Capítulo 10. De nuevo en el mismo punto
Llegamos a Ciudad Azul, Izan estaba bastante enfadado, ya que nos seguía acompañando el elfo, que había cogido la apariencia de un guerrero del bando azul para poder entrar en la ciudad y así no ser atacado por la guardia real que protegían la ciudad y sobre todo el palacio real. No sé, si en parte, cogió el personaje del guerrero para mosquear a Izan, el caso es que su nueva apariencia de humano guerrero, dejaba ver mejor su verdadero rostro y no estaba nada mal.
Izan enfadado se fue corriendo a conseguir el "punto de encuentro" y apareció de nuevo inmediatamente, parecía que no quería dejarnos solos.
—Bueno, a ver ... Ya tengo el "punto de encuentro", dentro de nada se hará de noche, nos vamos a la posada de siempre a descansar tú y yo—dijo Izan, mirándome solo a mí.
Me pareció de muy mala educación por parte de Izan, que no le ofreciera al que ahora era nuestro nuevo compañero de fatigas poder venirse también a descansar con nosotros. Parecía que estaba marcando territorio, su actitud no me estaba gustando ni un pelo, parecía que aquí en el juego se le estaban despertando los instintos más básicos; desde luego, yo no me acordaba de que fuera así en la vida real, me estaba dejando cada dos por tres atónita.
Aún así, el elfo paso de él.
—Os acompaño— dijo el elfo.
—No puedes, solo hay una cama, estarías bastante incómodo en el suelo— dijo Izan con un gesto de malhumor bastante considerable.
—Me da igual, puedo dormir en un banco de madera también, sé que hay muchos por todas las posadas ... — dijo él.
—¡Izan!¡No seas antipático! —dije yo.
—¿Por qué sabes tú que hay bancos en estas posadas? ¿Es que has estado aquí alguna vez para matar a la gente? Explícate elfo— dijo Izan mosqueado.
—Bueno para empezar, siento todo lo que he hecho, os debo una disculpa a los dos. Entiendo que estes mosqueado. No sabía muy bien cómo iba el juego en realidad virtual y pensaba que lo mejor era ir a favor de los de mi bando, entiendo que te mosquees pero no soy mala persona, o por lo menos he entendido que aquí en el juego tampoco quiero ser mala persona con nadie, en la vida real soy muy tranquilo. Y si quieres que responda a tu pregunta sí, he matado gente en las posadas, más bien personajes, jugando desde mi propia casa; y ya he comprendido que aquí entre los propios jugadores no deberíamos tratarnos así ni mucho menos. Y por cierto, me llamo Hugo, Izan.
Hasta entonces, no sabíamos como se llamaba el elfo, ya que los de bandos diferentes no teníamos la posibilidad de tener cierto tipo de información de los personajes que formaban el otro bando.
—Yo soy Luna y él es bueno ya lo sabes ... — dije yo, admirando la forma de hablar de Hugo.
Izan desconfiado, y sabiendo que quizás Hugo me empezaba a gustar un poco, me cogió de la mano y me llevó a otro sitio, para hablarme en voz baja.
—No me fio de él Luna. De hecho, no sabíamos ni su nombre hasta ahora, creo que nos quiere tomar el pelo, me da la sensación de que dice lo que queremos oír, para guardarse la espalda, o lo que es peor, para que pensemos que es nuestro aliado, para en cualquier momento vendernos a los de su bando.
—Si hubiera querido vendernos, ya lo hubiera hecho, ¿no crees?
—No, lo mismo está esperando el momento adecuado, para que vuelvan sus amiguitos y nos pillen de improvisto, cuando más confiados estemos.
—No me creo eso Izan.
—No seas tan confiada Luna, yo no voy a dormir con él, tú haz lo que quieras.
—Ah muy bien, estupendo Izan. Me encanta que crees ese mal rollo en el grupo.
—¿Qué grupo? ¿Te estás escuchando? Es de otro bando, por si no te has dado cuenta...
—Arrrgg... Eres odioso...Vale muy bien, me voy a dormir a otra posada. Que cada uno duerma en una, será porque no hay posadas vacías para todos.
Nos acercamos a Hugo y le explicamos que cada uno dormiría en un sitio diferente. Él acepto, para no crear malos rollos. Yo al final me quedé en la posada que había arreglado yo misma para mí hace tiempo, e Izan cogió y se instaló en la posada contigua. Al lado de Izan se instaló Hugo.
Estaba arreglando todo para poder dormir, cené un poco de fruta y zumo que había comprado al mercader, con el poco dinero que tenía, y caí en un profundo sueño.
No me había percatado de nada, era la primera vez que tenía el sueño tan profundo, normalmente en la vida real me costaba bastante dormir. Pero quizás el cansancio, el no saber que pasaría mañana, me tenía lo suficientemente agotada mentalmente como para dormirme y no enterarme de nada.
Izan no podía dormir, escuchó una conversación de Hugo con alguien. A Izan no se le ocurrió mejor idea, que salir por la ventana de su posada, para que el elfo no se diera cuenta, y saltar de su ventana a la mía, por suerte mi ventana estaba abierta, sino hubiera caído derecho al suelo. Por lo visto yo seguía sin percatarme de nada.
—Luna, despierta!¡Luna! — decía Izan.
Abrí los ojos al escuchar algo, me asusté tanto, que seguramente puse cara de que iba a gritar de un momento a otro. Ahí, Izan estuvo bastante hábil y me tapo la boca, como ya es costumbre en él hacerme eso, para que no me ponga a gritar como una loca.
—¡Izan!¡Pero qué narices haces aquí! —le dije mientras le quitaba la mano de mi boca.
—Estamos en peligro, ¡vámonos ya!¡Habla más bajo!
—¿Qué? ¿Qué pasa? No entiendo nada ...
—He escuchado al elfo ...
—¿Cómo que has escuchado al elfo? Como no te expliques mejor ... No entiendo nada.
—El maldito elfo, estaba hablando con alguien. Lo he escuchado desde la habitación, quizás está tramando algo.
—Es imposible, ¿con quien iba a estar hablando?, te habrás equivocado.
—Joder Luna, que no, no me he equivocado, vámonos ya por favor, si nos vamos ahora, le costará más encontrarnos, si nos esperamos a que se levante será nuestra perdición... No tenemos medio de transporte para ir más rápidos, nos volverá a alcanzar, él es de nivel superior y encima tiene un medio de transporte aéreo.
—No sé, es todo muy raro, ¿con quien estaría hablando? Con que clase de hechizo, es todo muy raro ... y si no tenemos medio de transporte es por tu culpa. De todas formas a nivel 30 había ya medios de transporte terrestres, busca en el mapa, hay que ver si tenemos dinero para comprarlos, aquí en Ciudad Azul se podían comprar si no recuerdo mal.
Izan desplegó el mapa, y vio que en el distrito de los guerreros, vendían una especie de motos bastante raras. Le hice caso, y fuimos despacio bajando las escaleras, abrimos la puerta sin hacer mucho ruido y nos fuimos al distrito de los guerreros, a ver si con los monstruos que habíamos matado, habíamos conseguido monedas suficientes que proporcionaba el bando azul por nuestro servicio, de proteger a los de nuestro bando.
—¿Tienes dinero Izan?
—Esto... No ... No lo suficiente. Bueno, en realidad no puedo comprar ningún tipo de medio de transporte—dijo él avergonzado.
—Estupendo, no me digas que te lo has gastado todo en equipamiento... Podías ahorrar un poquito digo yo ...— le dije enfadada.
—Mira Luna, no me eches la chapa ...
—¿Perdona? No puedes comprar nada, yo no tengo dinero suficiente para los dos, dices que tenemos que huir rápido, y quieres que no te eche la chapa, estupendo...Bueno haz lo que quieras ...
Izan, al igual que un niño pequeño se enfadó y se fue sin decirme nada, no sé a donde fue.
Me quedé sola, así que con el dinero que tenía compré una moto con sidecar, era una especie de antigualla pero funcionaba bastante rápido, la compré pensando en que podría llevar a Izan si él estaba dispuesto, pero no le dije nada del tema, vi que estaba demasiado lejos de la zona donde estaba, parecía enfadado y no quería cabrearlo más. Me subí en la moto y salí de Ciudad Azul a toda velocidad, me apetecía estar un rato sola.
Izan comenzó a hablarme, lo hizo desde el grupo, escribiéndome ... Ya que no podíamos hablar en persona, porque me encontraba ya bastante lejos.
—Pero ... ¿Dónde vas Luna?
—Me voy, has dicho que el elfo estaba tramando algo ...
—¿No vamos a seguir juntos? — preguntó Izan con bastante desconcierto mientras intentaba correr hacia donde estaba yo, con todas sus ganas.
—Me apetece estar sola, déjame.
Izan se quedó en silencio mientras corría en mi búsqueda.
Yo por mi parte, simplemente dejé de hablarle durante un rato, necesitaba estar sola un momento, para pensar en todo lo que estaba pasando. Izan comenzó de nuevo a hablarme con cierto miedo, quizás tenía miedo a tener que quedarse solo en el juego, sabía que necesitaba a una bruja, para poder sobrevivir en el juego, sabía que la gran mayoría de los enemigos usaban hechizos en la lejanía, y él solo podía pelear en el cuerpo a cuerpo. Quizás por eso, yo sentía que me estaba utilizando, o quizás por la mierda de relaciones en las que había estado metida siempre, pensaba que Izan podía estar haciendo lo mismo en ese momento, y más cuando nos encontrábamos en un juego, en el que literalmente se estaba jugando la vida en ello.
Todo era muy confuso, yo necesitaba sentirme más protegida por él, pero no sentía que él lo hiciera, le faltaba algo, que no atinaba a comprender bien.
—¡Luna! ¿Dónde estás? — siguió diciendo Izan en el grupo.
En realidad sabia donde estaba, de hecho en el mapa estaba viendo como se acercaba hacia mí, el problema es que yo con la moto con sidecar que me había comprado, le llevaba demasiada ventaja como para que pudiera alcanzarme, aun a sabiendas que yo me encontraba descansando, tirada en el suelo, bajo un árbol enorme. Por cierto, era un árbol muy bonito, de color azul, sus hojas parpadeaban en colores blancos y amarillos, era tan relajante estar debajo de un árbol así, parecía que hasta las ramas te abrazaban al moverse con el viento, sentí unas ganas enormes de caer en un profundo sueño arropada por el árbol.
En ese momento, no estaba haciendo ningún caso a Izan, estaba tan metida en mi mundo, observando además lo bonito que era el paisaje de noche, con sus lucecitas que flotaban y eran trasladadas por el viento como si tal cosa, las luces violetas y azules que se divisaban en el cielo, los ruidos de los pajarillos que dormían tranquilamente en los árboles, los ruiditos que se escuchaban de seres extraños que habitaban el bosque, me estaban resultando bastante relajante, mi cuerpo y mi mente me estaban pidiendo parar, así que tuve que caer rendida sin darme cuenta en un profundo sueño.
Izan seguía hablándome, pero yo no podía darme cuenta de nada, quizás debido al estrés que tenia mi cuerpo y mi mente caí en un sueño tan sumamente profundo, que me era imposible hasta poder oír los pitidos que sonaban cada vez que hablaba una persona en el grupo.
Lo que yo no sabía, es que Izan, mi guerrero preferido, estaba divisando a alguien desde el horizonte, por lo visto era un enemigo, y él no sabía quién podría ser, lo que tenía claro es que era del bando negro, pero era imposible que fuera el elfo. Seguramente él estaría enfadado por haberlo dejado solo, o seguiría durmiendo sin saber que nos habíamos ido. Por otra parte Hugo, por su bien, tendría que esperar a que volviéramos, ya que al estar en Ciudad Azul, sin jugadores del bando azul, su apariencia le podría jugar una mala pasada, y si le pillaban los guardas reales, y no había nadie del equipo azul, seguramente podrían atacarlo. Si se daba cuenta, seguro que pensaría que le habríamos abandonado, ya que ya lo habíamos hecho una vez, aunque en circunstancias muy diferentes, seguramente habría intentado salir de Ciudad Azul enfadado y siguiendo su camino sin pensar en nosotros.
Izan seguía hablándome por el grupo, insistiendo, y corriendo a más no poder, yo me había alejado demasiado, y seguía dormida y no me di cuenta. Lo que no sabia Izan, aunque se lo podía imaginar, es que quien estaba cerca de mí, era uno de los orcos que le acompañaba antes a Hugo seguramente, el orco se había desperdigado para intentar buscar al elfo, y a otras personas del bando azul, para poder conseguir matarnos a todos.
Yo, por lo visto, era la única que no se estaba enterando de nada, cuando me quise enterar ya era demasiado tarde. El orco me había cogido con sus propias manos, era un guerrero de bastante nivel, y me tenía cogida por el cuello con una de sus manos, mientras me sostenía en el aire, tuve un despertar horrible, no sabia ni donde estaba, y mucho menos que me encontraba dentro del juego, me resultó todo bastante abrumador.
—Hombre, la brujita que andábamos buscando— dijo él, mientras me seguía intentando asfixiar con sus manos.
Yo no podía hablar. Más tarde me elevó aún más en el aire, mientras me seguía intentando asfixiar agarrándome más fuerte por el cuello con su mano, y no contento con eso, me soltó de repente, dándome un golpe en el suelo. Me quede tan mal, que era incapaz de lanzar ningún tipo de hechizo, no sabía si el alma podría tener huesos, pero hasta podía sentir como me dolían los huesos del alma. Estaba agonizando, medio mareada en el suelo sin poder hacer nada por mi vida.
—¡No te vas a defender bruja! ¿Te han dejado solita esta vez? — decía el orco burlándose de mí, mientras me miraba con desprecio.
—¡Déjame en paz! — dije con un pequeño hilo de voz.
—Pero si puede hablar jajaja, acabarás muy mal, bruja.
El orco, fuera de mostrar algún tipo de compasión por mí, viéndome ahí tirada en el suelo, sin poder moverme, aprovechó para seguir rematándome, me dio puñetazos por todo el cuerpo, sabía que un brujo a corta distancia lo tenía muy difícil para defenderse, y al estar solo ataviados con telas, sin ningún tipo de protección, los golpes nos hacían mucho más daño; sabía muy bien lo que hacía, y como acabar conmigo.
Podía ver como Izan venia corriendo, pero para cuando llegara él, quizás sería demasiado tarde para mí, estaba tirada en el suelo, con varios golpes y comenzaba a sangrar por la boca.
—¿Quieres más, bruja? — decía el orco sin apiadarse lo más mínimo de mí.
Yo no podía mediar palabra, me sentía impotente, estaba ahí tirada en el suelo, y rota de dolor, sin poder hacer nada por mi vida.
Por suerte, Hugo se había levantado, era todavía de noche, pero quiso ir a darse una vuelta por el bosque, llamó a la puerta de la posada donde supuestamente tenía que estar dormida, pero vio que no contestaba nadie, llamó a la de Izan, y pudo ver que tampoco contestaba nadie. Le resultó todo muy extraño, incluso pensó que ninguno de los dos queríamos abrirlo. Por lo que él, lejos de enfadarse, pensó que nos podría haber pasado algo, se puso a levitar para mirar por las ventanas de arriba, no veía absolutamente nada en ninguna de las posadas y le resultó todo muy extraño.
Hugo, se dirigió al bosque, para ver si nos veía por allí, como no nos veía abrió su mapa, para su sorpresa, en el radar, le aparecía el orco que sabía que era de su grupo, a nosotros debido a como iba el juego, no nos podía ver, ya que no nos encontrábamos en la zona negra, la zona azul solo podía ser dominada en ese aspecto por el bando azul y solo nos podían divisar los de nuestro bando. Pero Hugo presentía que algo iba mal, y que seguramente el orco estaría haciendo de las suyas, intentando hacernos daño.
Izan comenzó a ponerse bastante nervioso, veía que no le daba tiempo a llegar, aunque corría con todas sus ganas, en el grupo él también podía ver la energía que me quedaba de vida, y percibía como poco a poco mi nivel de vida iba bajando a unos límites aterradores, que tarde o temprano si seguía así, dejaría de existir.
Izan comenzó a gritar mientras corría, para ver si con suerte podía venir Hugo para salvarme. Dejó su orgulloso a un lado, por mi bien, sabía que el elfo si podría hacer algo, pero no podía comunicarse con él, lo único que podía hacer era correr y correr hacia donde yo me encontraba y seguir gritando pidiendo ayuda, mientras iba por el camino sin acercarse a los monstruos del bosque.
Era la segunda vez que le veía la cara a la muerte tan de cerca, me estaba constando mucho respirar, creo que del golpe, me tuvo que romper varias costillas, y un brazo no podía ni levantarlo para poder lanzarle aunque fuera un hechizo de pánico, para poder alejarlo de mí, durante unos instantes y así poder darme un poco de tiempo, en el caso de que alguien viniera a socorrerme. Comenzaba a sangrar más y más por la boca, era mala señal, veía como la energía de vida se iba apagando lentamente. Lejos de parar, el orco, sacó un cuchillo, para conseguir rematarme finalmente.
Cuando yo, viendo la situación en la que me encontraba, y sin apenas poder mediar palabra, no tuve otra que implorarle piedad.
—No me mates, por favor... Estoy bastante mal...
—¿Y a mí qué? Si te mato, podremos salir del juego jajaja
—Eso no lo sabes— dije yo sin poder hablar más, mientras no paraban de darme espasmos.
De repente, me entró una tos horrible, me dolían hasta los pulmones, y cada vez que tosía, no paraba de sangrar por la boca, estaba viendo como se acercaba mi final.
Hugo se temía lo peor, venia corriendo montado en su fénix, surcando el viento a toda velocidad, a lo lejos ya estaba divisando lo que pasaba a través de uno de los hechizos que tenía, el hechizo consistía en que podía ver en una burbuja todo lo que pasaba a cierta distancia de él. El hechizo solo funcionaba con miembros de su bando, como el orco era de su mismo bando, pudo observarlo y ver cómo me estaba aniquilando, me vio tendida en el suelo. Estaba a punto de llegar a la zona, se estaba poniendo bastante nervioso, no sabía si le daría tiempo a poder salvarme.
Cuando llegó donde estábamos, de un salto cayó encima del orco, se había subido encima del orco, estaba pegado a su espalda, le colocó sus manos sobre sus ojos, y usando uno de sus hechizos le dejó ciego.
—Arrrgg, no puedo ver, imbécil. ¿Qué has hecho? — dijo el orco hablando a alguien que no sabía quien era, pero que se lo podía imaginar.
—Te lo tienes merecido, para que la próxima vez te metas con alguien de tu nivel, abusón.
—¿Eres tú Hugo? — dijo el orco, bastante enfadado sin poder ver.
—Sí, soy yo... No vas a volver por aquí nunca más, de hecho les dirás a los demás, que no has visto a nadie del otro bando, o si no te las veras conmigo, y sabes que tienes todas las de perder.
Hugo muy enfadado, al verme tirada en el suelo sin poder moverme, lanzó al orco uno de sus hechizos con sus ojos. El hechizo, consiguió levantar al orco, y mandarlo muy lejos, de hecho lo pudo mandar al otro mundo, el del bando negro.
Él se acercó bastante preocupado hacia mí.
—¡Bruja! Joder...— dijo él.
—Me encuentro muy mal, creo que voy a morir — dije yo.
Él me cogió entre sus brazos, y veía como se me caía la cabeza hacia atrás, y no paraba de echar sangre por la boca, la situación no pintaba nada bien. Se acercaba mi final, o eso pensaba yo, de repente me desmayé y no me enteré de nada más, no podía escuchar nada a mi alrededor. Esta vez, si que parecía que no iba a salir de esta, parecía que la suerte no me iba a acompañar, como hizo la primera vez que estuve tan mal.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro