pase la palma de mi mano por el interior de su muslo hasta su centro caliente y húmedo.
Un pequeño azote en su entrepierna la hizo jadear —Me encanta esto.
Ella me miró sonrojada con algo de vergüenza, amaba esa mirada, pero prefería verla gritar y mirarme con ese deseo y lujuria que sabía sentía cuando la tocaba.
Deslice mi mano por su estómago hasta su centro caliente, presione el pulgar contra su clítoris. Ella jadeó y cerro los ojos, le di un poco más de fricción ansiando obtener más de ella, volvió a soltar un gemido y movió sus caderas contra mi mano.
Las vistas eran muy buenas y quería darle lo que ella demandaba, verla rodar los ojos y escucharla, decir mi nombre tal como había hecho en ese audio que había despertado en mí un millón de fantasías la noche en la que lo escuché.
—¿Con cuántos hombres te has acostado? —hice esa pregunta un tanto masoquista.
Ella abrió los ojos —¿Eso importa?
Deje de tocarla —A mí me importa.
—Uno —respondió y ya sabía quién era.
Tome su mandíbula obligando a qué me mirará —Solo yo Grace ¿Entendido?
Ella asintió, tome sus manos y las coloque por encima de su cabeza sujetando ambas con fuerza, no quería que se moviera. Metí uno de mis dedos en su boca, ella chupó y sentir su lengua me hizo ponerme más duro, sonreí.
—¿Ahora porque te ríes? —pregunto ella.
La respuesta quedó en el aire, metí un dedo en su interior, ella jadeó y se retorció en un intento de soltarse.
—Me gustas mucho —susurré contra su cuello mientras bombeando dentro y fuera de ella.
Me acerqué a sus pechos y los tomé con mi boca degustando su suavidad, su olor y su calor. Rozando con mis dientes y haciéndola jadear con pequeñas mordidas en sus pezones. Se sentía condenadamente bien tenerla tan expuesta y quieta para mí, poder tomar de su cuerpo todo lo que yo necesitaba y escucharla, gemir por el disfrute que esto le causaba.
Empuje dos dedos en su interior, me miró con los labios abiertos y arqueó su espalda.
—No pares —pidió ella, levantando la cabeza para ver mis dedos hundirse en su interior.
—Lo decido io —eso lo decido yo.
Saque mis dedos de su interior y di un último azote en su centro.
—Luka, quiero más —pidió ella.
Sonreí y besé su ombligo —Tranquila, estoy consciente de que es peligroso, dejarte así caldo
Caldo-caliente*
Ella levantó sus caderas, hasta que se presionó contra mi erección.
—Aja, muy peligroso —confirmo ella.
Me estiré para tomar un paquete de condones, no aguantaría mucho más, le enseñé el paquete plateado y ella mordió su labio.
—¿Puedo? —pregunto.
No sabía a qué se refería, pero a estas alturas ya todo me daba igual.
Se incorporó en la cama quedando sentada frente a mí, se encargó de desabrochar mis pantalones y tiro de ellos hacia abajo junto con el bóxer, mi erección quedó latente frente a ella. La tomo con su mano y la paseo por sus labios, saco la lengua y le dio una pequeña probada antes de tomar el cuadrado plateado, lo rasgo con los dientes y ella misma lo coloco con sumo cuidado.
—Muy bonito —murmuró besando mi abdomen y raspando mi pecho con sus largas uñas amarillas.
Hice que se volviera a acostar en la cama —¿Estás lista mi preciosa?
—Lo estoy —respondió ella un tanto nerviosa.
Toque su centro, sí que lo estaba —Tal vez un poco más.
Me arrodillé frente a ella y subiendo sus piernas a mis hombros, mordí el interior de su muslo, besé hasta llegar a su centro y con mi mano abrí sus pliegues para lamer ese delicioso lugar que ya antes me había vuelto loco.
Ella gritó y tembló contra mi boca, mientras yo la poseía con mi boca, lamía, mordía y respiraba contra ella.
Sus jadeos y gemidos me envolvían. Cuando sentí sus uñas en mi cabello y el movimiento de sus caderas contra mi boca supe que ya faltaba poco. Ella miró al techo y se arqueó.
Me separé de ella, colocándome rápidamente entre sus piernas, tome nuevamente sus manos y las levanté por encima de su cabeza. La penetré en un rápido y certero movimiento, gemí contra su boca y está se retorció liberándose con varios espasmos, la sentí contraerse a mí alrededor.
Tome su mandíbula y la obligue a mirarme —Mi preciosa —rote mis caderas, encajándome por completo en ella—. Me gusta.
Ella asintió con los ojos vidriosos —Sí, me gustas Luka.
Me rodeo con sus piernas y levanto las caderas. Me moví lentamente en su interior, apretando mis dedos en su cadera para mantenerla quieta. Mordí su hombro y lamí su cuello.
Una... Dos... Tres... Veinte veces más, lento y calmado, disfrutando de su cuerpo.
—Luka, quiero tocarte —pidió ella con la voz temblorosa.
Solté sus manos, ella se sujetó de mi espalda y la sentí clavarme las uñas, me hundí con fuerza en ella como respuesta y recibí un grito que ahogo en mis labios.
—¿Qué quieres? —pregunte, solo porque necesitaba oír su voz.
—A ti, duro y rápido —respondió ella.
Salí de ella, le di la vuelta y mordí su hombro.
—¡Luka! —chillo.
Besé el lugar —Lo sé, soy tu animal favorito.
Le di un pequeño azote en las nalgas, ella levantó las caderas, la toque, juguetee con mis dedos en su interior antes de hundirme otra vez. Agarre sus caderas y me moví olvidando todo y concentrándome en la mujer que tenía frente a mí, en sus mejillas rosas, labios abiertos y mirada brillante.
Unos... Dos... Tres.
Más profundo, más apretado y más rápido.
Me concentré en la manera en la que arqueaba la espalda, en como tomaba mi mano y empujaba contra mí. Me concentré en su olor, en las gotas de sudor que corría por su espalda, en los temblores de su interior.
La tomé de la garganta e hice que se levantarán y se sentará encima de mí, apreté sus pechos y besé su cuello tratándola con mimo y delicadeza.
—Me estás volviendo loco, mi preciosa —susurré contra su cuello.
Ella se apretó aún conmigo en su interior —Ya tú estabas así de antes, a mí no me culpes.
Solo Grace podría bromear en un momento como este. Agarre sus pechos apretando la carne y la obligue a moverse encima de mí. Gemí contra su cuello y me tensé cuando sentí que ella volvía a romperse en un glorioso grito y espasmos. Me apreté contra ella abrazándola con fuerza y disfrutando de mi propio placer.
Nos acostamos juntos en la cama, jadeantes y agotados. Retire el condón y me hice un ovillo, ella me abrazó por la espalda y beso mis hombros, yo tomé sus manos y besé sus nudillos.
—Grace —la llamé con los ojos cerrados.
—¿Sí?
—Sei mio
Ustedes pidieron que hablara en Italiano y ahí lo tienen.
Espero les gustará este capítulo, me dejan saber en los comentarios, recuerda apoyar mediante votos o compartiendo la historia.
Beso, miles mañana otro cap. y sip también narrado por el Luki espero les guste.
PD: no le diré a sus mamás
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro