Castigado #17
Capítulo 17
Castigado
Grace
Llegó el fin de semana y muy en el fondo de mi corazón…, pero muy, muy al fondo, me alegraba de no ver a Luka a mi alrededor. El viernes el hombre había tenido una meta y esa era poner a mi corazón a bailar zamba. No daría mi brazo a torcer, él se había comportado mal y me había hecho sentir como un mueble en su casa que no puede hacer preguntas sobre su vida, además si estaba casado no quería saber nada de él, no me importaba.
Por otra parte, los elefantes en mi estómago estaban correteando de un lado a otro y mi corazón se agitaba cada vez que me venían los recuerdos de Luka moviéndose encima de mí o besándome, susurrándome palabras en italiano y recorriendo con sus manos mi cuerpo. Aún no me creía que lo habíamos hecho, pero el dolor en mis piernas era la prueba de que había tenido a ese hombre entre ellas.
¡Dios que hombre! Entraría al infierno por la puerta grande.
—¿En qué piensas, hija? —pregunto mamá terminando la cena.
Suspiré —Los psicópatas suelen ser muy manipuladores y sexis.
—Grace, deja de divagar y termina la ensalada —se quejó ella ignorándome.
—¡¿Pues para que preguntas?! —comencé a mezclar todo lo que había cortado en un bol—. Hay una enorme falta de comunicación en esta familia.
—¿Qué dices cariño? —pregunto papá entrando al comedor.
—Digo que…
—Amor, están tocando a la puerta —me interrumpió mamá.
Apreté la coliflor con mis manos —¡Ay, Son insoportables!
Papá dejo un beso en mi frente y se fue a abrir la puerta tan tranquilo, mamá siguió tarareando una canción que solo ella debía conocer, porque nunca la había escuchado.
Escuché voces desde la entrada y me incliné hacia atrás en la silla para poder ver.
—No se preocupe, señor Caruso, llega en buen momento —lo invito a entrar papá.
—No quería molestar, solo pasaba a decirles algo —informo Luka entrando al salón.
—¡Grace cuidado! —grito mamá.
Solo sentí un estruendo y los trozos de ensalada estaban encima de mí y por todas lados en el suelo. Mire al techo, con las piernas levantadas aún en la silla y un dolor horrible en el hombro.
—No me dolió — susurré.
—¡Grace! Mira como te has puesto —papá me ayudó a levantarme del suelo—. Tu profesor está aquí.
¡Madre mía!
Sentía que la presión se me bajaba. Luka estaba con una botella de vino, pantalones azules oscuros y camisa blanca, estaba genial y yo me había prometido no tocarlo.
¡Maldición! Quería llorar.
—Buenas tardes, señorita Abbey —me saludo él—. Huele bien la ensalada.
«¿Huele bien la ensalada?»
Quería matarlo por burlarse de mí.
—Señor Caruso, ¿qué lo trae por aquí? —pregunto mamá.
—En realidad estuve intentando contactar con Grace por correo, pero descubrí que no lo tenía, ni eso mi su número —informo él, era un mentiroso, él tenía todo eso—. El lunes tendremos acampada con los chicos del salón, sería una pena que se lo perdiera.
—Oh, muchas gracias por venir a informarnos —exclamó mamá—. Grace asistirá, no se preocupe.
Odiaba acampar, bueno no, en realidad amaba la naturaleza y todo lo relacionado con ella, pero odiaba tener que estar con Luka.
—No se preocupe, estaba de paso. Ahora, si me disculpan, volveré a casa, muero de hambre —respondió, muy educado.
Si tan solo ellos lo conocieran mejor.
—Ah, pero porque no se queda a cenar con nosotros, la última vez estuvo muy animado charlar con usted —ofreció papá.
Yo quería gritarles «no, los está manipulando,» pero no quería que mi mamá me pegará con la sartén.
—Bueno traje este vino, podríamos acompañarlo —acepto Luka. Él había ganado, esta batalla.
—Genial, puede esperar en el salón, recogeré este desastre y terminaré la cena —le explico mamá, me miró a mí—. Grace cariño acompaña al señor Caruso al salón y ve a darte una ducha.
Estaba llena de aceite y ensalada. Con una sonrisa caminé frente a Luka, él me siguió al salón. Una vez estuvimos solos le lancé un golpe a su brazo.
—Te noto enfadada —murmuró él frotando su brazo—, pero aun así estás deliciosa.
—¿Qué es eso de una acampada y que haces en mi casa? —le pregunté, mientras lo alejaba de la puerta.
Lo peor que podría suceder ahora es que mis padres nos escucharán discutir.
—Es real y si te pude llamar —hace una pausa en la que se acerca a mí—, pero te estuve esperando toda la mañana y nunca llegaste.
Acaricio mis labios con su pulgar.
Lo empujé —Escúchame bien, estoy enfadada contigo y no soy tu puta, así que no tengo que ir a ninguna parte si no me apetece a mí.
Me cubrió la boca con la palma de su mano y me empujó contra la pared, sentí su muslo, frotarse contra mi centro y, jadee contra su palma.
—Tienes razón, no eres una puta y nunca dije que lo fueras —gruñó contra mi cuello—. Te dije que quería cenar y ver una película, después no te dejaría salir de la cama, pero no porque seas mi puta, sino porque eres en este preciso momento el mayor de mis deseos.
Mordí la palma de su mano —¿El mayor de tus deseos no debería ser tu esposa? O Maritza, ve con ella.
Él apretó mis nalgas y mordió el lóbulo de mi oreja —No estoy casado Grace y Maritza no me interesa.
—No te creo, ocultas muchas cosas —lo intenté empujar lejos, pero era más fuerte que yo.
Me tomo del mentón y me hizo mirarlo a los ojos —No quiero que sientas lástima por mí.
—Créeme ahora mismo siento de todo menos lástima — aseguré, quería matarlo.
El beso mis labios con delicadeza —Eres la única y así será hasta que tú decidas dejar de serlo, no hay nadie más con la que quiera estar.
Mi corazón latía desbocado, los elefantes se habían desmayado, ya no sentía mis piernas y mis mejillas estaban ardiendo.
—¿Cómo puedo estar tan segura? —pregunte perdida en esa mirada oscura.
Era celosa, lo admitía, aunque nuestra relación no estuviera definida como algo más que sexo, lo quería solo para mí.
—Estoy aquí Grace, no estoy en otra parte —hizo una pausa en la que me dio un beso profundo—. Estoy aquí contigo.
Me separé de él —Iré a bañarme.
Corrí escaleras arriba a mi habitación y me metí bajo la ducha fría. Él tenía razón en algo, podría estar en cualquier lugar, incluso con la mujer que quisiera y estaba aquí; sin embargo, me había tratado fatal y aún tenía que pagar por eso.
Me sequé y me puse un vestido rosa palo que llegaba a la mitad de mis muslos, sencillo y de tirantes. Deje mi cabello húmedo y baje al comedor donde ya estaban todos.
Vi la mirada de Luka encenderse cuando me vio, su pecho subía y bajaba con rapidez. Humedeció sus labios y volvió a la conversación con mi padre.
—Señor Caruso, no nos ha contado de dónde viene —pregunto mamá.
Le di un bocado a mi plató y me mostré desinteresada con la conversación.
«Chisme, chisme.»
Él parecía incómodo con la pregunta —En realidad llevo mucho tiempo viajando, recién decidí instalarme aquí por el trabajo y más que nada por la tranquilidad.
«No respondió la pregunta.»
—Sí, este lugar es muy tranquilo —comento papá.
—Así es e de admitir que es precioso —dijo él.
Solté el cubierto, cuando sentí su mano, subir por mi rodilla y detenerse en el interior de mi muslo. La tomé y le di un apretón para que se detuviera, en respuesta él apretó mi muslo y dejo la mano en el mismo lugar.
—Necesito vino —tome la copa y la lleve a mis labios rápidamente.
—¿Tiene alguna relación o familia? —pregunto mamá.
«¿Por qué hace tantas preguntas?»
Él mostró una sonrisa —Estoy en una relación.
Deje de comer y lo mire, si mencionaba a Maritza ahora mismo podría arrancarle la cabeza con mis propias manos.
Empezó a trazar círculos con sus dedos en el interior de mi muslo.
—Oh, qué buen, cuéntenos más —pidió mamá emocionada—. ¿Es de aquí?
Él asintió —La conocí justo el día que llegue y pues recién empezamos a salir.
—Espero todo salga bien entre ustedes — exclamó mamá con una sonrisa.
Él me miró mientras llevaba la copa a sus labios.
«Dios ayúdame.»
Mamá me dejó a solas con Luka en el salón, mientras ella y papá preparaban el postre, no sabían lo que estaban haciendo. Yo estaba al borde de un colapso y no soportaba ver a Luka paseándose por mi salón mientras miraba las fotografías familiares.
—Eras muy tierna de pequeña —murmuró con una foto en sus manos—. ¿Qué te paso?
Rodé los ojos —¿Qué te paso a ti?
El dejo la foto a un lado y se acercó a mí, se sentó a mi lado, demasiado cerca.
—¿No deseas otro beso? —ofreció apretando mi rodilla.
—No sé qué te pasa, pero aleja tu boca de mí —le advertí poniendo distancia entre nosotros.
El suspiro —¿Grace, me has visto haciendo algo mal?
Sonreí —La verdad es que sí, desde que te conozco.
Él se acercó a mí, me rodeo con su brazo y acomodo detrás de mi oreja un mechón de cabello húmedo. Recorrió mi cuerpo con la mirada y después sonrió.
—Pues es tu culpa, porque yo nunca hacía nada malo —respondió.
«Ah, señor perfección le decían.»
—¿Qué cambio? —me cruce de brazos.
Me estaba resistiendo a no saltarle encima y comerle los labios, está usando toda la poca paciencia y control que tenía en mi cuerpo.
—Tú, no quiero perder a nadie más por intentar hacer lo correcto —tomo mi mentón y con su pulgar abrió mis labios.
—Lo correcto es aburrido — susurré contra su boca entreabierta.
Él mostró una pequeña sonrisa —Y yo recién me doy cuenta.
Luka un punto y Grace cero. Ya me había ganado.
Él me besó, sentí su lengua dentro de mi boca y la acepté gustosa, mordió mi labio y lamió mi carne, mientras con una de sus manos me apretaba contra él y con la otra ahuecaba mi pecho por encima de la tela del fino vestido.
—No traes sujetador —susurro contra mi boca, yo negué con la cabeza confirmando—. Oh, Grace, te hubiese hecho tantas cosas hoy.
Volvió a atacar mi boca con hambre y posesión.
—Aún estoy enfadada contigo —le recordé, aunque no lo parecía porque aceptando sus besos y caricias.
—¿Qué tengo que hacer para que vengas conmigo? Dime Grace —exigió tirando de sus dientes con mi labio—. No sé por qué, pero verte enfadada solo logra que me gustes más.
—Quiero el cuadro —pedí contra su boca.
Él se detuvo y se apartó de mí —¿Por qué quieres ese cuadro? —pregunto en un tono frío.
No sabía del todo por qué lo quería, pero se me había ocurrido algo que hacer con él.
—Tú lo rompiste, ahora yo lo quiero —explique, era una razón algo tonta.
Él negó con la cabeza —Pide otra cosa, eso no puedo dártelo.
Suspiré —Bien, llévame a tu casa esta noche, ya se me ocurrirá qué hacerte.
El tomo mi mano y beso mis nudillos —Lo siento mi preciosa, por causar tu desconfianza.
A veces era tan frío que daba miedo, otras veces me hacía temblar con su intensidad y en ocasiones como estás en las que se volvía un hombre tierno hacía que mi corazón se encogiera.
—Más te vale que no vuelva a ocurrir —le advertí.
Papá y mamá entraron en el salón con los postres, luego de eso todo fue charla hasta que ya era demasiado tarde y me encontré cabeceando en el sofá.
—Grace, deberías ir a la cama —menciono mamá.
Abrí mis ojos —Si mejor me voy, buenas noches.
Me levanté y caminé hacia las escaleras.
—Yo también me iré, mañana tengo mucho que preparar —informo Luka—. Gracias por todo y pasen buena noche.
No subí a mi habitación, salí por la puerta trasera y antes de que ellos aparecieran en el porche entre al coche de Luka y me hundí en el asiento.
Él se despidió y camino hacia mí, cuando entro, me miró con una sonrisa.
—Sabía que estarías aquí —me atrajo de la nuca y me dio un montón de pequeños besos en los labios.
No me perdería su castigo por nada del mundo.
Al llegar a su apartamento, Luka entro a la cocina y tomo dos bolsas de papitas.
—Las compré para ti, sé que te gustan —otra vez estaba con su ternura—. Podríamos ver una película en la habitación antes de dormir.
Sonreí, le quité las papitas y colocándome de puntillas lo besé.
—Después de lo que me hiciste, ahora solo quiero jugar contigo —susurré contra sus labios.
Él me apretó las nalgas con sus manos —Esa también es una buena opción.
Sonreí —Vamos a la habitación.
Tome a Luka de la mano y lo lleve a su cuarto, deje las papitas a un lado de la cama y lo empuje hasta que esté estuvo sentado ante mí. Me senté a horcajadas encima de él y comencé a soltar en nudo de la corbata, él empezó a tirar de mi vestido hacia arriba, pero lo detuve.
—Esta vez quiero hacerlo yo todo —pedí dejado sus manos nuevamente sobre la cama.
Él negó con la cabeza y apretó unos de mis pechos —Yo quiero tocarte.
Volví a alejar su mano —Ya podrás, pero de momento merezco esto.
Él sonrió —Entendido señorita Abbey, hágame lo que quiera.
Aguante mis ganas de reír, me estaba dando permiso para continuar con mi plan, muy pronto se arrepentiría.
Deslice su camisa por los hombros —Dame tus manos, te sujetaré a la cama.
—¿Cómo se supone que te toque así? —se quejó él.
Me moví encima de él, ya lo sentía duro debajo de mí y sabía que él terminaría cediendo a todo mis caprichos. Si él era un manipulador, yo lo sería el doble.
—Vamos cariño, te prometo que será divertido —murmuré mordisqueando su cuello.
Él cedió uniendo sus manos, lo amararé con la corbata y luego él se acostó y levanto los brazos hacia la cabecera, también lo sujete a este.
—¿Que tienes planeado? —pregunto en un tono que me helaba la sangre.
Tan frío y a la vez caliente.
Me quité las bragas de encaje oscuro y las dejé sobre su pecho, él las miró con una sonrisa y abrió sus piernas un poco cuando me senté a horcajadas sobre él. Me moví sobre su erección.
—Si lo liberas puede llegar a ser mucho mejor —ofreció este levantando un poco las caderas.
Me senté sobre su abdomen, me acerqué para susurrar en su oído —Seguramente, pero ese no es el plan.
—¿Quello? —«¿Qué?»
Tome una bolsa de papitas y las abrí, me metí una en la boca.
—Cuéntame un poco de ti —pedí volviendo a meterme un puñado en la boca.
—¡Grace! —me grito intentando soltarse—. Esto no es un juego.
—Recuerdo que te dije que quería jugar —sonreí—. Bienvenido a mi juego.
—Grace, tienes cinco minutos para quitarte ese vestido, ¡ti avverto! —«te lo advierto» me amenazó él con las mejillas encendidas.
Tire de la tela del vestido —¿Este? Vale.
Me quité el vestido por encima de la cabeza y lo dejé a un lado quedando desnuda frente a él. Metí más papitas en mi boca.
—¡Libérame! —exigió.
Hice una mueca —Deja de gritar, los vecinos van a creer que te estoy matando.
—¡Me estás matando! —declaro el muy exagerado—. Déjame tocarte.
Comencé a reír —¿Cómo quieres tocarme?
—Libérame y yo te enseño —ofreció, eso no funcionaría.
Acaricie mi abdomen hasta llegar a mis pechos y los apreté tal y como hacía él. Él soltó un gruñido y se movió debajo de mí.
—¿Así? — junté mis pechos—. ¿O quizás así?
Tire de mis pezones y gemí restregándome contra su abdomen. Le me miró con rabia y a la vez con deseo, un gruñido escapó de su garganta cuando me moví y le acerque mis senos a la boca.
—Tómalos, solo un poco —se los ofrecí.
Él lo atrapó con la boca y mordió con su diente haciéndome gritar.
Los retiré —Si me vuelves a morder no los tendrás.
Él me retó con la mirada —Molto bene —«muy bien»
Volví a acercarlos a su boca, esta vez los tomo entre sus labios y utilizo su lengua para endurecerlos. Jadee cuando dio un tirón con sus dientes, mientras me miraba con algo de rebeldía, me gustaba, pero deseaba mucho más que eso.
Me volví a alejar de él, volvió a levantar las caderas y pude sentir lo excitado que estaba.
—Vamos Grace, déjame jugar contigo —pidió él—. Te daré lo que quieras, incluso el cuadro.
Qué fácil se ablandaba a este hombre —Ya no lo quiero.
Prefería seguir torturándolo. Lleve mis manos a mis muslos y subí hasta apretar el interior de estos y llegar a mi hendidura, me toque yo misma y gemí sujetándome de su pecho.
—Esto está tal y como te gusta, ¿Quieres tocar? —ofrecí y él rápidamente asintió—. Cierto, no puedes.
—¡Grace! —me grito.
Solté un gemido, mientras me movía contra mi mano y me daba placer a mí misma.
—Esto es mucho mejor, ahora en vivo y en directo —murmure con la respiración agitada, recordando el audio.
Volví a gemir, enterrando mis uñas en su pecho, el jadeo al sentir mis movimientos encima de él. Lo hice aún más fuerte, sintiendo que estaba a punto de romperme. Metí dos de mis dedos en mi interior y grité ansiosa de sentir más, pero tenía que conformarme con esto de momento.
—¡Grace, mírame! —exigió Luka.
Mirarlo fue la gota que derramó el vaso, convulsione me abrazaron y me deje ir por completo. Jadee contra su pecho y lo apreté con mis piernas.
—Creo que te odio —dijo él a mi oído, muy romántico.
—Y yo creo que voy a por un vaso de agua —me levanté de la cama y camine a la cocina.
Eso le enseñaría un poco de educación. Termine mi agua, me sentía mucho mejor.
—Bu —sentí en mi oído.
Me giré rápidamente y lo encontré frente a mí, con la corbata rota a la mitad y aún atada en sus muñecas.
—¿Cómo carajos…?
No pude continuar, él se empezó a quitar en cinturón, lo sostuvo como un látigo en su mano ¿Me iba a pegar?
—Te voy a enseñar, a respetar a tu profesor —me informo.
—¡No Luka! Lo siento — grité intentando alejarme de él.
Me tomo con fuerza del brazo y junto mis manos para atarlas con el cinturón. Me dio la vuelta y me pegó una fuerte palmada en el trasero.
—¿Lo siento?—gruño en mi oído—. Soy un hombre paciente y tú acabas de fastidiar eso.
Me levanto del suelo y me llevo a la habitación. Me obligó a ponerme de rodillas en la cama y sujeto mis manos al cabecero, antes de alejarse me dio un profundo beso en los labios que me dejó sin aire.
—Luka, esto lo podemos arreglar hablado —ofrecí, ni siquiera podía verlo, estaba de espaldas a él.
Sentí la cama hundirse y sus dedos acariciaron los costados de mi cuerpo.
—Justo eso quería ser, pero tuviste que empezar con tu jueguito —mordió mi hombro—. È il mio turno —«es mi turno»
Estaba perdida y me estaba arrepintiendo de esto, cuando una era la víctima dejaba de ser divertido. Un nuevo azote con su mano en el trasero me hizo gritar.
Sentí su dedo en el lugar equivocado y me tensé.
—¡Por ahí no es! —le advertí.
Él comenzó a reír, ya tenía miedo.
—Algún día.
Soñar era gratis. Tomo mis pechos entre sus manos y se los llevo a la boca, primero uno y después el otro, lamió, chupo y mordisqueo, finalizó dándome un apretón y una palmada que dejó la piel caliente y roja. Esto era una tortura.
—Existe la venganza —lo amenacé, aunque no tenía ningún derecho a hacerlo.
—Y la estoy practicando —acaricio mi hendidura y luego metió sus dedos dentro de mí.
Bombeo con fuerza, yo ahogué un grito en la palma de su mano con la que me había tomado el rostro e instintivamente abrí más mis piernas. Sentía que podría romperme y aunque él lo sabía no se detuvo.
—Luka, sigue —pedí y se detuvo—. ¡¿Qué haces?!
Sentí otro azote en el trasero y seguido fueron sus dientes, luego sentí la calidez de su lengua y el fuego volvió a avivarse, pero nuevamente se retiró.
—Puedo estar así toda la noche —confesó, pero ambos sabíamos que era mentira.
Lo sentí masticar, estaba comiéndose mis papitas.
—Combinas bien incluso con las papitas —exclamó.
—¡Enfermo, abusivo, te odio! —le grité.
Él me tomó del mentón —¿Que se siente recibir lo mismo?
Era divertido y a la vez no era tan divertido. Sonreí y él me imitó, por alguna razón los dos comenzamos a reír, solo se detuvo para abrazarme y besarme, esta vez de una manera más calmada, mientras sus manos recorrían todo mi cuerpo.
Se quitó el pantalón quedando desnudo frente a mí.
—Ven aquí pequeña —me soltó del cabecero, pero sin desatar mis manos.
Me sentó a horcajadas sobre él e hizo que rodeará su cuello con las manos. Ambos estábamos agitados, él se estiró y tomo un paquete de condones.
—No —pedí ruborizándome—. Eres el primero con el que lo hago sin condón.
Había sido en el baño y se sintió muy bien.
Él mostró una sonrisa —. ¿Y te parece bien?
—Contigo si —confesé.
—A mí también.
Lo dejo a un lado, me tomo de las caderas y con su miembro en el lugar correcto comenzó a bajarme por él. Solté un grito cuando estuvo completamente dentro de mí, él tenía los brazos y el abdomen tensos. Me tomo de la nunca y me beso mientras levantaba las caderas y me animaba a moverme. Eso hice, mantuve mis movimientos suaves y coordinados, hasta que sus manos se aferraron a mis caderas y me exigieron mucho más, subiendo y bajando con fuerza.
—Dime quién soy —exigió él entre jadeos.
Ya están a punto y no podía hablar, como pude dije: —Luka Caruso.
Él negó con la cabeza y levanto las caderas para hundirse en mí —Dilo bien —exigió.
—Señor Caruso —solté entre gemidos.
Me dio una nalgada —Dillo bene Grace —«dilo bien»
—Luka — grité apretando sus hombros.
—Grace —me apretó contra él—. Non posso più —«no puedo mas.»
Tembló y lo sentí caliente dentro de mí, nos quedamos abrazados por un buen rato. Sin soltarme se acostó y me abrazo colocándome a su lado, estaba tan cansada que no podía abrir los ojos, lo sentí acariciar mis labios.
—Soy tu Luka —susurro besando la punta de mi nariz.
Y ahí estaba otra vez, el Luka que me gustaba.
¡Hola, gracias por leer!!!
Espero les guste este cap, es un gran día para una escena +21 jajaja.
Me dejan saber que les pareció en los comentarios y recuerden votar para apoyar la historia.
Instagram @paloma_escritora
PD: de aquí salen aprendiendo italiano.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro