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Capítulo 7. Un día más


Ya era de día, nos levantamos un poco cansados, la cama para que engañarnos no era muy cómoda y pensar que seguíamos en el juego durante toda la noche, tampoco es que ayudara mucho para poder dormir en condiciones sin ningún tipo de tensión.

Izan, se había levantado con bastante energía. Había ido a comprar comida a un mercader que había al lado de la posada donde nos encontrábamos. Nuestro desayuno se componía de: pan, fruta y zumo; era todo muy sano la verdad, y todos los días a partir de ahora serían más de lo mismo.

Izan fue para la armería a ver si tenían piezas nuevas para comprar, y yo decidí salir fuera de la ciudad, para ver si podía subir más de nivel.

Me quedaba embelesada mirando la hiedra que había por fuera de los muros principales de la entrada. Era muy agradable andar por el bosque y ver como todo estaba recreado con todo lujo de detalles, igual que en el juego. Si no fuera porque de verdad sabíamos que podíamos morir, me daría una vuelta sin más por todos los parajes que estaban a nuestro alcance, solo para disfrutar de la belleza de las diferentes criaturas que había, era todo alucinante.

Me introduje en el bosque azul, que estaba justo al lado de Ciudad Azul, para no perder de vista a Izan. Me perseguían unos árboles, los llamados "arboles engendros", eran mitad humano y mitad árbol, de cintura para arriba eran humanos con caras desencajadas y de la mitad hacia abajo era un árbol con raíces enormes que te podían atrapar y asfixiarte en un abrir y cerrar de ojos. Quise probar todos los hechizos nuevos que tenía con ellos y la verdad es que me lo pusieron bastante fácil, más que nada, porque me sabía muy bien todos sus movimientos, y antes de que fueran a atacar, ya había atacado yo antes. Conseguía ir subiendo bien de nivel, era ya un nivel quince.

Estaba tan metida en ese mundo de fantasía, que en ningún momento me di cuenta que alguien me seguía. Notaba algo, pero no le quise dar mucha importancia.

De repente alguien me cogió por detrás, era bastante corpulento y me tapo la boca. Olía bastante mal, y por sus brazos, vi que era el orco que antes nos estaba vigilando, me cogió sin más y consiguió sujetarme en el aire sin apenas inmutarse.

—¿Pero que tenemos aquí? Si es una bruja ...—dijo el orco.

Yo no paraba de moverme y darle patadas en el aire, como si eso fuera a servirme de algo, no podía lanzarle ninguno de mis hechizos, ya que todavía no tenía ninguno hechizo que pudiera usar con alguien al que le estaba dando la espalda. Lo único que se me ocurrió fue morderle la mano.

—¿Pero qué haces desgraciada? — gritó él.

Le enfadé demasiado, me cogió con una de sus manos y me alejo de su cuerpo, mientras ahora sí nos mirábamos de frente, pero tenía las manos ocultas entre su temible y enorme mano, por lo que no las podía usar para lanzar ninguno de mis hechizos. Ahora que podía mirarle a la cara, podía ver su cara desencajada, con el ceño fruncido, y con un enfado bastante grande, tenía unos colmillos amarillentos, el aliento le olía a putrefacción y su cara estaba repleta de cicatrices, algunas bastante más feas que otras.

—¿Te crees una bruja muy lista no? — siguió hablando el orco.

Yo la verdad es que no sabía que decir, partiendo de la base de que sabía que era una persona que había entrado con nosotros a jugar, y ahora estaba en contra nuestra, no sabía muy bien como jugar mis cartas, para que nos íbamos a engañar...

—¿No vas a hablar pequeña bruja insignificante? — me gritó en la cara, mientras podía sentir su aliento desagradable en mi rostro.

El orco me empezó a zarandear con una sola mano. Me estaba empezando a marear, y no podía hacer nada por más que intentaba escapar, no podía. Tampoco podía lanzar ninguno de mis hechizos, mis manos estaban tapadas por su terrible mano.

—¡Me tienes harto!¡ Habla de una vez! — gritó sin miramientos.

—¿Qué quieres que te diga imbécil? — dije yo, en un acto de valentía que seguramente me iba a costar la vida.

—¿Qué has dicho? — dijo él, bastante enfadado.

Lo que has oído, eres un abusón—dije aun a sabiendas que no lo contaría, si seguía por ese camino.

Jajajaja, que gracia me haces—dijo él.

¿Qué quieres hacer conmigo? — dije yo.

Nada, solo ganar el juego. ¿Te cuento un secreto bruja? Creemos que para ganar el juego, no solo hay que enfrentarse al temido Señor de los Mundos, sino también acabar con todos los demás personajes del bando azul, en nuestro caso. No sé si os fijasteis, entramos veinte personas. Doce somos del bando negro, hemos matado ya a tres de los vuestros, y nos quedaban cinco, sabemos que tres van por otro camino, así que solo nos quedabais tú y otra persona, y aquí estás...— dijo él con cara de poco amigos, contando eso, como si tal cosa.

Me empecé a poner bastante nerviosa.

—¿Estáis matando a jugadores? —Pregunté bastante asustada.

Sí, ya te lo he dicho. Se acabó la charla, tengo que buscar al que estaba contigo, te dejaré en la cueva con uno de los elfos rojos— dijo el orco.

Enseguida llegamos a una cueva fría y oscura, que se encontraba muy adentro de lo que es el bosque, la vedad nunca me había percatado de su existencia cuando jugaba. Yo seguía en "modo grupo" pero no podía comunicarme con Izan, ya que me sujetaba las manos el orco maldito.

Cuando llegamos a la cueva, había un elfo rojo, efectivamente. Los elfos rojos tenían dos caras por así decirlo, eran producto de una maldición que recaía hacía miles de años en los elfos de luz, los elfos de luz eras seres pacíficos, que buscaban solo hacer el bien y proteger a todas las criaturas; pero si les tocaba la maldición se convertían en criaturas malvadas guiadas por los instintos más básicos y bastante temibles. Se decía, que en todo elfo rojo quedaba aunque fuera un ápice de la bondad del elfo de luz que había sido antes, y yo tenía que aprovechar eso.

El orco me ató a una especie de roca con unas cuerdas que aprisionaban bastante, no podía respirar bien, y se fue en busca de Izan.

El elfo rojo no paraba de mirarme, sentado en una piedra y sin mediar palabra.

—¡Hola! — dije yo, bastante desesperada por captar su atención.

—¿Qué quieres? No has venido aquí a hablar, en cuanto venga el líder te matará— dijo él, con una voz aguda de elfo.

—¿Qué? — dije yo asombrada por la frialdad en que pronunció esas palabras.

—¡Lo que has escuchado, bruja! Así que ponte cómoda en tus aposentos, descansa y disfruta de lo que te queda de vida, espero que sea de tu agrado la estancia jaja— dijo él.

De repente Izan empezó a escribir en el grupo.

IZAN GRUPO_11:15

Luna, ¿Dónde estás? No te veo, contesta por favor.

El orco me ató tan fuerte a una roca de la cueva, que no era capaz de sacar las manos, para poder activar el teclado o la voz por lo menos, escribir sería más complicado, y más sin que se diera cuenta el elfo claro.

Estaba bastante desesperada, en mi situación, creo que era normal; no sabía cuánto tiempo me quedaría de vida, y lo pasaría sin Izan, y al lado de un elfo maldito.

IZAN GRUPO_11:25

Luna, ¿Qué haces en esa cueva? ¿Para qué te has ido tan lejos? ¿Qué pasa? ¿Por qué no contestas? Ahora voy ...

Leer el mensaje de Izan en la pantalla, me estaba matando por dentro, él seguramente no podría ver al elfo rojo, en las cuevas no teníamos la capacidad de poder avistar al enemigo, era como si perdiéramos la cobertura de nuestro radar, por explicarlo de alguna forma coherente. Lo peor, es que el elfo, tenía muchísimo más nivel que él, si venía iba a morir sí o sí. Tenía que actuar de algún modo, y no se me ocurrió otra cosa que utilizar mis armas de bruja encantadora.

¡Eh tú!¡Sí, tú! — dije yo, viendo que ahora si tenía la atención del elfo.

¿Qué quieres? — dijo él molesto, mientras retorcía su cabeza.

No creo que quieras que me maten, si conseguimos salir del juego, esto te va a pesar toda la vida. Estáis asesinando a gente de verdad, y tú no tienes pinta de ser de esos. Además eres bastante guapo, no te pega hacer este tipo de cosas— los nervios hablaban por mí, así que creo que junte temas que no tenían mucho que ver la verdad.

¿Perdona? — dijo él sorprendido, de las tonterías que había soltado.

Pensando, no se me ocurrió otra cosa que contar una verdad como un templo, que la verdad para que engañarnos, también me preocupaba morir así.

Mira, voy a morir, así que te voy a contar algo— dije yo.

Haz lo que quieras, si es tu última voluntad, hay que respetarlo; que te escuche atento o no eso es otra cosa— dijo él.

No sé por dónde empezar, es muy íntimo, pero en fin ... Tengo diecisiete años, ¿Cuántos tienes tú? — le pregunté apelando a que tuviera un poco de misericordia, si veía que me interesaba por él.

No creo que te importe— dijo él enfadado.

Sí, me gustaría conocerte, pareces un chico amable, debajo de esa coraza— dije intentando embaucarle.

. —Tengo veinticinco años— dijo él.

Bueno, entonces ya habrás probado bastantes cosas en la vida, yo no he podido. ¿Sabes?... Tengo novio fuera, fuera del juego digo, pero es de lo peor, y es más, creo que no le gusto mucho, llevamos cerca de un año saliendo ... Y... ¿Te puedes creer que no me ha tocado ni un pelo? La semana que viene hago dieciocho años, creo que ya está bien de esperar— dije sorprendida de contarle esto a un desconocido.

—¿Para qué me cuentas esto? — dijo él con cara de pocos amigos.

Ya no sabía distinguir lo que era realidad, de lo que no, intuía que podía morir pronto y me apetecía desahogarme y que respondieran algunas dudas que me surgían por el camino, también estaba bien.

—¿Crees que no soy atractiva?, ¿Si me tuvieras de novia esperarías tanto para ...? Ya sabes ...— dije poniéndome más roja que el color de su rostro.

—¿En serio quieres que te conteste?

—Sí...

—¡Qué ridículo es esto! Bueno en fin, creo que eres guapa, a mí parecer claro, no sé qué pensará tu novio de ti, para gustos los colores y creo que tienes un plus... ¿Él juega también? Si es así, tener una novia que juega es un plus bastante considerable.

—Sí, él juega también ... Pero como te he dicho no está aquí, y no me hace mucho caso últimamente...— dije poniendo cara triste.

—Pues menuda mierda la verdad ... ¿Qué haces con él?¡Eres joven!¡Disfruta de la vida1 Esta edad solo la tienes una vez, te lo digo por experiencia— dijo él.

—¡Hablas como si fueras un viejo! —le dije yo, sin importarme que le fuera a molestar.

Bueno...Sé de lo que hablo...Aunque aquí poco vas a disfrutar ya, sintiéndolo mucho la verdad ... — dijo él, fingiendo cara de pena.

Parecía que poco a poco, conseguía llegar a su corazoncito. Supongo que él a mi edad e incluso a la suya ahora, tendría que tener los sentimientos a flor de piel, aparte de ser un elfo rojo bastante atractivo porque no decirlo. Y la verdad, es que solo había besado a Bruno y a Izan en el juego, pero no me importaba probar de nuevo, si eso podría suponer la diferencia abismal entre vivir y morir, ya que se me estaba ocurriendo algo... Pero tenía que seguir tanteando el terreno, no por mucho tiempo, ya que veía que Izan cada vez estaba más cerca de la cueva, y sería el primero en morir si entraba.

—¿Y tú has tenido muchas parejas? — dije yo, como preocupándome por su vida.

—No, la verdad es que dos...— dijo él muy parco en palabras.

Mmm... ¿Te puedo pedir un último deseo? — no podía creer lo que le iba a decir, pero o me lanzaba o moriríamos Izan y yo pronto.

—¿Qué? — dijo él sin saber lo que seguramente le diría.

—¿Me puedes desatar y besarme? Solo he besado a mi novio, y antes de morir me gustaría ...— dije yo apenada y contando una pequeña mentira para que fuera más piadoso conmigo.

—¿Qué dices? Eres una cría ...— dijo él, enfadado.

—¿Ahora tienes moral? Me estás reteniendo, lo que viene a ser un secuestro en toda regla en contra de mi voluntad y encima para que me asesine un orco de mierda ... ¿Y te vas a poner digno ahora? ¿Ahora te pones digno en serio? — dije yo bastante enfadada, tentando demasiado a la suerte.

Eres... Eres inaguantable bruja, perdona que te lo diga— dijo él a gritos.

—¿Ah sí? Pues tu más... Solo te he pedido un beso de mierda, antes de que me maten, ¿Tanto te cuesta? — dije muy alterada, gritando y muy metida en mi papel, de poder cumplir mi último deseo.

Mira de verdad por no oírte ... ¿Pero para que quieres que te desate? No creo que estes pensando en escaparte verdad? — dijo él malhumorado.

—Por favor... ¿Crees que soy estúpida o qué? Me alcanzarías rápido y me matarías. Las cuerdas me están estrangulando, necesito un poco de aire, y es para disfrutar mejor el beso.

En realidad sabía que no era por eso. Tenía un hechizo maravilloso en mi poder, conocía muy bien a los elfos rojos, todos sus poderes emanaban de los ojos, sin ellos no podían hacer nada, y yo necesitaba mis manos para lanzar un hechizo que le dejaría en el suelo, durante al menos dos minutos para poder escaparme. El hechizo se llamaba aturdimiento, solo tenía que estar enfrente de él (a menos de diez centímetros) y frotar mis manos para que surgiera efecto.

Él comenzó a desatarme, el orco me había atado bastante bien y le costó conseguir desatarme. De repente, me encontraba frente a él de pie, él se acercó mirándome a los ojos, y me besó, parecía que el beso le estaba gustando, a penas me rozó los labios, pero no podía apartarse de mí, no era al único al que le gustaba, fue un beso tan tierno y dulce, me daba hasta pena tener que hacerle esto; pero cuando siguió mirándome embelesado, actué y lancé el hechizo.

—¿Qué has hecho bruja?¡Sabía que no podía fiarme de ti! — gritó aturdido, cayendo al suelo.

Salí corriendo despavorida, mientras corría iba mirando el mapa, vi a Izan y corrí tras él, hasta que le encontré.

—¡Izan corre con todas tus ganas!

—¿Dónde estabas Luna?

—No te lo puedo explicar, vamos a Villa Plateada, que está por... ¡Por aquí! — dije yo sin apenas respiración, mirando el mapa.

Por suerte conseguimos escaparnos y llegamos a Villa Plateada, un pequeño pueblecito en el que conseguimos escondernos en una posada y cerrar la puerta, por suerte habíamos perdido la pista al elfo.

—¿Me explicas porque corríamos? — dijo Izan bastante cansado.

Resumiendo, estaba matando arboles engendro, y bueno... Me encontré con un orco del grupo que vimos en Ciudad Azul, me capturó y me llevó a una cueva que había en el bosque azul, me ataron y me estaba vigilando un elfo rojo, no podía escribirte ...Empecé a contarle cosas de mi vida para darle pena, incluso que Bruno y yo nada de nada de eso todavía ...—dije a Izan acelerada, sin darme cuenta que le había contando algo que no debí contarle, quizás fruto de los nervios del momento.

—¡Joder!¡Debiste pasar mucho miedo! — dijo Izan, que parecía que no se había percatado muy bien de lo que había dicho sobre su amigo y yo.

Izan, eso no es lo peor... ¡Izan están matando a todos los del bando azul! ¡Me iban a matar, te quieren matar!¡Han matado ya a varios jugadores!¡Y están en busca de otros tres aparte de nosotros para matarlos! Dicen que no solo vale para poder salir del juego, matar al Señor de los Mundos y subir de nivel, también quieren matar a todos los demás jugadores del bando azul. ¡Se han vuelto locos!

Eso no lo veo necesario, que sanguinarios ... ¿Y cómo lograste escapar?

 La temida pregunta que me hizo Izan, que quizás me dolería más que me hubieran podido matar y no verlo nunca más. No sabía si contarle la verdad, pero lo hice, si quería empezar una relación con él fuera, tendría que contarle todo. Así que le conté todo, menos lo del beso con el elfo, que me lo estaba reservando para el final ya que sabía que eso sería lo que le iba a sentar mal. Cuando me arme de valor, y le fui a contar todo con pelos y señales, él me interrumpió, no dejaba de pensar en lo que le había dicho, me cortó y no me dejó seguir contándole más.

—¿Tú y Bruno no habéis hecho nada? Perdona que te lo pregunte, pero él fardaba de lo contrario ... Y me molestaba bastante que dijera eso delante de todos, he tenido cada bronca con él ...— preguntó asombrado Izan.

—¿Cómo? Me parece alucinante...

—Bueno Luna, no te preocupes de eso ahora...Centrémonos en el juego, cuando salgas si quieres le doy una paliza por ti jaja— dijo Izan mientras me daba un abrazo enorme.

No sé como puede ir diciendo cosas que no han pasado ...

—Así hay mucha gente, son unos fantasmas ...

—Sí, y parece que en el grupito de amiguitos que tenéis, hay demasiados...

—Pues sí, para que te voy a engañar. A mí la verdad, cada vez me gusta menos quedar con ellos. La idea de pasar un día en la montaña con todos ellos, para ver quien hace mejor todo, no me hacía mucha gracia.

—Claro, es mucho mejor estar aquí conmigo...

—No te voy a engañar, me gusta estar contigo Luna, quizás hubiera sido mejor tener una cita más normal ...

—¿Cita? — le dije perpleja.

A ver... No quería decir eso ... Quería decir, no sé ... Tengo mucho sueño ... — dijo Izan intentando excusarse.

Izan, no te preocupes, lo he entendido, solo quería picarte...

—Pues va a ser verdad que cogemos la personalidad de nuestros personajes ...

—¿Qué? ¿Por qué dices eso? — dije yo, bastante mosqueada.

Eres un poco bruja ...

—¿Perdona? ¿Quieres que te lancé uno de mis hechizos y te haga callar la boca?

Sin quererlo, había desatado la caja de los truenos, diciendo eso.

A ver, inténtalo ... Pero no me hace falta ningún hechizo para que me calles, se me ocurre algo mejor ...

—¡Izan! Eso ha sonado muy baboso ...

—Jajaja, sí, quizás ...

A los dos se nos estaban empezando a cerrar los ojos, así que por nuestro bien, veía apropiado terminar la conversación.

Tengo mucho sueño, voy a dormir...— dije yo.

Yo también, que descanses Luna.

—Tú también Izan.

Sin darnos cuenta, en aquel momento caímos los dos rendidos, y acabamos dormidos en el suelo, a penas sentíamos lo duro que estaba, del estrés que habíamos sufrido durante todo el día. Por suerte, había acabado todo, por ahora ...

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