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Capítulo 1

             *****Sheyla y yo.*****

De nuevo desperté abruptamente de una pesadilla, la misma que me ha atormentado durante los últimos quince años…
Me es difícil volver a dormir después de eso.

Sentí una mano cálida acariciar mi mejilla haciéndome voltear el rostro hacia ella. Ahí estaban esos ojos verde esmeralda que me traía tanta paz cada vez que los veía, también esa sonrisa que me dice siempre que todo estará bien. Ese rostro tan angelical de ella, quien me observa con cara comprensiva, su rostro estaba adornado con esos mechones despeinados de su cabello tan rubio. Ella se acomodó a mi lado, atrayéndome hacia su pecho y así poder rodearme con sus brazos y darme un cálido abrazo, siento que mis latidos disminuyen y vuelven a su velocidad normal al tiempo en que escucho los suyos en mi oído…

—Volvió a pasar. —Mencionó con tono sereno y calmado.

—Sabes que me pasa desde hace mucho. —Respondí.

—Quizá mañana sea el día en el que por fin puedas enterrar ese pasado junto con esos bastardos que te hicieron tanto daño. —Comentó con esperanza.

—Sabes bien que aún si los mato no cambiará nada de lo que pasó. O en lo que me he convertido por su culpa. —Dije bajando la voz.

—Zyan, debes dejar de torturarte por todo esto. Lo que hemos hecho ha sido con el propósito de limpiar este mundo de tantos idiotas que se creen los dueños de todo, matando y lastimando personas. Yo pienso —agregó ella, pensativa— que le hacemos un gran favor al mundo acabando con esa basura que lo envenena. —Finalizó acariciando mi cabello con sus delgados dedos adornados con anillos, le gusta usarlos en todos ellos.

—¿Sheyla? —Pregunté mientras me liberaba con suavidad de su agarre y la miraba directamente a los ojos mientras ella jugaba con mi mano, pero dejó de hacerlo para darme la atención que yo le estaba dando en este momento.

—Dime. —Respondió rápidamente.

—Después de mañana… si todo sale bien, dejaremos esto, ¿no? —Pregunté.

Ella me miró fijamente y sonrió.

—Es lo que más anhelo. Dejar de matar y vender drogas para el cerdo de tu tío.

—Sabes por qué lo he hecho. —Le respondí, desviando la mirada de sus ojos a sus manos, que jugueteaban con las mías de nuevo.

—Lo sé, y no te culpo ni te juzgo por eso, ya que de lo contrario quizá ni siquiera estaríamos aquí, planeando nuestro futuro. Juntos —respondió—. Pero sí debes hablar con tu tío y dejar las cosas claras, de lo contrario nada de esto va a funcionar. —Añadió.

—Lo haré. —Dije mientras me acercaba a ella y unía nuestros labios en un profundo beso— Te amo.

—Yo también te amo —susurró y volvió a besarme—. Ahora debemos bajarnos de esta cama y desayunar algo porque me muero de hambre —decía mientras se bajaba de la cama y se encaminaba al baño para tomar una ducha. De pronto se quedó estática enfrente de la puerta y se giró, viéndome con una expresión total de picardía—. ¿Vienes conmigo? —Invitó.

—Aún estoy exhausto por lo de anoche —respondí, entretenido—. De verdad que ni siquiera me dejas reponerme bien después de una noche de tanta intensidad. Eres una fiera. —Añadí con tono burlesco.

—Está bien —se resignó haciendo un puchero—, te dejaré descansar ¡por ahora! —Agregó sonriendo con travesura mientras subía y bajaba las cejas de manera traviesa.

Se giró abriendo la puerta y adentrándose en el baño, al poco tiempo el ruido del agua cayendo en la regadera se hizo audible, haciendo eco por la habitación, y dejándome pensativo con el tema de mi tío y lo que debería decirle, tendría que ser muy claro para que pudiera entenderme al completo.

He trabajado con Sheyla y los otros chicos durante ya mucho tiempo para mi tío, y quizá la idea de que nosotros dos dejemos de hacer parte de su trabajo sucio no le parezca.

No sé cuántos minutos pasan desde que comencé a repasar lo que haría, pero sé que al momento en que comienzo a perder el hilo del tema Sheyla sale del baño con una toalla cubriendo su cuerpo y otra envuelta en su cabello para lograr secarlo un poco.

Me gusta observarla hacer cosas simples. A veces la observo cuando duerme y yo no puedo pegar un ojo, pero debo decir que en esos momentos su rostro se ve tan angelical,, tan delicado y pálido… O como ahora, viendo sus labios usualmente de color rosa, pero casi transparentes en los momentos en que tiene frío o está recién salida de la ducha. Ver esos labios me hace anhelar tanto rozar los míos con los de ella en este mismo momento. Es tan perfecta en su imperfección…

Aún no logro entender, cómo se enamoró de un monstruo como yo.

—Tu turno. —Menciona frotando su cabello con la toalla.

—A eso voy. —Le respondo bajando de la cama y buscando una toalla en el clóset para ir a bañarme.

***

Una vez me ducho salgo del baño y me encuentro a Sheyla, cepillando su cabello y ya vestida. Lleva puestos unos jeans negros bien ajustados, una blusa blanca sin mangas y unos botines negros que tienen bastante tacón para mi gusto, pero ese es el tipo de calzado que a ella le gusta usar.

—¿Y qué comeremos? —Le pregunto mientras busco algo de ropa en mi clóset.

De pronto siento unas manos que acarician mi abdomen por detrás, yo estaba distraído buscando qué ponerme y no me percaté en qué momento ella dejó de cepillarse el cabello frente al espejo para venir hacia mí.

—Ya encargué el desayuno. —Respondió en un tono calmado mientras se apoyaba en mi espalda y me acariciaba mi abdomen, subiendo y dibujando círculos suaves en mi pecho.

Yo me quedé inmóvil, disfrutando de la manera única que ella tenía de demostrarme todo el cariño que me ha tenido por tanto tiempo, aun sabiendo lo que hago y en lo que, por mi culpa, se ha tenido que involucrar.

Ella ha sido demasiado para mí: mi amiga, mi protectora, mi amante… Todo lo que una figura femenina puede representar en mi vida.

Si un día la pierdo, no sé qué sería de mí.

Me han arrebatado tanto ya que no dejaré que ella se siga hundiendo en esto. Mañana haremos un último trabajo, este es el trabajo por el cual me preparé toda una vida metido en la mierda que todo lo que un mundo de drogas, muertes y peligro constante puede ofrecer.

—¡Hey!, vuelve a mí —escucho decir a Sheyla en mi oído con voz melódica—. Sí querías comer hamburguesas y una gaseosa para desayunar, ¿verdad? Es que eso encargué.

—Sí, sí. Todo eso está perfecto. —Respondí tratando de volver al mundo real— Ahora deja que me vista. —Agregué volteándome y librándome de su agarre, luego la tomé de las mejillas y le planté un fugaz beso en sus labios.

Ella salió de la habitación y se dirigió a la sala del apartamento en el que vivimos hace ya unos cinco años.

Al poco tiempo sonó el timbre y resultó ser el chico que traía nuestro desayuno. ¡Ja!, desayunar a las diez de la mañana, vaya manera de madrugar.

Me dirigí a la sala y observé cómo Sheyla se levantaba para abrirle la puerta al joven repartidor y pagarle por la comida, el cual a mi parecer le estaba sonriendo mucho a mi chica.
Creo que era infantil la manera en que pensaba y sentía tantos celos, quizá el chico solo le sonreía por ser amable, pero mi mente me traicionaba en momentos como estos.

Pero vaya, Sheyla es hermosa, si yo estuviera en el lugar del chico repartidor, también trataría de hablar un poco más con una chica así de bella.

Sheyla al fin recogió la comida y cerró la puerta. ¡Al fin el repartidor se había marchado! Fueron muy pocos minutos pero se sintieron eternos. Me levanté del sillón en donde estaba y me dispuse a ir a la cocina donde se encontraba Sheyla.

—Puedes tomar tu comida, en esa bolsa están las gaseosas y en la otra las hamburguesas. —Aclaró Sheyla la tiempo que señalaba las bolsas y sacaba una hamburguesa para ella.

—Qué chico tan amable. —Comenté con sarcasmo y ella frunció el ceño antes de darle un mordisco a la hamburguesa que tenía en sus manos.

—¿De qué hablas? —Preguntó observando su comida y masticando el trozo que ya tenía en la boca. Cuando tragó, dijo—: Apenas y cruzamos unas cuantas palabras. —Sheyla rodó los ojos y de pronto una sonrisa burlona comenzó a asomarse en su rostro— ¡Zyan, estás celosooo! —No pudo aguantar una risita burlesca.

—No —me defendí—, simplemente noté que el chico te estaba coqueteando. —Dije encogiéndome de hombros como si no tuviera importancia.

—Sé que sí estás celoso —asegura sin quitarme el ojo de encima—, y no entiendo por qué, Zyan Colth. Tú eres el único chico que me interesa en esta vida de mierda que llevamos. —Explica, dejando su hamburguesa en su envoltura y estirando su mano para tomar la mía.

—Perdón —me sincero—. A veces no puedo evitarlo y los malditos celos simplemente me brotan y me hacen querer tirarle los dientes a cualquier chico que se te acerque con intenciones de decir más que un “hola”. —Gruño y aprieto suavemente mi mano con la de ella.

—Me lo has dicho muchas veces, eso es muy tóxico de tu parte, —soltó, dejando salir una gran bocanada de aire—. Pero entiende esto: te amo a ti, y no tengo la más mínima intención de querer a alguien más en mi vida.

No sé si fueron mariposas o el hambre la que me dio una sensación de cosquilleo en estómago, pero… Escuchar esas palabras y que hayan salido de sus labios, es lo más hermoso que me pudo haber pasado el día de hoy.

—Yo también te amo como no tienes idea, Sheyla Pryston. —Digo sonriendo, recibiendo de parte de ella la misma alegría— Ahora es mejor que terminemos de comer. —Recuerdo viendo la hamburguesa que mi chica había dejado a medio comer.

—Sí, es mejor que nos terminemos esto antes que nos pongamos a llorar por tanta cursilería. —Dice ella casi riéndose y haciéndome reír a mí también.

***

¡Es increíble cómo ella puede comer tanto y no engordar ni un kilo! Ya se comió casi tres hamburguesas y yo creo que no podré terminar mi segunda, creo que realmente ella tiene un agujero negro por estómago.

—Tengo que ir al baño. —Habló Sheyla levantándose de la silla y saliendo de la cocina casi corriendo.

Eso le pasa por comer tanto, pensé. Me quedé observando fijamente el lugar por donde mi chica se retiró para atender su “necesidad”.

Estoy muy nervioso, en un rato más tengo que ir a hablar con mi tío y tener una no tan cómoda charla con él. Me levanto y me dirijo a la habitación, aún no sé dónde paró mi móvil y se suponía que Peter me hablaría para confirmar todo. Hoy acabaremos de planear el trabajo que haremos.

Después de buscar por un buen rato por las mesas de noche, en mis jeans y cerca de la cama, por fin di con él. Estaba entre los cojines de uno de los sillones de la sala.
Lo encendí y aparecían cinco llamadas perdidas y un mensaje sin leer, todos eran de Peter.

Mensaje No Leído:

Peter: Zyan, bájate de encima de Sheyla y ya contesta el bendito aparato, que para eso lo tienes.
El caso es que hoy en la noche tenemos que hablar del trabajo. Nos vemos donde siempre.

Le respondí rápidamente:

Yo: Peter… No estaba encima de Sheyla, idiota. Ella estaba encima de mí —bromeé—. Y sí, de acuerdo. Nos vemos en la noche.
                                                                                        Enviado.

Después de eso bloqueé el teléfono, pero apenas lo hizo vibró, indicando que había un nuevo mensaje.

Peter: ¡No me importa quién estaba arriba! Solo quería que contestaras, niño sumiso.

Rodé los ojos al leer eso último.

Peter: ¡Vamos, chico! Mañana dejarás esta vida y andas muy distraído

Peter: Concéntrate en hablar con tu tío y dejar todo en claro —agregó—. Y ya después de todo te puedes encadenar a esa mujer tuya si quieres.

Me quedé pensativo y con el móvil en la mano sin mirar a nada, solo me quedé parado ahí, tratando de digerir lo que me decía ese mensaje.

El ruido de la puerta del baño abrirse me sacó de mis pensamientos.

—Creo que el baño se tapó… —Dijo ella y se comenzó a ruborizar por la vergüenza que le provocaba el decir eso— No debí comer tanto. —Agregó bajando la cabeza.

Yo estaba a punto de estallar en carcajadas por lo que estaba escuchando, pero reprimí el impulso ya que hacer eso sería peor para Sheyla.

—Bueno —comenté—, ahora tendrás que destaparlo tú, ya que si yo entro ahí… —Señalé la puerta del baño— ¡Quizá no salga vivo! —Bromeé fingiendo horror.

—Eres un exagerado. —Decía mientras rodaba los ojos— ¿Dónde quedó el destapador?

—Pues debe estar detrás del baño, supongo que ahí lo dejaste la última vez que lo tapaste. —Respondí encogiéndome de hombros.

Al escucharme se golpeó en la frente con la palma de su mano, como dándose cuenta de que pudo haber evitado todo este momento bochornoso para ella.

—Vuelvo en un momento. —Respondió al tiempo que volvía a entrar en la habitación detrás de ella para solucionar lo que había ocasionado.

Moví mi cabeza en negación mientras me reía de lo ocurrido. Ahora buscaba el cargador de mi móvil, me preguntaba en dónde demonios lo dejé mientras buscaba otra vez entre los cojines de los sillones. A veces, tener dos sofás y un sillón generan mucho problema al momento de buscar un objeto, muchas veces podía tener el objeto enfrente y aún así no lo veía. Estoy comenzando a creer que en realidad soy muy desordenado. Si no fuera por Sheyla estoy seguro de que el departamento estaría vuelto un desastre
Al cabo de ya unos minutos buscándolo lo encontré debajo de la cama, ¡cómo rayos todo termina tan lejos!

Enchufé el móvil y lo dejé cargando para luego ir al baño, quizá esta mujer ya logró destapar el bendito baño que se tapa siempre tan sencillamente; parece que tiene un agujero y la tubería muy pequeños, porque no es como para que se tape a cada rato.

Toqué la puerta y hablé para ver si ella seguía ahí.

—¿Sheyla? ¿Ya todo se solucionó? —Pregunté.

—¡Sííí, al finnn! —Escuché decir al otro lado de la puerta mientras sonaba la cadena siendo jalada, al parecer ya todo estaba arreglado.

—¡Te lavas las manos! —Le grité divertido— Ahora, ¿dónde dejé mis llaves? —Pregunté en voz alta pero para mí mismo y golpeaba mis bolsillos con la esperanza de que estuvieran allí.

Para mi buena suerte pude encontrarlas al echar el primer vistazo, estaban sobre la mesita de centro que estaba frente a la tv. Luego de tomarlas observé a la chica rubia salir del baño y luego volver a entrar, pero esta vez con un frasco aromatizante en sus manos.

Creo que hoy sí fue terrible —pensé para mí mismo—. Quizá con esto ya no coma tanto.

Ella salió del baño con una cara de horror como siempre cuando lo tapa, de hecho, con hoy ya son tres veces. Presionó una última vez el botón del aromatizante dejando una nube frente a ella, también iba caminando en reversa y por ende dándome la espalda, así que me acerqué, haciendo que chocara contra mí.

Estaba a punto de abrazarla, pero…

—Tendré que ducharme de nuevo, así que aún no me toques. —Cuando mencionó eso retrocedí dos pasos.

Levanté mis manos justo antes de que rozaran sus hombros y ella se volteó enseguida, viéndome con sus hermosos ojos color esmeralda y sus mejillas totalmente ruborizadas. A pesar de todo el tiempo que llevamos juntos, aún le dan vergüenza estas situaciones.
Bueno, a mí también me daría pena estar en su situación.

Se fue de vuelta al baño y ya no salió más.

***

Al poco rato salió envuelta en una toalla y con su cabello húmedo todavía goteando.

Me acerqué a ella y, aún sabiendo que me mojaría, le di un abrazo fuerte al cual ella respondió con otro aún más fuerte. Me recosté en su hombro con su cabello aún mojado, podía sentir la humedad golpeando mi rostro y lo fría que estaba su piel bajo mi barbilla.

—Tengo que ir ahora. —Le susurré con los ojos cerrados.

—Lo sé —afirmó mientras me sujetaba con más fuerza—. Debes salir de ese asunto ahora —agregó—. Yo iré con unas amigas a comprar unas cositas al super. —Tranquilizó mientras yo solo pensaba que no quería soltarla…

—Peter dijo que nos vería en el mismo lugar de siempre. —Agregué mientras me alejaba de ella un poco.

—Entonces nos veremos allá. —Finalizó,  se giró y unió nuestros labios en un profundo beso.

Muy pronto mi lengua ya se encontraba jugueteando con la suya. Sus largos brazos rodeaban mi nuca, manteniéndome muy apegado a ella, hasta que llegó el momento de parar.
Me liberó de su adorable encierro que formaban sus brazos por la falta de aire.

Siempre nos pasa cuando nos tenemos que despedir.

—Nos vemos más tarde. —Aseguré mientras dejaba un último fugaz beso en los labios de mi chica.

Hace un tiempo tomé la costumbre de decirle mi chica, pero no lo digo en voz alta, solo en mi pensamiento. De no ser así  supongo que sonaría algo posesivo, aunque siendo sincero, sí, lo soy con ella.

Tomé mi chaqueta, la cual estaba encima de la cama… Quizá Sheyla la puso allí, siempre anda pensando en todo.
Ya me dirigía a la puerta pero antes de salir escuché decir a Sheyla algo que siempre me encanta oír viniendo de sus labios.

—¡Te amo, Zyan! —Chilló mientras se lanzaba encima y se colgaba de mí.

Y luego ya estamos besándonos de nuevo.

—Yo también te amo, Sheyla. —Dije antes de besarla y darle un mordisco a su labio inferior.

Se separó de mí, tomé mis llaves y salí de nuestro departamento, bajando los tres pisos que debía para poder salir del edificio.

¡Aquí está lo cursi!
¿yo amo lo cursi?
¡oh, claro que sí!
Entonces habrá mucho por aquí xd.
Se viene lo bueno, ¡Zyan enfrentará a su tío!. Huyyy a ver cómo le va.

Ah y no olviden votar y dejar sus comentarios.
Esto apenas comienza;)...

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