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Capítulo 13. Un día especial

Hoy comenzaba un día nuevo, pero no era un día cualquiera, hoy era mi cumpleaños, no me podía creer, que aun así, siguiéramos encerrados en el juego; esperaba que para esta fecha ya estuviera fuera de este juego sinsentido. Al abrir los ojos, vi como un rayo de sol entraba por la ventana y se posaba lentamente en la cara de Hugo. No pude evitar mirarlo, era la primera vez que estaba tan cerca de él, y en paz y tranquilidad. Era un ser asombroso, un elfo alto, atlético, con esa piel en color rojo fuego, con sus orejas puntiagudas que se movían al mismo tiempo que respiraba, su pelo largo rojo fuego, estaba tan dormido, o eso me hacía creer... Desde luego, los elfos eran seres mágicos, nadie podría decir que formaba parte del bando negro y que era mi enemigo, parecía tan bueno dormido...

Se le cayó un mechón de pelo en la cara, se lo fui a colocar en su sitio, pensando que estaba dormido. Cuando de repente se despertó asustado, y me cogió la mano, con unas de las suyas.

¿Qué haces bruja? Menudo susto me has dado...— dijo mientras veía que era yo, y no uno de los de su bando para venir a matarlo.

Yo intenté quitarme, pero él seguía fuertemente sujetándome la mano, pensaba que no me reconocía.

—¡Suelta, me haces daño!¿Susto? El que me has dado tu a mí ...

—Perdona, pensaba que serías un orco...— dijo mientras se sentaba en la cama.

—¿Tengo cara de orco? — dije indignada.

No, la verdad es que no— dijo él mientras me miraba con esos ojos rojos profundos.

Ah creía, si me llegas a decir que sí, acabo ahora mismo con tu vida— dije yo mientras no podía parar de reírme.

—¡Desde luego estás hecha una bruja!

—¡Soy una bruja! Pero tú tampoco te quedas atrás eh...

—Ya, bueno ... ¿Qué hacías de todas formas?

—Eh... Yo... Nada, nada ... —dije poniéndome roja.

—No sé, me pareció ver algo...

No sabía cómo decirle que estaba embelesada mirándolo, y que intentaba quitarle un mechón de pelo de la cara (en plan película romántica), así que pensé en desviar su atención con otro tema.

Estooo... ¿Sabes que hoy es mi cumpleaños? — dije yo, cambiando de tema.

—¿En serio bruja? Pues felicidades, ya tienes dieciocho, puedes hacer lo que te dé la gana...

—Sí, eso parece ... ¿Qué hará aquí la gente de estos lares cuando cumple los dieciocho años?

No sé, habrá que comprobarlo contigo, jaja. Eh, de todas formas creo que en Ciudad Azul había pasteles, o algo así.

—¿Cómo sabes tu eso? — le dije yo.

Yo he sido también del bando azul, es un secreto, no se lo digas a nadie, pero empecé con personajes de ese bando. ¡Ah! Y menos se lo cuentes a tu guardaespaldas.

—¿A quién? No te entiendo...

—Sí, sí, el guerrero de cuarta que te sigue a cualquier sitio...

—No es mi guardaespaldas, más bien al contrario, tengo que estar yo siempre detrás de él, para salvarle el culo, por muy ordinario que suene... Pero es así, se mete en cada lio y al final me acabo metiendo yo en líos también por su maldita culpa...

—Después de esto, parece que él quiere algo contigo, pensaba que era tu novio... Pero como me dijiste que tu novio era alguien que no te había tocado un pelo y hablabas de él diciendo que estaba fuera, no me cuadraba nada...

—¡Ah! ¿Pero me estabas escuchando ese día ...? — dije yo mirándolo perpleja, sabiendo que ese día después de la tensión que hubo entre nosotros (pero a malas), las cosas como son la verdad, no esperaba que él estuviera para colmo de males escuchándome.

—Claro ... ¿Cómo no te iba a escuchar? Tienes un algo bruja, eres muy especial...

De repente, parecía que se estaba parando el reloj para nosotros, porque estábamos teniendo una conversación bastante agradable, sentados los dos en la cama, mirándonos a los ojos como quizás nadie nos había mirado antes. Me olvidé de Izan por completo, si no fuera porque él estaba preguntando sobre él... Me quedé pensativa, y sentí la necesidad de seguir con la conversación por si me llevaba a algún sitio, aunque la última frase me dejó bastante cortada sin saber que decir.

Que va... — dije sin pensar.

No he dicho nada que no sea verdad ...— dijo él.

Yo, en ese momento me empecé a poner bastante nerviosa, intenté levantarme de la cama, pero él sujeto mi mano y no me dejó levantarme.

—¿Dónde vas? —dijo él.

No sabía que decir, me estaba tensando la situación, pero para bien, estaba sintiendo las jodidas mariposas en el estómago.

—¡Bruja! ¿Qué te pasa? — me dijo mirándome a los ojos, sin soltarme de la mano.

Eeeh... Estooo....—balbuceé sin poder hablar nada más.

Perdona, no quería resultar ningún baboso, solo que parece que no te valoras mucho o no te han valorado mucho y me llama la atención, solo intentaba ser amable; creo que eres una persona admirable ... Bueno, no sé si la estoy liando más...

No puedo seguir hablando— dije yo, mientras él seguía acariciando mi mano.

No hace falta que hablemos si no quieres... Esto... Bueno... Quiero decir, a ver... Joder, me estás pegando tu nerviosismo ahora ...

—¿Qué? Jajaja ...— dije yo, con mi risa nerviosa.

Es una situación muy rara ... Puuf, no sé qué decir ...

—Yo menos jajaja — dije yo, mientras seguía con mi risa nerviosa.

Me siento un poco ridículo ahora mismo, con mis orejas de elfo y esta piel Jajajaja— dijo él, mientras comenzó a reírse sin parar.

Tampoco es que vaya yo muy allá, con este traje ...—respondí yo para ver si conseguía que se relajase un poco.

Un momento...—dijo él.

De repente Hugo se fue al pasillo, no sabia que iba a hacer, la verdad. Cuando entró por la puerta se había convertido en humano.

—¡Hola, soy Hugo!— dijo él.

Jajaja— comencé a reírme sin parar.

—¿Qué pasa? No esperaba que te comportaras así al verme—dijo él mosqueado.

—Nada, que esto es más raro todavía que cuando eras un elfo, entiéndeme, sales, te presentas así, y vienes vestido de guerrero, resulta gracioso...

—Pues vaya... Yo solo quería mostrarme como soy, no sé si lo sabes, pero en mi vida real soy humano, no gasto las orejas que tengo aquí...

—Sí, tienes razón, tienes las orejas más pequeñitas ...

Hugo se mosqueó, volvió a salir fuera y está vez al usar el hechizo de apariencia, entró como un humano brujo, como lo era yo. No podía dejar de mirarlo, estaba muy atractivo, era un brujo encantador, llevaba una túnica y una capa con capucha, la capucha se la había puesto, podía volver loca a cualquier bruja así...

—¿Crees que ahora podremos hablar un poco más en serio?

—¿Quieres hablar en serio? ¿En serio de qué? — le dije poniéndome nerviosa.

—Pues... En serio, no sé ...

Cuando parecía que la historia se iba a poner interesante, cuando estábamos hablando, comenzó a llover de una forma que nunca había visto, o no en la vida real. Era la llamada "lluvia turbulenta". Los dos pegamos un salto de la cama donde estábamos sentados y nos dirigimos hacia la ventana. Era una lluvia letal, podíamos ver como toda clase de bichos raros, mágicos o como quisiéramos llamarlo iban a esconderse a sus guaridas, hasta los dragones majestuosos incluidos los de dos cabezas, no paraban de volar, surcaban el viento y la tormenta no tenía piedad de ellos.

Mierda, la lluvia turbulenta...— dije yo.

Estamos perdidos...

—¿Qué dices Hugo?

Lo que digo...No sé si va a aguantar la casa... ¿Sabes que no podemos salir? Si nos coge la lluvia, es ácida, y podemos morir agonizando lentamente. No funciona tampoco el punto de encuentro durante este tipo de lluvia, no podemos ir ninguno a nuestras ciudades, se producen interferencias y podríamos acabar en ciudades de otros mundos, o eso es lo que dice la gente que lo ha hecho antes.

—¿Y qué vamos a hacer? —dije yo asustada.

Tendremos que esperar aquí. De momento tenemos agua y comida, quien mejor está ahora es Izan, las ciudades tienen una burbuja resguardo para estas cosas, que se abren y protegen la ciudad entera, puedes ir libremente por las calles sin mojarte, es alucinante ...

—Ya, ya lo sé. ¿Sabes que he jugado?

—¿Nooo? ¿En serio, bruja? Para haber jugado antes te metes en muchos líos— dijo Hugo, mientras me daba con su dedo en la nariz, y volvía de nuevo a sentarse en la cama, viendo la lluvia caer, fingiendo que no pasaba nada malo.

Yo no podía dejar de mirar por la ventana ...Ahí, de pie, estaba poniéndome nerviosa, tendría que pasar un día más que era lo que duraba este tipo de lluvia en el juego con Hugo a solas, y me ponía bastante nerviosa, y más en su apariencia humana, era muy guapo, y su forma de ser cada vez me llamaba más y más la atención.

De repente, se dejaron de ver monstruos, venia una nube negra enorme, haciendo que lloviera a todo llover, y arrasando todo lo que encontraba a su paso, ya que traía un viento huracanado y descomunal a su paso también.

—¿Hugo?— dije yo, mientras miraba la ventana poniendo unos ojos aterradores.

—¿Qué pasa Luna?

—¿Estás viendo eso?

Hugo se acercó a la ventana para ver lo que estaba observando y comenzó a entrar en pánico.

—Joder, que suerte vamos a tener...—dijo él.

—¿Cómo que suerte? ¿Por qué lo dices en ese tonito tan irónico, Hugo?

—Es el ojo de la tormenta...

—¿Y eso que significa?

—Que... ¿Qué vamos a morir? — dijo él asustado, nunca le había visto así.

—¿Cómo dices eso?— dije yo enfadada.

Joder Luna, te dije que te fueras con Izan, no me gusta ni un pelo que esa cosa venga para acá, esta casa es una mierda, se va a venir abajo en cuanto eso este encima... Ahora moriremos los dos.

No te podía dejar solo. ¿Tú me hubieras dejado a mí sola?

—No, pero tu futuro novio te esperaba joder, yo me hubiera recuperado y si me pillaba la tormenta pues uno menos, pero no dos.

Él se puso delante de mí, de pie, y bastante cabreado, era su única forma de expresar que no quería que yo perdiera la vida ahí en ese momento. Yo me acerqué a él, para seguir con la conversación. El hecho de que dijera que Izan era mi futuro novio, me fastidió bastante, no quería que pensara que estaba pensando en otro y no él.

—¿Qué novio ni que nada? Que no es mi novio...—dije yo gritando.

Sin yo saberlo, había llamado la atención de un dragón con mis gritos. Un dragón enorme, comenzó a aporrear la ventana, era espectacular. Tenía unos ojos amarillos, y su pupila era negra azabache con estrellas de colores blancas.

No pude evitar mirarlo, mientras seguía aporreando la ventana.

Hugo me cogió de la mano corriendo.

—Vamos ...— dijo él.

—¿Qué haces?— le contesté.

—¿Estás loca? Cómo te quedas mirando así a un dragón que está asustado y quiere esconderse, va a conseguir romper la ventana...

—Es precioso— dije yo mirándolo ensimismada.

A Hugo, le estaba pareciendo todo demasiado raro, miró al dragón y vio que sus ojos eran negros con estrellas, solo un tipo de dragón en el juego tenía esos ojos, y los usaba para atraer a sus víctimas hacia él.

—Estupendo, has caído en el hechizo del dragón ... Pareces nueva bruja, joder ...

Hugo me cogió de la mano (algo ya muy habitual en él), me apartó de la ventana y me llevó al pasillo. Me apoyó en la pared, y con sus dos manos me agarró la cara, cambió su apariencia a elfo de nuevo, y comenzó a susurrarme al oído cosas en el idioma élfico, para despertarme del hechizo del dragón. Yo comencé a despertar del trance en el que me había dejado el dragón lentamente...

Y ahí estaba él, mirándome, sujetándome la cara, otro momento romántico, para un beso de película; aunque lo que menos quisiera después de acabar en un juego atrapada, sería quedarme en una película romántica atrapada, la verdad.

Cuando parecía que iba a pasar algo entre los dos, el dragón consiguió romper el cristal y estaba entrando a la casa.

—¡Joder!¡Joder!¡Joder!

—¡Mierda! Va a entrar... ¿Qué hacemos Hugo?

—Esta todavía atascado en la ventana, tenemos un margen ... A ver, pensemos, no podemos salir... Vamos para abajo... Joder, el techo ...

Del impacto del dragón, comenzó a caerse el techo de la casa de arriba.

—¡Genial, vamos a morir!— dije yo, dando un toque de positividad.

—Luna joder, pensemos...

—¿El sótano?— dije de repente, mientras me venía la inspiración.

—¿Hay sótano aquí? Debería haberlo, pero no sé, suelen estar en las casas o las posadas de los pueblos ... Mira tu mapa, mira el tiempo, puedes ver el tiempo. ¿Cuándo fue la última vez que pasó una tormenta de estas? Si juegas horas y horas ocurren cada cinco o seis días en determinadas zonas, estos granjeros deberían de estar preparados para eso... Hay que buscar un sótano.

Bajamos corriendo los dos las escaleras, dentro de nada se caería el piso de arriba y caería el techo sobre nosotros, había que buscar algo dentro de la casa para escondernos, sí o sí, ya que no podíamos salir fuera, sería una muerte segura.

Comenzamos a mirar por todos lados abajo, no veíamos absolutamente nada, era desesperante, ahí estábamos los dos corriendo como locos de un lado a otro, poniendo la casa patas arriba.

De repente, divisé una especie de cuarto o más bien un armario, en el que tenían como especies de escobas bastante artesanales.

—¡Hugo aquí!¡Mira esto!

—Aquí no hay nada, Luna.

Comenzamos a tocar todo en el cuarto, poniéndolo también patas arriba. Fue entonces cuando al tirar una especie de estantería hecha de palos y maderas, encontré una piedra que asomaba más que las demás. Tiré de ella y no pasaba nada.

—¡Joder!¿Para que dejan una piedra por fuera? Pensaba que sería eso nuestra salvación— dije yo angustiada, viendo como comenzaban a caer escombros por todos lados.

A saber... Será un fallo del juego de esos que tiene en algunas zonas ...

—¡Pues no estamos para un maldito fallo ahora mismoooo!¡Vamos a morir! —dije desesperada, mientras aporreaba la parte de donde saqué la dichosa piedra.

Por suerte mi desesperación, nos iba a llevar a buen puerto. Nada más aporrear la pared, se ladeo y empecé a caer como por una especie de tobogán del pánico, lo llamé así, más que nada porque no sabía muy bien donde iba a caer.

—¡Socorrooooo!—grité yo.

—¡Luna!¿Estás bien?—gritó Hugo, desesperado.

Caí en el suelo, estaba todo oscuro, tenia mucho miedo, estaba sola, pero por suerte estaba viva.

—Sí, estoy bien, o eso creo, parece que no hay nada peligroso por aquí. ¡Baja!

Hugo, volvió a tocar la pared, y está se abrió de lado y él también comenzó a caer por un tobogán. Tuvo mucha suerte, en cuanto bajó, escuchamos un estruendo enorme, la casa seguramente se había desplomado entera hasta el suelo.

No se ve nada— dije yo.

Hugo por suerte siempre tenía un hechizo para todo. Colocó sus manos, una enfrente de la otra, luego las frotó y obtuvo fuego. En la habitación había como unas lamparitas de gas en una mesa, una cama, la habitación era muy parecida a la que vimos en el piso de arriba. Él, encendió las lamparitas, para que tuviéramos un poco de luz tenue.

—¿Se acaba de caer la casa?— dije yo.

Eso parece, y por lo visto ... Según esta habitación, que la veo muy preparada, no es la primera vez que pasa.

Pues menos mal, que estaba esto debajo, uuf...— dije yo, mientras me sentaba en la cama a recuperar el aliento.

Hugo volvió a sentarse a mi lado, tenía el corazón a mil, el corazón de los elfos lo podías escuchar a metros.

—Lo siento ... ¿Lo estás escuchando? Espera cambio de apariencia— dijo él mientras se convertía en humano.

—¿Qué me ha pasado arriba?— dije yo, mientras Hugo no paraba de mirarme embelesado.

—¿Lo del dragón dices?¿Nunca te has encontrado con ese tipo de dragón?

—No, normalmente me perseguían para matarme.

—Eres muy pequeña bruja, llevas poco jugando, se te nota.

—No soy pequeña, tengo ya dieciocho años.

—Pues eso, pequeña bruja ...

—Bueno... ¿Me lo va a explicar el brujo más listo de todo el juego ...?

—No sé, depende ... ¿Qué voy a conseguir a cambio?

—¡Hugo!— dije yo, poniéndome roja.

—¿Qué? Bueno, mejor no te digo lo que se me pasa por la cabeza ...

—¡Joder!¡Vas a ser peor que Izan!

—¡Ah no!¡Eso si que no! Paro ya... No me quiero parecer a él. Cambiemos de tema, te explico, ese tipo de dragón si te mira te hace entrar en trance, dura aproximadamente dos minutos, en los que comienza a abrasarte con las llamas que expulsa por la boca, da también unos coletazos impresionantes ... Desde luego, es mejor ...

No le pude dejar acabar la frase. Sin quererlo o queriendo, me acerqué a él y comencé a besarlo, él me siguió el juego, siguió besándome, mientras se tumbó encima de mí y comenzó a acariciarme. Estaba sintiendo tantas cosas por él en ese instante. Comencé a desabrocharle una camisa que tenía, cuando él me paró.

—Luna, creo que no es buena idea.

—¿Qué no es buena idea?— dije yo mientras me sentaba en la cama apoyada en la pared, mientras él se sentaba a mi lado también.

No quiero que hagas nada de lo que te vayas a arrepentir.

—No sé por qué dices eso ...

—Bueno, te lo voy a contar, sé que no quieres tener nada en el juego, por eso te lo decía. Sé las conversaciones que tuviste con el guerrero de cuarta. Te venía siguiendo hace tiempo, y creo que no era para mataros precisamente, la verdad ... Eso era una excusa para que yo pudiera seguiros, y que no os siguiera otra gente de mi bando ...

—¿Cómo?— dije con la boca abierta.

—Pues lo que has oído, tengo el hechizo de "oído fino" y a cierta distancia puedo oír ya lo que dicen.

—Ah, que bien... ¿Y lo has usado conmigo? Estupendo...—dije yo bastante mosqueada.

—Luna, no te cabrees ...

Yo me estaba enfadando por momentos, hasta que sonó un estruendo enorme, parecía que el ojo de la tormenta se encontraba encima de nosotros. No pude evitar abrazarlo y él tampoco lo pudo evitar.

—¡Lunaa!¡No te preocupes, no va a pasar nada!— su voz no sonaba del todo muy convincente, pero consiguió calmarme.

—Bueno, si estamos justo en el ojo, eso quiere decir que dentro de poco acabará la tormenta ...

—Eso parece, mañana podremos salir a Ciudad Azul.

—Creo que voy a dormir un poco— dije yo bastante cansada.

Y así fue, como nos quedamosabrazados, sentados, con cierta tensión por la tormenta, y caímos rendidoshasta la mañana siguiente.

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