Capítulo único
Ha este punto mi mayor red flag es creer que puedo hacer un reto en el tiempo establecido (o, en su defecto, que puedo ponerme al día en poco tiempo o hacer algo chill). Esto iba a tener como 3k y de alguna forma se duplico... en fin. Día 2 del reto de 12 días de navidad
Prompt: Atrapados juntos en una tormenta de nieve/ "¡¿Pensé que sabías por dónde ibas?!"
Advertencias: No beteado (todavía), lenguaje moderado, mutual pining (pero son demasiado idiotas para saberlo)
PSD: Vivo en un país caliente, lo más cercano a la nieve es la lluvia abundante... así que lo que le pasa al vehículo en este fic lo estoy basando en cosas que le pasan a los carros en mi país cuando se inunda por la temporada ciclónica
Cr del arte de la portada: currrsy (Tumblr)
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Atrapados en la nieve
Kyle no tiene ni la más mínima idea de a quién debería culpar por la precaria situación en la que se encuentra, sin embargo, lo más lógico, al menos para él, es echársela a Cartman, considerando que es quién iba conduciendo. Bueno, supone que la culpa también debería ser de quién tuvo la brillante idea de tener una 'escapada' antes de navidad, en una época propensa a las tormentas de nieve, pero siempre ha sido más fácil culpar al castaño de todas sus desgracias, las haya causado de forma directa o indirecta, así que no va a dudar en hacerlo.
Se supone sería un buen fin de semana, tranquilo y sin contra tiempos. No recuerda cuál de los otros dos idiotas de su grupo sugirió la idea de ir a una cabaña el fin de semana antes de navidad, o porque pensó que era una buena idea que su primera reunión en años fuera precisamente antes de navidad, pero tampoco es como que tenía forma de saber que esto iba a pasar. Kyle ni siquiera quería ir en primer lugar, fue básicamente forzado por Stan, que lo había hecho sentir culpable hablando de lo mucho que los echaba de menos, de que hacia mucho tiempo no tenían tiempo de calidad juntos como en los viejos tiempos y que no sería lo mismo sin él. El pelirrojo duda mucho que hubiera sido algo diferente, considerando que, desde que estaban juntos, Kenny básicamente arrastraba al pobre Butters con él a todos lados, por lo que técnicamente sin él seguirían siendo cuatro, pero lo que sea.
En la planeación del fin de semana, de alguna forma había salido a flote en la conversación, a la que no le había prestado mucha atención, el curioso hecho de que Cartman y él vivían en la misma ciudad, contrario a Stan y Kenny que vivían en dos estados completamente diferente y más apartados, mientras que ellos dos se habían quedado en Colorado; fuera de South Park, sí, pero no demasiado lejos. No sólo eso, para el horror de Kyle de hecho vivían relativamente cerca, a hora y media o dos de distancia, y técnicamente lo suficientemente cerca de South Park como para poder hacer el viaje a la cabaña que habían reservado cerca de su pueblo natal en auto y así ahorrarse los horrores de volar cerca de una festividad. Antes de darse cuenta, Kenny había sugerido que viajaran juntos en la camioneta de Cartman, Stan lo secundó y por alguna razón que aún no puede entender, el castaño había accedido con sospechosa facilidad.
En retrospectiva todos llevan parte de la culpa, pero, como fue establecido antes, siempre ha sido más fácil culpar a Cartman. Es su culpa por haber dado su brazo a torcer sin mucha resistencia, es su culpa por prácticamente haberlo arrastrado fuera de su departamento, que por cierto aún no sabe cómo consiguió la dirección porque ni siquiera recuerda habérsela dado, y es su culpa porque, de alguna forma, había conseguido que se perdieran en un camino que debería saberse de memoria.
La primera parte del viaje se había dado sin mayores problemas, al menos lo hizo después de que Kyle se cansó de quejarse de cuán estúpido era que se vieran forzados a viajar juntos. Cartman no se había molestado demasiado en unirse a la pelea, dejando al pelirrojo discutir prácticamente consigo mismo, salvo para hacer uno que otro comentario que solo lo hacía enojar más. Cuando su energía había mermado y la cabina de la camioneta se sumió en un silencio más o menos soportable, Kyle se había recostado en su asiento mirando sin realmente ver el exterior; no es como si hubiera mucho que ver, nieve por todas partes cubriendo los alrededores, extendida como una sábana sobre los carteles que señalaban cuanto faltaba para llegar a la dichosa cabaña.
Es entonces que nota, luego de casi una hora, que hay más nieve que cuando salieron de la ciudad. Y que ha visto el mismo cartel al menos tres veces.
-¿No acabamos de pasar ese cartel? -pregunta entrecerrando los ojos, girando la cabeza mientras el mencionado cartel se pierde de vista.
-No -probablemente le habría creído de no haber notado como, de pronto, su voz suena más pesada que minutos antes cuando se estaba burlando de él.
-Cartman... -advierte girándose para verlo, frunciendo el ceño.
-Es probable que sí -admite finalmente luego de largos minutos de silencio.
-Tú... ¿estamos perdidos? -aprieta sus manos contra el borde del asiento para contenerse de lanzarse hacia él y matarlo, sabiendo perfectamente que está conduciendo y eso podría ser peor.
-No estamos perdidos, Khal, sólo un poco... fuera del camino -tamborilea sus dedos nerviosamente contra el volante.
Oh, Dios, va a matarlo.
-¡¿Pensé que sabias a dónde íbamos?! -grita, ira encendiendo su interior más que la calefacción. Sin pensarlo o considerar las consecuencias de sus acciones, se lanza contra el volante. -¡Detén la maldita camioneta!
-Wow Khal -Cartman alza un brazo tratando de bloquearlo y, a la vez, mantener el control con su otra mano. -¡Con un demonio! ¡Quédate quieto o harás que nos estrellemos, judío imbécil!
El pelirrojo no lo escucha, forcejeando con él por poner sus manos sobre el volante. No sabe que hará cuando lo consiga, lo que sabe es que deben detenerse ahora. Deja escapar un grito triunfal cuando una de sus manos choca con el volante, la hala provocando que la camioneta gire a la derecha, pero Cartman le da un codazo logrando apartarlo, halando en dirección contraria. Bajo ellos pueden sentir las ruedas patinar peligrosamente y como están, demasiado concentrados en seguir peleando por el control, no ven que se han salido del camino y se dirigen a un banco de nieve hasta que un ruido seco retumba bajo ellos y la camioneta se detiene de golpe.
Ambos se quedan completamente quietos, tratando de hacer sentido a lo que acaban de escuchar, sus respiraciones entrecortadas. Alzan la vista, despacio, para mirar por el parabrisas, encontrándose con puro blanco. Al prestar atención, escuchan el rechinido de las ruedas traseras contra el asfalto, o lo que asumen es asfalto, y eso le hace darse cuenta a Cartman que aún sigue presionando el acelerador, por lo que rápidamente lo suelta.
-Oh Dios -Kyle es el primero en hablar, mirando con horror a su alrededor-. Por favor, dime que no estamos atascados.
En lugar de responder, Cartman pone la camioneta en reversa y pisa el acelerador con fuerza. La única respuesta que recibe es más rechinido de las gomas, las delanteras uniéndose al concierto, y el motor ruge. El castaño no se detiene hasta que el motor empieza a sonar como un gato ahogándose, lo que lo obliga a detenerse. Golpea el volante con fuerza, maldiciendo entre dientes algo que Kyle no puede entender, pero está muy seguro de que su nombre y 'judío' es mencionado un par de veces.
-Carajo -murmura finalmente, apoyando su frente contra el volante.
Kyle traga con fuerza, apoyando sus brazos contra su vientre en un medio abrazo, culpa empezando a carcomerlo por dentro. La culpa se duplica cuando, al mirar por el parabrisas, nota que ha empezado a caer nieve de nuevo, copos y copos que se ven cada vez más gruesos e implacables. No puede ver más allá de eso por su ventana, ni mucho menos por la de atrás, lo que confirma que no sólo están atascados en un maldito montón de nieve, sino también que, al parecer, están atrapados en una jodida tormenta.
-¿Qué hacemos ahora? -se atreve a preguntar, tratando de no alzar demasiado la voz, sintiendo las oleadas de furia que desprende el cuerpo de Cartman.
-¿Tú qué crees maldito judío? Esperar -responde el castaño con brusquedad. Sin embargo, su voz suena contenida, cansancio haciéndose presente.
Kyle quiere espetar con el mismo nivel de brusquedad, una reacción natural de su cuerpo en momentos de estrés, pero se muerde la lengua. Tal vez es momento de enfocar un poco la culpa sobre si mismo porque, en serio, ¿qué carajos estaba pensando hace unos minutos? Nada, la respuesta corta es que no estaba pensando en absolutamente nada. Inspira profundamente y exhala con lentitud.
-¿Tienes un mapa? -pregunta apoyando su cabeza contra su asiento, agradeciendo por un segundo que la camioneta no se haya apagado aún y la calefacción aún funciona. Sin embargo, duda mucho que eso vaya a durar mucho tiempo, en vista de que el frío empieza a colarse por los bordes de las puertas.
-¿Para qué carajos quieres un maldito mapa? -el castaño gira la cabeza para mirarlo, alzando una ceja.
-¿Tú para qué crees que quiero un mapa Cartman? Ubicar dónde estamos y ver que tan lejos estamos de la cabaña y...
-¿Y qué? -le interrumpe el hombre, enderezándose. -¿Caminar hasta allá? ¿con este maldito frío? Tenemos que estar a -60 grados Khal, eso es suicida.
-Primero que nada, eso es exagerado, no pueden ser más que -20º -señala, irritado-, y segundo, si la cabaña está cerca podemos llegar en... veinte minutos tal vez, ¿cuánto tiempo le queda a la camioneta antes de apagarse?
Cartman aprieta los labios con fuerza. Es claro que quiere responder algo más, pero por alguna razón se contiene. En lugar de decir algo, se cruza de brazos y se gira para mirar al frente, probablemente tratando de derretir la nieve con la intensidad de su mirada. Kyle hace lo mismo, mirar al frente de brazos cruzados, frustrado por la situación y molesto consigo mismo por sus estúpidas acciones.
Un silencio pesado cae entre ellos, haciendo el ambiente en la cabina más insoportable que antes. El único sonido que los acompaña, aparte de sus respiraciones acompasadas, es el viento fuera que empieza a arraigar, golpeando el auto sin piedad, y el suave ronroneo húmedo del motor del auto. Es como si la nieve quisiera enterrarlos dentro; el pensamiento le hace enderezarse, repentinamente nervioso.
-¿Crees que los demás hayan llegado a la cabaña primero? -pregunta bajo, su vista clavada en la nieve.
-No lo sé, quizá -Cartman lo mira de reojo. -¿Preocupado por lo que pueda pensar tu noviecito de tu ausencia?
Ignora el comentario apresurándose a buscar su teléfono en su bolsillo, revisándolo. Tiene un mensaje de Stan, de hace casi una hora, comunicándole que su vuelo se había retrasado por un aviso de tormenta, pero que podían empezar sin él. Kenny había dejado otro, con un contenido similar, deseándole suerte en el camino y pidiéndole que no matara a Cartman antes de la boda, considerando que el castaño sería su padrino.
-No -susurra escribiéndole a Stan y notando, demasiado tarde, que no tiene señal-. No, no, no, no, no.
-¿Ahora qué judío? -Cartman se remueve, quitándose el cinturón de seguridad.
-No hay señal -informa sin alzar la vista del teléfono, tratando desesperadamente de hacer algo, lo que sea. Como si eso pudiera hacer que la señal regrese mágicamente.
Van a morir ahí. Van a morir congelados. Va a morir jodidamente congelado, junto al maldito Eric Cartman, y nadie va a encontrar sus cuerpos hasta bien entrada la primavera.
-Lógicamente no hay señal, estamos casi enterrados en un maldito banco de nieve porque alguien pensó que era buena idea quitarle el volante al conductor -el tono pedante de Cartman está de regreso en su voz, lo que saca a Kyle de sus pensamientos antes de que pueda entrar en un espiral de pánico, haciéndolo enfurecer nuevamente.
Si el frío no los mata primero, cuando la camioneta finalmente ceda a la tempestad y se apague, es posible qué el termine matando a Cartman. Dios sabe cuanto le ha costado no ahorcar al bastardo.
-Tu vas a pagar por ello, por cierto -continua el castaño, ignorando el peligro en su mirada-, es tu culpa que estemos en esta situación.
-Es tú culpa por perderte en el camino -señala Kyle, apretando sus manos con fuerza.
-Hey, sabía por dónde íbamos, es solo que tanta nieve -señala a su alrededor, encogiéndose ligeramente de hombros a la defensiva-, estaba un poco desorientado, pero hubiéramos llegado a la cabaña si...
-Olvídalo -Kyle se cruza de brazos una vez más, girándose hasta darle la espalda-. Olvídalo, no vamos a resolver nada así.
En el reflejo del cristal ve a Cartman abrir la boca, listo para decir algo más, pero a último segundo la cierra con fuerza, girándose para darle la espalda también.
Otro silencio pesado se hace presente, aunque es peor porque la tormenta sigue rugiendo a su alrededor y el motor suena cada vez peor. Por el rabillo del ojo Kyle nota como las luces del tablero empiezan a parpadear.
Eso no puede significar nada bueno. No pueden tener más de cinco, tal vez diez minutos atrapados, pero si la camioneta se apaga...
Como leyendo sus pensamientos, el motor emite un último suspiro antes de que la camioneta se apague por completo. El frío no pierde la oportunidad y empieza a filtrarse con más ahínco, comiéndose a pasos agigantados la calidez que la calefacción había dejado atrás.
Kyle y su suéter ligero no están preparados para ello, su abrigo más grueso guardado en su bolso de viaje, resguardado en la caja de la camioneta. Perfecto. Simplemente perfecto.
Va a morir por el frío después de todo, piensa con amargura halando las mangas de su suéter para cubrir sus manos y abrazando su cintura de nuevo, intentando desesperadamente conservar tanto calor como le es posible. Va a morir y no tuvo la oportunidad de despedirse de sus padres, ni de Ike, ni de Stan. No va a poder ir a la boda de Kenny y Butters. No va a poder ir a la boda de Stan y Wendy.
Todo es culpa del estúpido, arrogante, imbécil, insensible...
-¿Quieres detenerte de una maldita vez? -la voz de Cartman le sobresalta, de no ser por el enojo que burbujea en su interior se habría olvidado de él-. El castañeo de tus dientes no me deja pensar.
-Disculpa si una reacción natural al maldito frío que hace interrumpe tus preciosos pensamientos -responde mordaz sin molestarse a mirarlo, pero de igual forma aprieta los dientes tanto como puede para impedir que sigan castañeando. Ni siquiera lo había notado hasta que lo mencionó. Imbécil.
-Tengo un calentador portátil en la caja -informa Cartman. Esto si que llama su atención por lo que se endereza, girándose a verlo.
-¿Por qué diablos tienes un calentador portátil en tu camioneta? -pregunta alzando las cejas, sorprendido más que nada.
-No es asunto tuyo judío -responde a la defensiva, rodando los ojos-. La cosa es que con los asientos en su lugar es incómodo recuperarlo desde aquí.
-¿Cómo...?
-Dios, ¿no puedes cerrar la boca un minuto y dejarme hablar? No he hecho más que oírte lloriquear todo el día...
-¡Yo no lloriqueo!
-... y quejarte como un marica -termina mirándolo con severidad. -¿Me dejarás hablar o no?
Aprieta sus labios, haciendo un gesto brusco con la mano de que continue.
-Gracias -dice sarcásticamente, rodando los ojos-. Cómo te decía, es incómodo recuperarlo desde aquí. Tengo que salir, abrir la caja y sacarlo.
-¡¿Estás loco?! Tu fuiste hace rato que salir a caminar es un acto suicida -protesta. Por mucho que amaría tener el maldito calentador, que el castaño arriesgue su vida no es exactamente algo que le agrade del todo.
-Ir caminando a la cabaña sin saber dónde estamos es un acto suicida. La caja está aquí atrás, no me tomará más de un minuto, puedo traer tus cosas y así dejas de hacerle competencia a los castores -escuchar a Cartman sonar tan razonable envía un escalofrío por su espalda. Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que se vieron, que casi había olvidado lo fríamente calculador que podía ser el castaño en momentos de crisis.
-Bien, pero si te quedas atrapado no pienso salir a rescatarte -su respuesta es infantil y ridícula, lo sabe, pero tampoco es que tenga ni idea como reaccionar a su plan.
Cartman simplemente ríe, rodando los ojos. Acomoda su abrigo, cerrándolo hasta el tope, antes de respirar hondo, quitarle el seguro a la camioneta y apresurarse a salir cerrando la puerta con fuerza para impedir que el frío entre de lleno. Kyle se alza en su asiento, subiendo sus rodillas al borde para ganar un poco más de altura y sigue la silueta de Cartman, en vista de que los vidrios se han empañado y no puede verlo realmente, hasta que este llega a la parte de atrás. Nerviosamente lo ve abrir la caja y empezar a rebuscar dentro; desde su posición puede escuchar cosas golpear contra el suelo de la caja, el tintineo metálico de lo que asume son herramientas del auto y luego algo duro ser arrastrado.
El castaño cierra la caja con fuerza y le da la vuelta a la camioneta. Confundido, Kyle sigue el movimiento hasta que el castaño abre la puerta del asiento tras suyo, entrando tan rápido como puede y cerrando de un portazo.
-Maldito... se me congelan... bolas -masculla entre dientes frotando sus manos agresivamente para entrar en calor.
Tratando de ayudar, Kyle se inclina sacudiendo la nieve de sus hombros y cabello. Concentrado en lo que hace, no nota la mirada extrañada que le dedica el hombre.
Cuando no quedan más copos de nieve sobre él, o al menos a las partes que puede llegar desde su posición, Kyle mira alrededor tratando de encontrar el dichoso calentador. Ve su bolsa de viaje a los pies de Cartman, junto a esta otra bolsa y una caja, o algo similar a una caja, que debe ser el calentador del que hablaba.
-¿Cómo funciona ese calentador? -pregunta alzando la vista. Parpadea, algo sobresaltado por la intensidad con la que Cartman lo mira. -¿Cartman?
-Es recargable -responde agitándose ligeramente, como si quisiera sacarse algo de encima. Con un gruñido se inclina tomando la bolsa del pelirrojo y se la entrega, antes de alzar la caja para de su interior sacar el calentador.
Kyle lo observa atentamente, buscando a ciegas dentro de su bolsa su abrigo y sus guantes. Su ushanka desgraciadamente hace mucho tiempo dejó de quedarle y no ha tenido la oportunidad de aún de recuperarla, así que su mejor apuesta es un gorro de lana que Stan le había regalado en uno de sus cumpleaños. Cartman, por su parte, parece juguetear con el calentador hasta que el panel que Kyle puede ver, que se ve negro desde su posición, empieza a enrojecer, indicando que está encendido.
-No es muy potente, ¿Verdad? -pregunta poniéndose el abrigo y acomodando el gorro lo mejor que puede en su cabeza.
-Estamos a -60 grados Khal, dale un minuto -Cartman rueda los ojos colocando el calentador bajo el otro asiento de pasajero.
El pelirrojo chasquea la lengua, girándose para volver a sentarse, buscando en su bolsa ahora una bufanda, que está seguro dentro. Su concentración no dura mucho porque de pronto el asiento tras él se desliza hacia atrás, casi haciéndole caer de no haberse sostenido del borde de la puerta. La risa del castaño le hace saber que lo hizo totalmente a propósito.
-¿Era necesario? -cuestiona girándose, mirándolo tan mordaz como puede.
-Totalmente -Cartman vuelve a reír, entreteniendo sus manos con bajar también el asiento del piloto.
Kyle quiere responder, pero se distrae al notar que hay una manta medio extendida en los asientos de atrás. Manta que luego Cartman empieza a halar para que cubra los asientos delanteros también, dejando un pequeño espacio a través del cual mete la mano, ajustando el calentador probablemente.
-¿Qué haces? -pregunta cuando el castaño se acomoda en los asientos de atrás. La otra bolsa que trajo descansa cómodamente a su lado, de su interior saca una manta más gruesa.
-Es obvio que pasaremos la noche aquí, Khal. Lo mejor que podemos hacer es ponernos cómodos y esperar a mañana. La tormenta seguro habrá pasado y algún ranger o policía estatal deberá hacer un patrullaje -responde desdoblando la manta-. Es protocolo o algo así. Yyy listo -orgulloso de su trabajo, extiende sus manos agitándolas suavemente como diciendo 'ta-da'.
Kyle no está muy seguro de lo que está mirando, con la manta extendida sobre los asientos y la otra desplegada, aunque no acomodada, pero debe admitir, con reluctancia, que Cartman tiene razón. No tienen otra opción más que pasar la noche ahí. Con un suspiro sufrido cierra su bolsa, la acomoda contra el asiento trasero tras el suyo y se recuesta en su asiento apoyando la cabeza sobre la bolsa. Cartman ríe bajo, como si estuviera encantado de que haya entendido la idea, y hace lo mismo que él del lado del asiento del piloto. Toma la mana que queda entre ellos y la extiende todo lo que puede para cubrirlos a ambos.
Calidez se extiende por su pecho, en parte por lo caliente que se siente la manta bajo él, con el calentador en el suelo y la que tiene encima, mullida y pesada, y en parte por lo considerado del gesto de Cartman. Sí, el gordo sale beneficiado porque tampoco se va a morir de frío, pero bien pudo haberlo sacado de la camioneta o negarle parte de la manta.
Kyle se permite relajarse, algo de lo que tal vez se arrepienta más adelante, pero el calor empieza a extenderse por su cuerpo y sus músculos se sienten laxos. Está agotado y descansar, así sea por un par de horas, suena como una buena idea.
Kyle se despierta con un sobresalto, completamente desorientado y no muy seguro de que lo sacó de su sueño. Parpadea lento, girándose en su lugar, acurrucándose un poco más bajo la manta, pero una corriente fría se cuela por debajo haciéndole estremecer.
Corriente fría...
Abre los ojos de golpe, sentándose con rapidez, mirando a su alrededor. Desgraciadamente, no puede ver nada más allá de su nariz, pues todo a su alrededor está sumido en oscuridad. Traga con fuerza, tratando de discernir si eso se debe a que es bien entrada la noche o sí, tal vez, la camioneta fue finalmente engullida por la nieve y la tormenta. Espera con todas sus fuerzas que sea lo primero, porque de ser lo segundo... Sacude la cabeza, apartando el pensamiento, y trata de concentrarse en el frío que empieza a carcomerle los huesos a pesar de la gran cantidad de capas de ropa que lleva encima.
A su lado, Cartman ronca suavemente, tan explayado como el pequeño espacio le permite, cubierto hasta la cintura por la manta y se pregunta como es que el frío no lo ha despertado aún, pero supone que tanta grasa debe servirle para almacenar el calor o algo por el estilo. Sacude la cabeza, concentrándose, y decide investigar porque las mantas se sienten cada vez más frías.
Con mucho cuidado desliza su mano por el borde del asiento tratando de buscar el espacio libre que dejó Cartman, a través del cual movió el calentador. No puede ser que se haya apagado, ¿Verdad? Había escuchado que esas cosas estaban diseñadas para durar largas horas, duda mucho que haya estado encendido por tanto tiempo, y con la confianza con la que Cartman propuso usarlo asumió que debía estar completamente cargado. La idea de que en efecto esté apagado y no que, de alguna forma, se haya deslizado a otra parte del suelo, hace que su corazón se acelere.
Eso no sería bueno. Nada bueno.
Encuentra el espacio y con un suspiro aliviado, desliza su mano dentro tanteando abajo, buscando el calentador. Lo encuentra casi de inmediato, en el espacio del centro; la parrilla de arriba se siente algo caliente, pero no puede sentir que esté emitiendo más calor, lo que podría significar que su batería había llegado a su fin.
Y el frío sólo parece empeorar.
-Mierda -masculla entre dientes, sacando su mano del espacio, reacomodando sus guantes con la esperanza de mantener el poco calor que absorbió del aparato. Le preocupa que el interior de la camioneta se sienta tan frío, porque eso podría ser señal de que están efectivamente enterrados bajo la nieve.
-Mierda -repite un poco más alto, sin verdadera intención, halando con algo de brusquedad la manta para envolverse en ella.
-¿Khal? -Cartman se atraganta un poco antes de sentarse, mirando a su alrededor, desorientado.
-Estoy aquí -le informa bajo, maldiciéndose por haberlo despertado.
No puede ver al castaño con mucha claridad, pero está lo suficientemente cerca para distinguir que el movimiento que capta es el castaño alzando su mano y pasándola por su rostro.
-¿Apagaste el calentador? -sus palabras suenan un poco embotadas por el sueño.
-Parece que se apagó -informa, deslizándose por el asiento hasta quedar completamente sentado, abrazando sus piernas.
-Carajo -maldice el castaño, inclinándose para meter la mano bajo el asiento. Saca el calentador y lo golpea suavemente, agitándolo. -¡Carajo! -grita lazándolo contra el tablero de la camioneta, donde cae con un ruido sordo que sobresalta un poco al pelirrojo.
-¿Qué hora es? -Cartman pregunta luego de unos minutos en silencio, respirando hondo.
-No lo sé -Kyle mira a su alrededor buscando su teléfono. Al no encontrarlo a la primera, desliza sus manos alrededor, moviéndose hacia adelante hasta que lo encuentra; sin perder tiempo lo desbloquea, maldiciendo-. Las diez.
-¿Sólo las diez? Carajo -Cartman golpea el asiento bajo él, respirando hondo-. Carajo, carajo, carajo.
-Creo que estamos enterrados bajo la nieve -comenta el pelirrojo, deseando con todas sus fuerzas que sea una pesadilla. Que sea una pesadilla y que aún siga dormido, con el calentador encendido a toda potencia bajo él y que es más cerca del amanecer que de la media noche y alguien está a punto de encontrarlos.
Se pellizca el antebrazo ligeramente. El dolor le confirma que no es una pesadilla.
Mierda. Van a morir.
-Bueno, esto no podría ser peor -comenta Cartman, estirándose tanto como puede.
-¡Cartman! -golpea su brazo con fuerza, pero el castaño no reacciona, riendo entre dientes mientras sale de debajo de la manta.
Kyle frunce el ceño tratando de descifrar que diablos está haciendo, pero le es imposible entre tanta oscuridad, por lo que se resigna a sólo ver movimiento a su lado. Apoya su mejilla en sus rodillas, sabiendo que, si sobreviven, va a lamentar la incomoda posición, cerrando los ojos un segundo para calmarse. Sólo deben sobrevivir ocho horas más, tal vez diez; no puede escuchar la brisa fuera así que quizá la tormenta haya menguado y podrán encontrar la forma de salir del vehículo. Dios, espera que puedan hacerlo antes de convertirse en una paleta improvisada de metal.
Sus pensamientos giran en circulo, inquietud reptando por toda su piel luchando con el cansancio que de pronto trata de tomar dominio sobre él. Oh Dios, oh Dios, este no es el momento para tener un ataque de ansiedad. No cuando no puede distinguir si el frío colándose por su ropa es real o producto de su mente. No con Cartman sentado a su lado como testigo de su pequeña crisis.
No es como que el castaño le esté prestando verdadera atención, concentrado como está buscando algo bajo el asiento entre las sombras, murmurando por lo bajo palabras que no puede entender, mezcladas con algunas maldiciones que le llegan fuerte y claro. Finalmente, un ruido seco reemplaza sus murmullos y Cartman emite un bufido triunfal que suena como '¡ja!', rompiendo el silencio.
-¿Qué estás haciendo? -Kyle abre los ojos, frunciendo el ceño y entrecerrando los ojos intentando descubrir que es esa silueta que de repente, para él, apareció junto al castaño.
-Asegurándome de que sobrevivamos un par de horas más, judío -replica Cartman con un tono jocoso que enciende en el pelirrojo el deseo de golpearlo. No puede evitarlo, ¿de acuerdo? Ni siquiera en medio de una oleada de pánico y ansiedad puede contener las inmensas ganas de golpear a Cartman que surgen en él de vez en cuando. El gordo tiene suerte de que no ha comido nada desde el almuerzo.
-¿Cómo culón? -pregunta, su voz cargada de sarcasmo.
-Así -el sonido de un cierre le hace saber a Kyle que esa silueta desconocida es una bolsa. De su interior Cartman saca algo que suena como plástico, dejándolo caer junto a Kyle antes de volver a rebuscar dentro de la bolsa.
Su ceño se frunce aún más y, con cautela, baja la mano para tomar esa cosa plástica. No puede ver con claridad, pero por el tacto reconoce que es una bolsa de botanas; no es una comida apropiada, pero es sustento y debería ser suficiente. Se endereza, interesado por lo que tiene en manos; extiende sus piernas, sentándose mejor y, sin esperar a que el castaño termine de sacar lo que sea que está sacando, abre la bolsa quitándose un guante, para no ensuciarlo, empezando a comer con rapidez.
-Hey, eso no era para ti -protesta el castaño, pero antes de que el pelirrojo pueda mandarlo a freír espárragos, una luz llena el interior del vehículo, cegándolo.
-Con un carajo, ¡avisa! -grita lanzándole su guante como represalia.
Cartman ríe, para nada arrepentido de haberlo cegado, y acomoda, lo que ahora Kyle sabe es una linterna, entre los asientos del frente, apuntando hacia arriba para iluminar la cabina por completo. Cuando sus ojos se acostumbran al cambio de iluminación, el pelirrojo inspecciona la funda que tiene en manos antes de seguir comiendo. Más le valía al gordo tener más, porque no piensa compartir de esta.
-Judío codicioso -murmura Cartman como si leyera sus pensamientos, pero suena más entretenido que molesto.
-¿De dónde sacaste esto por cierto? -Kyle lo mira, alzando una ceja. -¿y por qué no lo sacaste antes? ¿pensabas comértelo todo en medio de la noche?
-Primero, jodete, no es asunto tuyo -como el adulto maduro que es, le saca la lengua-. Segundo, por supuesto que no. Pensé el calentador aguantaría más, lo estaba guardando para que sirviera de desayuno.
Emite un sonido bajo, contemplativo, asintiendo despacio. Le gustaría saber más del cómo y por qué, pero cuando quería Cartman podía ser más terco que una mula y presionarlo no le daría las respuestas que quiere. Eso no quita que la curiosidad empieza a carcomerlo por dentro. ¿Por qué el castaño estaría tan bien preparado? ¿se esperaba que el fin de semana en la cabaña se fuera a pique? ¿había previsto la tormenta? ¿había planeado que quedaran atrapados? ¿por qué? ¿por qué...?
-Toma -algo suave toca su brazo, sacándolo de sus pensamientos. Al bajar la vista, se encuentra con una botella de agua que Cartman extiende hacia él.
-Gracias -dice despacio, aceptándola y, por instinto, inspecciona la tapa y el sello. -¿Está envenenada? -pregunta, tratando de sonar ligero.
-Judío, por amor a... si quisiera matarte te habría sacado de la camioneta por hacer que nos estrelláramos -Cartman bufa, algo molesto por el comentario.
-¿A ti qué mosca te picó? Era una broma. Es obvio que el sello sigue intacto -el pelirrojo se defiende, dejando la bolsa a un lado para poder abrir la botella y darle un buen trago al agua.
-Cómo sea -masculla, girándose un poco para comer de su propia bolsa en silencio.
-Cómo sea -repite el pelirrojo, girándose también, medio dándole la espalda, no entendiendo porque carajos estaba tan a la defensiva de pronto.
Permanecen en un incomodo silencio por unos minutos más. Kyle se termina la bolsa y el agua en tiempo récord, pero la botana parece no servir para nada más que picar su apetito. Perfecto, lo que necesitaba, teniendo en cuenta que lo que menos necesita ahora es tener que pedirle al imbécil más comida, mucho menos luego de su exagerada reacción de antes.
Su estómago toma ese momento para traicionarlo y rugir en protesta por su terquedad. Muchas gracias.
-Dios, suena como si no hubieras comido nada en todo el día -se queja Cartman. Kyle quiere responderle, ofendido por el comentario, pero sus palabras se traban en su garganta cuando en su regazo caen dos botellas más de agua, igualmente selladas, otra bolsa de botanas y una barra energética.
Mira los objetos que han sido depositados sobre él y luego a Cartman, quién no le regresa la mirada, tomando de su propia botella de agua. Frunce el ceño, mirando del castaño a la bolsa y de regreso al castaño.
-¿Vas a decirme que también tienes un horno portátil ahí y carne congelada? -cuestiona, alzando una ceja.
Sus palabras toman por sorpresa a Cartman, provocando que se atragante con el agua y se apresura a golpear su pecho, tosiendo con fuerza para no morir literalmente asfixiado. La imagen le roba una sonrisa divertida a Kyle, y sabe que el hombre no está ofendido porque, una vez logra hacer que el aire entre por la vía correcta, deja escapar una pequeña carcajada.
-Por supuesto que no judío -dice entre risas-. Eso está en la parte de atrás, no creí que lo necesitáramos.
La sonrisa de Kyle aumenta, una pequeña risa escapándosele también.
-¿Hablas en serio? -pregunta, abriendo una de las botellas de agua.
-Por supuesto que no, ¿quién diablos anda por ahí con un horno portátil?
-¿Quién diablos anda por ahí con un calentador portátil convenientemente guardado en la caja de su camioneta? -dispara de regreso, sonriendo divertido.
-Ugh, touché judío, tuoché -Cartman niega, divertido, volviendo su atención a la bolsa sellada en su regazo.
El ambiente se siente más relajado ahora, lo que es un jodido alivio porque le permite a Kyle olvidarse de la nieve fuera de la camioneta por unos minutos. Suspira y pone el agua a un lado para comerse la barra energética ahora, asegurándose de masticar con lentitud para fingir que está comiendo algo sustancial y que su estómago deje de protestar.
Comen en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos. En algún punto, entre la segunda y la tercera botella de agua, Kyle se ve obligado a ponerse el guante de nuevo, la manta extendida sobre sus piernas empieza a ser insuficiente para mantenerlo caliente. A su lado, Cartman parece despreocupado por el frío, y habría creído que realmente es así de no haber notado como, tan sutil como puede, el castaño pone sus manos por debajo de sus muslos, sentándose sobre ellas.
No pueden seguir así. El frío sólo va a empeorar antes de mejorar, y aunque tiene la mente más despejada luego de haber comido y bebido algo por lo que sabe que es improbable que mueran en las próximas doce horas, sabe que no podrán volver a dormirse de seguir así. Por dónde lo vea, sólo les queda una opción que no le gusta en lo absoluto.
Deja escapar un suspiro frustrado, frotando sus manos contra su rostro.
-¿Qué? -percibiendo un cambio en el ambiente, Cartman lo mira con sospecha, entrecerrando los ojos.
-Las mantas no son suficiente para mantenernos calientes -responde presionando suavemente la base de sus palmas contra sus ojos.
-Es lo único que tenemos, imbécil, ¿o qué sugieres? -Cartman alza una ceja.
Kyle deja caer sus manos y lo mira, apretando sus labios con fuerza. Cartman le regresa la mirada por un largo minuto antes de que sus ojos se deslicen por el resto de su rostro, buscando la respuesta o algo similar ahí. El pelirrojo sabe el momento exacto en que sus neuronas hacen la conexión, la boca del castaño abriéndose ligeramente por la impresión.
-No -dice luego de un momento cerrando la boca de golpe-. Ni lo pienses.
-Es nuestra única oportunidad de sobrevivir -intenta de razonar, su tono de voz saliendo más plano de lo que pretende, indicando que o no está muy convencido de sus propias palabras, o no la idea no le gusta mucho más que a Cartman. La realidad es que es un poco de ambas.
-Comimos, bebimos agua, estamos a salvo aquí dentro. A mi me parece que podemos sobrevivir perfectamente bien un par de horas más -rebate, sacando sus manos de debajo de su cuerpo para cruzarse de brazos.
-Ok, no, sobrevivir a este punto es un termino exagerado, pero no puedes decirme que puedes volver a dormir con el maldito frío que está haciendo -Kyle señala lo fuerte que está apretando sus brazos contra su pecho a modo de justificación.
-Por lo que sé, podría ser una treta tuya para matarme mientras duermo -Cartman se niega a ceder, apegándose a su puerta como para darle peso a sus palabras.
-No seas ridículo, si te quisiera muerto me habría asegurado de que no pudieras volver a entrar en la camioneta. Las llaves estaban aquí, el seguro aún funciona -rebate Kyle. Empuja las bolsas y botellas vacías de su regazo, empezando a deslizarse al otro lado de la cabina.
-Ni lo pienses judío, si morimos esta noche no pienso hacerlo abrazado a un judío pelirrojo -Cartman intenta deslizarse por encima del asiento descendido del piloto, su intención claramente siendo aprovechar que Kyle se está moviendo para ocupar el lugar que el pelirrojo tenía.
Pero Kyle es más rápido y antes de que el castaño pueda darse cuenta, tiene los brazos llenos del pelirrojo, que lo empuja hacia abajo, pasando sus brazos por su cintura y apretando con fuerza. Cartman se retuerce, sus manos terminando en los hombros del pelirrojo e intenta empujarlo, pero este no se mueve ni un ápice. Debe darle puntos porque, joder, el agarre es fuerte. Forcejean por unos minutos más hasta que el castaño se rinde, gruñendo bajo.
-Debes admitir que esto es completamente innecesario -señala decidiendo mejor recuperar la manta que habían empujado en su forcejeo, cubriéndolos a ambos con ella.
-Demonios, no necesitábamos el calentador, tu eres un maldito horno -comenta Kyle ignorando sus palabras, apoyando su mejilla en su hombro, tan apartado como puede de su pecho, pero lo suficiente como para estar cómodo.
-Si algo de esto sale de esta camioneta, Kyle, te juro por Dios... -empieza el castaño, girándose bajo la manta para acomodarse, notando que ahora que no se está resistiendo el agarre de Kyle sobre su cintura es mucho más laxo.
-Ni que yo quisiera ir por ahí contándole a alguien de cómo terminamos atrapados aquí -responde el pelirrojo, permitiéndole moverlo hasta que encuentran una posición más cómoda, acostados sobre sus costados, medio abrazados.
-Kenny no nos dejaría olvidarlo nunca -concede Cartman, no pudiendo evitar encontrarle la gracia al hecho-, lo incluiría de alguna forma en su discurso de bodas. Demonios, si alguno muere primero que él, lo añadiría en su discurso de despedida en nuestros funerales.
-¿Cómo sabemos que Kenny no va a morir primero que nosotros? -alza una ceja, alzando la vista para mirarlo directamente.
El movimiento distrae por un segundo a Cartman, cuyos ojos no pueden evitar deslizarse hasta los labios del pelirrojo, demasiado consciente del cálido aliento que impacta contra su piel con cada respiración que toma, antes de mirarlo a los ojos, bufando divertido.
-¿De cuál de las veces hablas? -pregunta, y ríe entre dientes cuando confusión se extiende por el rostro de Kyle-. No creo que Butters lo deje morir primero que nosotros, el renacuajo encuentra la forma de mantener a uno centrado.
Kyle siente, por alguna razón, que no está hablando precisamente de Kenny. Lo deja pasar por ahora, apoyando su cabeza contra el hombro de Cartman de nuevo, acurrucándose contra él de forma inconsciente.
-Deberíamos dormir y guardar energía, mañana temprano tal vez debamos batallar con la puerta y la nieve -comenta, sintiendo sus ojos pesados.
-Tienes razón -Cartman apoya su mentón contra su cabeza con cuidado. Al no obtener reacción o escuchar una protesta, pasa sus brazos por la cintura de Kyle, pegándolo a su cuerpo.
-Cartman -advierte el pelirrojo al sentir las manos del castaño deslizarse por debajo de su abrigo. ¿Por qué diablos sus manos se sienten tan malditamente calientes contra su espalda?
-Tú tienes guantes, Khal, es injusto que mis manos tengan que sufrir las consecuencias de tu egoísmo -protesta en voz baja, acomodándose para que sea su mejilla contra los rizos rojizos y no su mentón. Su cuello va a lamentarlo en la mañana, pero joder si no se siente mejor así.
-Sólo... no lo arruines -masculla Kyle. Cartman bufa divertido, seguro de que su rostro debe estar tan rojo como su cabello.
-Cállate y déjame dormir, Khal -dice, arrastrando las palabras para simular que estaba más dormido que despierto. El pellizco que recibe en respuesta le hace saber que su esfuerzo no es bien recibido-. Malagradecido, comparto mis mantas, mi comida y mi calor contigo y...
-Si dices una palabra más te voy a cortar las bolas -masculla el pelirrojo en voz baja, sonriendo cuando el sonido de los dientes de Cartman al chocar por la fuerza con la que cierra la boca resuena contra su oído.
Envuelto en una nueva calidez, con el estómago asentado y la seguridad de que sobrevivirán las próximas horas, Kyle siente su cuerpo relajarse de nuevo. Deja escapar un suspiro y deja que el sueño lo arrastre consigo sin oponerse por mucho más.
Cartman por su parte espera unos minutos hasta que está completamente seguro de que la respiración de Kyle se ha acompasado, antes de dejar un muy pequeño, muy ligero beso contra su cabello. Está seguro de que la tormenta no es lo suficientemente fuerte como para de verdad enterrar la camioneta, y si la nieve está demasiado compacta, sólo debe asegurarse encender el calentador de nuevo para suavizarla desde dentro antes de abrir la puerta.
Mañana será otro día. Por ahora, va a descansar.
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