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Capítulo 15. Un encuentro desagradable

Hugo y yo, estábamos llegando a Ciudad Azul, pero justo en la entrada pudimos observar dos hombres de piedra, que iban caminando de un lado a otro, cortando la entrada.

—¿En serio? No vamos a poder entrar en la maldita ciudad ...— dije yo bastante cabreada, al no poderme creer lo que veían mis ojos.

—No sé qué hacen aquí, la maldita lluvia turbulenta ha traído de todo ...

Los hombres de piedra, eran gigantes con apariencia de hombre, eran descomunales y te podían aplastar en cualquier momento, no eran ningún tipo de jefe o "boss" pero como si lo fueran y lo peor es que había dos cortando el paso a la entrada de la ciudad.

Menos mal que ahí estaba yo para pensar un poco.

Puedo usar el punto de encuentro para entrar. Y tú puedes usar tu fénix ¿no?— dije yo aliviada.

En realidad no, debería matarlos si quiero entrar. No puedo entrar con el fénix, el bando azul me mataría ...

—No lo entiendo ...

—Es fácil Luna, no puedo montar el fénix sin ser del bando negro, en cuanto me acerqué con el fénix y siendo del bando negro me mataría toda la guardia real ...

—Joder, que mal ... No había pensado en eso.

—Habla con Izan y salir de la ciudad, os espero aquí fuera. No creo que pueda con estos dos yo solo, son un nivel ochenta cada uno, no quiero morir joven y guapo...

—Jajaja, bueno te haré caso.

Yo utilicé el punto de encuentro y me teletransporté a Ciudad Azul, sin tener que pasar por la entrada. La verdad es que no me apetecía nada encontrarme con Izan, no sé porqué pero no me apetecía mucho. Y ahí estaba él esperándome, con cara de pocos amigos.

—¿Y tu amigo el elfo? ¿No viene?

—No, no puede, hay unos hombres de piedra en la entrada que no nos dejan entrar y salir lo tendremos complicado nosotros...

—Ah, pues genial... Así me podrás dedicar a mí un poco de tiempo.

Izan estaba mosqueado, pero contento al mismo tiempo, sabía que no podríamos salir de ahí, ya que ninguno teníamos el nivel suficiente como para enfrentarnos a los hombres de piedra, y solo había una entrada-salida por decirlo de algún modo, y tampoco teníamos un medio de transporte aéreo para salir de la ciudad, más que nada por el nivel que teníamos. Y yo, en todo eso, no había pensado...

—Bueno pues disfrutemos de nuestra estancia solos.

—¿Por qué dices eso Izan?

—Tenemos que idear la manera de salir de aquí...

—Yo me he acostumbrado a estar aquí, no me apetece tener que salir a ponerme en peligro, digo yo que algún día nos sacaran de aquí...

—¿Perdona?

—Sí, que me quedo aquí.

—Estamos en peligro aquí. ¿Es que no lo entiendes o qué? El bando negro seguro que está por aquí...

—Ah sí, ya han vuelto varias veces, mientras tú no estabas.

—¿Qué?¿Y te parece esto seguro aun así?

—Sí, con cerrar la puerta vale.

—¿Lo estás diciendo en serio Izan?

—Sí, no pasa nada Luna, relájate.

—Me parece asombroso que digas eso.

—Ven mira, he cogido provisiones de comida y bebida y las he metido en el sótano de nuestra casa.

—¿El qué?¿Qué casa? Izan tenemos que salir de la ciudad, e intentar acabar el juego para ver si podemos salir...

Izan me cogió de la mano fuertemente, mientras yo tiraba de ella, pero no me podía escapar, me llevó al sótano, donde había unos grilletes, yo me temía lo peor... Comenzó a ponerme los grilletes en las manos y en los pies.

—Arrrgg, ¡Izan! ¿Qué mierda estás haciendo?

—Aquí estarás segura Luna. Te traeré todos los días de comer y de beber ...

—¿Qué?¿De qué vas Izan?

—De nada, solo te protejo— dijo Izan, mientras se alejaba subiendo las escaleras del sótano, y cerraba la puerta con llave.

Yo estaba totalmente desesperada, estaban pasando las horas, y no era capaz de desatarme, no sabía que clase de hechizo usar; a nivel cincuenta, seguro que tendría alguno para poder deshacerme de las malditas cadenas, pero no tuve tiempo de ir a recogerlo a la torre de los brujos de la ciudad.

—¡Maldita sea, Izan!¡Izaaan!—gritaba desesperada.

Fuera de la ciudad, los hombres de piedra comenzaron a alejarse de la entrada, Hugo veía que se iban y nosotros seguíamos sin salir, intuía que algo podía estar pasando, pero pensó que si seguíamos allí sería porque no podíamos salir con los hombres de piedra justo en la salida. Pero empezaba a mosquearse.

No pudo más y se convirtió en un humano brujo del bando azul y entró en la ciudad, fue justo a la casa donde me encontraba yo siempre y no veía a nadie. Yo seguía gritando sin parar, cuando él estaba a punto de irse.

—¡Izan!¡Izaaaan!¡Suéltame!— gritaba yo, y al parecer en vano.

Por suerte, parece que Hugo me escuchó cuando estaba a punto de salir de la posada e iba a cerrar la puerta.

—¿Luna?

—¿Hugoooo?

—¿Luna?¿Dónde estás?

—En el maldito sótano.

Hugo fue hacia la puerta del sótano, no la podía abrir, así que antes de usar la fuerza bruta, uso uno de sus hechizos, de sus manos salía fuego y pudo quemar la cerradura de la puerta, que comenzó a arder y a debilitarse, de una patada abrió la puerta y bajó corriendo las escaleras. Fue cuando me vio ahí, encadenada y exhausta.

—¿Quién te ha hecho esto?

—Izan.

—¿Izan? Cuando lo pille se va a enterar...

—Déjalo Hugo, intenta desatarme, tenemos que irnos, se le ha ido la cabeza, no sé si es por el juego, pero se le ha ido mucho.

—No sé cómo desatarte Luna ...

—¿Qué? Usa el hechizo que acabas de usar...

—¿Quieres que te queme las manos?

—Pues sí, es para desatarme así que sí, total, me puedo curar luego ...

—¿En serio quieres que te haga daño? No me hace ninguna gracia hacer eso. Mejor busco al guerrero de cuarta y que me dé las llaves...

Hugo, va a volver en cualquier momento, habrá ido a subir de nivel...Déjalo, por favor, hazlo, usa el hechizo.

—Espera que busco las llaves ...

Hugo comenzó a buscar las llaves por toda la casa desesperado, sin encontrar nada.

—¡Hugoooo!— gritaba yo más desesperada aun.

Fue cuando él bajo las escaleras corriendo pensando que me pasaba algo.

—¿Qué te pasa Luna?

—Usa el hechizo por favor... Y vámonos ...

Con todo el dolor de su corazón, Hugo comenzó a usar el hechizo, sabía que iba a acabar con las manos y los pies en carne viva, que me los podría curar, con alguno de sus hechizos luego, pero que en ese momento acabaría muy mal. Comenzó a usar el hechizo, yo me moría de dolor, pero era la única forma de salir de allí cuanto antes.

—¡Joder!¡Maldito Izan!— gritaba desconsolada, mientras sentía un dolor enorme.

Hugo consiguió desencadenarme, y comenzó a usar un hechizo para restaurarme la piel en las manos y los pies.

—¿Estás bien?— me dijo mientras me miraba asustado.

—Sí, solo que lo voy a matar.

Luna tranquilízate, tenemos que irnos a algún sitio. Sal del grupo de Izan pero ya, que no sepa dónde vas a estar.

Salí del grupo de Izan y corrimos hacia la entrada, a partir de ahí nos subimos en la moto con sidecar camino a Villa Plateada. Por suerte, no nos encontramos con ningún bicho por el camino, hubiera sido ya el colmo, yo estaba ya muy cansada para aguantar más.

Entramos en una de las posadas a descansar. Y atrancamos la puerta.

—¿Estás bien Luna?

—No, para que te voy a engañar...Tenía mis planes, había entrado con Izan aquí, pensaba que era otro tipo de persona, y me viene con esas... No sé cómo ha podido encadenarme así en un sótano y dejarme sola. Después me dijo que era por bien, que los del bando negro habían aparecido varias veces por allí ...

—¿Cómo? ¿Y no se llevaron a Izan?

—Supongo que atrancaría la puerta ...

—Es muy extraño todo ...

—Sí, es demasiado extraño todo, no sé si me guarda rencor por irme yo a mi aire, cuando me dijo que nos estabas traicionando prácticamente.

—¿Traicionando?

—Sí, me dijo que te pilló hablando con alguien cuando estuvimos en Ciudad Azul.

—¿Eso te dijo?¿Y no te ha explicado con quién en ningún momento? Porque se lo expliqué... Estaba hablando con mi hermano pequeño, tiene veinte años entramos juntos él, otra amiga suya y yo a jugar. Habíamos pensado ir todos a Entremundos, pero le conté que os estaba ayudando, ellos eran también del bando negro, ya estaban teniendo bastantes problemas con el bando negro y decidieron ir por su cuenta y quedar allí.

—¿A Entremundos?¿Estáis locos? No entiendo, porque Izan no me mencionó nada de eso...

—Es otra forma de acabar el juego y no ser de ningún bando enemigo por llamarlo de alguna forma. Ahí, podríamos subir de nivel, hasta el nivel ochenta, y estar tranquilos sin que nadie nos pueda atacar, hasta que esto se solucione.

—¿Y la teoría de terminar el juego y matar al Señor de los Mundos, para poder salir?

No sé quien se ha inventado esa absurda teoría, en realidad terminas el juego cuando llegas al último nivel, que ahora mismo está en nivel ochenta.

—Hugo, Entremundos está muy custodiado y por enemigos de todos los niveles...

—Ya lo sé, de ahí lo de hacer un grupo y quedar en la zona más próxima, hay una zona neutral antes de entrar, para poder urdir un plan.

—No sé yo ...

—Luna ¿Y qué piensas hacer? Esperar a Izan, que estaba en contra de este plan también.

—No, pero ...

—Bueno descansa un rato, tienes todavía las muñecas y los pies un poco mal—dijo él mientras me miraba y me cogía de la mano.

Me trajo una especie de manta, aunque bastante áspera, lo único que pudo encontrar por allí, me arropó y caí rendida en la cama, él se tumbó a mi lado abrazándome, ninguno de los dos sabíamos que hacer en ese momento.

De repente me desperté de un susto, tenía un montón de mensajes privados de Izan cabreado porque me había ido con el que decía que era mi nuevo novio, decía que se había hecho amigo de los del bando negro, y que les había prometido mi cabeza y la de Hugo, así que les seguiría ayudando a que las consiguieran.

—Luna... ¿Qué estas leyendo?

—No me lo puedo creer, Izan se ha aliado con los del bando negro, es alucinante...

—¿Cómo?

—Sí, le ofrecen protección, y quieren nuestras cabezas a cambio, y aun así le van a seguir ayudando a encontrarnos, creen que por ser del bando azul, darán conmigo antes... ¿Cómo es posible que Izan se haya prestado a algo así?

—Por sobrevivir la gente no sabe que hacer ...

—¿Sobrevivir? Yo no me fiaría de nadie de ese bando.

—¿Ah en serio?— dijo Hugo mirándome extrañado.

—Bueno, tú eres diferente ...

—Tampoco creas que soy tan diferente ... ¿A ti quién te asegura bruja, que yo no vengo también a matarte ...?— dijo Hugo entre risas, para aliviar un poco la tensión del momento.

—No me lo creo...

—Pues sí, vengo a por tu cabeza— dijo él riéndose, mientras me hacia cosquillas por todas las partes del cuerpo.

Estábamos tan cómodos en ese momento, me lo pasaba también con Hugo. Cada dos por tres, cruzábamos unas miradas que mataban y nunca mejor dicho, pero para bien claro está. Él no pudo evitar besarme de nuevo y yo no pude resistirme a eso.

—Lo siento—dijo él.

—No lo sientas, a mí también me apetecía besarte.

—Luna, esto... Me da mucha vergüenza, creo que voy a ponerme en apariencia elfo, para que no notes ...

—¿Qué te pones rojo?

—Sí, eso es precisamente lo que quería decir jaja, como me conoces ... Uff, siempre se me ha dado mal todo esto ...

—Pues dilo ya, antes de que venga un cocodrilo a matarnos, o se empotre un dragón contra la ventana, o un hombre de piedra venga a aplastarnos ... Ya sabes que nuestros momentos románticos se convierten en lo peor del mundo ... — dije yo, bastante roja.

—Mírala, si solo te faltan las orejas para acabar siendo un elfo rojo...

—No, te pases ... Bueno, no me cambies de tema. ¿Qué querías decir?

—Me gustaría salir contigo fuera...

—¿Fuera?

Fuera del juego, me gustaría salir contigo en serio, creo que nos lo pasamos muy bien y que no sé, nos compenetramos bastante.

—Ya, a mí me pasa lo mismo, pero Hugo llevamos semanas aquí. ¿Crees que vamos a salir de aquí algún día?

—Eso espero, no me haría gracia tener que estar aquí para siempre...

—Y tengo que arreglar algunas cosas fuera antes, tengo que dejarlo con mi novio, no sé si tengo que hablar también con Izan para darle explicaciones de todo ... Aunque si te digo la verdad, se me han quitado las ganas ...

—¿A Izan darle explicaciones? Yo no se las daría, y lo de tu novio, no sé Luna... Si quieres seguir con él, no es asunto mío, yo solo te estaba diciendo lo que siento por ti.

—No, no quiero seguir con él, y nada me gustaría más que estar contigo fuera, pero yo ya he perdido la esperanza de salir de aquí ...

—No digas eso, quizás llegando a Entremundos, consigamos algo, ya lo verás ...

—¿Cuándo iríamos entonces?

—Pues... Si quiere partir ya... Yo teniendo la apariencia de ...

—Mierda...

—¿Qué pasa Luna?

—Puuf, ahora que has dicho lo de la apariencia, y te iba a preguntar a que nivel conseguiste el hechizo ...

—A nivel cincuenta. ¿Por?

—Tengo que volver a Ciudad Azul— dije yo bastante preocupada.

—Explícame. ¿Qué es eso de que tienes que volver a Ciudad Azul?

—Los hechizos. No cogí ningún hechizo.

—Te puedo proteger, no te hacen falta ...

—Ya, pero yo a ti no, y tengo varios hechizos sin recoger, tengo que volver. Es más, el hechizo de apariencia, me vendría de perlas para poder entrar a descansar a la Ciudad Oscura, o los pueblos de vuestra zona, si tenemos que ir a Entremundos, voy a estar indefensa en las zonas del bando negro.

—¡Joder!¡Es verdad! El hechizo de la apariencia te vendría muy bien y los demás que te faltan claro ...

—¿Vamos entonces a Ciudad Azul?

—Sí, pongámonos en marcha.

Yo iba bastante pensativa por el camino, no sabía donde estaría Izan en ese momento, y todo apuntaba a que seguramente estaría en Ciudad Azul, a mí me daba bastante reparo tener que encontrármelo otra vez, después de lo que me había hecho, no sé si podría aguantar un segundo reencuentro desagradable con él, no sé cómo había sido capaz de vender su alma al bando negro de esa forma, lo tendría muy crudo para que lo protegieran fuera de lo que formaba parte de sus fronteras, había hecho una absoluta tontería.

De repente, Hugo al verme pensativa, tuvo la necesidad de iniciar una conversación conmigo, mientras íbamos en mi moto con sidecar.

—¿Estás bien Luna?

—¿Por qué no iba a estar bien?

—Venga Luna... Que nos conocemos ya ...

—Vale... No me apetece encontrarme con Izan.

—No te preocupes, como se cruce...

—No te pongas violento, que para eso estoy yo, no me esperaba que me fuera a hacer eso, y me fie de él, pero esta vez, no le voy a dejar acercarse tan fácilmente...

—Tampoco te pases, pobrecillo...

Llegamos a Ciudad Azul. Hugo presentía algo, utilizó su hechizo de invisibilidad para entrar él solo en la ciudad, para ver que pasaba dentro. Para su sorpresa, todos los del bando negro estaban ahí junto a Izan, y habían matado a todos los personajes de prácticamente toda la ciudad. Hugo salió corriendo en mi búsqueda.

Luna, vámonos—dijo él mientras tiraba de mi capa.

—¿Perdona? Tengo que coger ...

—Ni perdona, ni nada...Luna, no vas a entrar ahí ni por asomo, y dando gracias que no hemos entrado los dos como si tal cosa antes.

—¿Qué pasa? Me estás asustando ...

—Esta Izan con todos los del bando negro, la mayoría son nivel ochenta, yo no tengo fuerzas para enfrentarme a tantos, y tú tampoco, así que por favor... Te olvidas de los hechizos y ya veremos que hacemos.

—De eso ni hablar, tengo que entrar ahí.

Alguien estaba saliendo de la ciudad, Hugo lo presentía, estaba usando el hechizo de oído fino, así que me cogió y me empujó detrás de un árbol, tapándome la boca.

—Estate callada, no se te ocurra salir, por favor Luna.

—Que manía con taparme la boca. No soy tonta, no voy a salir ...—le dije mientras le quitaba la mano de mi boca.

Hugo y yo nos quedamos pasmados, viendo salir a orcos y elfos del bando negro acompañados de Izan, como si fueran amigos de toda la vida.

Hugo se me quedó mirando y no pude evitar taparle yo la boca.

Lo sé Hugo, lo sé ... Tú también le pegarías una paliza, pero te sientes impotente porque no puedes hacerlo ... Con los amigotes matones que se ha buscado protegiéndolo.

—Muy graciosa Luna—dijo él retirándome la mano de la boca, no sin antes morderme.

Aaaah— grité yo.

—¡SShh! Luna, como te hayan oído ...

—No parece que me hayan oído, vuelve a entrar en la ciudad.

Hugo entró en la ciudad y ya no había nadie allí, por suerte, se habían marchado todos juntos.

Así que como se estabahaciendo de noche, decidimos quedarnos allí, en Ciudad Azul. Yo fui corriendo apor los nuevos hechizos incluidos los de apariencia, y decidimos quedarnos enotra zona de la ciudad a descansar; ya que yo sabía que ahí Izan no buscaríanunca si volvía con los del bando negro.

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