Capítulo extra-extra
¡Feliz Año Nuevo!
En mi país aún faltan 30 minutos para las 12 campanadas, pero de todas formas, Feliz y Prospero año nuevo por adelantado.
No puedo seguir viviendo en un mundo de ilusiones así que me salté del 5 al 7 y les traigo día 8. Quiero hacer también el día 11, pero ese ya no voy a poder subirlo antes de la media noche... pero voy a tratar con todas mis fuerzas de subirlo el 1 de enero.
Prompt: Contando secretos frente al fuego
Advertencias: No beteado (todavía), mutual pining
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Un pequeño empujón
Kyle lava los platos de forma mecánica, con la mirada perdida en el agua jabonosa del fregadero, sumergido en sus pensamientos. Más específicamente, analizando por lo que parece la milésima vez los eventos de los últimos dos días; sobre todo la mañana anterior, antes de que Stan, Kenny y Butters llegaran. Por más que lo intenta no puede parar de darle vuelta a los sucesos, no solo tratando de encontrarle un sentido a lo que pasó, sino también a su propia reacción.
No importa como lo mire, no le queda ninguna duda de que Cartman y él estuvieron a punto de besarse. No sólo besarse, él estuvo a punto de iniciar el contacto. ¿Qué hubiera pasado si los demás no hubieran interrumpido? ¿hasta que punto hubieran llegado? ¿Cartman habría respondido con las mismas ansias que lo habían embargado? ¿o lo habría rechazado bruscamente?
Algo en su interior le dice que la respuesta a esa última pregunta es un rotundo no.
Sus manos se detienen, el mismo calor del día interior recorriendo su interior, arremolinándose en su bajo vientre; se inclina un poco tratando de ocultar su rostro cuando sus mejillas enrojecen de vergüenza por lo que el sólo imaginar lo que hubiera pasado causa en su cuerpo. Es ridículo, ¿no? alterarse por un quizá, avergonzarse por un deseo que hasta ese momento no sabía sentía, o mejor dicho que inconscientemente había suprimido hasta no pensar en ello, y a la vez enojarse porque no pasó. No tiene a nadie más que sí mismo a quién negarle lo obvio: si él y Cartman se hubieran besado el día anterior, Kyle no habría hecho absolutamente nada para impedirlo.
Traga con fuerza respirando hondo, tratando de concentrarse en cualquier cosa, cualquier línea de pensamiento, menos en Cartman y la constante idea de hacer algo estúpido, cómo abandonar lo que está haciendo, salir en busca del castaño y terminar lo que no llegaron a empezar.
Se fuerza a seguir con lo que hace, sumerge el plato y lo saca para lavarlo por tercera vez, sin ser consciente de que Stan, a su lado, tiene rato esperando que se lo pase.
Cartman y él estuvieron a punto de besarse. Besarse. Quizá algo más. Pensar en ello empeora el calor en su bajo vientre.
Sin embargo, ¿es realmente tan sorprendente? En el fondo sabe que la respuesta es no. No puede hacer más que admitir que llevan años en el mismo baile, ¿no? empujando y tirando de una tensión que ninguno ha querido ponerle el nombre de 'sexual'... o 'romántica'.
El haber despertado en medio de la madrugada, tras haber soñado con el calor de Cartman a su alrededor, el beso que no fue y el tal vez de lo que pudo pasar después, con un pequeño problema bajo las sábanas le sentó como un balde de agua fría, una señal de que no es algo que puede seguir ignorando. ¿Pero qué se supone que debía hacer? Tratar de hablar con el castaño en la mañana no había rendido frutos, y de no conocerlo como lo conoce, podría hasta afirmar que, salvo las fugaces miradas que lo ha atrapado dándole, juraría que lo ha estado evitando toda la tarde. El castaño en este momento está afuera, luego de ser arrastrado por Kenny y Butters para hacer muñecos de nieve mientras discutían cosas de la boda, pese a que Stan había dicho que era un fin de semana para ellos no para pensar en esas cosas, mientras él está aquí, lavando los platos del almuerzo, con su súper mejor amigo calentándole la oreja hablando de algo a lo que dejó de prestarle atención hace quince minutos.
O quizá Cartman ya lo sabía, lo de la tensión, si la forma en que lo mira es alguna señal. Y por ello lo estaba ignorando, pesé a qué Kyle sospecha que el castaño quería decirle algo antes de distraerse mirando sus labios.
Esa es otra cosa en la que no puede dejar de pensar. La forma en que el castaño lo mira, sus ojos cargados de una intensidad que le cala los huesos, un brillo que, hasta ese instante, en que las piezas tomaron su lugar, habría jurado es odio, o desprecio, o disgusto. Es una gran mentira, ¿no? que se ha contado para no afrontar que eso que brilla en los ojos de Cartman cada vez que lo mira, cada vez que cree nadie le presta atención a lo que hace, se removía en su interior en el pasado, volviendo a él ahora con más fuerza. Es un 'algo' con lo que está dolorosamente familiarizado, que ha enterrado bajo toneladas de negación, que no puede seguir negando más.
No luego de la noche antes de ayer, con los dos acurrucados en el brazo del otro para pasar la tormenta. No luego de la mañana de ayer, cuando Cartman acarició su rostro con tanta delicadeza sin saber que ya estaba despierto. No sabiendo lo jodidamente considerado que podía ser el bastardo, lo que su consideración podría significar.
Menos luego de ese instante de debilidad, en que deliberadamente se inclinaron hacia el otro.
¿Cómo se habrían sentido sus labios si tan sólo...?
—¡Carajo! —la voz de Stan, acompañada del sonido de porcelana contra metal lo sacan de sus pensamientos con un sobresalto.
Parpadea confundido, sacudiendo la cabeza para salir de su trance, y baja la vista notando que el plato que había estado lavando se deslizó de sus manos. Maldiciendo, mete sus manos en el fregadero rogando que el plato no se haya roto; para su inmenso alivio lo encuentra bajo el agua completamente intacto. Le parece que habría sido muy malo de ser el caso contrario.
—Kyle —Stan se apresura a secar sus manos, posando una en su hombro, mirándolo preocupado, —¿estás bien?
—Estoy bien —asegura a punto de tomar la esponja para lavar el plato, de nuevo, pero Stan se lo quita de las manos para enjuagarlo—. Lo siento, estaba perdido en mis pensamientos.
—Todo el día has estado perdido en tus pensamientos —señala el moreno terminando con el plato. Lo pone a escurrir y se gira, llamando silenciosamente a una pausa en su tarea, apoyándose contra el fregadero secando sus manos de nuevo. —¿Pasó algo que no me hayas contado? ¿Quieres hablar de ello?
Kyle abre el grifo para enjuagar sus manos, cerrándolo antes de girarse para apoyarse también contra el fregadero, aceptando la toalla que Stan le ofrece para secar sus manos. Cuelga la toalla en su hombro, cruzándose de brazos, y considera sus opciones. Podría decirle a Stan lo que pasó, ser lo más vago posible en los detalles y ver qué opina; o podría no decir absolutamente nada, seguir haciéndose un embrollo y dejar las cosas seguir su curso. De cualquier forma, sabe que debe resolverlo hoy, considerando que al día siguiente cada uno seguiría su camino para celebrar navidad con sus familias, Hanukkah en su caso, y es probable que la próxima vez que tengan la oportunidad de verse sería para la boda McCormick-Stotch.
Muerde sus labios dándole vuelta a las opciones. Fuera, puede escuchar a Cartman maldecir a Kenny, así como el sonido de forcejeo y luego de nieve crujiendo, en lo que claramente es una obvia guerra de bolas de nieves si los gritos mezclados con risas de Butters significan algo. Los tres están distraídos, es probable que tengan otros diez, quizá veinte minutos, de privacidad.
—Lo que te voy a decir, no puedes repetirlo jamás en tu vida —dice mirando a Stan.
La seriedad en su tono hace que el hombre se enderece, la mirada de preocupación que porta profundizándose.
—Sabes que no voy a ir por ahí revelando tus secretos —asegura el moreno, chocando con suavidad sus hombros para instarlo a hablar.
Los gritos afuera disminuyen de volumen, lo que señala que los tres se apartan de la cabaña. Quizá están abarcando más terreno para su guerra. Quizá están planeando alguna broma para ellos; sea lo que sea es su oportunidad.
—Creo que me gusta Cartman —anuncia y las palabras, si bien le hacen atragantarse, liberan un peso en su pecho que le permite respirar con mayor libertad. Uh, se siente bastante bien decirlo en voz alta, seguro se sentiría mejor decírselo al susodicho, si el miedo al rechazo no apretara su pecho.
—Ok, ¿y? —la respuesta seca de Stan le hace girarse con fuerza, sorprendido de la falta de reacción.
El hombre lo mira cómo si hubiera dicho algo obvio, como que el agua moja.
—'¿Y?' te acabo de decir que me gusta Cartman y tu reacción es preguntar '¿y?' —cuestiona frunciendo el ceño, irritación reemplazando el alivio de hace unos segundos.
—Ky, no quiero ser quién te de la mala noticia, pero es tan obvio que es doloroso —afirma Stan, posando una mano en su hombro cargando su voz de tanta seriedad como le es posible—. Los únicos que parecen no saberlo son tú y Cartman. Por cierto, felicidades por darte cuenta, Kenny me debe 20.
Kyle lo mira sorprendido, sorpresa que rápidamente se convierte en indignación.
—¿Tú y Kenny tienen una apuesta en mi vida amorosa?
—No, no, tu vida amorosa no —Stan niega, riendo—, en cuando te darías cuenta.
Lo observa largamente, debatiéndose entre golpearlo por el descaro, o golpearse a sí mismo por su estupidez. Incapaz de decidirse, termina golpeando el hombro de Stan con algo de fuerza.
—Hey, ¿yo a ti que te hice? —protesta el moreno, frotando el lugar del golpe.
—¿No decirme, tal vez? —se cruza de brazos, frunciendo el ceño.
—Kyle, si te hubiera dicho que sospechaba estás enamorado de Cartman...
—Espera, yo en ningún momento dije... —le interrumpe, sintiendo su rostro enrojecer por la implicación de que lo que siente por el castaño es algo más que 'gustar'.
—Por favor, no desvíes el tema —Stan rueda los ojos—. Si te hubiera dicho que sospechaba estás enamorado de Cartman, ¿cuál habría sido tu reacción?
El pelirrojo lo considera por unos segundos, desinflándose como un globo.
—Me habría reído —admite, dejando caer sus brazos para rascar tras su nuca, apenado.
—Te habrías reído, me habrías llamado loco y habrías seguido con tu vida hundido en la negación —Stan asiente con solemnidad—. O habrías evadido el tema hasta que decidiera no traerlo a colación de nuevo.
Cubre su rostro con sus manos, ahogando un grito en estas. Apiadándose de él, Stan palmea su hombro, permitiéndole desahogarse libremente. Luego de un rato en silencio, Kyle respira hondo dejando caer sus manos, apoyándolas a su espalda, gruñendo bajo.
—Ugh, presiento que esta revelación no es lo único de lo que quieres hablar —Stan se acomoda, cruzándose de brazos, dándole un ligero codazo—. Aprovecha que aún están distraídos, dudo que quieras hablar del asunto con el culón cerca.
—Ayer... —respira hondo, armándose de valor—. Creo que ayer estuvimos a punto de besarnos.
—¡¿Qué?! —Stan deja caer sus brazos, sosteniendo sus hombros. Si bien hay un leve rastro de incomodidad en su rostro, la emoción escrita en sus facciones logran opacarla. —¿Qué quieres decir conque estuvieron a punto? ¿qué pasó?
—Ustedes llegaron —Kyle señala, tratando de no reír cuando culpa reemplaza la expresión de Stan. Dios, es tan extraño tener esta conversación con el hombre, normalmente sus papeles están invertidos, con el moreno contándole sus desventuras con Wendy, antes de su compromiso claro, y él tratando de darle su apoyo.
Que Stan no parezca oponerse a sus sentimientos por Cartman se siente extraño también. Le hacen sentir como en una dimensión alterna; aunque le alegra saber que tiene el apoyo de Stan, se trata de Cartman. Por más que haya hecho la paz con sus emociones en los últimos diez minutos, no deja de ser extraño.
—Ugh, no puede ser que hayamos arruinado su momento, lo siento hombre —el hombre niega con pena, apretando sus hombros. —¿Pero qué pasó?
—¿Antes de que llegaran? Cartman preparó esa bebida alemana, ¿vino caliente? Que, por cierto, ¿sabías que lleva azúcar? Lo preparó sin ella para mí —no puede evitar las notas de admiración en su voz, sus mejillas enrojeciendo cuando casi se le escapa un suspiro de añoranza, cómo si fuera un estúpido adolescente enamorado.
—¿En serio? —Stan alza sus cejas, pero en su rostro no hay sorpresa sino satisfacción, pero Kyle está demasiado distraído tratando de calmar el acelerado latir de su corazón para notarlo.
—El imbécil se quemó, porque hizo salpicar el vino —continua, agitando su cabeza para concentrarse—. Estaba revisando la quemadura y de repente... no sé, parecía que quería decirme algo y...
Ahora si que suena como un adolescente estúpido y enamorado, al mismo tiempo que no encuentra las palabras para describirlo. ¿Qué se supone que tiene que decir? ¿Qué se perdieron en la mirada del otro, atrapados en una burbuja ocupada sólo por ellos? ¿qué Kyle sintió el impulso de besarlo y aceptó sin más actuar en el impulso? ¿qué ver a Cartman nervioso a su alrededor provoca cosas en su interior que no ha sentido antes? Ni que estuviera atrapado en una estúpida novela romántica.
—No lo sé, simplemente nos inclinamos, estábamos por besarnos, estoy seguro de ello —suspira, apartando la vista—. Y ustedes llegaron y la burbuja se rompió.
Stan no dice nada por un largo minuto, a lo que Kyle lo mira a la espera de su reacción. El moreno lo mira largamente, antes de murmurar algo entre dientes que no logra captar, pero está seguro el nombre de Kenny es mencionado. Sólo espera que no sea lamentándose por alguna estúpida apuesta, porque sería el colmo.
—¿Qué vas a hacer entonces? —Stan pregunta finalmente.
—¿Qué voy a hacer? ¿de qué hablas?
—Bueno, ustedes dos han actuado muy raros desde ayer, ahora sé el porqué, pero, en mi opinión como tu súper mejor amigo, deberías hablar con él de esto —dice con seriedad.
—¿No crees que lo he intentado? Cartman me ha estado evitando todo el día —no puede evitar que la frustración se cuele en su tono, pero se siente culpable cuando Stan alza sus manos en rendición.
—Sólo digo, tal vez piensa que vas a rechazarlo —comenta Stan, pero al darse cuenta de las palabras que han salido de su boca, carraspea con fuerza—. Quiero decir, tal vez deberías...
—¿Qué quieres decir conque 'tal vez piensa' que voy a rechazarlo? —lo interrumpe, alzando una ceja.
—¿Quién dijo eso? —Stan sonríe con nerviosismo.
—Stan —presiona, —¿hay algo que sepas que yo no?
—Uh, mira la hora, tal vez deberíamos buscar a los demás, jugar unos juegos de mesa —Stan ríe nerviosamente, apartándose del fregadero apresurándose hacia la salida.
—Stan, no cambies el tema —insiste siguiéndolo con rapidez, el resto de los platos sucios completamente olvidados—. Stan, no hemos terminado de hablar. ¡Stan!
—Lo siento Ky, no puedo escucharte sobre el ruido de yo corriendo por la nieve —el moreno le lanza una última sonrisa apenada antes de tomar su abrigo y correr hacia el exterior, llamando a los demás para unirse en su batalla, que se sigue desarrollando en toda su gloria.
Kyle se queda en el marco de la puerta, viendo a su supuesto súper mejor amigo huir de él, uniéndose a Butters que parece haber estado luchando por sí sólo contra Kenny y Cartman. Frunce el ceño, cruzándose de brazos y considerando si ir tras Stan para arrastrarlo de regreso a la cabaña para terminar su conversación, o dejarlo hacer y encontrar una solución por sí mismo. Al final, es el frío en exterior lo que lo disuade de salir. Eso y qué una idea se enciende en su mente; idea para la cuál debe preparar.
Cartman y él tendrán esa conversación lo quiera el castaño o no.
Kyle no tuvo oportunidad de acorralar a Cartman y tener su conversación hasta bien entrada la noche, luego de que se había rendido en el asunto, pensando que pasarían otros diez años sin verse antes de poder conversar con el hombre, ignorando por completo el hecho de que, así como Cartman encontró la dirección de su departamento, él muy bien que puede buscar la del castaño y devolverle el favor.
Habían cenado temprano, decidiendo que lo mejor sería retirarse temprano a dormir, dado que Kenny, Butters y Stan tenían un vuelo temprano, los dos primeros mucho más temprano que el último, pero se irían juntos al aeropuerto en el auto que los rubios habían rentado. Kyle no tenía verdadera necesidad de acostarse temprano, considerando que, dado que había llegado ahí con Cartman, de todas formas debía recibir noticias sobre la camioneta del castaño antes de decidir si debía arriesgarse a completar el camino que quedaba hacia South Park en un taxi, si es que encontraba uno, o no; sin embargo, dado que no tuvo una muy buena noche de sueño el día anterior, decidió seguir a los demás a la habitación que le fue asignada, dándose por vencido en su misión de hablar con el castaño. ¿Había considerado qué, de viajar con Cartman, podría simplemente hablar con él en la camioneta? Por supuesto que sí, pero la última vez que estuvieron encerrados dentro de un mismo vehículo tuvieron un accidente, por su culpa debe señalar, lo había descartado por completo.
Sin embargo, por más que lo intentó, no lograba conciliar el sueño. Resignado a otra noche de mal dormir, había salido tan silenciosamente como pudo para ir a la cocina en busca de un vaso de agua, y tal vez una taza de té con la esperanza de que eso lo ayudara a dormir.
Es entonces qué, a medio camino, se da cuenta de que la oportunidad por la que esperaba prácticamente le cae desde el cielo, pues se encuentra con Cartman sentado frente a la chimenea. Considera si ir primero por el té o no, pero termina por decidir completar su primera tarea. Si va a emboscar al castaño, al menos lo hará con una pequeña ofrenda de paz.
Prepara dos tazas en silencio, asegurándose de saturar la taza de Cartman de azúcar para no oírlo quejarse de que está 'amargo', y regresa a la sala con las tazas en la mano. Sin decir nada, deja la taza del castaño frente a este en la mesa de centro, sentándose en el suelo dejando el mueble entre ellos.
Cartman desvía la vista de la chimenea a la taza, luego alzándola hacia él, sorpresa en sus facciones. En respuesta, Kyle sonríe con suavidad, tomando un sorbo de su té. El castaño toma la taza lentamente, lo mira por un largo segundo, antes de sonreír con algo de malicia, olisqueando deliberadamente el té. La sonrisa del pelirrojo crece por el gesto, preparado para lo que se viene, pero, aunque le irrita saber que se está burlando de él, no puede negar que le divierte.
—¿Qué, exactamente, es esto? —cuestiona Cartman, diversión en su tono.
—Es una taza de té —responde con simpleza, dándole otro sorbo, disfrutando del caliente líquido bajando por su garganta.
—¿Té dices? —Cartman mira la taza con fingida alarma y Kyle no puede contener la pequeña risa que se le escapa por la forma exagerada en que lleva su mano a su pecho, haciendo todo un espectáculo de olisquear la taza de nuevo—. Querrás que decir que es veneno, ¿no? porque huele a canela...
—Y a limón, y a jengibre —enlista apretando la taza entre sus manos—. Dios, Cartman, no es veneno —imita su tono lo mejor que puede, a lo que el castaño bufa con diversión.
—No lo sé, Khal, bien podría ser veneno —la mirada del castaño se relaja y le da un buen trago a la taza—. Hey, superaste tu miedo al azúcar, bien hecho Khal.
—Qué tú bebas atrocidades cargadas de azúcar para seguir taponando tus arterias, es muy tú problema Cartman, no todos queremos morirnos antes de los 35 —dice con diversión, asegurándose de mantener su tono ligero, hacer obvio que está bromeando.
—Esa es la mejor edad para morir, considerando que dejé pasar la oportunidad de los 27... —su tono es igual de ligero que el suyo, pero la implicación le hace detenerse y mirarlo.
El castaño tiene la mirada perdida en la chimenea, sorbiendo de su té cada tanto, y parece no haber notado su comentario. O tal vez lo hizo y está esperando a su reacción. ¿Es una trampa? ¿Sabe de lo que quiere hablar y trata de desviar su atención para retrasar lo inevitable?
—No bajaste sólo por una taza de té, ¿verdad? —la pregunta de Cartman le distrae, o mejor dicho, lo obliga a enfocarse en su misión.
Carraspea con suavidad, decidiendo que su mejor ruta es ser directo.
—Tengo la impresión de que ayer querías decirme algo —empieza, mirando con intensidad su taza, girándola entre sus manos—, antes de qué los demás llegaran. ¿Qué era?
La sala se sume en silencio, interrumpido sólo por el crepitar de la madera en la chimenea. Kyle intenta no moverse, sus palabras cuelgan entre ambos y espera que el castaño termine de digerirlas, aunque no puede evitar apretar la taza en sus manos como si su vida dependiera de ello. Cuando se extiende más de lo esperado, alza la vista, encontrándose conque Cartman ya lo está mirando con una expresión que no puede descifrar del todo, aunque hay algo que si logra identificar en el fondo de sus ojos... miedo. ¿De qué? No lo tiene muy en claro, pero teme que preguntarlo en voz alta haga que el castaño mande al diablo el resto de la conversación y encuentre la forma de escabullirse hacia su habitación.
—Ok, no me esperaba eso —el castaño carraspea, dejando su taza con lentitud en la mesa—. No tengo ni la más mínima idea de que hablas, Khal.
—Cartman, hablo en serio —frunce el ceño, luchando por mantener la calma.
—Khal, también hablo en serio —Cartman enlaza sus manos sobre su regazo, sin apartar la mirada. —¿No estarás imaginando cosas?
Quiere sacarlo de quicio, piensa forzándose a ver más allá de las palabras del castaño. Nota la tensión en sus hombros, pese a que su posición parece relajada a primera vista, y como su respiración es lenta, controlada, intentando con todas sus fuerzas de no dejar ver su nerviosismo. Es una lástima que se conozcan mejor que eso. Kyle, si se enfoca en ello, puede ver más allá de la máscara de tranquilidad que trata de proyectar Cartman.
—Cartman —aparta la mesa, lo único que los separa ahora es la pequeña distancia entre el sofá y el lugar en el suelo dónde Kyle está sentado. El gesto hace que los hombros del hombre se tensen un poco más—. Sabes que vine a hablar, y vamos a hablar cómo dos adultos.
—O podemos dejarlo pasar, olvidar lo que pasó, seguir con nuestras vidas —propone tratando de sonreir, el gesto termina siendo una mueca que traiciona su nerviosismo.
—¿Quién habló de que pasó algo? —alza una ceja tratando de no sonreir. Cartman maldice, habiendo caído en una trampa que ninguno desplegó, y ahora no puede negarlo o seguir haciéndose el ignorante.
—Khal...
—Querías decirme algo ayer —le interrumpe, poniéndose en pie para acortar la distancia. Duda un segundo antes de sentarse a su lado, tomando su mano. Su tacto parece congelar a Cartman, su cuerpo completamente inmóvil y, por un segundo, Kyle piensa que se ha movido demasiado rápido, pero antes de apartar su mano siente el cuerpo del castaño relajarse un poco a su lado.
—Estuvimos a punto... —continua, respirando hondo—. Parecía como si quisieras... —no puede creer que, tras pasarse el día preparándose mentalmente para esta conversación, no es ni siquiera capaz de decírselo de frente.
Cierra los ojos, respira hondo, empieza de nuevo.
—Has estado evitándome todo el día —señala con suavidad, abriendo los ojos para mirarlo con seriedad, no dejar cabida a duda de que la conversación es genuina. —¿Por qué?
—No he estado... —intenta negar, pero su mano se aprieta con suavidad contra la de Kyle.
Los ojos de Cartman bajan a la mano del pelirrojo, sorpresa extendiéndose por su rostro, como si no hubiera notado el momento en que tomó su mano, antes de alzarla de nuevo hasta el rostro del hombre. Repite el proceso un par de veces, de no estar sentado a su lado Kyle habría pasado por alto la forma en que pellizca su muslo, tal vez para asegurarse que está pasando en realidad.
—¿Por qué? —repite casi en un susurro, consciente de las otras tres personas que duermen en el piso de arriba.
—Porque no quería tener esta conversación —admite finalmente, desviando la vista hacia el fuego.
No responde de inmediato, respirando lentamente, dándole vuelta a sus palabras una y otra vez. Traga con fuerza, observando como Cartman aprieta su mano libre contra su pantalón, formando un puño, antes de soltar y apretar de nuevo, como si estuviera intentando ¿qué? ¿controlarse? ¿controlar el qué? Vuelve a tragar, no permitiéndose perder la poca valentía que le queda.
—¿Por qué? —repite, deslizándose un poco más hacia él, invadiendo su espacio personal en busca de su mirada.
—Khal, ¿es realmente necesario...?
—¿Por qué no querías tener esta conversación, Eric? —el uso de su nombre de pila le roba el aliento al castaño. Eso parece desarmarlo por completo y los ojos bicolores del hombre regresan a los suyos.
—Si terminábamos en la misma situación de ayer, no sería capaz de contenerme —admite de pronto con voz ahogada.
El silencio que le sigue es abrumador, tanto que Kyle se ve forzado a apartarse un poco, sin soltar su mano, pues no se esperaba esa respuesta. Y Cartman parece no haber esperado que esas palabras salieran de su boca, porque al caer en cuenta de lo que ha dicho lleva su mano libre a su boca, golpeándola con algo de fuerza, como si pudiera obligarse a callar. Pero es demasiado tarde, la confesión está ahí, flotando entre ellos.
El silencio se extiende, ninguno es capaz de reaccionar todavía. Kyle lo observa, sus pensamientos corriendo a toda velocidad. ''Sólo digo, tal vez piensa que vas a rechazarlo'' las palabras de Stan cobran un nuevo sentido. ¿Acaso el moreno ya lo sabía? ¿acaso, al igual que él, Cartman había sido dolorosamente obvio para todos menos para él? ¿Qué tan estúpido puede ser?
Abre la boca para decir algo, lo que sea, pero no tiene tiempo a que nada salga de sus labios, pues Cartman se pone en pie de golpe, forzándolo a soltar su mano por lo brusco del movimiento. Pánico se dispara en su interior al notar el brillo en los ojos de Cartman, el plan que se ha armado en su mente.
El castaño está más que listo para salir huyendo.
Oh no, eso sí que no.
—Eric —comienza, poniéndose en pie también intentando recuperar su mano, pero Cartman se aparta riendo, el sonido una mezcla de amargura e incredulidad.
—Mira nada más la hora, deberíamos ir a dormir, un largo día mañana —empieza el castaño, empezando a caminar hacia las escaleras.
—Eric, no hemos terminado de hablar —protesta siguiéndolo, logrando esta vez tomar su mano y halándolo hacia él, de regreso a la sala.
—No hay más de qué hablar, judío —Cartman hala su mano de regreso, tratando de soltarse, lo que resulta en ambos forcejeando en direcciones contrarias.
—Deja de ser tan terco, esto es serio —intenta razonar Kyle, su otra mano uniéndose al forcejeo cuando Cartman empieza a aplicar toda su fuerza en dirección contraria.
Maldita sea el día en qué el castaño dio un jodido estirón, terminando más alto que él, lo que sumado a su peso le da una ventaja en su contra. La diferencia no es mucha, ni entre sus fuerzas ni entre sus estaturas, pero Cartman había encontrado la forma de usar ambas cosas para salirse con la suya, y ahora lo está usando para intentar huir de la conversación.
—Khal, es en serio. Sólo olvida lo que acabo de decir, ¿de acuerdo? —Cartman gruñe, encontrando difícil deshacerse de la peste judía.
Que cosa tan graciosa, ¿no? qué sean igual de tercos.
—Yo tampoco sería capaz —dice de golpe dando un último jalón, que desestabiliza a Cartman, no porque Kyle haya jalado con particular fuerza, aunque sí más de la necesaria, sino porque sus palabras lo sorprenden tanto que pierde la concentración y, con ello, el equilibrio.
Eso provoca que el castaño trastabille por la falta de coordinación. Kyle, por otro lado, al no esperarse la falta de resistencia, pierde el equilibrio también por el aumento del peso de su lado, lo que provoca que caiga de espaldas al no poder equilibrar el peso de ambos.
Kyle cae de culo, en su camino de bajada soltando la mano de Cartman, lo que le permite al castaño estabilizarse lo suficiente para no caer sobre él y aplastarlo en el camino. Debe ser cosa del destino, de verdad, que Kyle termina con la espalda apoyada del sofá con Cartman arrodillado frente a él, sus manos apoyadas en sus hombros lo que termina de estabilizarlo. Y debe ser cosa del destino también, que la posición deja sus rostros a meros centímetros del otro.
El pelirrojo se recupera primero de la sorpresa, siendo plenamente consciente de la cercanía que ahora comparten. La respiración de Cartman choca contra su mejilla, tan agitada como la suya por la caída, calentando su rostro. No puede apartar la vista de los ojos de Cartman, quién lo observa aún un poco desorientado; no quiere leer mucho del asunto, pero la forma en que los ojos del castaño se enfocan en su rostro, deslizándose lentamente hacia sus labios y luego a sus ojos hacen arder su interior. Y puede que la tenue luz de la chimenea le esté jugando un truco, pero juraría que sus pupilas se dilatan ligeramente.
—¿Qué...? —empieza Cartman, carraspeando con suavidad, no haciendo absolutamente nada para poner distancia entre ambos. Kyle siente que, de intentarlo, sería capaz de matarlo en ese instante por ello. —¿Qué querías decir con que no serías capaz?
Distraído como está por el calor que desprenden las manos de Cartman, que se han deslizado ligeramente para rozar su cuello con sus dedos, en un tortuoso camino hacia arriba, su rostro probablemente siendo su destino, le toma un momento procesar la pregunta. Cuando comprende lo que le está preguntando, su rostro enrojece.
—Lo mismo qué... lo mismo qué dijiste antes —dice, su voz entrecortándose cuando las manos de Cartman se detienen contra sus mejillas, sosteniendo su rostro con una delicadeza que pone su piel de gallina, en parte porque le es extraña, en parte porque le gusta.
—¿Qué de todo? —Cartman traga con fuerza, la forma en que la comisura de sus labios se eleva ligeramente le hacen saber que lo está haciendo a propósito.
Se lo tiene merecido, supone, por insistir en esta conversación.
—Que si, de alguna forma, terminábamos en la misma situación que ayer —traga de nuevo, humedeciendo sus labios. Si antes su interior ardía ahora es un maldito infierno, por la forma en que los ojos de Cartman siguen el movimiento de su lengua—, tampoco sería capaz de contenerme.
—¿Oh? —Cartman también humedece sus labios y Kyle no es mucho mejor hombre, porque también sigue el movimiento con la vista, lo que dibuja una sonrisa prepotente en los labios de Cartman. —¿Y qué situación es esa, Kyle? —el castaño aprieta sus manos con suavidad, alzando su rostro hacia él.
—Sabes muy bien que situación —la irritación que lleva rato tratando de suprimir se hace presente, sus manos se alzan apretándose contra el costado de Cartman—. Deja de hacerte el estúpido, culo gordo de mier...
Sus palabras se ven interrumpida por los labios de Cartman que chocan con los suyos con fuerza. Le toma un segundo recomponerse de la sorpresa, pero no duda ni por un segundo en responder.
El beso es algo torpe al principio, ambos moviéndose a la par, cambiando de posición, tratando de mantener el dominio en el beso. Más que un beso, es en realidad una batalla, dónde sus labios y dientes chocan casi dolorosamente, pero eso no los disuade de seguir. Finalmente se separan un segundo, habiendo encontrado una posición mucho más cómoda, con Cartman sentado a los pies de las escaleras, Kyle sentado en su regazo, tan pegados que es hasta escandaloso.
No les importa mucho la verdad, sus labios vuelven a encontrarse, esta vez siendo Kyle quién inicia el contacto. El segundo es un beso más apropiado, igual de apasionado, pero mucho más suave, cargando sus movimientos sincronizados con las emociones que todavía no se atreven a decir en voz alta. Las manos de Kyle encuentran su lugar en el cabello de Cartman, las del castaño se deslizan traviesamente por sus muslos, subiendo por los laterales a sus caderas, evadiendo a propósito sus nalgas hasta que consigue un gruñido de protesta del pelirrojo, que se apega a él demandando más atención.
Comparten un par de besos más, que son más roces que besos, hasta que finalmente se separan, aunque no demasiado pues sus frentes permanecen unidas. Ambos se quedan en silencio, respirando entrecortadamente. Kyle se remueve un poco, hiper consciente del calor que emanan las manos de Cartman, sujetando firmemente sus caderas, así como del alocado latido de su corazón, acompasado con el del castaño. Siente que hay algo que debe decir, aunque no está muy seguro porque, a la vez, siente que no necesitan más palabras para entender que algo ha cambiado entre ellos. Algo grande.
Por supuesto, una parte de sí quiere enfocarse en ello, analizarlo y ponerle nombre. Otra quiere dejar las cosas tal cuál están, sólo dejarse llevar y no arruinar el momento cayendo un espiral de pensamientos innecesarios. Esa segunda parte gana la batalla, lo que lo hace relajarse.
Por supuesto, dicha relajación no dura demasiado porque, obviamente, Cartman tiene que arruinar el momento. Sus labios se curvan en una sonrisa socarrona que enciende una chispa de irritación en Kyle, pues la conoce demasiado bien.
—Khal, no sabía que eras tan apasionado —dice con un tono burlón, sus manos deslizándose lentamente por su espalda, buscando el camino bajo el suéter con el que decidió irse a la cama—. Que confesión tan apasionada.
—Cartman —dice en un tono de advertencia, tratando de apartarse para darle peso a sus palabras, pero el castaño se lo impide, abrazandolo un poco más fuerte.
—Pero hace falta algo —continua como si no hubiera dicho nada, mirándolo pensativo—. Ah sí, ¿vas a saltar con alguno de tus discursos cursis? ¿o prefieres seguir dónde lo dejamos? —su sonrisa se amplía, y Kyle quiere golpearlo, retractarse y mandarlo al diablo, pero la suavidad en los ojos del castaño lo detienen.
Esa será una ocurrencia que se repetirá ¿no? que sus rodillas se debiliten y su corazón se salte un par de latidos sólo por la forma en que Cartman lo mira. Con adoración. Con añoranza. Como si en sus manos Kyle tuviera los secretos del universo, cada estrella del firmamento, y se los estuviera ofreciendo.
Si tan sólo supiera que los pensamientos del castaño van por la misma línea, forzándose a aferrarse al cuerpo sobre el suyo, sus manos paralizadas bajo su suéter, apoyadas contra su espalda para controlar el ligero temblor en estas.
—Vas a hacer que me arrepienta —dice finalmente el pelirrojo, apartando la vista ligeramente, intentando ocultar el fuerte sonrojo en sus mejillas, no que el castaño pueda ver realmente con claridad el color en su rostro, pues al ser desatendida el fuego en la chimenea empieza a menguar.
—Por favor Khal —Cartman deja escapar una carcajada, y Kyle está demasiado distraído con el sonido como para recordarle que debe bajar la voz—, estás obsesionado conmigo, no puedes resistirte a mis encantos.
—¿Yo soy el que está obsesionado? —pregunta alzando una ceja.
—Mucho, no puedes dejar de pensar en mí, lo sé —sonríe con suficiencia, apretándolo un poco más contra sí.
Kyle quiere refutarlo, contradecirlo de alguna forma sólo por el placer de llevarle la contraria, pero su atención es robada cuando el castaño se inclina, besándolo una vez más. Inmediato, como si hubiera hecho esto toda su vida y lo necesitara para respirar, responde al beso abrazando más fuerte al castaño.
Antes de que el beso pueda seguir escalando en intensidad, el castaño lo corta, dejando una lluvia de besos en sus mejillas. No, en cada una de sus pecas. Si hace un momento creía que su corazón iba a explotar, ahora no le queda ninguna duda de que lo va a hacer. Cartman no tiene ningún derecho a ser tan... tan...
—Deberíamos ir a dormir —susurra el castaño contra su mejilla, sus manos retomando su movimiento contra su espalda, apretando con suavidad cada centímetro que puede alcanzar.
—Deberíamos —concuerda el pelirrojo, pero no hace ningún esfuerzo por ponerse en pie.
—Deberíamos al menos reavivar la chimenea, o nos vamos a congelar las bolas aquí —insiste el castaño, tratando de ponerse en pie sin soltarlo.
La tarea resulta ser imposible porque el pelirrojo decide que es un momento perfecto para quedarse laxo sobre él, sonriendo divertido cuando el castaño gruñe en frustración por su accionar tan infantil. Luego de unos minutos luchando por pararse, e incapaz de sacárselo de encima por la fuerza con la que se aferra a su cuello, decide rendirse. Unos minutos más no va a matarlos, supone.
—No sabes cuanto te odio —murmura Cartman, recostándose lo mejor que puede contra el escalón a su espalda, arrastrando a Kyle con él.
—El sentimiento es completamente mutuo —asegura Kyle, acomodándose sobre él para apoyar su mejilla en su pecho.
Cartman sonríe, dejándolo ser por ahora, y sin darse cuenta Kyle empieza a quedarse dormido, arrastrado al sueño por el compás de los latidos de Cartman.
Ajenos a ello, ambos son observados con atención por dos figuras en la cima de la escalera, ocultos a penas por el pasa manos. Los hombres se miran en confusión, apartándose un poco para no ser escuchados.
—No lo entiendo —susurra Stan. —¿Quién ganó la apuesta?
—No me queda claro tampoco —admite Kenny, cruzándose de brazos pensativamente—, pensaría que Kyle, pero Cartman inició el primer beso.
—Ok, sí, pero ninguno técnicamente dijo que se gustaban —señala Stan. —¿Lo dejamos en empate?
—Hm sí, suena lógico, que sea un empate y nadie tiene que dar nada —concuerda Kenny, asintiendo solemnemente.
—¿Están apostando de nuevo sobre la vida de nuestros amigos? —la voz de Butters lo sobresalta a ambos, que pegan un brinco aferrándose mutuamente, llevando una mano a la boca del contrario para ahogar sus gritos.
Butters los mira para nada impresionado, cruzado de brazos.
—Cariño —Kenny reacciona primero, retirando la mano de Stan y apartándose de él para apresurarse hacia su prometido—. No es lo que piensas mi vida —asegura tratando de tomar sus manos, pero el rubio retrocede, frunciendo el ceño.
—¿Vas a decirme que no los acabo de escuchar decir que quedaron en empate? —pregunta, y Kenny quiere decir que es exactamente eso, que no ha escuchado nada, pero sus defensas se desmoronan al notar que Butters está en el borde entre molesto por su jugarreta y enojado verdaderamente con él.
Y ama mucho a Stan, pero ama más a Butters y odia cuando está enojado con él.
—Todo fue idea de Stan, te lo juro —dice haciendo una pequeña cruz en su hombro.
—¡Oye! —protesta Stan al ser lanzado, figurativamente, debajo del autobús.
—Pero tesoro, no puedes negar que ya se estaban tardando —con su atención, y sobre todo su enojo, dirigido hacia Stan, Kenny toma la oportunidad para tomar las manos de su prometido, dejando un beso en estas tratando de verse lo más sincero posible—. Sabes que queremos lo mejor para Kyle y Eric, pero son tan estúpidos que no habrían hecho nada por sí mismos.
—Exacto —Stan asiente al comprender el plan de Kenny—, no fue sino hasta hoy que Kyle se dio cuenta que le gusta Cartman, ¿puedes creer eso?
—No puedo creerlo —Kenny niega con pesar—, no pudo esperar un día más, tuvo que costarme un Jackson.
Hasta ese momento, Butters se había suavizado un poco, comprendiendo lo que los dos amigos trataban de hacer, pero su enojo vuelve con creces por el último comentario de Kenny, que tarde se da cuenta lo que acaba de decir.
—Kenneth McCormick... —empieza el rubio, tratando de soltarse.
—La cosa es —Stan se adelanta, tratando de salvar a su amigo, reconociendo la misma mirada que suele darle Wendy cuando hacía alguna tontería—, finalmente están juntos, ¿Ves? Es una pequeña apuesta inofensiva, y al final del día nuestro plan funcionó.
—¿Ese era el verdadero propósito del viaje? ¿forzarlos a afrontar sus sentimientos? —el rubio jadea ofendido, mirándolos como si quisiera matarlos. Por alguna razón, Stan siente que lo haría en ese instante si Kenny no estuviera sosteniéndolo, tratando de abrazarlo para aplacarlo.
—Claro que no tesoro, el propósito del viaje era divertirnos antes de tener que pasar navidad con tus padres, o peor, los mios —asegura el rubio con un aire solemne—. Hacer que vinieran juntos en la camioneta de Cartman era el verdadero plan para forzarlos a afrontar sus sentimientos.
—¡Kenny! —Butters logra soltarse, golpeando su hombro.
—¡Necesitaban un empujón Leo! —asegura, frotando su brazo. —¿No estás feliz por ellos? Eric dejará de secuestrar nuestras salidas para quejarse de lo mucho que extraña a Kyle.
—Y Kyle dejará de estar enojado todo el tiempo con nosotros —señala Stan. No cree que sea apropiado decir que, de vez en cuando, el pelirrojo tiene sus brotes de paranoia por no saber en todo momento lo que hacía Cartman. Dios, esos fueron años oscuros luego de irse cada quién a estudiar por su cuenta.
—Bueno —Butters vuelve a relajarse, considerando sus palabras—, supongo que tienen razón.
Ambos ahogan un grito de triunfo, chocando los cinco.
—Eso no excusa que hayan apostado sobre la vida de nuestros amigos. Stan, devuélvele los veinte dólares a Kenny —dice con seriedad.
—Por supuesto Butters, mañana a primera hora —promete, tratando de zafarse de la intensa mirada del rubio y escapar a su habitación.
—Más te vale —asiente Butters, tomando la mano de su prometido—. Tu no te creas que te has salvado, es sólo que estoy demasiado cansado para pensar en un buen reproche. Regresemos a la cama.
—Por supuesto que sí tesoro —Kenny sonríe tontamente, agitando su mano a modo de despedida hacia Stan, siguiendo a su prometido.
Butters suspira, negando por la peligrosa jugarreta de los otros dos. Entiende que sus corazones están en un buen lugar, pero sigue pensando fue demasiado arriesgado porque pudieron arruinarlo todo, o pudo no haber dado resultado.
Lo que no puede negar es que tienen razón en algo. Kyle y Cartman son testarudos que, sin ese pequeño empujoncito, no habrían llegado jamás a nada.
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