Capítulo 16. Entremundos nos espera
De nuevo, despertando en Ciudad Azul, yo me dispuse a recoger provisiones de todo tipo de comida y agua, el camino sería largo hasta Entremundos.
Luego me dirigí con Hugo, hacia la tienda de medios de transporte voladores. Solo tenía unas cuantas monedas para una especie de avioneta destartalada, pero me hacía mucha ilusión poder llevar por fin a Hugo por un medio aéreo, esto nos libraría de muchos de los bichos terrestres.
—¿Qué te parece?— le dije a Hugo, señalándole la avioneta.
—Pues... Que no es ni por asomo como mi fénix. Luna, si quieres te presto ...
—¡Ah no! ¡Ni hablar! No me vas a prestar ni una moneda... Va a volar igual de rápido que tu fénix, que importa la apariencia ...
—Bueno, en ese caso, si no lo haces por fardar jaja
—¡Hugo! ¡No te pases!
—¡Vale, me callo!
Se hizo el silencio. Y Hugo no podía parar de reírse, cuando saqué la avioneta y le dije que montara, las risas fueron aún mayores.
—¿De qué te ríes elfo?
—Uuu ... Me has llamado elfo, eso es que estás enfadada ...
—Como lo sabes ...¿Qué te hace tanta gracia?
—Nada, lo que dijiste de volar, quizás acabemos volando por los aires con esa antigualla que te has comprado, pero si es contigo bruja, por mí de lujo ...
—En fin... Haré con que no he escuchado nada ...
—Sí, mejor ...
—¿Qué te parece si cuando salgamos de Ciudad Azul, cogemos mi fénix mejor?
—¡Ay mira! Haz lo que quieras ...
—No lo decía porque no me fiara de la avioneta, es simplemente que me apetece verte formando parte del bando negro...
—Joder, mierda, se me había olvidado que tenia que usar el hechizo de apariencia. ¿Qué quieres que sea, un orco o una elfa?
—No sé Luna, sorpréndeme.
Salimos de Ciudad Azul, yo dejé mi avioneta supersónica. Hugo se montó en su fénix y espero a que saliera yo detrás de un árbol, me escondí ahí, para darle más emoción a todo, él no sabría en que me iba a convertir con el hechizo de apariencia.
Cuando Hugo me vio, se le caía la baba.
—Joder Luna ...— dijo nervioso.
—¿Qué?
—Eres la elfa roja más bestial que he visto ...
—¿Gracias? Oh no sé ...¿Qué pasa que yo de humana no te gusto?¿O qué...?
—A ver, no... No quería decir eso... Pero te sientan bien esos ojos rojos, y ese pelo raro ...
—¿Raro?—dije yo, sin darme cuenta del color de mi pelo, hasta que me lo miré.
—Jajaja— a eso me refiero.
—Joder ... ¿Tengo el pelo morado...?
—Aun así, te queda bien, no te preocupes y monta en mi fénix, elfa mía jaja
—Esto .... Me da un poco de miedo el bicho este...Y si le da una mala idea ...Hay mucho camino por delante ...
—Luna, no es un pájaro de verdad, o un fénix de verdad, es metálico todo, solo que tiene forma de fénix.
—Ah vale, eso no lo sabía...
—Pues es más bien un robot pájaro, por decirlo de alguna forma...
—¿Hacia donde vamos a ir ahora?
—Mira el mapa, hay una zona, creo que es el Valle Dorado, tardaremos tiempo en llegar...
—Esto está muy lejos...
—Tendremos que hacer varias paradas.
—¿Cuándo vamos a subir el nivel que nos queda para terminar el juego?
—En Entremundos podemos subir tranquilamente.
Estábamos subidos en el fénix, y mientras íbamos de camino volando a Valle Dorado, tenía curiosidad por lo que me había contado antes Hugo y comencé a preguntar.
—¿Dónde está tu hermano?¿Estará allí?
—No lo sé, he perdido la comunicación con él, desde ayer no sé nada de él.
—¿Por qué no me habías contado nada de tu hermano?
—No veía el momento apropiado Luna ...
—Pues a Izan se lo contaste ...
—¿Y qué querías Luna? No le iba a mentir, supuestamente me había pillado hablando con alguien para traicionaros, tenía que contar la verdad, si le quería de mi lado, no sé ...
—Ya bueno, no sé...A mí un dato tan importante no se me hubiera pasado...
—¿Dato importante? No jugábamos juntos él y yo, desde el principio del juego prácticamente le perdí la pista cuando se quedó con su amiga y no quería formar parte del grupo que montaron en el bando negro. En un principio me pareció un error que no quisiera formar parte del grupo tan grande del bando negro, y más siendo del bando negro, pensaba que nos ayudaríamos todos, unos a otros. El problema fue cuando uno de ellos se las dio de líder, y comenzó a montarse historias en la cabeza, y los demás a seguirle como bobos...
—Tú también fuiste un bobo...
—Y tú Luna, Izan te tenía también bien engañada...
—¡Ah que bien, que me eches eso en cara, es estupendo ...!
Mientras hablábamos, podíamos disfrutar de las maravillosas vistas que teníamos surcando el cielo con su fénix y como no, también me permitía disfrutar de ir agarrada al elfo más impresionante del juego. A mí me estaba dejando todo impresionada, poder ver todo lo que veíamos en el juego en persona, las diferentes zonas en las que había jugado antes desde casa, había paisajes verdaderamente bellos.
Pasamos por una zona parecida a la que estuvimos en un principio, bastante gélida. Hacía bastante frio, había búhos de hielo, estaban los llamados osos gélidos que brillaban en color azul, era una de las últimas zonas que pisaríamos que formaba parte del bando azul, así que había que aprovechar y descansar en algún sitio antes de seguir, ya que todavía nos quedaban horas de camino para llegar a Ciudad Nevada y de allí a Entremundos.
Hugo me vio un poco despistada, y para darme un toque de atención para que me centrará comenzó a preguntarme por el mapa.
—Luna el mapa. Mira donde podemos descansar ahora, se va a hacer de noche, y no podemos volar mucho más y hace un frio que el pajarraco este, no va a aguantar mucho más en el aire.
—Mmm... Hay un pueblo cerca, es del bando azul ...
—Ya lo sé, está es la última zona del bando azul.
—Ya bueno... Te lo digo porque somos del bando negro ahora mismo ...
—Bueno, no te preocupes, paro en el bosque y cambiamos de apariencia. ¿Dónde está el pueblo?
—Es ese de allí— dije yo señalándolo.
Era un pueblo muy bonito y parecía muy acogedor, formado por casitas de madera, había muchos elfos de la luz, del bando azul. El pueblo se llamaba la Villa de Hielo.
—Voy a parar en ese claro de ahí y ya vamos andando al pueblo.
Paramos en el claro, bajamos del fénix, yo recuperé mi forma de bruja humana, y él se transformó en un humano brujo. Nos dirigimos hacia el pueblo. Los elfos, personajes del juego se nos quedaban atónitos mirando, como si nunca hubieran visto un humano por estas tierras.
—¿Crees que nos van a atacar?—dije yo asustada.
—Luna, por aquí pasan pocos personajes, quiero decir personas como nosotros, es normal que piensen que solo hay elfos, y nosotros al ser humanos, les llamamos bastante la atención.
De repente, uno de ellos se acercó a mí, me dio en el hombro con su mano y me di la vuelta tan asustada, que sujeté la varita que portaba, para usarla en cualquier momento.
—Bienvenidos a Villa de Hielo—dijo el elfo de luz.
A punto estuve de sacar la varita, ya la tenía en la mano para usarla, cuando Hugo me bajó la mano.
—¿Qué haces Luna?
—Pensaba que me iba a atacar.
—No se te ocurra volver a hacer eso por esta zona...
—Si no puedo atacar a los de mi bando ...
—Luna, estamos entrando en la zona neutral, Entremundos está cerca. Todos los pueblos que nos encontremos a partir de ahora solo quieren la paz entre el bando negro y bando azul, para poder derrotar juntos al Señor de los Mundos, así que habrá que tener cuidado.
—Ah muy bien, eso no lo sabía...
—Pensaba que si era de mi bando no podría atacarlo, y si era del otro al atacarlo pues ...
—¿Pues qué? ¿Qué la liarías y mucho? No sé cómo se te ocurre sacar una varita para defenderte, te pueden atacar solo por sacarla, porque no te ha detectado bien el personaje, sino tendríamos que haber buscado otro sitio para dormir hoy.
—También, menudo sitio para dormir, nos vamos a congelar...
—Busca una casa, y voy a por leña, seguro que la tienen cortada en algún sitio.
Había una casa muy bonita, con una decoración en madera tallada de flores a la entrada, era espectacular. Entrabas dentro, y hacia un frio alucinante, pero era bastante acogedora, tenía hasta comida en la mesa de la cocina, si se le podía llamar cocina a eso. Y una habitación encantadora, con dos sillas al lado de la cama. La cama era gigante, no entendía muy bien que quisieran una cama así de grande con el frio que hacía, las parejas se quedarían congeladas.
Hugo llegó corriendo con leña. Se había fijado también en la casita en la que me había fijado yo y había entrado.
—¡Luna! ¿Estás aquí?
—Sí— le dije yo, levantándome de la cama enorme, donde ya me había acomodado.
—Tenemos un problema ...
—¿Un problema?¿Que pasa ahora?
—Viene Izan y los del bando negro hacia aquí ...
—¿Qué?¿Cómo es posible?
—Le dije a Izan que veníamos a Entremundos, nos habrá seguido, su único interés es matarnos a todos para pasar el juego. Lo que no sabe, es que él caerá también, el último eso sí, pero una vez que les deje de resultar útil, caerá como todos.
—¿Van a pasar aquí la noche?
—Lo más seguro, tendríamos que irnos ... Mira el mapa, yo esta zona no la puedo controlar todavía.
—Hay una casa, al otro lado del bosque, que se supone que forma parte también de Villa de Hielo.
—Demasiado obvio, Izan la verá...
—Luego hay otro pueblo, pero está bastante lejos ...
—Voy a ver si el fénix puede volar, para ir al pueblo que dices.
Hugo intentó que el fénix volara, pero cuando comenzaba a montar el hechizo para que apareciera, una vez que salía el fénix, se quedaba helado, comenzaba a aparecer encima de él una capa de hielo, que le impedía desplegar las alas.
—Puuf ... ¿Qué hacemos ahora?—dije yo asustada.
—Corramos hacia el bosque, tiene que haber algo, no es posible que solo haya un pueblo y una casa aislada.
Estuvimos dando vueltas por un montón de sitios, recorriendo palmo a palmo el bosque, hacia la zona por donde sabíamos que no nos cruzaríamos con Izan y los del bando negro. Encontramos una cueva, estaba helada, pero tuvimos que entrar a resguardarnos de la noche y los bichos que salían de noche, ya no nos quedaba otra, y estaba tan alejada de todo y tan escondida, que nadie nos podría encontrar ahí.
—No pienso dormir aquí Hugo.
—Vas a dormir aquí Luna — dijo Hugo transformándose en elfo rojo y poniendo cara de pocos amigos.
—Vale, vale... Voy a dormir aquí ...
—No quiero ser un orco, pero es por tu bien ...
—Ya claro, vamos a morir de frio, no se ha metido aquí ni un triste oso gélido...
—¡Luna!¿Qué quieres?¿Un hotel de cinco estrellas? Agradécele a tu amigo, que es él quien puede divisar la zona, porque vienen por la zona del bando azul, y es él único que lo puede ver, que venga a matarnos ayuda mucho a que ahora tengamos que escondernos de ellos en una cueva helada...
—Que asco... Bueno habrá que hacer fuego, me muero de frio ...
—Voy a por leña, quédate aquí, no te muevas.
Hugo se fue hacia el bosque, con sus orejas élficas moviéndose, y asomando por su pelo rojo; yo me quedé en la entrada de la cueva esperándolo, después de un rato apareció con leña.
—Puuf, está el bosque lleno de bichos de todo tipo, hay osos, búhos de hielo, menos mal que tengo el hechizo de invisibilidad.
—Yo no lo tengo...
—No es un hechizo de tu especie Luna, es solo para elfos brujos.
—¡Ah, será por eso!
—Voy a hacer fuego.
Hugo gracias a un hechizo, abrió su mano izquierda, y comenzó a salir una bola de fuego de ella, que lanzó de un golpe a la leña que había colocado y prendió en menos de un segundo.
—Bueno, pues ya no vamos a pasar frio ...
—¿Y dónde tienes pensado que nos durmamos?
—No sé Luna ... ¿No tienes algún tipo de hechizo que saqué un colchón viscoelástico?
—Que gracioso eres, cuando te pones en plan vacilón... Maldito elfo...
—¿Qué has dicho?
—Nada ...
—Tendremos que dormir en la roca.
—Ah espera ... Tengo un hechizo, se llama enredados.
—Ah no, lo conozco y no me gusta. ¿Qué piensas hacer con eso? No se te ocurra colgarme...Tengo muy malas experiencias con ese hechizo y siempre me acaban colgando de un árbol.
—No no...
Comencé a lanzar el hechizo, de mis manos salían enredaderas, me encantaba este hechizo, solo por ver lo bonito que era, te sentías en contacto con la naturaleza, poco a poco comencé a tejer una especie de cama con enredaderas de todos los colores, había verdes, blancas, azules, era maravilloso.
—¡Te lo has currado Luna!
—Gracias, es que soy la mejor ...
—Bueno, dejemos de hablar, hay que dormir y descansar... Mañana tenemos que salir para Entremundos cuanto antes y ojalá con suerte podamos evitar a Izan y compañía.
—Esperemos que nos dejen tranquilos...—dije yo preocupada.
Cuando nos tumbamos en el colchón de enredaderas, caímos los dos de repente dormidos, parecía como si estuviéramos durmiendo en una especie de nube blandita, aunque se tratase solo de hojas y ramas enredadas. La verdad es que era un sueño dormir así y más al lado de alguien como Hugo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro