Capítulo 12. La Ciudad Oscura
Yo no me había enterado de nada. Pero por lo visto Hugo "el elfo" había ido a buscar un hechizo de nivel sesenta del que no disponía todavía a Ciudad Oscura. El hechizo sería el llamado hechizo de resurrección, hasta ahora no me había dado cuenta, pero Hugo era un brujo como yo, y ese hechizo era muy importante para salvarme la vida en este caso.
Después de atravesar el mundo azul, y llegar al mundo oscuro, donde nacían todos los de su especie, o mejor dicho los de su bando, ya que en su bando te podías encontrar especies de todo tipo, menos humanos, había duendes, orcos, elfos ... El elfo, bueno mejor llamémosle por su nombre, Hugo, llegó a la Ciudad Oscura.
De momento parecía que no le esperaba nadie para pedirle explicaciones, pero sabía que tarde o temprano aparecería alguien. No tendría tanta suerte, como para poder irse de rositas después de haber estado ayudando a los del bando azul. Se subió en su transporte aéreo, surcaba la ciudad a gran velocidad con su fénix metálico, era un verdadero espectáculo de ver, hasta que llegó a la torre negra. Ahí estaban reunidos los mejores brujos oscuros, y después de haber conseguido subir a nivel sesenta entreteniéndose por el camino a Ciudad Oscura, podía conseguir el hechizo de resurrección.
—Bienvenido hermano, tenemos un nuevo hechizo para ti— dijo uno de los brujos que estaban reunidos en la torre negra.
Por suerte para Hugo, los brujos le dieron sin inmutarse el hechizo, para los personajes existentes en el videojuego no le veían como un traidor. Hugo o el elfo, se acercó pinchó encima del personaje, y pudo coger el hechizo, en ese momento su aura se encendió de un color blanco y ya aparecía el hechizo para poder usarlo en su libro de hechizos.
Sin más, volvió a montarse en su fénix, para corriendo llegar hasta el mundo azul y poder salvarme la vida, sabía que no podía esperar mucho tiempo. Pero por desgracia, como él se temía, había dos orcos de su grupo esperándole.
—Bueno, bueno, bueno ... ¿Pero a quién tenemos por aquí? — dijo uno de ellos.
—Dejarme pasar por favor, es de vida o muerte ...
—¿Pasar? Tú no irás a ningún sitio. Después de lo que hiciste a nuestro hermano... Se está recuperando todavía — dijo el otro orco, bastante enfadado.
—No me gusta como estáis jugando, no sabemos que nos espera, y queréis que nos matemos entre todos los jugadores ... No tiene ningún sentido hacer esto, de verdad que no lo tiene, no estamos en el juego como tal, estamos tratando con personas ... — dijo Hugo, decepcionado.
—¿Ahora te vas a poner ético? ¡Tú estabas de acuerdo, al igual que nosotros! — dijo el orco más grande de ellos dos.
—¡Eso lo debiste haber pensado antes de dejar así a tu hermano, de tu sangre, de tu bando, de tu mundoooo! .... — gritó el otro con un enfado monumental, que seguramente le escucho medio mundo oscuro.
—La gente cambia ... Y nuestro hermano como dices, estaba matando a una chica de nivel mucho inferior que él, de hecho he venido a por el hechizo de resurrección que necesitaba, se debate entre la vida y la muerte, y ahora mismo está más muerta que viva— dijo Hugo intentando excusarse.
—¡Es del maldito bando azul!¡Eres un traidor! ¡No eres bienvenido aquí! — decían los dos orcos.
—Pensad lo que os de la gana, yo me voy ...— dijo Hugo.
—Aparte de traidor eres un cobarde, te retamos a un duelo para que salves el poco honor que te queda — dijo el orco más bajito.
Hugo seguía en su fénix montado, mientras hablado con ellos desde lo alto, pero veía que no se podía meter en peleas de críos, no era el momento.
—No sé, que es lo que no entendéis ... Pero os estoy diciendo que una persona, ni más ni menos que una persona, no un maldito personaje, está a punto de morir en el juego, y ya sabemos que pasa, cuando alguien muere aquí... Estáis locos si pensáis que voy a perder el tiempo con vosotros, o voy a seguir buscando a personas que forman parte del bando azul, solo para matarlos, para ver si podemos salvar el pellejo. Ahora mismo no estoy para vuestras estupideces de duelos— dijo Hugo enfadado, mientras se alejaba en el fénix, y venia corriendo hacia donde nos encontrábamos.
—¡Maldito!¡Maldito cobarde!¡Te acabaremos encontrando y lo lamentarás! — gritaban los dos orcos al unísono, mientras veían como se alejaba Hugo en su fénix, sin hacer nada contra él.
Por mi parte, parecía que mi espíritu y mi cuerpo volvían a encontrarse mejor, y comencé a despertar, magullada, llena de moratones y dolores.
—¡Ahh, mierda! — dije yo.
—¡Luna!¡Luna estás viva! — dijo Izan abrazándome.
—¡Joder Izan! ¡Me haces daño!
—Lo siento, pero estabas prácticamente muerta, y no es que estés muy bien la verdad ...
—Hombre, muchas gracias.
—Luna ... ¿Has visto la vida que tienes? — dijo Izan preocupado.
En aquel momento, suponía que no quería mirar a la pantalla para verlo, pero tuve que mirar de reojo y ver que prácticamente no tenía vida, si recibía un golpe ahora mismo, aunque fuera lo más pequeño posible, moriría en menos de un triste segundo.
—Luna, tienes que comer...
—No puedo, me duele todo.
—No será para tanto ... — dijo él, restándole importancia al asunto, para no preocuparme.
Había una herida que tenía bastante fea, en uno de los costados, y no paraba de sangrar, Izan se dio cuenta cuando me di la vuelta en la cama. Aparte, seguía teniendo una tos muy rara, y no paraba de expulsar sangre por la boca, me encontraba bastante mal, para que nos íbamos a engañar, y sabía que quizás con la mala suerte que tenía como algún idiota del bando negro se acercara a la casa, con tan solo mirarme seguramente me mataría.
—Luna, lo siento, todo esto ha sido por mi culpa...— dijo Izan viendo la herida.
—Izan déjalo, no hablemos de eso ahora. Me puedes desabrochar la túnica, quítame la cremallera por favor, no sé si estoy hinchada de los golpes ...
Él me hizo caso, me levantó un poco la ropa interior que llevaba debajo y no pintaba nada bien. Izan se quedó en silencio, impactado, tenía todo el cuerpo lleno de moratones, y estaba bastante hinchada por ello, además había una herida corrupta, de las que eran de color verde y morada, que era la que quizás no me dejaba recuperarme por completo.
Izan se quedó en estado de shock, mirándome fijamente, y me estaba preocupando bastante, por su mirada podía intuir que nada iba bien.
—¡Izan!¡Izan! ¿Qué pasa? ¿Tan mala pinta tengo? —le dije muy asustada.
—Estooo... Noo... No te preocupes, todo está bien— dijo él tartamudeando.
—Izan, que narices tengo en el costado y en la espalda, no me lo he podido ver ... No me seas crio, en serio... No pasa nada porque me lo digas, sé que estoy muy débil, por algo será ... No me vas a contar algo de otro mundo, sé lo que hay— dije yo, haciéndome la valiente.
—Tienes heridas corruptas y no pintan bien, no creo que te puedas recuperar tan rápido...— dijo él apenado al verme así.
Izan no pudo mediar palabra, se quedó en silencio, y preso de la culpa, no le importó dejarme sola en ese momento. Corrió escaleras abajo, y salió de la casa, se paró en medio del campo que había cultivado la familia de la casa, era un campo con trigo, se paró allí, se sentó y parecía que su alma agonizaba, no podía dejar de respirar fuerte, entre sollozos, mientras se cogía las piernas e intentaba abrazarlas con sus propios brazos, balanceándose en el suelo de delante hacia atrás, como si estuviera perdiendo la cordura en ese preciso instante. En ese momento, se sentía pequeño, y pensaba que no era nada, que en cualquier momento, todo este maldito juego, podría acabar con ellos.
Lo que Izan no sabía, es que había tres personajes del bando negro mirándole, para atacar en cualquier momento, está vez quizás yo, no lo podría contar, gracias a las estupideces del guerrero patoso que tenía como compañero.
Alguien se acercó por detrás y le tapó la boca.
—¿Eres idiota o que te pasa? ¿Qué narices haces aquí fuera? — le dijo Hugo, que había regresado ya.
Izan se pegó un susto de muerte, pero cuando se dio cuenta de que era Hugo, consiguió relajarse, era la primera vez que se relajaba viendo al maldito elfo.
Por suerte Hugo, había llegado a la par que los otros tres del bando negro, y se pudo acercar con su hechizo de invisibilidad a Izan sin que lo vieran. El guerrero patoso, se sintió mejor, al reconocer su voz.
—¿Has vuelto? — dijo Izan aliviado.
—SShh calla, no hables ... ¿Has dejado a Luna sola? ¡Eres idiota de verdad! ¿No has visto que en esos matorrales hay tres del bando negro? Bueno tú que vas a ver ... Da gracias a que son tres guerreros tan brutos como tú, que no se dan cuenta de nada, si llega a venir un brujo o un mago, no lo contáis ni tu ni ella ...
—Lo siento...— dijo Izan llorando.
—Joder Izan, no te quería hacer sentir mal, pero hay que ir a la casa, voy a preparar el hechizo burbuja que nos protegerá diez minutos, cuando se acabe preparo otro, para que no puedan entrar, mientras intento que se recupere Luna. Pero tú no pintas nada aquí, hiciste el "punto de encuentro" en tu ciudad, así que por el bien de todos, deberías cogerlo ahora, así no te verán que corres hacia la casa, y con la invisibilidad a mí no me verán.
—No, no voy a dejar a Luna sola ...
—Mira guerrero, como te pongas cabezota, te mato en este mismo momento, a mi al fin y al cabo me das igual, y no va a estar sola, está conmigo y la voy a proteger con mi vida ...
—Ya sé que te gusta Luna, y que la quieres salvar para quedar bien con ella, nada más ...
—¡Ah! ¿En serio? ¿Pero qué edad tienes?
—Pues la misma que tú.
—Lo dudo ...
—¿Qué edad tienes tú, dime?
—¿En serio estamos discutiendo esto ahora? tu amiga está mal, muy mal ...
—¿Pero que edad tienes? Tampoco tardas mucho en decirlo.
—Con tal de que te calles. Tengo veinticinco años.
—¿Perdona? ¿Eres así de viejo? ¿A tu edad sigues jugando?
—¡Ah! Que hay una edad para jugar ahora ... En fin, te puedes callar ya de una vez, coger el maldito punto de encuentro y dejar que vaya a la casa ...
—Sí, lo voy a hacer pero no por ti, por Luna.
—Muy bien, hazlo por quien te dé la gana...
Por suerte Izan entró en razón, cogió el punto de encuentro y se teletransportó de inmediato a Ciudad Azul, donde se encerró en la posada de Luna a esperar a que vinieran.
El elfo con el efecto de invisibilidad llegó hasta la casa. Enseguida puso en marcha el hechizo burbuja. Una burbuja enorme apareció de la nada, el suelo comenzó a temblar, y surgió desde la misma tierra hasta cubrir la casa por completo, a partir de ahora, cada diez minutos lo tenia que activar, si querían estar a salvo.
—¡Luna!¡Estoy aquí ya! —dijo Hugo, mientras subía corriendo las escaleras.
—¿Dónde está Izan? — dije yo, sin poder casi hablar.
—No te preocupes, está en Ciudad Azul, se ha teletransportado hasta allí...
—¿Me ha dejado sola?
—Otra ... ¿Y yo que soy un poste?
—No es por eso, pero entramos juntos al juego, me fastidia que en el peor momento me deje aquí y se vaya sin más, no sé...
—Era broma Luna, no me siento ofendido ...En realidad le he dicho yo que se fuera, estaba en el exterior como un pasmarote sentado en medio del campo, y por desgracia tenemos a unos orcos guerreros del bando negro observándonos, la única forma de que no le vieran, era que se fuera con el punto de encuentro a Ciudad Azul.
—¿Tenemos a gente del bando negro detrás?
—Sí, pero no te preocupes, lo que has oído antes si lo has oído, es un hechizo, tenemos una burbuja, que puedo regenerar cada diez minutos y no podrán entrar mientras te curo...
—¡Ah! ¿Era eso entonces lo que había oído? Menos mal, pensé que era algo peor...
—Bueno dejemos de hablar, voy a empezar con el hechizo de resurrección, a ver si es posible que puedas recuperar la vida de golpe o por lo menos más rápidamente.
Hugo comenzó a probar el hechizo conmigo, comenzó a mover las manos, y de ellas salió una especie de bola blanca y azul, que se dividía en dos, y conseguía que sus manos brillaran por si solas, él se acercó a mi cuerpo, y comenzó a pasarme sus manos desde la cabeza a los pies. Yo podía notar una sensación de alivio impresionante, parecía que estaba surtiendo efecto el hechizo, porque cada vez me encontraba con más energía. El problema es que Hugo, cada vez tenía menos "sabiduría" para el hechizo, y estaba consumiendo parte de su vida. Tenía que seguir así durante un buen rato, hasta que consiguiera seguir curándome todas las heridas corruptas que me había infringido el maldito orco del demonio.
—¡Está funcionando! — dije yo con una energía fuera de lo normal.
—Sí, eso parece— dijo Hugo cansado de seguir con el hechizo.
—Hugo ... ¿Estás bien? — le dije un poco asustada, parecía que estaba perdiendo el color rojo, que le caracteriza a los elfos rojos.
—Sí, puedo aguantar más ... — dijo él.
Después de seguir un tiempo más, quizás fue hasta media hora más, ya que yo me encontraba bastante mal, Hugo terminó y cayó desmayado en el suelo. Yo no me lo podía creer, me había salvado la vida pero él estaba bastante mal.
—¡Hugo! ¿Qué pasa? — le dije preocupada.
—Estoy muy cansado, no sabía que este hechizo agotaba tanto... Joder...
—¿Qué pasa? Nos quedan cinco minutos...
—¿Cinco minutos?
—La burbuja Luna, el hechizo de la burbuja, no tengo más sabiduría ni energía, y los orcos están en la misma puerta.
—¿Qué podemos hacer?
—No tengo ni idea ... No me puedo teletransportar así al punto de encuentro de Ciudad Oscura, y si voy así acabaran conmigo... Vete tú a Ciudad Azul.
—¿Estás loco? No te puedo dejar solo, después de lo que has hecho por mí ...
—Luna, nos van a matar a los dos. ¿No lo entiendes o qué? A mi quizás me lleven ante el líder de nuestro grupo, pero tú no vas a tener tanta suerte esta vez, por lo visto siguen en sus trece de seguir queriendo matar a los del bando azul.
Empecé a ponerme muy nerviosa, intentando maquinar algo para que pudiéramos salir los dos de esta, y a salvo; pero no se me ocurría nada, por suerte se estaba empezando a hacer de noche, miré por la ventana y pude ver como los orcos se iban agotados de esperar a que terminara el hechizo. Menos mal, que no sabían que quedaba poco, para que se agotara el hechizo.
—¡Se han ido! —grité yo entusiasmada.
—Menos mal ... Pensaba que ya no lo contaría— dijo Hugo.
—Vete a Ciudad Azul Luna, me quedo aquí descansando, ya me recuperaré, ya no hay problema— siguió hablando Hugo.
—No, estás bastante débil todavía, no te voy a dejar aquí a tu suerte. ¡Voy abajo a por comida!
Baje abajo a por comida, y mientras me puse en contacto con Izan a través del grupo, le dije que yo ya estaba bien, pero que Hugo seguía muy débil al lanzar el hechizo y me quedaba con él, por si surgía algún problema. No le hizo mucha gracia, pero era lo que iba a hacer, me daba igual que me montara una pataleta, de hecho no le deje que me montara ninguna, no me apetecía, y silencié el grupo.
Cuando subí con la comida, Hugo había caído rendido dormido. Yo la verdad es que estaba también bastante cansada. Me tumbé en la cama junto a él y le observé mientras dormía.
Y así fue como terminó otrodía de pesadilla en el maravilloso juego de los horrores.
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