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Vida normal.
Madre normal.
Amigos normales.
Vecinos normales.
Profesores aburridos y corrientes.
Todo era asquerosamente aburrido en su vida, vivir en aquel barrio de Daegu era tranquilo, nunca había casos extremos de robos, todos se trataban bien —por lo menos eso dejaban ver— no había alguien que pusiera música a niveles exagerados.
¿Por qué? No hay por qué.
Bueno si lo hay, todos eran ancianos pasados de los 70 y 80.
De esos arrugaditos, encorvados, que te regalan suéteres que dan picazón, hablan de sus hijos, hacen remedios extraños pero efectivos y te pasan dinero como si fuera droga.
En el Instituto que existía en ese lugar no había un típico chico malo, ni una tipa con aspecto de súper modelo. Aunque fuese difícil de creer en aquel lugar todos se parecían, lo único que les diferenciaba era los uniformes y las bubis.
Nadie se teñía, las mujeres no se preocupaban por ponerse maquillaje al igual que los hombres por lo que parecían ir a clases justo como despertaban.
Los supuestos amigos que tenía a veces iban a casa y duraban 10 minutos, ni más ni menos, seguía dudando de que sean personas normales.
Su madre al juntarse con esas viejas pacíficas se volvió aburrida y mucho más cuando su padre murió.
Esa fue la única vez donde aquella vida monótona dio un pequeño cambio.
Entonces, cuando Yoongi pensaba que al igual que sus vecinos moriría siendo aburrido apareció su tía loca llamada Moonbyul con su típica voz gruesa y su amor incondicional.
Como si al lienzo blanco que representaba la aburrida vida de Yoongi le hubiesen hecho una mancha amarilla.
Y así fue como ese lienzo blanco empezó a tener millones de colores y cambios que ahora mismo no sabía si llorar o reír.
—Oh, vamos Yoon tienes que pensar positivo—su tía, quién estaba arreglando su maleta, no paraba de decir eso. —Ambos necesitan un cambio en su vida, principalmente tu madre desde que Hwi Taek murió es cada vez más monótona estoy cansada de ver a mi hermana actuando como una anciana
En eso tenía razón, su madre tenía 38 y parecía de 79 o más. Tenía un gran cuerpo, un rostro hermoso y una voz increíble, pero escondía todo eso entre muchos trapos.
—Que conste que solo hago esto porque mamá en serio está mal
—Si, como sea revisa que no estés dejando nada porque no volverán aquí al menos que sea a visitar a Taek
Así de drástica era la tía Moon, pero no había nadie que la detuviera.
Seguía buscando entre sus cajones a ver si algo se le había olvidado, empezó desde abajo hacia arriba y en el último encontró una foto familiar.
Estaba su padre con una gran sonrisa, abrazando a su madre por detrás mientras él estaba en sus hombros.
—Ella era tan feliz, que verla como está ahora me entristece aún más—suspiro acariciando su teñido cabello. —No te preocupes, Yoon yo me encargaré de que vuelva esa sonrisa a su rostro y que deje de comportarse como una anciana
Yoongi no pudo evitar reír al escucharla y asintió guardando la foto, la pondría en un marco cuando llegarán a Seúl.
—Siento que me voy a arrepentir pronto
—Que va, todo va a salir bien
Siempre que decían esa frase salía todo mal.
Y como muestra de eso fue cuando subieron al tren que los llevaría a Seúl. La diferencia entre los trenes normales y los trenes bala no lo había notado para nada.
El viaje había sido lento así que allí estaban, la rubia Moonbyul, su madre y el teñido Yoongi. Como su joven madre se había deshecho de la ropa reveladora y juvenil estaba con unos pantalones anchos, una blusa usada que parecía más vestido que otra cosa, un abrigo verde moco y unos zapatos marrones con calcetines largos.
Incluso para el ese atuendo era horrendo, su tía se quejó de ello, pero ella ni caso le hizo.
Su madre seguía comiendo galletas con paciencia, Moon la miraba raro y él estaba mirando el paisaje que pasaba rápido.
—Hyuna, en serio si sigues como una anciana te voy a dar tremenda bofetada que se te borraran las cejas—la ignoro olímpicamente y siguió comiendo con calma. —Yoon, ve a ver si el sol salió, hablaré con tu madre
—Lo puedo ver desde aquí... —Yoongi apunto la ventana, señalando lo obvio.
—Que vayas a ver te digo
Suspiro y con el ceño fruncido no tuvo más que ir a ver si el sol salió, esa era la forma de la familia Min para mandar a la mierda.
Soltó un gruñido al ver que el siguiente vagón había dos personas, quería estar solo y tenía mucha flojera de ir a otro.
Se sentó al lado de uno de ellos y volteo el rostro hacia la gran ventana, aunque todo pasaba rápido se podía apreciar algunas cosas.
Cosas que tuvo que dejar de lado cuando sintió una respiración cerca de su cuello, al instante se tensó y volteo el rostro encontrándose con un chico rubio demasiado cerca. Podía sentir su respiración ahora golpeando su cara, no tenía mal olor por si se preguntaban.
—Aleja tu humanidad de mi presencia—murmuro lentamente y con el ceño aún más fruncido.
—Aww, pero que cosa tan linda—este iba a tocar su mejilla para apretarla, pero lo detuvo golpeando su mano antes de alejarse. —Muero de ternura contigo, ¿Es normal que seas tan tierno y lindo?
Sus mejillas le traicionaron volviéndose la competencia de la nariz de Rodolfo, el reno.
—Pero que mejillas tan rojas—el rubio de piel bronceada rodeo el cuerpo de Yoongi sin darle tiempo a pensr. —Pequeño, tierno y sonrojado, me vas a matar
Yoongi pataleo molesto tratando de quitárselo de encima, gruño y empezó a decir todas las groserías que se sabía de memoria. Cuando llego a la conclusión que aquel ignorante de espacios personales no pensaba soltarlo, no tardo en morder su pecho.
En todo el vagón se escuchó un chillido, igual al de una ardilla y aquellos brazos que parecían barreras de metal se alejaron de su amado cuerpo.
—No vuelvas a abrazarme, loco desconocido—le amenazo arreglando su cabello e ignorando al chico que los miraba con una sonrisa divertida.
—Oh, mis modales—al instante se le olvido el dolor e hizo una inclinación. —Me llamo Kim Namjoon, un gusto
—Que me importa—gruño moviendo sus mofletes, algo que hacía cuando estaba enojado.
—En serio que vas a matarme—dio un paso para acercarse mientras sonreía enternecido.
— ¡Atrás, Edificio andante! —empezó a retroceder hasta escuchar unos gritos en el otro vagón.
Sí, en el que estaba su tía y su madre.
¿Ya había dicho que su familia era extraña? Pues ahí estaba la prueba.
Aquel chico loco, junto con el chico que solo sonreía como idiota ahora lo miraban extrañado.
—Yo no las conozco—murmuro mientras rascaba su nuca.
Luego de unos segundos el tren se detuvo en la estación de Seúl y la puerta del vagón donde estaban aquellas dos locas que decían ser familia suya se abrió, dejando ver a dos mujeres con el cabello desaliñado y la ropa arrugada.
—Vamos, Yoon ya llegamos—su tía le dedico una sonrisa como si no hubiese pasado nada y arreglo su desaliñado cabello como pudo.
— ¿No que no las conocías? —susurro el chico castaño detrás suyo y gruño en respuesta.
Tan solo camino hacia la puerta ignorando a aquellas dos mujeres como si no supiera de su existencia.
—Yoon, seguimos aquí
Hizo caso omiso y salió de allí siendo observado por todos.
—Es así de gruñón, pero es una cosita tierna—esa era la frase de peligro, sabía que su amada tía, nótese el sarcasmo, empezaría a contar cosas vergonzosas.
— ¡Tía querida! ¿No nos teníamos que ir? Nos esperan—murmuro deseando ser el mayor allí y llevarla de la oreja.
—Oh si, vamos Hyuna adiós chicos, nos vemos—estos asintieron y se dignaron a irse a donde estaba la familia Min esperando.
Su llegada a Seúl no fue tan silenciosa como esperaba.
Toda la familia Min estaba allí con grandes carteles, gritando y celebrando como si un idol acababa de llegar.
Ni bien habían llegado y ya se estaba arrepintiendo.
Los abrazos, saludos, sobrenombres vergonzosos no se hicieron esperar claramente recibía todo con una mirada de odio para nada disimulada.
Su querida familia le encantaba ignorar su disgusto en cuanto a abrazos y cariño excesivo y lo hacía con más ganas, luego de todo ese sufrimiento por fin habían salido de allí hacía los autos.
Para la suerte de Yoongi vivirían lejos de ellos así que no tenía que pasar por eso todo el tiempo.
Al menos eso pensaba.
—Sabes, ya me estoy arrepintiendo—le susurro a su rubia tía haciendo una mueca al sentir como una de sus primas, que no recordaba para nada, se le pegaba como chicle.
—Nah, me vas a agradecer
—Lo haré si me quitas esta cosa de encima—gruño bajo quitándola de un empujón, no salió volando por la ventana porque estaba cerrada.
— ¡Mamá! ¡Yoongi me empujo y yo no le hice nada! —chillo como si fuese una niña.
—Discúlpate con ella Yoongi
—Tu pegajosa hija estaba encima mío como si yo fuese una cama, no pienso disculparme con esa cosa chillona
— ¡No soy una cosa chillona!
—Ya cálmense—la madre de la cosa pegajosa y chillona hablo sin dejar de conducir. —Yerim, discúlpate con tu primo nadie aquí es almohada tuya y Yoongi discúlpate por ofenderla
—Lo siento...—dijo de mala gana.
—Lo siento, cosa chillona—murmuro sacándole la lengua.
— ¡Mamá!
—Ya cállense—grito ahora su tía Moonbyul. —Por suerte ya llegamos, ahora bajen
Le saco la lengua por última vez a aquella insoportable prima y salió de allí triunfante, esa sonrisa desaprecio al ver el lugar donde vivirían.
El lugar era más grande que su antigua casa y más hermosa pero no es eso lo que le había quitado la sonrisa, si no aquel chico que había visto antes.
—Oh, ¿Entonces tú serás nuestro vecino? —aquel rubio alto le sonrió enternecido y casi queriendo ir encima suyo, de nuevo.
—Tía—llamo esperando que esta le dijera que estaban en la casa equivocada.
—Ahora no, Yoon ve a saludar a los vecinos yo tengo que hacer que tu madre entre
Todo va a salir bien, decían.
— ¿Quién es ese chico de lindas piernas, Namjoon?—otra voz se hizo presente. Era un pelinegro, unos cuantos metros más bajo que el rubio, labios gruesos y para su desgracia también era lindo. —Hola, Lindas piernas ¿Quieres pasar a mi habitación?
—Seokjin, por favor—murmuro el rubio disgustado.
— ¿Qué? Que yo sepa no es tu novio así que puedo hacer lo que quiera, ¿Verdad, Lindas piernas?
—Nada de Lindas piernas, ni tierno ni una mierda, si piensas que voy a meterme con una cosa como tu estas equivocado, voy a partirte la casa si te pasas y tú también, no vuelvas a abrazarme—gruño sin dejar de ser tierno y sensual o eso pensaban aquellos chicos. —Par de locos—bufo antes de entrar a la nueva casa dando un portazo.
—También tiene lindo trasero—murmuro el pelinegro recibiendo un golpe del rubio a su lado. — ¿Qué?
—Ni se te ocurra, Seokjin
Este iba a decir algo cuando una chica llego a su lado con una sonrisa coqueta mientras jugaba con su cabello.
—Yo si quiero ir a tu habitación—los dos se miraron y luego a la chica.
— ¿Como decías que te llamabas?
—Min Yerim, a tus servicios
—Yerim, no hetero bro—luego de ello ambos entraron cerrándole la puerta en la cara.
Y así fue como comenzó, su lienzo blanco empezaba a tener muchas manchas de colores, convirtiéndola en una obra de arte de la que hablaría por generaciones.
🐣
Nuevo fic, denle mucho amor 💜
Parte 4 y ultima de su regalo de San Valentín, pásenla bien.
Ay, pero cuantas faltas tenía esto ¿Como es que leen esto así? xd
No sé si así está mejor, pero se ve menos kk
[Editado]
—Kim ♪
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