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La verdad duele #34

Capítulo 34

La verdad duele. 

Grace 

—¡Buenos días! —me grito Greta saltando a la cama.

Desperté asustada por sus gritos, me quité la almohada de la cara lanzándola a un lado y maldiciendo en voz alta por la claridad que entraba por la ventana abierta. 

—¿Que hora es? —murmure estirándome y volviendo a cerrar mis ojos.

—Son las siete de la mañana ¡Ya levántate! —me volvió a gritar, esta vez tirando de mi pierna—. Mañana es tu cumpleaños y tenemos un montón de cosas que hacer.

¡Mierda es cierto! Rodé por la cama con un último tirón de Greta y ambas caímos al suelo. Está tomo mi rostro entre sus manos y me dejó un beso en la frente.

—Cada día más vieja —dijo con una sonrisa—. ¿No estás feliz? 

Fingí una sonrisa, pero era imposible —La verdad es que no. 

—Siempre dices lo mismo y al final la pasas bien.

No odiaba mi cumpleaños, pero tampoco me entusiasmaba la idea de cumplir un año más, significaba que la vida estaba pasando y yo no había hecho mucho durante el último año, lo que me hacía sentir un poco deprimida. En fin, Greta tenía razón en cuanto a qué al final si la pasaba bien, pues claro, con alcohol y buena música todo era pasajero, sin olvidar los regalos, eso por mucho era lo mejor. 

Solo que este año quizás nada de eso pudiera alegrarme, teniendo en cuenta todo lo que está sucediendo, Luka no estaría en la fiesta y de estar Marcello sería muy incómodo. Este año mi fiesta no sería muy divertida y no soportaba pensar en ello. La haríamos en el jardín como todos los años. 

—Ayer envié las invitaciones y te tengo una sorpresa —exclamó entusiasmada agarrando una bolsa de compras—. Querías brilló.

Saco un vestido con lentejuelas igual al que yo había escogido para ella, este era corto también, solo que tenía mangas y las lentejuelas eran plateadas, amaba el plateado. 

El vestido me había devuelto un poco la alegría.

—¡Me encanta! — chillé entusiasmada.

Greta lo balanceo en el aire —Lo se, lo encontré justo cuando te fuiste de la tienda y aún no habías comprado nada para ti. Es mi regalo de cumpleaños.

La abracé —Lo amo, gracias. 

Me di una ducha mientras Greta trataba de dejar mi cuarto presentable, me vestí con algo cómodo, ya que iríamos de compra y sería uno de esos largos y calurosos días que te hacen pensar que estás en medio Inframundo. 

Antes de salir con Greta le dejé un mensaje a Luka, lo que menos quería ahora era que se preocupara al no verme en clases.

Luka estaba muy alterado por todo lo que sucedía, la empresa, su supuesto padre resucitado y yo no lo dejaban respirar en paz. Me sentía mal también por todo, yo me encontraba bajo mucha presión, pero no había necesidad de agobiarlo por eso. 

—¿Nos están siguiendo unos hombres o es idea mía? —pregunto Greta.

Mire hacia atrás y vi al mismo hombre al que había golpeado seguirme desde una sana distancia junto con dos más. Agite mi mano en el aire para saludarlo y este se tenso.

—Son guardaespaldas —respondí.

—¿Por qué nos siguen a nosotras? —pregunto Greta algo confundida.

Tome aire —Esta pasando muchas cosas con Luka y ya no se que hacer o que pensar. Soy un problema para el.

Greta me rodeo con su brazo —Sabías que esta era una relación problemática ¿Lo vas a dejar? 

Negué con la cabeza —Por supuesto que no, pero me da miedo que sufra.

Greta sonrió —Te aseguro que Luka no está sufriendo, no se que le hiciste, pero el señor Caruso ya dejó de existir. 

—Ya quiero que esto acabe y poder estar con él en paz.

Dicho esto, ambas recibimos una notificación. Revisamos de que se trataba, puesto que venía del correo de la escuela, deje caer el teléfono celular al suelo al ver las imágenes mías y de Luka. Las lágrimas se acumularon en mis ojos y me sujeté de la pared más cercana para poder respirar y no caer al suelo.

¿Qué estaba pasando? 

—Tranquila Grace, respira —me pidió Greta.

Los tres hombres corrieron hacia nosotras —¿Señorita Abbey está bien? 

No, no lo estaba y no importaba que tal yo estaba. Luka estaba ahora mismo dando una clase y ese mensaje le había llegado a todo el mundo, el estaba solo.

—¡Taxi! —me levanté y corri hasta el coche que se detuvo al escuchar mi grito.

—¡¿Grace que haces?! —Greta subió detrás de mi. 

—¡Luka está solo! 

Llegamos al instituto, salí corriendo del coche y nada más tocar la entrada, todas las miradas se dirigieron a mi. Estaba perdida, todos lo habían visto, pero yo no me sentiría intimidada por eso, no le daría el gusto a quien sea que hiciera esto. 

Camine por los pasillos decidida a encontrar a mi novio, porque ahora más que nunca lo era. 

—¡Luka! —abrí la puerta de su oficina.

No estaba solo, la directora se encontraba con el.

—Grace, no es momento —menciono el.

—Señorita Grace, por favor vuelva a casa, ya llamaremos a sus padres para poder evaluar esta situación —explico la directora en un tono serio y frío.

—Haga lo que tengan que hacer, pero Luka no hizo nada malo, al menos no contra mi, nos saltamos las reglas, lo sé y acepto la culpa —me acerque a el y tome su mano.

—Cariño, no es momento —susurro el.

Negué con la cabeza —Ya el momento no existe Luka, es ahora.

Greta permaneció en la puerta, en un segundo plano. Sabía que estaba asustada, todos lo estábamos.

—Ambos le han faltado al respeto a esta institución y tomaremos medidas —dijo la directora antes de irse.

Las lágrimas cayeron por mis mejillas. Luka me abrazo y beso mi cabello, lo sentí temblar contra mi y me aferré a sus brazos.

El acunó mis mejillas —Sea como sea, todo estará bien para nosotros —me dio un pequeño beso en los labios. 

—Vámonos a casa —pedí entre lágrimas—. Por favor, solo quiero salir de aquí.

El tomo su chaqueta y su bolso. Me agarró de la mano entrelazando nuestros dedos y paso  juntos a Greta para salir de la oficina. Todas las miradas se posaron en nosotros mientras nos acercábamos a la salida, nadie decía nada lo suficientemente alto, pero incluso así era molesto. 

Llegamos junto al coche de Luka, este abrió la puerta para mí y yo entre, pero el no llego a cerrar la puerta. Este día sería muy largo y tan solo me di cuenta cuando el detective bajo de su coche junto a dos oficiales más. El coche de Francesco se detuvo frente a nosotros y este bajo muy alterado.

—¡Están cometiendo un error! —grito Francesco. 

—¿Qué está sucediendo? —pregunto Luka.

—Luka Caruso, está arrestado por ser el principal sospechoso del asesinato de Andrew Greg —dicho esto lo tomaron con fuerza para esposarlo.

—¡¿Quién es ese?! —salí del coche en defensa de Luka.

—¡Grace entra al coche! —me grito Luka mientras se lo llevaban a la patrulla.

La camioneta de papá se estacionó y mi estómago dio un vuelco ¿De qué se trataba esto? Era el puto karma devolviendo todas las cosas de una sola, era injusto. 

—¡Grace! —me grito mamá bajando del coche.

¡Ay no Dios, ya no te pido nada! 

Ignore a mis padres y seguí al detective con Francesco quien también intentaba convencerlo del error. 

—¡El no fue el que hizo eso! —le grite al hombre que se notaba bastante irritado.

—¿Tiene pruebas? —pregunto el hombre.

—Varias, me he pasado toda la semana con el en su apartamento y el fin de semana estuvo con su psicóloga y luego conmigo ¡No es el puto flash! —le grite al hombre.

—Entonces espero su declaración, de momento será arrestado —sentenció.

—¡Grace detente ya! —me grito mamá.

—¡Grace, cálmate! —pidió Greta.

—¡Grace ven conmigo! —interrumpió Francesco.

Esto era demasiado, me sentía muy mal a punto de un colapso.

—¡Ya cállense! —les grité a todos.

Me habían hecho odiar mi nombre, al menos se sentía molesto cada vez que ellos lo decían. 

—Cariño, ven —pido Luka. 

Me acerque a el que seguía esposado y lo abrace, llore en su pecho.

—No me dejes sola —pedí entre lágrimas.

—Todo va a estar bien, te amo calabaza —aseguro el, sin importar quién pudiera escucharlo.

Acaricie su mejilla y besé sus labios, fue un beso breve. Enseguida lo empujaron al interior del coche y Francesco me había tomado para alejarme de los oficiales que se lo llevaban.

—¡Francesco toma el coche y vamos tras ellos! —le grité soltándome de su agarre.

Mis palabras se vieron interrumpidas por una bofetada.

—¡Ya basta Grace! —advirtió mamá.

Nunca antes me había dado un golpe, al menos no de esta manera, nunca se había sentido tan doloroso, en todos los sentidos, no solo físico. Estaba consciente de que con respecto a esto no recibiría su apoyo, lo sabía, no esperaba otra reacción que no fuera esta. 

Greta había cubierto su boca de la sorpresa y mi padre solo me miraba de un modo que me hacía temblar, estaba decepcionado.

—Sube al coche —pidió mamá.

Negué con la cabeza —Lo siento.

Me dirigí al coche de Francesco y cerré la puerta entrando en este. Greta me siguió subiendo a la parte de atrás. No quería ver a mis padres y sentir que lo que hacía estaba mal, pues para mí en estos momentos Luka era lo más importante.

—¿Estás bien? —pregunto Francesco subiendo al coche.

—Solo conduce —pedí con la voz temblorosa.

Greta tomó mi mano y me dio un apretón, al menos los tenía a ellos. 

Francesco manejó por la menos una hora, no estaba segura de a dónde iríamos, pero no estábamos siguiendo a Luka. Se detuvo frente a una casa.

—¿Dónde estamos? —pregunte bajando del coche.

—Aquí vive su psicóloga, tenemos que llevarla para su declaración —explico Francesco atravesando el jardín. 

Greta lo siguió, pero yo me quedé atrás.

—¿Y si no estuvo aquí? —mi cerebro solo pensaba en lo peor. 

Francesco no se molestó por mi pregunta, negó con la cabeza —Mi hermano no miente, el oculta cosas, pero si te dijo que aquí estuvo es que aquí estuvo. 

Me aferré a eso para continuar, Francesco tocó a la puerta y una mujer morena de unos cincuenta años nos recibió. Ella mostró una sonrisa al ver a Francesco, pero se sorprendió bastante de nosotras y busco a alguien más, supongo que también esperaba a Luka. 

—Necesitamos su ayuda.

Entramos a la casa y Francesco estuvo hablando con la mujer por mas de una hora. Me sentía irritada y muy preocupada por Luka, no dejaba de recibir mensajes y llamadas de mis padres y otras personas a las que poco conocía, pero que seguramente tenían mucho que opinar al respecto de lo que sucedía. 

Apague el teléfono y me deje caer en el sofá junto a Greta.

—Ignóralos y no te preocupes por Luka, se que estará bien —me tranquilizó Greta.

—Me siento inútil.

La puerta se abrió y tanto Francesco como la mujer aparecieron en el salón.

Ella me observó con algo de melancolía —Nos pueden dejar a solas por un momento.

Francesco me miró y yo asentí —Las esperamos en el coche.

La mujer no tardó en sentarse frente a mi —Tu debes de ser Grace, Luka hablo mucho de ti durante las últimas consultas, debo agradecerte.

Me encogí en el asiento —¿Por qué? 

—Porque ni yo misma me di cuenta de lo mal que se encontraba y solo tu pudiste sacarlo de esa espiral destructiva en la que a veces se encierra cuando le pasa algo, en la última consulta me contó cosas que no hubiese imaginado sobre su familia y sobre lo que sentía —explico la mujer—. Y yo creí que solo era un hombre adicto al trabajo, en realidad es un niño lastimado.

—Yo no se cómo ayudarlo —confesé.

Ella se acomodó en el asiento y tomo aire —Es un error común creer que podemos sanar las heridas de alguien más. Las heridas emocionales son creadas y sanadas por uno mismo, tu permites que es lo que puede dañarte y sanarte. Si quieres a Luka no tienes más que estar junto a él y sanar tus propias heridas, ya el hará lo mismo —finalizo.

Parecía fácil, pero no lo era. No podía quedarme quieta mientras el estaba luchando.

—¿Que hago? Verlo destruirse —solté un lamento.

Ella negó con la cabeza —Cuando caminas a mi lado rodeada de una tormenta que tú misma no dejas ir, me afectará a mi y me iré. En cambio, si caminas construyendo en torno a ti me afectará de manera positiva y me quedaré. Si Luka se destruye tu decides si lo haces con el o te alejas, pero no creo que el objetivo de el sea la destrucción. 

—Tuvo una recaída —confesé—. ¿Qué podría pasar ahora con esto? 

—Lo se —se levantó—. Ya veremos qué pasará. 

Llegamos los cuatro a la estación y dimos declaraciones sobre donde había estado Luka durante todo este mes. Llore en más de una ocasión, me sentía presionada y aterrada con respecto a todas las preguntas incómodas que me hacían.

¿Es tu profesor? 

¿Pasaste la noche con el?

¿Dónde estuvieron el sábado? 

Eran respuestas que había escondido de todos a mi alrededor y ahora lo decía frente a un desconocido, me hacía sentir incómoda y sin privacidad. Esa sensación de que había hecho algo malo por lo que debía ser juzgada y sabía que lo sería. 

Espere afuera sentada junto a Francesco.

—¡Mike! —Francesco se levantó y corrió hacia el hombre de unos cuarenta años—. ¿Cómo está mi hermano? 

—Ya lo van a soltar, no tienen pruebas suficientes para mantenerlo aquí —Mike, me miró.

Francesco me señaló —Ella es Grace, la novia de mi hermano —me presento.

—Si te he visto por mi bar y bueno, alguien no ha dejado de preguntar por ti —me informo Mike.

—¿Qué fue lo que sucedió exactamente? —pregunte con la voz temblorosa—. ¿Quién murió? 

Mike suspiró —Uno de los antiguos socios apareció muerto en los almacenes y pues alguien declaró que Luka había sido el último en llegar. 

—Mi hermano no ha pisado este lugar y está cerrado —aclaro Francesco.

—Lo se, alguien quería que esto pasara, no creo que con el objetivo de que lo arrestaran, sino más bien ensuciar la reputación de la familia —finalizo Mike. 

—¡Grace! 

Corri a los brazos de Luka cuando esté apareció, el me abrazo con fuerza y dejo un montón de besos en mi rostro. Volví a llorar como una niña pequeña en sus brazos. 

—Luka, deberíamos hablar —sugirió Mike.

El negó con la cabeza y me tomo de la mano dirigiéndose a la salida —Solo quiero ir a casa.

Una vez llegamos a su apartamento nos dimos una larga ducha y nos quedamos por un buen rato tumbados en la cama sin decir ni una palabra. Ya había caído la noche y me sentía cansada, sin embargo, no podía dormir.

—¿Que haremos con todo esto? —pregunte, tenía miedo.

El se sentó en la cama, con el torso desnudo y brillante. Me tomo y me sentó entre sus piernas para abrazarme.

—Aceptaremos todo lo que venga, porque esto que hicimos estuvo mal —dijo el, aunque doliera admitirlo, lo sabía, nuestra relación no era correcta—, pero no voy a dejarte, pase lo que pase, seguiremos juntos.

—Digan lo que digan —finalice—. ¿Mis padres? 

—Yo me encargaré de hablar con ellos, intenta no discutir ¿Vale preciosa? 

—Está bien.

—¿Quieres ver tu regalo de cumpleaños? —propuso Luka.

Hice una mueca —Es mañana.

El se levantó de la cama y camino hasta su armario.

—Es probable que mañana no pueda estar —respondió.

Igual no esperaba tenerlo en mi cumpleaños, ya estaba arruinado y no había empezado. Este volvió a la cama con una pequeña cajita de terciopelo negro.

Hice una mueca —No me digas que es un anillo.

El apretó sus dientes y abrió la cajita —Tan predecible soy. 

Era un anillo, me acosté en la cama riendo —Un poco.

El tomo, el anillo, era preciso de oro blanco, con tres piedras en forma de lágrima encima, rodeadas por algunas redondas más pequeñas. Lo que más me gustaba era que tenía muchísimos colores.

—Aclaro que es un anillo de promesa, pero no significa que te cases mañana conmigo —explico el colocándolo en mi dedo anular—. Solo significa que te amo. 

—Y yo acepto eso —lo besé rodeándolo con mis brazos—. Te amo Luka Caruso. 

El toco mi pulsera de perlas y sonrió —Quítatela —pidió.

Lo hice y el se la colocó en su muñeca, se veía algo graciosa en su mano tosca acompañada de su carísimo reloj. Tan solo era una pulsera que había comprado en alguna feria y que además de perlas de colores tenía mi inicial. 

El sacudió su mano con la pulsera —Promesa señorita Abbey. 

Unas horas más tarde Luka me llevo a casa, esta vez estacionó justo al frente, porque ya no teníamos una razón para seguir escondiéndonos.

—Quiero entrar contigo y hablar con ellos —pidió Luka.

Negué con la cabeza —Fue un día largo, mañana también lo será para ambos, es mejor que lo dejemos por hoy. 

El no parecía muy complacido, pero no tenía más remedio que aceptar. No podíamos solucionar todo de una vez, esto sería paso a paso y de momento yo debía hablar sola con mis padres. 

El me dio un beso en la mejilla y después en los labios. Cuando baje también lo hizo conmigo y sujeto mi mano, no quería que entrara sola. 

—Son mis padres, estará bien —lo tranquilicé.

El me abrazó —Solo no me dejes Grace, se que son tus padres, pero no me dejes.

Cerré mis ojos y también lo abracé —Nunca me has dado una razón para hacerlo.

Me dio un último beso y me observo entrar en el porche, me quedé esperando hasta que el se decidió a irse y solo una vez que estuvo lejos entre. 

Mis padres estaban en el salón, se habían quedado en silencio al escucharme entrar.

—¿Podemos hablar? —pedí en voz baja.

—Ahora no, Grace, ve a tu habitación —ordeno papá.

No dije nada, no estaban los ánimos como para insistir y yo la verdad no me sentía muy valiente en este momento para enfrentar la situación. Subí a mi habitación y abrí mi teléfono celular, ignore los mensajes y me fui directo a las fotos que había recibido.

—Marcello.

Una de las fotografías habían sido tomadas desde una moto, su moto, aunque no se le veía la cara, si podía ver su casco rojo con una enorme M grabada a un costado.

Significaba eso que nos estuvo tomando fotos desde hace un tiempo, ya el sabía sobre nosotros y aun así fungió sorprenderse en la biblioteca. Amenazó a Luka con las fotografías, seguramente por dinero, de ser así, ¿por qué las muestra ahora? No entendía mucho, pero lo arreglaría en la mañana. 

Responde las siguientes preguntas:

¿Estado emocional actual?

¿Nivel de odio hacia Marcello?

¿Cuántas ganas tienes de leer el próximo cap? 

A partir de ya toca ponerse modo detective, así que me dejan sus votos y me cuentan sus teorías.
Gracias por leer.

Instagram: @paloma_escritora 

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