A fuego lento #10
Capítulo 10
A fuego lento
Grace
Esa mañana había despertado un poco tarde, pero era sábado y merecía un descanso, además al final Luka no nos pidió reunirnos con él para el ensayo, por lo que yo y Greta decidimos vernos en su casa para prepararnos y practicar un poco más.
—¿Estás segura de que tenemos que ir? —pregunte mirando la hora.
Luka no me había enviado ni un solo mensaje y eso me parecía raro teniendo en cuenta que ayer estaba muy irritado con esto de la presentación.
—Por supuesto, el señor Caruso me acaba de enviar un mensaje en una hora pasará a por nosotras —menciono mi amiga volviendo a repasar la presentación frente al espejo.
Greta estaba pálida y su mano temblaba mientras sostenía el papel con lo que debía decir. Por alguna extraña razón yo no me sentía tan nerviosa, como ella, pero sí había un malestar que me estaba atormentando.
¿Por qué Luka no me decía nada desde ayer?
Imaginaba que por nuestra conversación ya todo había quedado claro y estaba evitando tener algún tipo de relación conmigo, si ese era el caso, pues estaba muy bien.
—¿Qué haces mirando a la nada? ¡Ve a vestirte! —me grito Greta tomando la ropa de la cama y colocándola en mis manos.
Mire el molesto vestido que quería que usará. No era algo que yo hubiera elegido, pero no tenía más remedio que usarlo, debíamos vernos formales y una camiseta de Aerosmith no se vería bien.
Me termine de acomodar el vestido negro, de tirantes y ajustado, me coloque unos tacones bajos, cómodos y me maquille lo mínimo.
—Ya llegó el profesor, nos vamos —menciono Greta tirando de mí, ni siquiera me había dejado verme al espejo—. Y por favor, compórtense ustedes dos.
—¿Te puedes estar quieta? —exigí deteniéndome—. Todo saldrá bien, ni siquiera me has dejado verme al espejo.
—Estás muy bien.
Ambas nos quedamos con la boca abierta al escucharlo detrás de nosotras. Nos giramos y encontramos a Luka vestido con un traje azul oscuro de tres piezas, corbata gris y camisa blanca, si ya todos los días se veía elegante, hoy estaba mucho mejor.
—Madre mía —murmuré.
Quería ser una gotita de sudor, para poder recorrer todo ese cuerpo, pero eso mejor lo mantenía dentro de mí.
Greta me pegó un codazo disimulado.
—¿Están preparadas señoritas? —pregunto él con su acento y su tono de voz que lo hacían verse mucho más interesante.
—Un poco nerviosas, pero estamos listas —respondió Greta, y en efecto con una risa que la hacía verse muy nerviosa.
Tome aire y camine a la salida de la propiedad dejándolos a ellos atrás, sería una tarde muy larga para mí.
En el trayecto me mantuve en silencio a diferencia de ellos dos que no dejaban de hablar de la presentación. Luka había ayudado a Greta a rectificar algunos detalles en el camino.
—Grace, estás muy callada —observo él mirándome a través de espejo—. ¿Estás preparada?
—No tengo mucho que decir, estaré bien —respondí cruzando mis brazos y mirando por la ventana.
Después de casi una hora llegamos a la universidad. El lugar ya estaba preparado para la presentación, me quedé quieta en la entrada al ver el montón de personas que se encontraban ocupando sus lugares.
Tire del brazo de Luka —¿Por qué hay tantas personas? —pregunte con la voz temblorosa.
Sabía que habría muchas personas, pero no tantas como estás. Él se apartó de mí como si le molestara que yo lo tomara del brazo.
Se inclinó hacia mí y hablo en voz baja —Habrá otras presentaciones de otras instituciones, espero que esto no te afecte.
Sí que me afectaba, ya odiaba hablar en público y nunca imaginé que este sitio estuviera tan lleno.
—Señor Caruso, que gusto tenerlo aquí —saludo un hombre mayor acercándose a nosotros.
Luka le tendió la mano bastante animado y a la vez sorprendido —Ha pasado mucho tiempo, le presento a la señorita Walker y la señorita Abbey, él es el decano de la universidad Brown.
Vaya por dios, encima este era el culpable de que yo estuviera metida en todo esto.
—¿Son tas buenas como tú? —pregunto el hombre con una sonrisa.
—Son muy buenas —respondió Luka—. Esperamos que la presentación sea del agrado de todos.
Mi corazón estaba latiendo desbocado, me faltaba el aire y tenía mucho calor. Me alejé de ellos sin apenas ser notada, buscando un poco de aire, me asfixiaba estar alrededor de tanta gente.
Entre a lo que era una pequeña terraza e intenté tomar aire, olía a tabaco, me gire y pegue un grito al ver a un hombre fumando en la oscuridad.
Él comenzó a reír —¿Perdón?
Puse la mano en mi pecho, me había sorprendido —Lo siento mucho, no te vi.
Él se acercó un poco más a la luz, era rubio y de ojos castaños.
—Tranquila, ¿Ocultándote de alguien? —pregunto colocándose a mi lado.
Negué con la cabeza —Solo estaba tomando aire, hoy tengo una presentación.
Él hizo una mueca —Suerte.
Me reí —No me digas eso.
El se recargo en la pared y le dió otra calada a su cigarrillo —¿Te pone nerviosa?
Asentí —Creo que me desmayare.
El volvió a reír, tenía una sonrisa muy bonita —Yo estudio aquí y tranquila, no es para tanto —alargo su mano y me mostró el cigarrillo—. ¿Quieres? Te calmara la ansiedad.
Había fumado en más de una ocasión, casi siempre cuando salía de fiesta, así que estaba acostumbrada. Tome el cigarrillo entre mis dedos y le di una calada, era suave y tenía razón me calmaba un poco.
—¡Grace! ¿Dónde estabas? —me llamo Luka entrado a la terraza.
Me miró con algo de desagrado y luego al chico el cual también lo había sorprendido por no notarlo. Este lo saludo con una sonrisa y luego volvió a mi.
—Bueno Grace, yo debo volver y te deseo suerte —se despidió, antes de cerrar la puerta volvió a hablar—. Nos vemos luego.
El chico del que no sabía ni su nombre se terminó marchando y me dejó a solas con un muy furioso profesor. No entendía qué le pasaba, pero por su mirada cargada de furia y su porte en extremo recto sabía que estaba enfadado conmigo, la razón era aún desconocida.
—¿Ahora qué hice? —fui al grano.
El tomo el cigarrillo de mis labios y lo dejo caer al suelo para después pisarlo.
—Te estuve buscando por todo el salón y tú aquí fumando con un desconocido —me regaña.
—Salí a tomar aire —me crucé de brazos y le di la espalda.
—Esto es lo contrario de aire, Grace —volvió a regañar—. Estábamos hablando y desapareciste.
—Pues porque el tema no era de mi interés, quizás —dije fastidiada por él.
¿Por qué no podía dejarme en paz?
—¿Puedes dejar de ser tan inmadura? —pidió tomándome del brazo y haciéndome girar para tenerme cara a cara.
Lo empujé —¿Puedes dejar de meterte en mi vida?
Él soltó un suspiro —¿Pero ahora que te pasa?
No lo sabía, solo no quería estar cerca de el ahora mismo.
—¡No me pasa nada! —le grité.
Si alguien entraba ahora mismo a la terraza se llevaría una muy mala impresión. Camine hacia la puerta con la intensión de dejarlo así, pero él me tomó del brazo y me llevo a la oscuridad, sentí mi espalda, golpear la pared. Su cuerpo se apretó contra el mío y su mano atrapó mi mandíbula para echar mi rostro a un lado.
—Cierra la boca un rato Grace —susurro en mi oído.
Me quedé muy quieta mirando al sol ponerse detrás de las montañas que se veían a lo lejos. Mi corazón latió aún más fuerte, aunque exactamente no sabía si era el mío o el de él. Gire mi rostro para verlo, estábamos muy cerca el uno del otro, su nariz casi rozado la mía.
Se apartó muy lentamente —Lo siento, mejor vete.
Sonreír, otra vez con eso —Me vas a volver a echar solo porque no sabes controlarte.
Él me miró algo confundido —¿Crees que quiero hacerlo?
—¿Que quieres hacer? —lo rete acercándome a él.
No retrocedió ni un paso, así que rápidamente ya lo tuve cerca y así me gustaba.
Él miró al suelo y sonrió —Eso no te lo puedo decir calabaza.
—¿Por qué me dices calabaza? — pregunté, mis manos estaban sobre su pecho.
Él me tomó por la nuca enredando sus dedos en mi cabello, recorrió mi mandíbula y acaricio mis labios con demasiado cuidado.
—La primera vez tenías un vestido naranja y el cabello esponjado —me informo—. Parecida a una calabaza.
—¡¿Esponjado?! —solté alarmada.
¿Cómo era posible que dijera eso de mí? Tenía que matarlo.
Él no me dejó continuar, me tomo de la garganta y me volvió a colocar entre su cuerpo y la pared. Unió nuestros labios y me beso, fue un beso lento, pero profundo, uno de esos que parecen durar una eternidad, pero que pone a trabajar cada pedacito del cuerpo calentándolo a fuego lento.
Sentí su lengua cálida, acariciar mis labios, un pequeño tirón de sus dientes en mi carne para abrir mis labios y profundizar más en mí. Una de sus manos me sujetaba por el cabello mientras la otra me tomaba por la mandíbula. Sentía que su cuerpo me cubría por completo y quedaba oculta entre sus brazos.
Si bien era mucho más pequeña y frágil que él, me sentía muy segura estando así de cerca.
Se separó de mis labios y dejo pequeños besos en mi mejilla y mandíbula, eso hizo que mi cuerpo temblará. Para mí era un gesto tierno viniendo de él y de cualquier otro hombre, pero eso no me hacía olvidar lo mal que estaba.
Él me había besado así anteriormente y con la misma facilidad que lo había hecho, me había pedido que me fuera.
—Suéltame —pedí en un tono seguro.
Él se quedó muy quieto, más no se alejó de mí.
—¿Ahora? —pregunto.
«¿A caso había olvidado dónde estábamos?»
—Sí, quiero volver con mi amiga — aclaré.
Él se separó de mí, acomodo los mechones de cabello que habían caído sobre su frente —Sí, perdón.
Continúe, interrumpiendo sus disculpas —Y no quiero que esto vuelva a ocurrir.
Él me miró directamente a los ojos, yo no podía mantenerle la mirada, tenía miedo de dudar de lo que yo misma había dicho, pero no tenía más opciones. No podía permitir que él entrara a mi vida y luego se fuera.
—¿Eso quieres? —pregunto, no me dejó responder y continuo—. Claro, justo eso habíamos hablado. No se preocupe, señorita Abbey, no volverá a ocurrir.
Y ahí estaba de vuelta el señor Caruso, solo que esta vez yo me había alejado a tiempo de su tono de voz frío y mirada repelente. Ajustó su chaleco y se marchó de la terraza como si nada hubiera pasado aquí.
Acaricie mis labios hinchados y cerré los ojos, aún podía sentir la presión de sus labios sobre los míos, su olor y calidez cubrir mi cuerpo.
Esto tenía que acabar, antes de que fuera tarde ¿Qué era esto? Solo un deseo, yo Grace, soy una humana más que siente, deseó por otra persona, eso no era malo, pero la persona sí, el momento estaba mal y no podía ocurrir.
Era un simple deseo que estaba segura de que podría detener.
—¡Grace! —me llamo Greta—. Ya empezamos.
—Voy — acomodé mi vestido y la seguí.
No sabía cómo iba a ser esto. Ambas nos pusimos frente a cada podio, tenía mis apuntes y los leí mentalmente con mis manos temblorosas sujetando los papeles. Mire al frente buscando entre los asistentes a Luka, pero no lo vi por ningún lado.
Greta comenzó explicando su parte y yo no lograba concéntrate en lo que tenía que decir. Hasta que lo vi, en el fondo de pie, bajo la puerta de la terraza, con los brazos cruzados y mirándome fijamente.
—Anendt decía que amor es superar los errores que cometemos al intentar amar —escuché decir a Greta.
—¡No! —interrumpí demasiado alto.
—Grace aún no te toca —susurro Greta.
—Es que —no podía hablar—. Es que, esto está mal —solté al fin.
Luka caminó hacia nosotras, los asistentes comenzaban a murmurar. Tenía que hacer algo para explicar mejor mi punto de vista.
—El amor por sí solo ya es un error — continué—. Decimos algo bonito sobre este porque nadie se atreve a decir que la naturaleza humana gira en torno al deseo sexual y la atracción, el amor no es nada más que un arma utilizada por un cazador para llegar a un fin.
Schopenhauer tenía razón, quizás si es el instinto de reproducción disfrazado. No lo sé piénsenlo, arriesgar tanto por un beso ¿Con qué fin? Todo va girando en torno al deseo y cuando esté, está satisfecho ¿Qué queda? Un simple «vete.»
—Grace —me llamo Luka, solo yo o Greta podríamos escucharlo y preferí ignorarlo.
Continúe —Decir que amamos nos hace caer en nuestra propia trampa. Gracias.
Por increíble que parezca una pequeña parte de los asistentes aplaudieron, la otra parte me miró con desagrado mientras me retiraba.
«¿Qué había dicho?»
Lo había arruinado todo. Luka me tomo del brazo y tiro de mí hacia los vestidores, cerró la puerta y se quedó unos segundos dándome la espalda.
—¿Qué pretendías con todo eso? —pregunto girándose hacia mí—. ¡Eso no fue un argumento filosófico, mucho menos fue profesional!
¿Me estaba gritando?
—¡No sé lo que dije! —le grite—. Estoy cansada de todo esto, no me gusta la filosofía, no me gusta estar aquí y no me gustas tú.
—¿Cuándo dije que me gustabas tú? —se defendió—. Mínimo, tenías que ser profesional Grace.
Me acerqué a él hasta quedar lo bastante cerca —Debiste pensar en eso antes de besarme querido profesor.
Tome el pomo de la puerta, el continuo.
—Nunca fingí sentir nada por ti para besarte —aclara.
Ese era el problema, mi presentación lo había molestado. Para él había sido un disparo dirigido a todo lo que había ocurrido entre nosotros, pero ese no fue mi objetivo. Buscaba desahogarme, pero no fui directo contra él, fui contra lo que yo misma no entendía de mis sentimientos y mis impulsos.
No intentaría explicarlo, era mejor que pensara lo que quisiera.
—¿Ya nos podemos ir, señor Caruso? —pedí.
Desgraciadamente, habíamos venido en su coche.
—No
No me quedé a escuchar las razones del porqué teníamos que permanecer aquí por más tiempo, con un «no» era suficiente para mí.
No tenía mucho que hacer más que intentar ocultarme de todas las miradas.
—Eso estuvo intenso —menciono el chico de antes—. ¿Quieres?
Me pasó un vaso con algún tipo de bebida que acepte, tenía la boca seca.
—Gracias, estoy ocultándome otra vez —mencioné, aunque no creía que eso fuera necesario.
—Lo imaginaba, aunque a mí me encantó la presentación —aseguro—. Eres una chica muy explosiva.
Este no sabe nada. Le respondí con una sonrisa y le di un trago a mi bebida, era dulce y ni siquiera tenía alcohol.
—Las personas deberían dejar de fingir, si el mundo fuera claro nos ahorraríamos muchísimas desilusiones ¿No crees? —pregunto demasiado cerca de mí.
Suspiré —Necesito alcohol.
Él comenzó a reír, se acercó para susurrarme —Entonces debería llevarte conmigo.
«Un total idiota.»
—Ya viene conmigo —interrumpió Luka.
—El que faltaba —murmure.
—¿Te está molestando? —pregunto el chico.
Luka me tomo del brazo y tiro de mí hacia él.
—Cuidado, derramas mi bebida —le advertí.
—Ya vámonos Grace —pidió él en un tono muy molesto.
—Adiós, como te llames —me despedí siguiendo a Luka.
—¿Nos vemos otro día Grace? Cuando tu profesor no te esté persiguiendo —pregunto el chico que al parecer no valoraba su vida.
Caruso apretó el agarre en mi brazo y le lanzó una mirada que de ser posible lo hubiese matado muy lentamente.
Hice como si me lo pensara —La verdad es que no, adiós.
Luka parecía tranquilo con mi repuesta, su pequeña sonrisa lo delataba. Subimos al coche en dónde ya se encontraba Greta, el viaje de regreso fue demasiado silencioso, no me podía quejar y después de lo que había hecho nadie tenía nada que decir.
Solo Greta me dio un apretón en la mano y susurró —Te dije que siempre haces algo que termina superado a lo anterior.
Tenía razón, yo siempre encontraba un punto más bajo en el que caer.
—Nos vemos en clases —me despedí de Greta cuando llegamos a su casa.
Ella mostró una sonrisa de despedida. Luka siguió el camino hacia mi casa, no me gustaba estar sentada lejos de él y sentía que debía aclarar unas cuantas cosas. Me levanté decidida a ocupar el asiento del frente, solo que era una tarea más difícil de lo que imaginé.
—Permiso —dije con dificultad, mientras intentaba acomodarme.
Le pegó un brinco de la sorpresa —Quédate quieta, provocarás un accidente.
Me empujó y fue suficiente para qué logrará sentarme a su lado.
Tome aire —Lo lamento —fue lo primero que dije—. Yo estaba nerviosa y solo dije lo que se me ocurrió, no estaba dirigido a ti.
—Bien —respondió él sin siquiera mirarme.
—No deberías estar enfadado conmigo si ya te pedí disculpas —intenté defenderme, pero me interrumpió.
—¿Querrías acostarte con él? —pregunto.
—¿Perdón? Ni siquiera lo conozco —no podía creer que me estaba haciendo esa pregunta.
—No me mientas —murmuró.
—¿Estás loco Luka? En primer lugar, yo no te debo ninguna explicación ¡Detén el coche! —le ordené.
Él sonrió —Te llevaré a casa.
—Quiero ir sola —pedí, en cambio, él detuvo el coche.
Se giró hacia mí —¿Qué soy?
Intenté abrir la puerta, esta estaba cerrada.
—Mi profesor de filosofía ¡Abre la puerta! —le grité.
Me tomo con brusquedad de la nuca y me beso por unos breves segundos que consiguieron dejarme sin aire.
—¿Entonces porque me gustas tanto? —pregunto él muy cerca de mí, podía sentir el roce de sus labios—. ¿Deseo?
No podía ser solo eso, no lo quería y me negaba a fingir.
Negué con la cabeza —No quiero nada.
Él sonrió contra mi boca, su sonrisa era linda, una perdición ante cualquiera.
—Me has puesto en una posición en la que te veo y lo quiero todo —menciono aflojando su agarre en mi nuca, acaricio mi mandíbula.
—¿Y después? — susurré contra sus labios.
Increíblemente aún podía hablar. Él no dijo nada y eso para mí fue suficiente.
Me separé —Si no vas a abrir la puerta, llévame a casa rápido —pedí, cruzando mis brazos.
Justo eso hizo, estacionó frente a mi casa y dejo la puerta abierta.
—Grace —me llamo antes de que pudiera alejarme del coche.
—Déjalo, hagamos lo que tenemos que hacer y no lo que queremos.
Era lo mejor para ambos. Arriesgar tanto por complacer un simple deseo no valía la pena. En el fondo sentía que yo podría salir perdiendo mucho más de lo que imaginaba, podría terminar perdida por completo.
Nos vamos acercando a capítulos más intensos y un Luka más desesperado ¿Están listas?
Déjame saber en los comentarios que te pareció esta parte y recuerda votar para apoyar la historia. Gracias.
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