Capitulo 1
Yo, mi madre y mi padre estábamos almorzando en silencio, como es de costumbre, hasta que mi padre aclaró su garganta.
Deje de masticar por un segundo para escucharlo, pero al no oírlo hablar seguí comiendo mi carne. Hasta que finalmente decidió hablar.
— Cass, hoy a la noche cenaremos con los Stevens. Por favor háblales.
— ¿Cuando YO no he hablado? — respondí con sarcasmo, ambos sonrieron. Yo hablaba demasiado pero al estar sentada con gente mayor.. no hablaba para nada.
— Ira otra familia, con chicos de tu edad, se acaban de mudar al barrio y podrían ser tus amigos — sugirió mi madre sonriente.
Asentí lentamente y continuamos comiendo en silencio. Lave los platos y me cambie para ir al trabajo.
Mis padres me habían conseguido uno ya que querían que gane mi propio dinero, yo no tuve ningún problema con esto.
Mi familia era una familia de clase media, tuve mi fiesta de quince, tienen dos autos, mi casa es medianamente grande y tenemos piscina. Nunca me falto nada.
Tengo dos hermanos: Josh y Justin. Si, muy originales mis padres por suerte. Josh y Justin son gemelos, tienen 20 años. Y yo.. soy la menor, con 16 años recién cumplidos.
Agarre mi bicicleta y me dirigí a la vuelta de mi casa, donde estaba el bar "The Stevens" si, los dueños eran la familia Stevens.
Dejé la bici en la puerta del bar y me introduci en el. Ate mi cabello y me coloqué el delantal negro. Pinte mis pestañas de negro y mis labios de rojo y lista para trabajar.
— Temprano. Como siempre. — dijo una voz y me giré con una sonrisa.
— Lara, que bueno verte a ti también — le respondí y ella río.
— Es que no se como haces para ser tan rápida, Tía.
Lara era Española, había venido a Canadá hace dos años y desde entonces trabaja conmigo en el bar. Ambas nos habíamos hecho muy amigas a pesar de la diferencia de edad. Ella tenía 24.
— Soy rápida para todo — dije subiendo y bajando mis cejas y ella soltó una carcajada, yo también.
— Venga, vamos ya a trabajar de una vez.
Eran las seis y recién llegaba a mi casa del trabajo. Me subí a mi habitación y me duché.
Al salir me maquille y escogí mi ropa para visitar a los Stevens. Había elegido un short de Jean azul con bolsillos, una remera roja suelta, unas vans negras y un saco gris. Luego mi maquillaje el cual fue el mismo del trabajo.
Agarre mi bolso y me recogí el cabello haciendo un moño. Ya estaba lista.
Baje y junto con mis padres subimos al auto para ir a la cena.
Los Stevens era una familia millonaria, siempre me había encantado su casa. Al llegar bajamos del auto y tocamos timbre.
La puerta se abrió sola y nos dirigimos hacia el comedor, donde estaban ellos.
— ¡Cass! — gritó Maxim, el menor de los Stevens. El corrió a saludarme y con una sonrisa le devolví el abrazo.
— Cómo está mi bilingüe — dije y el rodó los ojos — hace cuanto que no te veía.
Maxim y yo somos amigos desde los cinco años. Éramos inseparables hasta que el deicidio irse del país con su abuelo, hace unos días había vuelto pero no nos habíamos visto.
— Que grande que estás.. — dijo Lidia, la madre de Maxim — estás hecha toda una señorita ya.
Sonreí vergonzosa y asentí lentamente.
— Gracias.. — le respondí tímida.
Luego de un rato charlando yo y Maxim fuimos a su habitación a charlar íntimamente. Su habitación era más grande de lo que recordaba.
— Y.. ¿como la pasaste en Argentina? — pregunte y el sonrió.
— Bastante bien, el abuelo se podría decir que la paso mejor que yo.
Ambos reímos.
— ¿Tomaste pasto? — pregunte con una sonrisa y el asintió.
— El mate — me respondió — no me pude acostumbrar pero.. era medianamente rico.
— ¡Viste que es rico! Yo siempre quise probar, pero según mis padres es droga — bromeé y reímos.
Escuche como el timbre sonaba, yo y Maxim nos miramos y con la mirada nos dijimos todo. Corrimos hacia la puerta de la habitación y la abrimos levemente.
Pudimos ver como una pareja entraba, se saludaban entre todos y después.. entraba una chica. Ella intentó cerrar la puerta pero un pie la detuvo.
Un hombre o mejor dicho, un chico, entraba por la puerta principal. Era alto, tenía el cabello castaño muy claro y ligeramente crecido. Tenía un cuerpo definido y si lo hubiera visto parada me hubiera caído de culo.
— Cierra la boca que se te cae la baba — dijo Maxim mirándome y lo empujé negando con la cabeza.
Me volví a asomar y el chico rubio me miro, sentí como mis mejillas se ponían rojas y.. Maxim me empujo. Riendo puso sus manos a los costados de mi cuerpo.
— Debilucha.
Abrí mis labios dramáticamente y ambos reímos.
— Vamos abajo. Es de mala educación no saludar — propuse y el asintió.
— Si, si. ¿"Mala educación" o quiero ver a ese papucho? — dijo el y negué con la cabeza y el ceño fruncido irónicamente.
— Pff.. no, como crees.
Ambos bajamos y al llegar al comedor todos nos miraron. Trague grueso al ver al aquel chico, su mirada era tan fuerte que sentí que me derretía.
Sonrió levemente y dirigí mi mirada hacia otra parte, nerviosa.
— Ella es mi hija, Cassie — hablo mi madre y moví mi mano de un lado a otro saludando.
Me acerqué con Maxim y nos sentamos.
— Ella es Stefy, mi hija — hablo la mujer — y el es Mike, mi hijastro.
— Un gusto — dije con una sonrisa — ¿usted es..?
— Cher — habló ella y asentí.
Creo que había hablado más en esa conversación que en todas las cenas juntas que había tenido con los Stevens.
Toda la cena me la pasé intentando no mirar a "Mike" aunque a veces era inevitable y mis ojos se dirigían a él.
Al terminar la cena me dirigí al jardín para tomar un poco de aire. Amaba su jardín.
Me giré al escuchar pasos y al ver que era Stefy sonreí.
— Hola — salude.
— Hola — me respondió con una sonrisa — Cassie, ¿cierto?
No lo sé.. ¿tú crees?
Cállate consciencia.
— Prefiero que me digan Cass.
Asintió y se puso al lado mío. Se sentó en el pasto e hice lo mismo.
— Y.. ¿donde vives? — preguntó curiosamente.
— En Angles street, 2341.
Ella abrió los ojos sorprendida.
— Yo vivo en Angles street 2347.
Abrí levemente mis labios y me giré hacia ella. Era la casa de enfrente. Nunca nos habíamos cruzado, ni siquiera había visto su mudanza. Aún conservan el cartel de "se vende".
— ¡No puede ser! Vives adelante de mi casa — dije rápidamente y ella asintió — debemos intercambiar números, es decir, si quieres.
— Me has caído muy bien pero.. no tengo celular. Se me rompió, lo piso un camión.
La mire atónita. Nunca había conocido a alguien con tanta mala suerte para que un camión le rompa el celular.
— Espera, ya vengo.
Se levantó y vi como se dirigía adentro. La espere confundida hasta que la puerta se volvió a abrir.
Traía a su hermano o mejor dicho, hermanastro, con ella. Mike igual de confundido que yo, me miro.
— Pasale tu número — le ordenó al hermano y el con una risa sarcástica negó la cabeza.
— ¿Para me quites el celular cada dos por tres? No gracias. — le respondió borrando su sonrisa.
No les voy a mentir, me moría por tener su celular.
La puerta se abrió nuevamente y Cher apareció en ella.
— Vamos a casa chicos — los llamo a ambos.
Me levante del piso, seguramente mis padres también se irían. Al llegar a la puerta Stefy pasó tranquilamente, pero yo y Mike chocamos.
Tímidamente pedí perdón y seguí caminando hacia mis padres. Salude a la familia Stevens y luego a la familia Nall.
Me desvestí y me puse mi pijama, lista para irme a dormir sentí como algo pinchaba mi espalda. Al tener la idea que era un bicho me giré rápidamente, pero no lo era.
Era un papel, con un número. Fruncí el ceño y luego de pensármelo un poco decidí sacarme la duda y escribirle a este número desconocido.
¿Hola? —
— ¿Quien eres?
Fruncí el ceño. Esa persona había dejado el número, y encima pregunta quién soy ¿Estamos todos locos o que?
Soy Cassie. ¿Quien eres tú? —
— Soy Mike. Hola.
Abrí levemente mis labios. Hasta que lo recordé. Cuando chocamos. Con razón estaba tan apurado por pasar cuando estaba al lado de el.
Sonreí al darme cuenta del genio de Mike y continué la conversación.
¿Mike? —
Le conteste haciendo como que no sabía quien era. Eso debería de hacerme ver más interesante, ¿no creen?
— Tu sabes bien quien soy, Loca.
Sentí ese "Loca" como un insulto. Hasta que me llego el siguiente mensaje.
— Ya que te gusta mucho lo "Argentino".
Fruncí el ceño y googlee. Era un apodo.. ¿cariñoso? ¿En que mente cabe eso?
Muy bueno, Águila. —
Estaba segura que lo había confundido. Luego de mandar ese mensaje, sin esperar una respuesta, apague las luces y me dormí profundamente.
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