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Capítulo 5. Otro día más atrapados

Comenzaba a entrar el sol por la ventana de la habitación de la posada. Por suerte nadie había intentado matarnos, la ventana estaba cerrada y la puerta seguía atrancada con la silla. Izan seguía pegado a mí como una lapa, algo que me gustaba bastante. Yo me hice la dormida. Él comenzó a despertarse, mientras se acercaba más a mí. Me pareció todo muy extraño, y al mismo tiempo bonito, pero no pude evitar fastidiar el momento, no me apetecía empezar algo con él, en medio de un juego caótico; quizás nos merecíamos algo más o eso pensaba yo en ese momento. Así que intenté por todos los medios posibles que todo no fuera a más, para eso me dispuse a dejar en ridículo a Izan.

-¿Qué estás haciendo Izan? - dije malhumorada.

-Yo, ¿qué? Nada, nada ...- dijo Izan bastante nervioso.

No podía evitar reírme mientras estaba dándole la espalda. Me apresuré enseguida a levantarme de la cama y le dije que era hora de seguir adelante, había que buscar Ciudad Azul.

-Bueno pero habrá que ducharse y esas cosas...- dijo Izan, parecía que nunca antes le había importado tanto su aseo personal, de la forma que lo dijo.

-No sé dónde te vas a duchar...Jajaja- dije yo, mientras me entraba la risa tonta.

Izan abrió la puerta, y se dispuso a mirar en todas las habitaciones de la parte de arriba de la posada donde estábamos, por si había alguna ducha; algo que sabía que sería poco probable, bueno en realidad sabía que era imposible, ya que en esa época no existían los baños.

-¿Qué te crees que es esto Izan? ¿Un hotel de cinco estrellas como los que conocemos en la vida real? En el juego no existe ninguna ducha que yo sepa jaja- le contesté sin poder evitar volverme a reír, y ya no por reírme de él, si no por la risa nerviosa que me entraba cada vez que me estresaba.

-No sé de qué te ríes ... Arrrgg

-Como mucho te podrías dar un baño en el río que está relativamente cerca de aquí. Creo que es el rio Azul, que discurre al lado del camino que va hacia Ciudad Azul, si no recuerdo mal el agua era bastante cristalina, pero hay que adentrarse en el bosque, y había pirañas de agua dulce, ¿Cómo no te quieras bañar ahí? Tú sabrás, si quieres perder algún miembro que te resulté útil jaja.

-Pues sinceramente, no puedo empezar el día si no es con una buena ducha... Me da igual perder lo que sea ... ¿Te vienes a buscar el río? -dijo Izan.

-Qué remedio, te tendré que proteger- dije yo volviendo a reírme.

Por el camino fuimos esquivando todos los bichos que nos encontrábamos en el bosque, a cada lado que mirabas había un oso, un lobo o una araña tejiendo su tela de araña para ver que podía atrapar para comer, por suerte estaban todos bastante entretenidos y además yo era un nivel superior a ellos ya, así que no supondrían un problema en ese momento.

Llegamos al río. Izan comenzó a quitarse la ropa. Se quedó en una especie de calzoncillos extra largos que le llegaban hasta la rodilla, sería la típica ropa interior que llevarían antes en la edad media. No pude evitar reírme, eran ridículos, pero la verdad es que a él todo le sentaba bien.

-Date la vuelta- me dijo.

-¿Para qué? - dije yo.

-No me puedo bañar en calzones, o lo que sea esto, solo tengo esto para ponerme debajo, y que yo sepa esto no lo vendían en el juego, lo tendré que llevar todo el juego, que horror...

-Jajaja, no lo había pensado, quizás moriremos antes de alguna enfermedad como tengamos que llevar siempre la misma ropa interior...

-No tiene gracia Luna... - dijo él mientras se dio la vuelta caminando hacia el rio y quitándose la ropa interior.

No pude evitar mirarlo, aunque solo conseguí ver su trasero. Se metió en el agua y parecía que estaba en su salsa, por un momento parecía que se había olvidado de todos nuestros problemas, y se estaba relajando nadando rio adentro.

-Vente Luna, está ideal el agua...- me dijo con una cara de felicidad, que era la primera vez que conseguía ver en él en desde que entramos en el juego.

Era todo tan tentador... Por un momento, hasta me había olvidado de que en la vida real tenía novio, aunque pensar en eso, me resultaba estúpido; quizás nunca conseguiríamos salir del juego, aunque pusiéramos todas nuestras ganas. Así que decidí dejarme llevar por el momento, aunque siempre manteniendo la cordura e intentando controlar todos los peligros que nos podían acechar en ese preciso instante. Siempre pensaba que un poco de tensión no me venía mal nunca, si queríamos salir de aquí con vida algún día. Por lo que empecé a recordar peligros que podían estar cercanos a nosotros en la zona del juego en la que nos encontrábamos.

-No sé si es buena idea, había pirañas de agua dulce en esta zona del juego - dije yo mientras miraba el mapa y la zona.

-En esta zona había, pero pocas...- insistió Izan.

Intenté quitarme la nueva túnica que llevaba, pero llevaba una especie de cremallera por detrás que era incapaz de bajar.

-No me voy a meter. No soy capaz de quitarme la túnica-le dije a Izan.

-Espera, ahora te ayudo.

Izan vino nadando a la orilla, y salió del agua completamente desnudo, y no parecía importarle. Me daba tanta vergüenza, que antes de que pudiera ver algo, me di la vuelta, de hecho me puse las manos en la cara para no verlo. No quería ver nada. Me empecé a poner roja como un tomate.

-Joder Luna, tampoco es para que te pongas así- dijo Izan mientras se tapaba sus partes metiéndose detrás de un helecho.

-Eres un idiota arrogante. Ayúdame a quitarme la túnica- dije yo.

-Ven aquí, y así no tengo salir- me dijo él.

Yo me acerqué a Izan, mientras visualizaba su cuerpo perfecto, o lo que podía ver, me di la vuelta y me empezó a bajar la cremallera de la túnica. Cuando de repente, se empezó a reír.

-¿De qué te ríes? -le dije yo.

-¿Te estabas riendo de lo que tenía yo debajo? Pues tú tienes una ropa interior bastante rara jaja.

Cuando consiguió ayudarme a quitarme la túnica, vi como tenía una camiseta de tirantes, y unos pantalones que me llegaban hasta la rodilla que tenían una especie de volantes al final. Me parecía todo bastante hortera.

-¡Qué horror de ropa! ¡Y no tengo nada más debajo!¡Que desastre!

-Quítatelo- dijo él, en ese momento él tampoco pudo evitar ponerse rojo, pensando en lo que había dicho.

-Date la vuelta- dije yo.

Él se dio la vuelta y se adentró en el agua, pero no entendía nada, no entendía como podía tener tanto pudor con todo, aun así no quiso preguntar.

Me quité la maldita ropa interior y yo también me metí en el agua detrás de él.

Izan no podía evitar mirarme, se acercó y me empezó a salpicar con el agua en la cara, yo empecé a hacer lo mismo. Sin querer nos adentramos en un juego dentro del propio juego que no sabíamos cómo iba a acabar.

De repente detrás de Izan divisé algo que se acercaba nadando. Parecía un pez cualquiera, pero cuanto más se acercaba pude ver que era una piraña monstruosa con pinchos por toda la cabeza, era una de las pirañas de agua dulce, de las que sabía que estarían por la zona.

Estate quieto! - dije en bajo.

Sabía que ese tipo de piraña, podía sentir las vibraciones de los personajes en el juego, era bastante letal, y cuando comenzaba a atacar, tenía una especie de radar que avisaba a todas las demás, y podía aparecer un grupo considerable de ellas y matar en cuestión de segundos a su víctima.

Me puse bastante nerviosa, Izan se quedó inmóvil, estaba muy nervioso, sabía lo que le podía pasar si se movía.

-¡No hables Izan!¡No te muevas! - le seguía diciendo.

Él parecía darse cuenta de que algo no iba bien, y sabía que yo no estaba bromeando precisamente, por suerte me hizo caso, y no realizó ningún movimiento brusco que le pudiera poner en peligro, o más bien nos pudiera poner en peligro a los dos.

Comencé a intentar lanzar mis hechizos, pero la piraña estaba todavía muy lejos y además yo también estaba lejos de Izan. Tenía que acercarme justo al mismo nivel que Izan. A pesar de que estábamos a menos de dos metros, tendríamos que estar a menos de diez centímetros uno del otro, para poder alcanzarla. Así que me acerqué hasta él, podía ver cómo estaba aterrado en su rostro, lo que él no sabía es que yo estaba mucho peor por dentro pero estaba intentando disimular por el bien de los dos, ya que de mí dependía que no fuéramos devorados por un montón de pirañas asesinas y morir en un triste juego, era demasiada responsabilidad para una cría de diecisiete años como yo.

Me acerqué nadando lentamente hacia él. Una vez que tuve a Izan pegado a mi rostro prácticamente, levanté mi mano hacia la piraña que se mantenía quieta para atacar en cualquier momento, y usé el hechizo de la absorción de vida con ella. El hechizo consiguió levantarla en el aire, una vez que la aturdí no la quise matar, ya que eso supondría perder demasiada energía de vida y "sabiduría" que era lo que alimentaba mis hechizos y quizás necesitaría usar en otro momento. Así que cambié el hechizo a la bola de sombras y la mandé prácticamente al otro lado del rio.

-Joder, gracias, pensaba que no lo contaría ya - dijo Izan, suspirando aliviado.

Salgamos de aquí ya! - dije yo bastante asustada.

Seguíamos un poco mojados, aun así nos pusimos la ropa de manera estrepitosa, para salir de esa zona cuanto antes, con la piraña de rio habíamos tenido bastante.

Comenzamos un largo camino, nos dirigimos hacia nuestro destino, había que llegar lo más pronto posible a Ciudad Azul, para conseguir en mi caso nuevos hechizos, y en el caso de Izan armas; además, no podíamos permitir que anocheciera en el camino. Por otra parte, necesitábamos establecer cuanto antes, los llamados "puntos de encuentro" en todas las ciudades, para así no iniciar el juego desde el punto donde había empezado y poder ir subiendo de nivel más rápido en las zonas más indicadas para cuando tuviéramos niveles superiores.

No sé cuánto tiempo permanecimos andando, la primera vez que llegabas a Ciudad Azul tardabas bastante tiempo.

-¿Cuánto tiempo llevamos andando? - dijo Izan.

-Pues no lo sé...

-¿Qué es eso de allí? -dijo Izan.

-Mierda, hay una banda de ladrones cerca, es uno de ellos-dije yo.

-Joder y en medio del camino... Tendremos que adentrarnos en el bosque.

-¡Izan no!, será mejor matarlo, si está él aquí, sabes que hay más cerca.

-Me niego, no tengo nivel ...

-Lo puedo hacer yo, es un nivel seis, soy nivel cinco, con un poco de tu ayuda...

-No, no...Prefiero no arriesgarme...-dijo Izan preocupado.

-¡Izan, no seas cabezota! Nos arriesgamos más adentrándonos en el bosque ...

-No creo que encontremos nada en el bosque, había zonas que no tenían apenas ningún tipo de bichos ...

-¡Izan no! - grité bajito (si se puede gritar bajito claro).

Mientras me disponía a seguirlo, ya que después de haberle dicho que era mala idea lo de adentrarse en el bosque, sin hacerme ningún caso se dispuso a entrar rápidamente en el bosque, y a mí no me quedaba otra nada más que seguirlo, si no quería que perdiera la vida en cualquier instante.

Entramos en el bosque a pesar de que no me hacía mucha gracia. Como suponía, estaba repleto de la banda de ladrones. No teníamos escapatoria, cuatro de ellos vinieron hacia nosotros. Izan se quiso hacer el valiente, así que los provocó corriendo alrededor de ellos, era un suicidio total en toda regla. Un nivel uno, enfrentándose a cuatro personajes de nivel seis cada uno. Tenía un hechizo de grupo que nunca había usado, se llamaba "muerte colectiva", podías infligir un daño a todos los enemigos que estuvieran a tu alrededor, eso sí inmediatamente tú pasarías a ser su blanco fácil si lo usabas, ya que todos te perseguirían a ti, sin inmutarse por los demás personajes de tu bando que estuvieran alrededor, te convertías en una especie de mártir, por todos tus compañeros, en este caso solo por un guerrero bobo. No tuve más remedio que usarlo, si quería salvar a Izan no me quedaba otra.

Uní mis dos manos y comenzaron a salir rayos de color blanco de ellas, fueron a parar a cada uno de los cuatro ladrones, se giraron y vinieron a por mí enseguida, por suerte conseguí que a Izan lo dejaran en paz, no sé cuánto tiempo estuve lanzando hechizos, me estaba quedando sin "sabiduría" y no podía beber en combate para conseguir más y tampoco podía escapar, eran demasiado rápidos como para pillarme en cualquier momento si yo corría, por lo que tenía que seguir lanzando hechizos y esperar a que pasara un milagro. Dos de ellos consiguieron acorralarme mientras los otros caían muertos por mis hechizos. Llevaban cuchillos y me intentaron asestar varias puñaladas, una de ellas consiguió rozarme el brazo y empecé a sangrar.

A Izan le empezó a parecer una mala idea haber entrado en el bosque. Conseguí matar a todos con la ayuda de Izan, solo dejé en pie a uno, que salió huyendo despavorido. Por desgracia, mi energía se estaba agotando, había agotado bastante en la lucha, la vida la tenía a nivel muy bajo, sin darme cuenta, me desplomé cayendo al suelo.

Izan estaba muy asustado. Me cogió en sus brazos, y no reaccionaba.

-¡Luna, joder!¡Despierta! - dijo él muy asustado.

Yo también comencé a asustarme cuando empecé a verme en "modo fantasma" de pie, al lado de mi cuerpo, en el juego eso significaba que te quedaba poco para morir, cuando morías tu cuerpo se desvanecía y acababa en el cementerio más cercano y ahí acabaría todo para mí.

No podía hablar, solo ver mi cuerpo tirado en el suelo, mientras Izan estaba llorando con mi cuerpo helado y tirado en medio del camino en sus manos. Nadie nos podía ayudar en esos momentos, no había otros jugadores de nuestro bando cerca.

-¡Lunaaaa!¡Despierta! Joder, soy idiota ... ¡Debí hacerte caso!

Izan me daba palmaditas en la cara, pero no reaccionaba.

Él no sabía lo que hacer, lo único que sabía es que estábamos en un juego aterrador, que no perdonaba ni una. Se le cruzaron los cables, y no sé si ya empezó a mezclar hasta cuentos de hadas con el dichoso juego.

Se acercó y me besó, no sé si pensaba que estaba en el típico cuento en el que el príncipe viene a salvar a la princesa de un coma fatal, y la despierta con un beso. «¡Qué ridículo eres Izan pensé yo. Cuando me besó, yo no sentí nada, algo que me preocupaba, parecía que mi alma se había desvanecido y se había separado de mi cuerpo, solo lo podía ver desde lejos, no podía ni tan si quiera tocar a Izan para que se sintiera mejor, no era dueña de mi espíritu ni mucho menos de mi cuerpo en esos momentos.

Él se quedó abrazado a mí, tirado en el camino, esperando a que apareciera alguien, cosa que no ocurriría. Poco a poco, como en el juego, pasados unos minutos, comencé a recuperar el color de la piel, y a volver en mí, estaba recuperando la energía de vida, y me estaba empezando a sentir mejor, aunque bastante aturdida. Mi espíritu volvió de nuevo a mi cuerpo.

-Joder Luna, estás aquí- dijo Izan sin parar de abrazarme.

-¿Qué? ¿Qué ha pasado? - dije haciéndome la tonta, para ver si me contaba lo del beso.

-Te ha faltado poco para morir.

-Te dije que no era buena idea ir por el bosque Izan. ¡Te lo avisé! - le dije a gritos.

De repente me entró un cabreo bastante considerable, cuando lo pensé todo bien fríamente, podía haber muerto y no sabía si moriría de verdad o que pasaría.

Quise dejar todo a un lado por el bien de los dos, y quise guardar silencio de todo lo que había pasado, sabía que él no lo había hecho a malas, él nunca intentaría ponerme en peligro de esa forma, aunque no me hizo caso, a pesar de que le dije que no fuéramos por ahí... Pero pensando de forma calculadora, no se me ocurrió otra cosa, nada más que seguir hacia delante, coger el maldito mapa y mirar donde estaba Ciudad Azul.

-Estamos a dos kilómetros ya de Ciudad Azul- dije en un tono malhumorado.

-Lo siento Luna, no te enfades...

Al escuchar eso, tuve que estallar, ya no podía más.

-¿Qué no me enfade? ¡He estado a punto de morir Izan! He aparecido en "modo fantasma" como en el juego cuando vas a morir, lo he pasado verdaderamente mal, no sabía si iba a morir de verdad ... ¡Lo único que quiero es salir de este maldito juego de mierda de una vez! Y lo peor, es que tampoco sabemos qué pasará si nos pasamos todas las misiones y conseguimos subir de nivel con ellas, si podremos matar al Señor de los Mundos, y aun así, si conseguimos matarlo, no sabemos si volveremos a la realidad o tendremos que hacer vida aquí. ¿Y no quieres que me enfadeeeeeee? ¿En serio? - dije a gritos.

Izan se quedó callado todo el camino, con una cara de culpa que no podía disimular, después de mi estallido no pudo pronunciar palabra. No supo que decirme, en el fondo sabía que tenía razón, que no sabíamos que pasaría con nosotros, y que yo había visto ya cierta parte del juego bastante cruel, al estar a punto de morir por una estupidez suya prácticamente.

Proseguimos lo que quedaba de camino sin hablar nada más, hasta que conseguimos llegar a Ciudad Azul.

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