Capítulo 18. De Entremundos al cielo
Conseguí echar una pequeña cabezadita, en la casita en la que nos quedamos en Ciudad Nevada, cuando desperté o más bien cuando me despertó Hugo, me contó que había estado subiendo de nivel fuera de la ciudad, yo no me di cuenta que había desaparecido, fue todo un poco extraño.
—¿Cómo saliste fuera?—pregunté extrañada.
—Salí levitando ...
—¿Pero lo controlas ya?
—No sé, quizás me fallen algunos hechizos, o es lo que he podido comprobar y otros no...
—¿Has visto algo fuera? ¿Izan está ahí fuera con los demás del bando negro?
—No, no los he visto, me ha parecido extraño pero no ...
—Cambiando de tema ...¿Comiste bien ayer, Luna?
—Sí, gracias, estaba todo riquísimo.
—Te lo digo porque tenemos que seguir andando ...
Comenzamos de nuevo a andar, teníamos que llegar cuanto antes a Entremundos, en esa zona estaríamos resguardados de todo. Se suponía que una vez que entrabas en la zona te consideraban neutral con los del bando azul y los del bando negro. Y allí tendríamos que buscar Ciudad Blanca. Era la ciudad que protegía al nuevo bando blanco que se construía fruto de los personajes del bando negro y azul que dejaban su guerra de lado y se aliaban para matar al Señor de los Mundos, que gobernaba todos los mundos a base de crueldad, miedo e imponer sus propias normas. Allí, en Ciudad Blanca también conseguiríamos equipamiento para poder subir de nivel y quizás alguien sabría donde se escondía el Señor de los Mundos, para poder matarlo.
—¿Dónde estarán Izan y los demás?—pregunté a Hugo.
—No creo que importe. Probablemente no estén interesados en nosotros ya, irán a matar antes al Señor de los Mundos, no creo que se arrimen por aquí. Si no les funciona matarlo, para poder salir del juego, tendremos un problema eso sí, porque seguramente sí que vengan a por nosotros más adelante.
—¿Sabes algo de tu hermano?
—No. Hoy te has levantado un poco preguntona...
—Hugo, si todo acaba ...
—No te preocupes, seguiremos en contacto fuera, te lo prometo, no te olvidaré tan fácilmente Luna.
—Eso espero, tengo que arreglar cosas, pero ...
—Luna, tranquila. No te preocupes.
—Estamos saliendo de la zona helada ...—dije yo, para cambiar de tema.
—Eso es buena señal ... Mira el mapa.
—¡Estamos en Entremundos!—dije yo.
—¡Lo hemos conseguido Luna!—gritó de emoción Hugo.
Hugo me abrazó y no pudo evitar cogerme de la mano y entramos corriendo en Entremundos, por fin estábamos a salvo. Ya solo teníamos que caminar un poco más, para encontrar Ciudad Blanca.
—Estoy cansada de caminar ... Podemos coger tu fénix, o mi avioneta...
—Nos tiene que quedar media hora, no seas quejica ...
—No lo entiendo ...Llegaríamos antes con un medio de transporte aéreo...
—Luna, ya te lo expliqué, en esta zona no podemos usar nada del bando negro o azul, los personajes que hay por aquí nos acribillarían.
—Pues menuda gracia, eso de que estamos a salvo, no es del todo cierto.
—Luna en serio ... Solo tenemos que llegar a Ciudad Blanca y ante la Reina de Paz, hacernos del bando blanco, dejando atrás todos nuestros hechizos.
—No sé si podré hacer eso...
—¿Nunca lo has hecho?
—No, nunca he llegado hasta aquí, no he tenido la necesidad de hacer esto.
—Que raro, será porque llevas poco tiempo jugando.
—Lo veo una estupidez ... No sé, ahora vamos a olvidar nuestros hechizos, nos van a dar otros nuevos que no entendemos, y con eso supuestamente nos enfrentamos al Señor de los Mundos lo matamos y nos vamos de aquí, del maldito juego ... ¿Es así?
—No lo sé Luna, la verdad es que no sé que va a pasar luego ... Se supone que esto es otra teoría de otro grupo de gente que entró a jugar, la minoría, y no sabemos quien lleva razón la verdad ...
—Es todo tan absurdo ...
—SShh calla, y mira Luna.
Yo iba quejándome, mientras iba dando golpecitos a las piedras del camino con mis botas de bruja desgastadas. Cuando me dijo Hugo que mirase, no podía imaginar en ningún momento lo que veían mis ojos, estábamos en Ciudad Blanca. Todo era absolutamente blanco, impoluto, a mí me estaba dando miedo pasar con las botas llenas de barro, pensé que se mancharía todo y me echarían de allí a la más mínima de cambio.
En la entrada había dos bichos bastante raros, especies de peluches gigantes de color blanco, con caras de no haber roto un plato en su vida, que podían ser aparentemente inofensivos, si no fuera porque portaban lanzas.
—Hugo, a mi esto no me llama, creo que no voy a entrar—le dije mientras me alejaba de la fortaleza.
—Luna, con todo lo que hemos pasado hasta llegar aquí. ¿Y ahora dices que no vas a entrar?
—No, no voy a entrar.
—¿No lo estás diciendo en serio no?
—Sí, lo estoy diciendo en serio, no pienso entrar ahí, me da mal rollo.
—Mal rollo me estás dando tu ahora, y no me hagas cabrearme para que me mate un bicho de estos de peluche en el acto. Hazme un último favor y entra.
—¿Y si no sirve de nada?
—Si no sirve de nada ... Ya buscaremos otra cosa, pero ahora entra.
—No...
—Luna, no me hagas perder la paciencia por favor... ¿Qué se te pasa por la cabeza ahora?
—¿Y si todo termina?
—Mejor, volveremos a nuestras vidas.
Yo cogí y me aleje de la fortaleza en cuanto dijo eso Hugo, él vino detrás y me frenó en seco levitando delante de mí y bajando a mi altura más tarde.
—Luna, no pasa nada, no me quería referir a eso.
—Sí, querías referirte a eso, tú volverás a tu vida, te olvidarás que he existido alguna vez, y seré una loca que te encontraste un día en un juego.
—Luna, no me voy a olvidar de ti, te conozco ya, vivimos en la misma ciudad, nos volveremos a ver, cuando termines de arreglar tus cosas bruja ...
—Sí lo harás...Te vas a olvidar...
—Sí, claro... Lo que tú digas...
Parecía que yo quería evitar lo inevitable, y la verdad que alargar la situación en el tiempo, era un poco estúpido por mi parte. Opté por hacerle caso, e ir con él a Ciudad Blanca, para hablar con la Reina de Paz, y que nos convirtiera en personajes del bando blanco.
Entramos y todos nos daban la bienvenida sonrientes, había bichos raros de todo tipo, hasta un dragón azul y blanco que nos sonreía. La verdad, a mi tanta felicidad me daba un poco de grima, pero Hugo parecía tan contento, que no quería estropearlo todo con mi pesimismo, quizás él tendría razón, quizás podríamos conseguir salir de aquí y lo mismo con un poco de suerte no se olvidaría de mí.
Llegamos al palacio de la Reina de Paz, era muy ostentoso, con plata por todos lados, unos guardas de la corte real nos acompañaron hasta la Reina.
—¿Estás seguro de esto?
—Ya lo he hecho otras veces en el juego Luna, tranquila, parece que no te fías de mí.
—Me fio, pero no sé ... No es todo muy pulcro, perfecto, maravilloso...Y más cosas que acaben en o.
—Jajaja Luna, en serio, estamos llegando, contrólate.
En ningún momento me imaginé así a la Reina de Paz, era un pájaro, un pájaro que hablaba, era de color blanco nieve, pensé que nos encontraríamos ante un humano, y la Reina de Paz era un pájaro.
—¿Es un ...?—dije yo en bajo, cuando Hugo me interrumpió, y no me dejó acabar la frase.
—Bienvenidos a mi palacio, si bebéis de la fuente blanca, os transformareis en mi verdad, el bando blanco y la paz os esperan — dijo la Reina de Paz.
Ahí presentía que acababa todo. Hugo se acercó a la fuente blanca y fue a beber el agua.
—¿Hugo? Y si ...
—Sí es una trampa pues que lo sea, Luna en serio ... No pasa nada...
Hugo bebió de la fuente blanca con sus manos. Su pelo comenzó a tornarse blanco, al igual que sus ojos, se convirtió en una especie de elfo blanco de luz.
—Luna bebe— me dijo él.
Yo acepte, la verdad es que no quería alargar más el momento.
Cuando comencé a beber, mi pelo también se tornó blanco y mis ojos.
De repente, se quedó todo en negro. Salió de nuevo la Reina de Paz, nos dijo que nuestra estancia en Entremundos había terminado, al igual que la estancia en el juego, habíamos conseguido llegar a Entremundos, y no necesitábamos matar al Señor de los Mundos para terminar el juego.
De repente se abrió una puerta, y aparecimos en el mundo real. Hugo se quedó perplejo, yo igual, ninguno de los dos sabíamos lo que había pasado. Pero acabamos de noche, fuera del recinto donde se había montado la feria, hace ya un mes atrás.
—¡Luna!¡Estamos fuera!
Yo no podía mediar palabra. No me esperaba que acabáramos fuera, no pensaba que íbamos a acabar nunca el juego, me resultaba todo tan extraño.
—Sí, eso parece ...—dije yo abrumada.
—No sé que hacer ... No me esperaba para nada esto, hemos terminado el maldito juego ...¡Luna!
No podía hablar, me había acostumbrado tanto a vivir día a día con Hugo, que mis peores temores, como perderlo se estaban haciendo realidad.
—¡Luna!¿Quieres que llame a alguien?
—Nooo, nooo hace falta. Iré andando— dije yo exhausta, agotada por el momento que estaba viviendo.
—¿Estás bien?
—¿Tú estás bien? ¿Crees que se puede estar bien? Llevamos un mes en un juego atrapados, no sabemos como ha pasado nada de nada, si han estado jugando con nosotros, si estábamos secuestrados, y de repente salimos y ¿estás tan contento?
—¿Crees que a mi no me ha afectado el juego?
—Bueno... Me voy a casa, estarán preocupados, sin saber de mi un mes ...
—¡Luna!
—No, ya ha acabado el juego ya está, no tienes por qué fingir más ...
—¿Fingir?— dijo Hugo ofendido, mientras se iba por otro camino, en ese momento pudo más su orgullo que nada.
Llegué a casa, después de estar andando de noche sola, y sin un alma en la calle, cuando llamé a la puerta nadie se lo podía creer, sin mediar palabra me fui a mi habitación, los días siguientes no pude mediar palabra, estaba totalmente desubicada. Nadie vino a verme, así que en cierto modo estaba hasta cómoda por ello. Me apetecía estar sola, no entendía nada.
Más tarde mi familia, me explicó que habían denunciado a los creadores del juego, pero que con buenos abogados, consiguieron salir de cualquier demanda interpuesta, sin llegar a quedar mal parados. Por lo visto en todos los folletos que repartían e incluso en los carteles del juego antes de entrar a jugar en realidad virtual, ponía en letra pequeña que estábamos de acuerdo con un experimento social que estaban llevando a cabo, y que no nos negábamos a participar en él, siendo nuestras familias informadas de ello.
Nadie había muerto en el juego, la primera chica que murió era una figurante, todo era mentira. Izan consiguió salir del juego también sano y salvo, supongo que el hermano de Hugo también.
Fue todo tan extraño, pero los creadores del juego lo hicieron todo tan natural que daba grima.
Más tarde la televisión y varios medios de comunicación, se hicieron eco de todo, y sacaron sus propias conclusiones a las que habían llegado con el juego. No les importó nada pensar en cómo saldríamos nosotros del juego, que veíamos tan real. Por lo visto solo querían demostrar los diferentes comportamientos de la gente ante situaciones complicadas. Hay gente que actúa de un millón de formas, desde los que hacen pequeños grupos, y se organizan de una forma egoísta sin importarles la vida de los demás, hasta los que son capaces de salvarse unos a otros, demostrando empatía por todos.
A mi nada de eso me cuadraba. Más tarde, recibimos una carta en casa, ofreciéndonos varios millones de indemnización, si nos callábamos, sobre lo que era nuestra verdad (la de los que estuvimos jugando) y su verdad (la de los creadores del juego en realidad virtual). En realidad, habían conseguido algo histórico, descomponer las partículas que formaban nuestro cuerpo e introducirnos en un juego de pc, consiguieron meternos de verdad en el juego, durante un mes lograron que desapareciéramos por completo de la vida real.
Pasaron unos meses, y viendo que mi familia aceptó el maldito dinero y se calló, me sentía bastante ofendida, me apetecía largarme de allí. Aunque lo primero que hice fue ir a hablar con Bruno, parecía que quería estar conmigo a toda costa, al enterarse de que habíamos recibido una suma importante de dinero por las molestias que nos habían causado los creadores del juego.
—¡Luna! Que bien, que estés aquí sana y salva, que susto, que mal lo tuvisteis que pasar Izan y tú... Me ha contado que te protegió todo lo que pudo y más...
—¿Ah si?¡Que sepas que tu amigo, intentó algo conmigo, y que de protegerme nada, incluso quería matarme por salir del juego! Por cierto Bruno, no quiero seguir contigo, no me has valorado nunca ni me has valorar, así que aquí se ha terminado todo.
Bruno se quedó de piedra sin saber que decir y me dejó marchar.
Yo seguía bastante consternada por todo lo que había pasado, y no sé por qué, decidí ir a darme una vuelta por el maldito sitio donde comenzó el juego.
Me acerqué a la puerta por donde salimos Hugo y yo, y me quedé sentada ahí un buen rato.
Cuando de repente, escuche una voz. Casualidades de la vida... Hugo estaba allí también.
—¡Luna!
—¿Hugo?
—¡Joder Luna! Lo siento, siento haberme ido así... Pero me fastidió que dijeras que lo había fingido todo ...
—¿Cómo estás?
—Asimilando lo que ha pasado.
—¿Y tu hermano?
—Él bien, con el dinero que le han dado ha pasado de todo el mundo ...
—El dinero, el maldito dinero ...
—Luna, ¿Qué tal estas tú?
—Pues mal, para que te voy a engañar, llevo meses en estado de shock, y mi familia tan contenta por el maldito dinero que nos han dado, no he querido hablar con Izan, y ahora vengo de hablar con Bruno y lo hemos dejado. Me gustaría largarme lejos de aquí, quizás a otro país.
—¿Y porque no lo hacemos?
—¿Qué?
—Ya has arreglado tus cosas ... No sé, tenemos dinero, y me encantó vivir contigo dentro del juego, no lo veo ninguna locura. ¿O tú si?
—No, ya te dije ...
Antes de que pudiera terminar la frase, Hugo cogió y me besó. La verdad es que con él había experimentado tantas cosas bonitas, él se había convertido en mi familia en el juego y me apetecía que lo siguiera siendo ahora en la vida real.
Los dos acabamos tan hartos de la nueva vida real que teníamos a nuestro alcance, que después de seguir viéndonos unos días, decidimos irnos a vivir los dos juntos a Italia. Para comenzar una nueva vida, lejos del caos en el que se había convertido la nuestra, cogimos parte del dinero que nos dieron y decidimos dejarlo todo atrás, no sabríamos como nos iba a ir, pero quizás conseguiríamos salir de todo esto, habíamos salido de cosas peores en el maldito juego. Después del juego, todo lo demás era pan comido.
De camino a Italia en el avión, Hugo iba muy contento, sabía que una nueva vida nos esperaba a los dos.
Yo me pedí un té caliente para beber allí, me apetecía en ese momento. Era prácticamente invierno cuando decidimos irnos allí a vivir. Pero me pusieron el té bastante frio.
—Está el té frio—le dije a Hugo.
Hugo cogió con sus manos el vaso. Cuando lo miré no me lo podía creer, sus manos se estaban poniendo rojas, cuando me pasó el vaso para que lo volviera a probar, estaba tan caliente que lo tuve que soltar y no me lo pude tomar.
—¿Hugo y esto?
—Nos espera una vida muy cómoda bruja...Jajaja— dijo él riéndose.
—Un momento ... ¿Desde cuando sabes que puedes seguir usando los hechizos ...?
—Desde el día que nos despedimos. Luna en los meses que no te vi, seguía escuchándote, pero quería esperarme a que arreglaras tus cosas...Por cierto, tú también los tienes ...
Desde ese instante, no pude dejar de sonreír, mientras me acomodaba tranquila en el asiento del avión.
Por suerte, nos llevamos algo bueno después de todas las penurias que pasamos en el juego, unos cuantos hechizos y un amor que prometía ser eterno.
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