Capítulo 2
*** Esto se acabó, John.***
Llegué a mi auto.
-Hola, bebé. -Le decía a aquel vehículo estacionado enfrente del edificio mientras presionaba el botón para quitarle la alarma.
Es un Ford Mustang Shelby rojo con franjas negras en la parte del capó, también conocido como Muerte Roja, como lo llaman mis amigos.
Subí en él y lo encendí, percibiendo el rugir del motor ahora leve, probablemente sea porque ya me acostumbré.
Comencé a conducir por las calles atestadas de vehículos, con solo un propósito...
Estaba comenzando a ponerme muy nervioso con respecto a lo que pasará hoy, ¿el resultado será bueno? Por el bien de todos, eso espero.
Me dirigía a una enorme mansión ubicada en las afueras de la ciudad, esta daba un aire de que el propietario era alguien realmente poderoso y la verdad es que, sí lo es. Gracias a su negocio de las drogas y al dinero obtenido de manera sucia ha logrado todo esto.
Veía los autos y el paisaje quedarse atrás a mis costados mientras aceleraba un poco más para llegar lo antes posible; después de manejar unos veinte minutos, a lo lejos ya se podía apreciar la mansión.
Al llegar a la reja de entrada, dos sujetos vestidos con el típico traje negro y gafas oscuras interceptaron mi auto como chequeo de rutina, aquí no confían ni en las sombras.
-Vengo a ver a John Colth. -Dije con voz autoritaria.
Los sujetos se vieron entre sí y uno de ellos hizo un gesto de asentimiento con la cabeza, al mismo tiempo la reja comenzó a abrirse, dejándome pasar por fin a la entrada de la enorme casa, donde luego aparecen otros dos sujetos.
«Este hombre tiene más seguridad que el mismo Presidente de los Estados Unidos.» Pensé.
-¿Qué haces aquí? -Me pregunta uno de los otros sujetos, el cual se hace llamar Mark, mientras se agachaba y le echaba un nuevo vistazo a mi auto y luego me miraba a mí con un semblante frío y apático- ¿Te toca trabajar y no estoy enterado? -Pregunta mientras se recuesta en el vidrio a medio abrir a mi costado.
Lo observé de la misma manera, sin mostrar ninguna emoción en mi rostro.
-Solo vine a saludar. -Respondí, sin dejar de observarlo fijamente.
-Así que te nació el cariño de pronto. -Bromea mientras sonreía como idiota.
-Eso no es de tu incumbencia -corté-, y ahora avísale a él que estoy aquí. -Él se alejó del auto y le hizo señas al sujeto que estaba al otro lado de mi auto.
Este se marchó y entró a la casa.
Avancé mi auto despacio hasta quedar frente a las escaleras de entrada, bajé del auto y me dirigí a la puerta principal, donde me encontré con el otro sujeto al que Mark le hizo señas, pero no se encontraba solo, había otra persona junto a él; este nuevo sujeto abrió la puerta de cristal que estaba frente a mí y me dejó pasar.
-Él está en su despacho. -Informó mientras caminaba a mi lado.
A medida que avanzaba en dirección al despacho, noté cada vez más lo oscura y siniestra que es esta casa; pese a que es enorme no se ve acogedora, sino más bien aterradora.
Da la impresión que es el tipo de casa donde habrían maldiciones, muertos ambulantes y eso. No hay ninguna señal de vida.
Recostado en la puerta del despacho estaba Snake, el perro fiel de mi tío; desde que tengo uso de razón ese perro ha estado a su lado.
Es un hombre aterrador, siempre vestido como el tipo de asesino en las películas de terror. Toda su ropa es negra. Un abrigo grande de cuero negro, una enorme bufanda oscura alrededor de su cuello y un sombrero pequeño que también es de color negro.
Aparenta ser un hombre de no más de cuarenta años, y sospecho que su cabellera también es negra; su tono de piel es claro y tiene unos ojos marrón oscuro que te erizan la piel de miedo apenas los miras.
El sujeto que me acompañaba apenas vio a su jefe se retiró, dejándonos solos.
Pasé a su lado e hice un asentimiento de cabeza a modo de saludo, al cual él respondió de la misma manera y entramos los dos al despacho.
Entro y salió, así de simple. Seguro escucharía todo con la oreja pegada a la puerta, no sería de sorprender.
Cuando ya estamos dentro me volteo para verlo y él ya está con su móvil en la mano, atendiendo una llamada. Estaba escuchando lo que la otra persona le decía mientras me hacía señas para que tomara asiento en la mesa que queda frente al escritorio, el cual estaba lleno de papeles -que seguro eran documentos de entregas- y un computador al lado de estos, que también me percaté en que se encontraba encendido.
«Parece un gran ejecutivo con muchos pendientes por hacer.»
Me recuesto en la silla y le hecho un vistazo a toda la habitación mientras espero a que termine la llamada. Este lugar parece no tener vida, apenas y hay unos cuantos cuadros con dibujos que cuelgan de las paredes, las que están pintadas de un azul muy oscuro, y las cortinas de las ventanas están muy bien cerradas, apenas y entra un poco de luz.
Por fin mi tío finaliza la llamada diciendo un "yo me encargo de todo".
Este hombre es muy parecido a mí. Tiene el cabello castaño con unas canas adornándolo ya, y es bastante alto, quizá incluso midamos lo mismo, sé que está entre el metro ochenta y el metro ochenta y cinco de estatura. Una barba recién afeitada, ojos marrón claro, delgado y, según las chicas, muy atractivo. Nunca me he calificado a mí mismo como una persona atractiva, pero si en realidad nos parecemos tanto físicamente, entonces creo que califico como tal.
-¿Y bien? -Pregunta, sacándome de mis fugaces pensamientos y sentándose en su silla, ahora estando frente a mí.
-Hola, tío... Escucha -le digo mientras me inclino hacia adelante y reposo mis brazos en el escritorio frente a mí-, hoy no vine por trabajo ni nada parecido, estoy aquí porque vine a informarte que renuncio de todo esto. -Finalicé mientras dejaba escapar una enorme cantidad de aire que había estado aguantando en mis pulmones.
Él me observó con el entrecejo fruncido, como si no entendiera lo que le acababa de decir. Se inclinó hacia adelante y colocó sus codos sobre la mesa y recostando su cabeza en sus nudillos, como si realmente me estuviera poniendo atención.
-¿Qué mierdas me estás queriendo decir? -Preguntó en un tono de voz más serio y grave de lo normal.
-Estoy cansado de todo esto, y... quiero retirarme. -Repetí, dirigiendo mi vista hacia la pila de papeles que tenía a un costado de su escritorio que estaban a centímetros de mi mano, para luego volver la vista a él.
-Crees que es tan fácil decir eso -escupió mientras se levantaba bruscamente de la silla y golpeaba la madera del escritorio con sus manos-. ¡¿Qué carajos te pasa?! -Exclamaba mientras dejaba notar cada vez más su disgusto. Hizo una pausa y luego me miró fijamente, más enojado que antes- Ah, ya entendí. Es por esa chica, ¿cierto? -Rodó los ojos y luego hizo un gesto con sus manos como si eso fuera lo obvio.
-No -aclaré-, simplemente quiero abandonar esta vida de mierda que me tocó y ya. Es bastante simple de entender. -Dije, mientras me encogía de hombros-. Y por favor no metas a Sheyla en esto, ella no tiene nada que ver. Ella no me dijo nada ni me convenció a hacer nada, el que renuncie ahora es por mera decisión propia.
Aún levantado comenzó a frotar sus sienes, volvía a estar enfadado y la tensión en el ambiente ya era palpable.
-¿Por qué ahora?
-Si no lo hago ahora, será muy tarde después -contesté rápidamente-. No entiendo por qué te molesta, siempre he tratado de cumplir todas tus órdenes. He sido tu puto soldado todo este tiempo..., y ya quiero una vida. Una vida que esté lejos de drogas, dinero ilegal... Lejos de todo esto. Y quiero una vida con Sheyla. -Traté de explicar lo más calmado posible. Mientras hablaba él no paraba de pasarse las manos por su cabello de manera insistente una y otra vez.
Bien, creo que está pensando en la posibilidad de que yo salga, ya que no ha hecho ningún comentario. Se limita a observar el piso, supongo que para analizar todo lo que le he dicho.
-Tú sabes que no es tan simple. -Habló.
-Como yo lo veo sí que lo es. -Rebatí.
-¡Tú no entiendes una mierda! -Gritó- Eres un simple niño ingenuo si crees que tendrás una vida tranquila lejos de todo esto. ¿Sueñas tener una familia con tu bella princesa, viviendo un cuento de hadas y que nada de esto te persiga si te vas? -Dijo molesto- ¿Sabes por qué yo no tengo una familia propia? ¡¿Lo sabes?! -Exigió mientras me señalaba.
-No tengo idea, pero si tuviera que adivinar la respuesta sería que es porque amas más al dinero de lo que podrás amar jamás a alguien. -Respondí, y una sonrisa de odio se formó en su rostro, como si lo que yo dije le pareciera estúpidamente gracioso.
-El amor te hace débil -contestó y volvió a su semblante serio y rígido-. La familia te hace débil, te hace vulnerable, predecible... -Escupió con ira.
-¡No es así! -Le grité- ¡Dices que no tienes familia propia, ¿entonces qué mierda soy yo para ti, ah?! -Le pregunté al tiempo que me ponía de pie- ¿No soy nada, no valgo nada? ¿Soy solo un maldito peón que cuando lo maten o muera de algo simplemente lo reemplazas y ya está? -Pregunté furioso- ¡¿Qué mierda soy yo para ti, John?! -Se quedó en silencio con una expresión desencajada- ¡Contesta, maldita sea! -Exigí, completamente enojado.
-Eres mi sobrino, nada más. -Respondió con seriedad.
-Eso creí -dije con desprecio-. Desde que tengo ocho años de edad he estado entrenando para saber cómo eliminar a tus rivales, o más bien "tu competencia", ¿y para ti mi vida no vale más que la de cualquiera de los idiotas de tus cómplices? -Él solo me observaba sin poder articular ninguna palabra-. Para que sepas, la única razón por la que me he mantenido cerca de ti es por el deseo de venganza hacia los hijos de puta que mataron a mis padres, pero eso se acabó. -Finalicé mientras me levantaba y daba la vuelta para salir de ahí, sabía que él no tenía nada válido que responder.
-Aún no los matas, ni siquiera sabes dónde están. -Habló a mis espaldas.
-Te equivocas -respondí sin voltearme-, sé dónde están. Durante todos estos años se escondieron bastante bien, pero toda la mierda sale a flote tarde o temprano, ¿no? -Lo observé de reojo. Estaba atónito, petrificado en el mismo lugar, como si lo que acabara de decir fuera una cuchilla que lo cortó donde más le dolía.
-¿Dónde están? -Preguntó.
-Eso no te interesa a ti. -Escupí al tiempo que me giraba y lo encaraba.
-Sabes que no puedes dejar esto, la vida que tienes te impide encontrar algo mejor, al menos no podrás tenerla legalmente. -Comentó seguro de sus palabras- ¿Crees que de manera honesta podrás comprar un auto como el que tienes ahora? ¿Crees que podrás mantener tu vida de lujos gastando el dinero que quieras dejando esto y yéndote a buscar un trabajo mal pagado, con un jefe explotador que se queda con todo y a ti solo te deja las sobras de su ganancia? -Hacía una pregunta tras otra, sin darme tiempo a responder- ¿Y esa chica...? Sheyla, ¿no? Te aseguro que apenas te vayas ella también te dejará, se aburrirá de tu miseria y pronto te cambiará por algo mejor que tú. -Finalizó con sus manos amplias hacia mí de arriba abajo, señalándome completo.
Me crucé de brazos todo el rato mientras él hablaba.
-Cualquier cosa en otra vida será mucho mejor que esto... Y tú no conoces a todas las personas, porque no todos somos iguales a ti, tío -Él estaba muy molesto, lo podía notar en cómo fruncía su ceño al mirarme-. No te metas en mi vida y yo no me meteré en la tuya, como siempre -dije al tiempo que me giraba hacia la puerta de salida-. Esto se acabó, y no te estoy pidiendo tu permiso, te lo informo... Ah, algo más: si intentas intervenir en mis asuntos o en mi vida, o en la vida de Sheyla con tus niñitos que llamas matones, me encargaré de enviártelos por partes. Recuerda que sé bien cómo hacerlo. -Mencioné- Adiós, tío... -Me despedí y me retiré sin esperar una respuesta.
-Sí, se acabó. -Escuché que decía al salir de esa habitación que, espero, jamás volveré a visitar en mi vida.
Eché un vistazo al costado de la puerta pero no encontré a Snake por ninguna parte; siempre me pregunté el porqué de ese nombre, supongo que ahora me quedaré con la duda.
Seguí caminando hasta cruzar la puerta de cristal principal. Al salir y estar al lado de mi auto le di una última mirada a esa mansión que tanto despreciaba.
Es enorme... Pensé.
Ya estoy dispuesto a dejar todo esto atrás, no hay rencores. John no nos necesita ni a mí ni a Sheyla, en poco tiempo ni siquiera se acordará de nuestra existencia... O al menos eso espero.
Entré a mi auto, lo encendí y este rugió en respuesta al pisar el acelerador; al parecer los guardias ya estaban avisados de que saldría, porque solo tuve que detenerme en la reja que daba hacia la carretera.
Cuando esta se abrió aceleré un poco más con la intención de dirigirme a un viejo bar donde me encontraría con Peter y también donde llegaría Sheyla, seguramente también en compañía de Lilih y Fabiana, sus mejores amigas...
¡Bueno este es el segundo capítulo!.
Un poco fuerte, ¿Qué consecuencias podría traer esta discusión?, ¡Aún es un misterio!. 😉Pero pronto lo sabremos...
Uyyyy suena emocionalmente,
al menos para mí sí. xd
🍃 Nos vemos en el próximo cap,
no se olviden de votar, y comentar si gustan. 🍃
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